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12 de Septiembre de 2003

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Matar a Arafat


Uno puede, o no, estar de acuerdo con la política de asesinatos selectivos del gobierno israelí. Ahora bien, cuesta entender por qué Israel ataca a cuatro líderes locales de los grupos terroristas, mientras que el mayor carnicero de Palestina, el terrorista por excelencia, Abbu Ammar, alias Arafat, permanece intocado e intocable. Cuesta entender por qué esos pobres diablos, culpables todos, deben desaparecer del mapa, y no su instigador. Arafat ha abortado en demasiados ocasiones el proceso de paz; de hecho, como le reconoció en una entrevista a Oriana Fallaci, "sólo entiendo la paz como la destrucción de Israel"

El gobierno de Sharon trató de marginarlo, poniendo en primera línea a Abbu Mazen quien ya en las conversaciones de Camp David se sorprendió por la generosidad judía y apostó por la paz. Pero esto tampoco ha funcionado. Está claro que, dadas las circunstancias, sólo quedan tres posibilidades: destruir Israel, deportar a Arafat o acabar con su vida. Aunque imagino que la primera posibilidad gustará a los huérfanos del holocausto, ahora refugiados en la causa palestina, resulta absurda.

Así las cosas, ¿deportar a Arafat o liquidar al genocida? Lo primero sólo le permitirá continuar la guerra desde un sitio más confortable y seguro, denunciando el nazismo de Israel en una vergonzante gira por todos los medios europeos. No está el horno para más antisemitismo.

Eliminar a Arafat puede parecer una medida demasiado dura. Quizá sea razonable preguntarse si debe ser el Estado, y no las víctimas, quien elimine al despreciable sujeto. Pero, en cualquier caso, Arafat merece la muerte -no así todas sus víctimas-, y los palestinos merecen librarse de esta opresión caudillista. No habrá ningún mártir. Hitler no fue elevado a los altares. Tampoco lo será Abbu Ammar.

Comentarios

 
Creo que la pregunta a día de hoy es si la provincia egipcia de Gaza y la jordana de Cisjordania no deberían ser desalojadas y su población, actualmente fuera de toda seguridad jurídica, deportada a sus respectivos países de origen, los cuales difícilmente tolerarían y alentarían cuerpos y milicias de terroristas armados en su interior. En especial después de la experciencia del Libano, a quien el bueno de Yasir hizo saltar por los aires...
Enviado por el día 13 de Septiembre de 2003 a las 04:03 (1)
En Jordania, desde luego, no les dejaron. Me hace gracia, por cierto, como todos esos que hablan del "holocausto palestino" creado por Israel no recuerdan nunca el destino de los palestinos en Jordania.
Enviado por el día 13 de Septiembre de 2003 a las 21:05 (2)
Y qué tal llevarlo ante una corte internacional en vez de matar a nadie? Es realmente triste ver cómo se justifica el asesinato tan ricamente. Mejor sería avanzar en el tema de la justicia internacional y llevar a quienes tengan causas pendientes a ella. Y juzgarlos, por crímenes contra la humanidad. Pero, por favor, por muy viscerales que sean sus asesinos instintos, hagan el favor de evitarnos el asco de verlos expuestos.
Enviado por el día 15 de Septiembre de 2003 a las 19:11 (3)
El problema es que ninguna corte parece interesada en Arafat, que es una perla protegida del progresismo internacional. En cambio quieren enchironar a Sharon; claro, él es judío.

No obstante, quizá tiene razón Albiac de que ya no compensa matar a Arafat. Con convertir la Mukata en cárcel e incomunicarlo bastaría.
Enviado por el día 17 de Septiembre de 2003 a las 01:30 (4)
La política de asesinar líderes es más propia del Irgún que de un estado democrático como Israel. Lo que tendría que hacer Israel no es matar a Arafat, sino ir a detenerle y de mediar resistencia de sus gorilas empezar a tiros contra el asesino de la OLP, pero no antes. Un asesinato a sangre fría sería propio como digo del Irgún de Beguin. Un saludo.
Enviado por el día 23 de Septiembre de 2003 a las 20:54 (5)

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