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24 de Marzo de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

¿Debe decidir el pueblo?


La blogosfera liberal ha crecido tanto que resulta casi inabarcable leerlo todo. Es por ello que algunas anotaciones, como ésta, me han pasado, sin quererlo, desapercibidas. Sirva como parcial descargo señalar que el día en el que uno cumple años no suele frecuentar precisamente Internet.

Pues bien, en los comentarios de la anotación de Luis Gómez, Manu, habitual de la casa, expone unos hechos de los que no soy consciente (que no es lo mismo que señalar que sean falsos): ¿Y quien decide si las medidas han sido beneficiosas para todos? Desde luego el pueblo en una democracia. Se lo dije a Juan Ramón Rallo (que no me contestó) hace tiempo. Muchos parece que añorais épocas de voto censitario

Sirva, pues, este post para contestar tardíamamente a Manu y, sobre todo, para reflexionar sobre el interesante asunto que plantea.

Hans Hermann-Hoppe y, especialmente, Erik von Kuehnelt-Leddihn son dos excelentes teóricos liberales que han abogado como la monarquía como mal menor frente a la democracia. En ese sentido, ambos plantean que las democracias censitarias se sitúan a medio camino entre la monarquía y la democracia, por cuanto restringen las posibilidades de planificación a determinados estratos de la población.

Hoppe hacer notar cómo la democracia consiste en la propiedad pública del Estado, lo que dificulta todavía más la planificación. De hecho, este punto es rigurosamente cierto. En tanto el monarca asuma como propio el Estado, los medios estatales se dirigirán a la consecución de sus fines. Los subditos se someterán a ellos, pero la planificación con respecto a los fines del soberano será adecuada, salvo error empresarial.

El caso extremo a la monarquía no sería la democracia parlamentaria, sino la democracia asamblearia o, como se le viene a denominar actualmente, democracia económica. Ya intenté, en su momento, poner de manifiesto las dificultades añadidas, de imposible solución, que la democracia económica entraña.

El problema de la teoría hoppeana de la monarquía (lo cual sucede en mucha menor medida con Kuehnelt-Leddihn) es que pretende sacar conclusiones adicionales sobre el bienestar de los individuos y sobre el respeto a sus derechos de propiedad del hecho de que la planificación sea más acertada. Estas conclusione adicionales se consiguen únicamente a través de la dudosa hipótesis del homo economicus, es decir, de la maximización del beneficio monetario por parte del Rey.

De hecho, si a Manu le hubiera interesado mínimamente mi opinión sobre el tema, podría haberse preocupado en buscarla en este artículo donde critico algunos de los aspectos más controvertidos de la teoría hoppeana: En cambio, Hoppe no fundamenta cada una de sus teorías en axiomas, sino que muchos de ellos parten de observaciones empíricas. Así, por ejemplo, trata de demostrar que las guerras en democracia tienden a ser guerras totales, dado su carácter ideológico y la confusión entre gobernantes y gobernados, mientras que las guerras monárquicas tenían un carácter territorial territorial-dinástico y los reyes tenían que contratar su propio ejército; o Aunque bien pudo ser cierto que los reyes siempre se sometieran a la ley preexistente, de ahí no podemos deducir que siempre se hubieran sometido a la misma. Parece como si Hoppe se enfrentara a sus principios al utilizar el método inductivo para extraer conclusiones generales y a priori. Pero aparte, tampoco tal extremo es cierto. En primer lugar, porque en democracia el legislador también está sometido a la ley (aunque muchas veces no lo parezca) y, más importante, porque no es cierto que el Rey, durante la Baja Edad Media, no creara derecho.

O, finalmente, Debemos considerar no sólo que el orgullo, la venganza, el prestigio o la moral pueden conducir la actuación del monarca, sino que su preferencia temporal por el consumo podría ser harto elevada. Una vez más, ¿no dilapida recursos la monarquía saudí cuando decide financiar el terrorismo por consideraciones trascendentes o por su odio a Occidente? Hoppe asume, por contemplación histórica, que tal extremo no sucederá; pero tal aserción no puede superar la consideración de una simplista conjetura. Quizá este sea el talón de Aquiles que desmerece todo el alegato hoppeano a favor de la monarquía; aunque, desde luego, sus críticas a la democracia suelen ser incisivas y profundas.

