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22 de Septiembre de 2003

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Día mundial contra el progreso


Hoy es el día mundial sin coches, un atavismo remolón de la contrarrevolución industrial pijo-ecologista. En teoría, este día debe sentar un ejemplo de conducta a imitar el resto del año, esto es, tenemos la obligación de sacrificar nuestro bienestar.

Necesariamente debemos hablar de sacrificio en tanto en cuanto la gente, al utilizar el coche, demuestra una preferencia por este medio de transporte frente a otras posibilidades menos satisfactorias como la bicicleta o el aparatoso transporte colectivo. Se impele a la ciudadanía a que inmole sus preferencias dada la existencia de valores superiores. La naturaleza, se nos dice, tiene un valor intrínseco en función del cual debemos modular nuestra conducta. El individuo que vive de acuerdo con el medio ambiente es superior a aquel que trata de adaptar el entorno a sus necesidades. Varias falacias están contenidas en toda esta sarta de barbaridades.

No es cierto que la naturaleza tenga un valor intrínseco. Esta afirmación gratuita e irreflexiva entre en frontal colisión con los presupuestos básicos de la ciencia económica tras la revolución subjetivista del XIX. El valor es un hecho psicológico, una proyección individual y subjetiva de la intensidad emocional de nuestros fines sobre el entorno. El valor no es una sustancia, no existe salvo en nuestro consciente, no es, en definitiva, mesurable ni observable.

Por ello, no podemos más que soltar una ruidosa carcajada frente a las cabriolas mentales de quienes consideran que las rocas obtienen el valor por el hecho de ser rocas y no porque a determinado sujeto le sirvan para la consecución de un fin. En esta perspectiva, el ser humano cuando modifica el entorno para adaptarlo a sus necesidades, cuando cultiva trigo para luego segarlo, cuando tala árboles para expresarse en los periódicos, cuando extrae bauxita para construir un edificio, está atacando frontalmente una disposición natural de los elementos que tiene valor por sí misma; el hombre se convierte en predador, en destructor, en una inmoralidad viviente. Mientras siga actuando en el entorno, el ser humano solo podrá reducir las condiciones del valor óptimo; la naturaleza no está al servicio del hombre, no es un medio para la prosecución de su felicidad. La especie humana es un virus, un parásito a erradicar.

Como consecuencia, este ecologismo reaccionario odia tanto al hombre como a todos los productos derivados de sus potencialidades. El día sin coches es un gran ejemplo de este odio.

El automóvil es un producto de la ciencia y de la razón humana. Las ventajas que nos ofrece son, sin duda, innumerables: intercomunicación, transporte veloz, reducción de costes... Su retirada del mercado, en ausencia de otro medio más eficiente, supondría una regresión inimaginable; de hecho, resultaría imposible sostener el actual nivel de población. El capitalismo ha permitido masificar este medio de transporte, perdiendo su naturaleza elitista y lujosa, hasta el punto de convertirse en una necesidad básica. Los actuales atascos, como recuerda Andrew Galambos, son responsabilidad del Estado, incapaz de producir carreteras al ritmo que los empresarios venden automóviles.

Es evidente, por tanto, que las personas viven mejor con coches que sin ellos. El automóvil es un símbolo de progreso, del avance de la razón humana para satisfacer nuestras necesidades de un modo más eficiente.

El día sin coches pretende criminalizar no sólo el coche, sino también el mismo progreso humano, enemigo sempiterno de su sacra natura. Es una cruzada contra la razón humana en nombre de la anticiencia -también, como hemos visto antes, de la anticiencia económica.. Un irracionalismo que estigmatiza el progreso e intenta deconstruir todo adelanto para así involucionar hacia idílicas épocas pretéritas.

La Edad Media estuvo llena de días sin coches, fue una época sin coches. ¿Quieren decirnos los ecologistas que el hombre vivía mejor en la Edad Media? ¿Eran preferibles las masivas hambrunas a la abundancia de alimentos? ¿Era preferible una jornada laboral de 16 horas con incierta remuneración a los actuales salarios? ¿Eran preferibles las endémicas epidemias que asolaban Occidente al actual perfeccionamiento sanitario? No es que todas estas ventajas se deriven directamente del automóvil, pero sí son producto de la ciencia y de la razón, auténtico objetivo del ecoterrorismo.

Por supuesto, estas doctrinas que buscan crear un ambiente hostil a la supervivencia del ser humano, responden a la idea, anteriormente expuesta, de que el ser humano es un parásito que merece ser extinguido. El destino del hombre resulta irrelevante, lo primordial es no alterar el statu quo de la naturaleza, auténtico depositario del mentado valor intrínseco.

El día sin coches es, por tanto, una caricatura siniestra, un día grotescamente reaccionario, pero que enlaza a la perfección con el fanatismo ecologista. Anatematizan el coche para, acto seguido, culpar al género humano de su creación y reproducción. ¿Por qué debemos abandonar el automóvil si nos facilita la vida? Yo no puedo responder a tal absurdo, aunque con mucha probabilidad el ecologista nos increpará preguntando: ¿qué importancia tiene la vida humana frente al valor intrínseco de una piedra? Ustedes mismos.

Comentarios

 
Aunque supongo que todos la habreis leido, pongo el enlace de la editorial escrita al respecto en LD, no tiene desperdicio: http://www.libertaddigital.com/./opiniones/opi_des... . Además aprovecho para proponer algunos temas para el caso de que no quieran eliminar estos días en los que los 4 tontos de turno se sienten mejores que tú por obedecer a un poster de la UE:
- Día Europeo sin Coches "tuneados" con la música taladrando mis oidos.
- Día europeo del transporte público en el que todo el mundo se ha duchado antes de subir.
- Día europeo sin "gorrillas" que traten de indicarte donde aparcar en terreno público.
- Dia europeo del funcionario que se da cuenta de que eres tu el que le paga el sueldo y no al reves.
Y seguro que hay muchos más que en lugar de crear atascos y mal humor nos hacen a todos la vida más feliz. :)
Enviado por el día 23 de Septiembre de 2003 a las 15:55 (1)
Sí, y yo añadiría:
-Día mundial sin conductores borrachos.
-Día mundial sin atropellos.
-Día mundial sin expropiaciones para la construcción de nuevas carreteras.
Que se enteren esos cabrones de quiénes somos.
Enviado por el día 25 de Septiembre de 2003 a las 00:06 (2)
Me imagino que el señor Rallo Julián no vivirá en una calle llena de humo y ruido de los coches. Vaya mierda de progreso.
Enviado por el día 12 de Diciembre de 2003 a las 16:34 (3)

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