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26 de Octubre de 2004

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

En la línea paternalista


No tengo nada en contra de la autorregulación; sí, en cambio, de la corregulación, que tiene un especial tufillo corporativista.

Un grupo de trabajo -otro grupo de sabios- establecerá las pautas por las que deberán regirse las televisiones privadas antes de Navidad en relación con su programación infantil. El Estado está ansioso por proteger a los niños, por darles una educación ciudadana, de valor públicos.

Ya comentamos hace unos días que la responsabilidad, y por ende la educación, sobre los hijos compete a los padres, no al Estado. Es más, el Estado debe abandonar toda pretensión, por tímida que sea, de condicionar el comportamiento de los hijos. En tanto en cuanto siga observándolos como mentes en blanco sobre las que grabar su impronta, el camino hacia la nacionalización de la libertad será imparable. Con sus aciertos y errores, nadie puede, ni sobre todo debe, extirpar la obligación paterna para con sus hijos; y mucho menos el Estado, en tanto seguidor de fines políticos ideologizadores.

Quizá, ZP está adaptándose progresivamente a las directrices en la materia de la Constitución Europea; así, el establecimiento del nuevo régimen será menos doloroso. ZP, otro cuyos meritorios servicios a los ciudadanos pasarán a la historia.

Comentarios

 
Responsabilidad... ¿demasiada responsabilidad? Es unos de los defectos provocados por un exceso de libertad... y por ello conviene recortarla progresivamente. Ya lo ha reconocido -en un arrebato de sinceridad- este señor que nos defiende:
Múgica consideró que la autorregulación puede ser “una cortina de humo” y admitió que la apuesta de las cadenas por esa fórmula de control le produce “inquietud sobre su sinceridad”, ya que ha escuchado a responsables de las televisiones decir que la responsabilidad principal es de los padres, lo que no comparte.
Si es que lo mejor va a ser fabricar a los niños en una cadena de montaje...
Enviado por el día 26 de Octubre de 2004 a las 16:17 (1)
Está muy bien eso de que los padres sean los únicos educadores de los hijos (y que lleguen a escribir Eragon). Muy, pero que muy bien, en el fondo es verdad que la responsabilidad última debería recaer en los padres, pero vamos a la cruda realidad.
En la mayoría de matrimonios de treinta y tantos para arriba que conozco trabajan los dos, eso implica que muchas veces la Escuela asume el rol de segunda familia (no como mero instrumento educativo). Los colegios más demandados son aquellos que ofrecen más actividades extraescolares, permitiendo a los padres dejar "aparcados" a los niños allí hasta que alguno de ellos pueda pasar a recogerlos. En otros casos, los niños pasan mucho tiempo solos en casa (hay niños que con 6 y 7 años ya tienen llaves de casa, por ejemplo) y ahí es justamente donde reside el problema. Debe haber un espacio televisivo dedicado a los niños, a su educación y entretenimiento, incluso como agente socializador (por que está muy bien eso de la libertad, pero el hombre, ante todo, es un animal social). Si el niño pone la tele al salir de clase, recordemos que está como M. Culkin, y ve la basura que hay programada en los distintos canales, sobre todo privados, es para echarse a temblar. ¿Dónde se quedó Barrio Sésamo?
Enviado por el día 27 de Octubre de 2004 a las 16:42 (2)
Si los niños ponen la TV y a los padres no les importa lo más mínimo que esa supuesta telebasura afecte a su carácter y formación, mucho menos debe interesarle al Estado.
En caso de que sí les importe, la solución no pasa por canalizar la coacción a través del Estado y restringir el derecho dominical, sino por que cada padre articule controles sobre la televisión (escondiéndola, desenchufándola, castigando a los hijos si los encuentran viéndola...)
Enviado por el día 27 de Octubre de 2004 a las 18:24 (3)

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