Valga lo dicho tanto para la monarquía como para la democracia censitaria que el mismo Hoppe califica como una forma pseudomonárquica. La monarquía no tiene por qué ser mejor que la democracia; que planifique mejor no significa, ni mucho menos, que los ciudadanos gocen de mayor libertad. Queda abierta la investigación histórica para dilucidar cuándo la monarquía hubiera sido con seguridad más provechosa que la democracia (por ejemplo en la Rusia zarista o en la Republica de Weimar que encumbró al nazismo) Por tanto, poca añoranza de la democracia censitaria, si bien ninguna alegría por la democracia parlamentaria.

Y ahora lo relevante. ¿Y quien decide si las medidas han sido beneficiosas para todos? La banalidad de esta pregunta sólo puede ser superada por su autor.

Cuestión previa, ¿por qué una medida debe ser beneficiosa para todos? Si yo compro un par de zapatos, la transacción ha sido beneficiosa para mí y para el vendedor. En principio, nadie más ha salido beneficiado ni perjudicado (aunque pueden haber envidiosos o gente que se alegre de que haya podido comprar los zapatos) Por tanto, que toda medida deba beneficiar a todos no sólo es una memez programática, sino una imposibilidad conceptual. ¿Acaso las medidas redistributivas benefician a todos? En ese caso, ¿por qué se implementan mediante la coacción?

La acción, por principio, sólo beneficia al actor. Otra cosa es que el actor interactúe con otros (intercambio) o que su acción tenga consecuencias secundarias que produzcan beneficios ajenos (lo que la cienciología neoclásica denominaría externalidades positivas) o que perjudique a otros (lo que esa misma cienciología llama externalidades negativas) También cabe la posibilidad de la acción política, es decir, que una persona mejore perjudicando a otros.

Ahora bien, la acción política no deviene ilegítima por el hecho de que alguien salga perjudicado, sino por el uso de la fuerza coactiva estatal para que así sea. No tiene sentido que las apreciaciones subjetivas de otros juzguen cuando una acción es legítima o no. Imaginemos que la persona A actúa en su propiedad y B estima que le ha causado un daño psicológico inmenso. Si la apreciación de daño constituyera motivo suficiente para reprimir las acciones libres de otra persona, B podría castigar a A. Toda acción quedaría supeditada a la aquiescencia ajena.

Por otro lado, Manu se mueve en una concepción netamente estática del bienestar (al respecto es recomendable leerse el artículo de Huerta de Soto, La teoría de la eficiencia dinámica), lo importante no es qué medidas "han sido beneficiosas", sino qué medidas políticas permiten el incremento continuado del bienestar.

Pero si Manu insiste en moverse en una visión estática del binestar, aún así, existe alguna lectura recomendable como el Toward a Reconstruction of Utility and Welfare Economics, del maestro Rothbard. En este escrito, Rothbard argumenta que la economía de mercado es por definición Pareto eficiente (sobre el concepto de eficiencia paretiana hay que decir que es altamente incorrecto como supuesto indicador de políticas óptimas, el artículo de Huerta es suficientemente explicativo al respecto). La apropiación originaria de recursos no perjudica a nadie, pues nadie sale perjudicado de no tener lo que nunca ha tenido. Y de la misma manera, la producción, el intercambio y los acuerdos personales son voluntarios y, por tanto, mutuamente beneficiosos. Nadie sale perjudicado por el hecho de que alguien compre factores a otra persona que previamente los había adquirido por apropiación originaria (y por tanto sin perjudicar a nadie), los transforme y los intercambie. De hecho, la otra parte del intercambio no sólo no saldrá perjudicada, sino que obtendrá beneficios (en caso contrario no hubiera intercambiado voluntariamente)

Pero ahora abordemos la propuesta de Manu para solventar su problema sobre quién decide que medidas han sido beneficiosas para todos. El método, cómo no, es la planificación democrática. Sin embargo, en tanto la democracia se compone del voto individual de cada votante, no veo por qué este sistema puede resolver, ni siquiera lejanamente, el problema fundamental de conocer qué medidas benefician a todos. Alguien puede saber si una medida política le beneficia a él, pero no si ha beneficiado a la sociedad en su conjunto. Las carencias de información en este sentido son evidentes. Si entendemos la democracia como el juicio necesariamente acertado de agregar juicios necesariamente desacertados sobre las necesidades y utilidades ajenas, mal vamos. En otras palabras, si lo que se pretende con la democracia es responder a la pregunta, ¿qué va a beneficiar a los demás? La ceguera del individuo sigue siendo absoluta.

Otra posibilidad es que Manu entienda la democracia cómo la respuesta a la pregunta, ¿qué me beneficia a mí? En este caso, las medidas que beneficiaran a un mayor número de personas serían las aceptadas. Pero nótese que esto de nada sirve para resolver el problema planteado, ¿qué medidas han sido beneficiosas para todos? En todo caso, servirá para dilucidar cuáles han sido beneficiosas para una mayoría. Y aún así, el caso extremo (la democracia económica) plantea serios problemas de toma agregada de decisiones por no agregar, al mismo momento, el otro lado de la elección, es decir, las oportunidades desechadas (el coste de oportunidad)

La decisión concreta es sólo una cara de la elección, la otra resulta inagregable y, por tanto, las decisiones democráticas serán necesariamente ineficientes (es decir, no servirán ni siquiera a sus votantes para conseguir los fines propuestos) como puse aquí de manifiesto.

Pero aparte, la propuesta de Manu es todavía más ridícula. Una democracia que elija a unos señores que a su vez elegirán qué medidas benefician a todos. Me parece que el primer problema fundamental del conocimiento (concentrar toda la información personal y local en una sola mente o, al menos, la información relevante para los fines personales) sigue sin resolverse por el hecho de que un político salga elegido mayoritariamente.

¿Qué tiene el político que le permite conocer mejor que otro ciudadano cuáles son las necesidades de las personas? ¿Es que la elección democrática supone, al mismo tiempo, una iluminación omnisciente? Se podrá argumentar más que discutiblemente, a mi parecer, que debemos acatar las decisiones mayoritarias y, por tanto, las de los políticos que las representan. Pero que no se intente camuflar esta realidad diciendo que semejante situación es equivalente a un juicio acertado sobre qué medidas benefician a todos. Precisamente ése es el problema del socialismo y de la planificación; que por mucho que los políticos quieran beneficiar a todos, no saben cómo (ni pueden saberlo)

Por tanto, para concluir, mi postura es sencilla. Sólo la propiedad privada permite una toma de decisiones libres como para dejar de manifiesto nuestras preferencias y que otros, a la espera de obtener beneficio por satisfacernos, satisfagan nuestros deseos a través de intercambios voluntarios y competitivos. En otras palabras, nadie debe decidir qué es beneficioso para mí, salvo yo; ni, de la misma manera, yo debo decidir qué es beneficioso para otro. Se trata no de idear mecanismos que planifiquen la toma de decisiones colectivas, sino de eliminar la coacción en las mismas. Frente a la democracia, libertad; ni democracia censitaria, ni monarquía, ni socialismo. Ésa es mi postura.

Comentarios

 
¿Algunas rebajas de impuestos -por ejemplo, el al valor agregado- podrían ser 'beneficiosas para todos'?
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 04:43 (1)
La libertad y la democracia son incompatibles. Eso es lo que sostiene racionalmente Hoppe.

http://www.liberalismo.org/articulo/288/

http://www.liberalismo.org/articulo/240/


Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 10:44 (2)
Cuantas molestias para responderme con tu clásico poco apego a la democracia.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 11:53 (3)
manu, podrías responderle en tu blog a este post,no?
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 12:09 (4)
Con intentar contestar aquí bastaría, cucucais.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 12:20 (5)
La cuestión es: qué asuntos son "públicos" o deben someterse a la decisión de esa mayoría (o de una minoría o de uno)

Por eso existen constituciones que establecen derechos que ni siquiera la mayoría o sus representantes pueden tocar. Por ejemplo, la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad religiosa.

El ejercicio de esos derechos por parte de una minóría puede resultar irritante para la mayoría, pero la mayoría tiene que aguantarse y permitir ese ejercicio.
saludos
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 12:39 (6)
y hay otra cosa que me parece que no ve Hoppe, aunque no conozco en detalle su postura: una monarquía generalmente es también un régimen de opinión pública (por supuesto, en menor medida que una democracia). Y si el monarca desea mantener su posición (paso previo a sus consideraciones de "optimización económica") puede: a) satisfacer en cierta medida a la opinión pública o b) establecer un salvaje control policial sobre la población (cosa incompatible con su "optimización económica")
y otros saludos
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 12:43 (7)
Nunca he creido en la técnica Rallo.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 14:12 (8)
¿Sugieres que cada persona conoce qué medidas benefician a todos? O en cambio, ¿piensas que la democracia debe concebirse como una suma de intereses individuales egoístas? ¿Por qué no supone un problema la agregación de todos los costes de oportunidad?

Son preguntas sencillas.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 14:17 (9)
¿Cual es la "técnica Rallo" :-)? Te has olvidado de llamarle "fascista", por cierto.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 15:32 (10)
Nunca le he llamado fascista. ;)

La técnica rallo es contestar con un post en su blog a un comentario de otro blog.

Juan Ramón no sugiero que cada persona conoce las medidas que benefian a todos ni que la democracia es la suma de unos intereses indiviudales egoistas. Simplemente digo que es el pueblo el que decide en las urnas cuales son las medidas (políticas claro) beneficiosas en una sociedad. Lo que desde luego no sé es la razón que te mueve a mezclar democracia y economía.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 18:49 (11)
Yo mezclo economía con acción, esto es, praxeología. No restrinjo absurdamente como tú el ámbito de la economía a los intercambios monetarios de restricciones dadas, a un economicismo sin razón. La economía es una ciencia de la acción.

Y en tanto que ciencia de la acción, las "acciones" políticas deben estudiarse a su luz.

Si cada persona no conoce qué medidas son beneficiosas para las demás, ni actúa egoístamente, ¿cómo va a decidir el pueblo cuáles son las medidas beneficiosas para los demás y para él mismo?
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 19:15 (12)
"Simplemente digo que es el pueblo el que decide en las urnas cuales son las medidas (políticas claro) beneficiosas en una sociedad."

Esto no se puede decidir mediante sufragio. El sufragio determina las preferencias políticas de la mayoría. Eso tiene inconvenientes, por ejemplo, las llamadas "democracias populares", por eso se insiste mucho más en el estado de derecho, que hace énfasis en los derechos individuales y deja la democracia para cuestiones de legitimidad de los que detentan el poder.

En teoría política tampoco sales de la consigna chapucera, lo que me vuelve a recordar a Pío Moa cuando constata que el mayor logro de la izquierda española es la propaganda sin que se le conozcan otros de carácter, digamos, más teórico. Claro que la propaganda en ciertos lugares no es que no funcione, es que es contraproducente.

Tú mismo, pero te recomiendo que leas, libros de divulgación científica también: son un excelente lugar para ejercitar el puro sentido común y la lógica en un ámbito donde no te molestará especialmente la ideología que padeces.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 20:09 (13)
>Simplemente digo que es el pueblo el que decide en las urnas cuales son las medidas (políticas claro) beneficiosas en una sociedad.

Cada votante individual decide qué papeleta mete en la urna; después se cuentan las papeletas y se hace una cosa u otra según los resultados. Como muy mucho, el método nos permitirá averiguar cuánta gente cree que es beneficiosa (¿para quién?) cada una de las alternativas, pero no quién tiene razón. Pues la democracia es un modo de tomar decisiones, no de hallar la verdad.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 20:27 (14)
mano, la Monarquía no puede ser nunca una tiranía. Habría que evitar las tiranías siempre.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 20:50 (15)
Manu se me hace cansino por demagogo, es incapaz de entender que en democracia el pueblo no decide cuáles son las medidas beneficiosas para la sociedad, lo que el pueblo decide es qué grupo reducido de personas van a tomar las decisiones por él, por tanto esa afirmación de manu o es demagógica o pueril.

Personalmente preferiría un sistema de mayor participación en la toma de decisiones aprovechando las nuevas tecnologías, de manera que aquellos ciudadanos que quisiéramos participar pudiéramos hacerlo.

No puedo aceptar una democracia censitaria porque no me hace gracia que una serie de señores se autootorguen mayor sabiduría que el resto de los ciudadanos.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2005 a las 23:15 (16)
"Simplemente digo que es el pueblo el que decide en las urnas cuales son las medidas (políticas claro) beneficiosas en una sociedad."(Manutc)
Dejemos a un lado los entes místicos y llamemos a las cosas por su nombre: no decide el pueblo, decide la mayor parte de individuos qué es lo que conviene a la totalidad, si hay igualdad formal ante la ley, o qué es lo que conviene o no a grupos de individuos, si no la hay y, por el contrario hay discriminación positiva o redistribución.
La democracia así entendida es una dictadura de la mayoría.
Sólo deja de ser dictadura de la mayoría cuando se limita a sí misma, cuando se hace constitucional por reconocer que hay parcelas o asuntos que no pueden ser decididos ni aun por mayoría (Ferrajoli, que seguro le gusta a Manu) y cuando reconoce derechos como triunfos frente a las mayorías (Dworkin).
La democracia sólo es soportable y legítima cuando se limita.
Pero ¿quién decide cuánto tiene que limitarse? Esto puede decidirse por mayoría, pero entonces incurrimos de nuevo en la tiranía tanto mayor cuanto menores sean los límites y mayor el universo de lo decidible colectivamente frente al universo de la decisión individual.
De donde nuevamente vemos que la democracia gana legitimidad cuanto más se limita.
¿Eso no se parece al liberalismo?
Por cierto, en la democracia censitaria, al menos en el modelo normativo, sólo deciden los que tributan porque lo único que hay que decidir es el destino del presupuesto, al que sólo ellos contribuyen. Los no propietarios o no contribuyentes de hoy pasarán a decidir mañana si acceden a la propiedad o a la tributación.
La legitimidad de esa limitación es la misma que aquella por la que sólo votan los matores de 18 años.
Que digo igual, es mayor pues en el modelo actual los mayores de edad deciden también sobre las cuestiones que afectan a los menores.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 00:56 (17)
Excelente artículo de Juan Ramón en Ilustración Liberal
http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/12...
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 02:27 (18)
Artículo de Hoppe sobre la Democracia, también genial
http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/12...
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 02:31 (19)
Muy bien Rallo. A mi, la postura de Hoppe, no me parece bien y suponía que tú pensabas como él. Aclarado este punto sólo decir que la democracia es un instrumento explicable desde la Teoría del Estado y por tanto un medio de intervención social. La democracia, en mi opinión, es una aspiración de intervención total en la sociedad por parte del estado democrático. No hay que olvidar que los demócratas radicales son furibundos rousseaunianos y autogestionarios; la idea de que exista "un pueblo" hace a los demócratas de pro el fantasear con un ente poseedor de todo (el título de nuestra constitución aceca de economía es un ejemplo sangrante de esto).

Lo que ocurre es que en la arena política, como es lógico, los instrumentos luchan entre sí buscando cierto equilibrio. La democracia es una fuerza centrípeta que evita que la dinámica centrífuga de los gobernantes acabe en tiranía, en dictadura. Por ello, mientras haya Estado debemos rezar porque exista democracia; pero claro... entramos ya en el maldito campo de los males menores (¿para cuando larevolución austríaca que tumbe al estado Rallo :P?)

En todo caso remito a mi asolado blog, en el cual me explayé hace tiempo sobre este tema en concreto: http://liceodemoinelos.blogspot.com/2004/12/qu-es-...

Salud y libre comercio
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 04:09 (20)
Manu huye los puntos clave, por ende no termina los debates. Rallo lo acaba de dejar en la calle...
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 06:23 (21)
Sin lugar a dudas Manu carece de argumentación para entrar a fondo en el debate, pero el párrafo final de eaco entra en el terreno del dogma, vamos que no argumenta nada, porque ya me dirán ustedes cómo se implementa esta afirmación Se trata no de idear mecanismos que planifiquen la toma de decisiones colectivas, sino de eliminar la coacción en las mismas. Frente a la democracia, libertad; ni democracia censitaria, ni monarquía, ni socialismo. Ésa es mi postura.

Me parece muy bien que esa sea tu postura, pero ya explicarás cómo se toman decisiones colectivamente sin usar la coacción. Me parece pueril recordar que es imposible que todos los ciudadanos se pongan de acuerdo en nada.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 08:59 (22)
Bueno, los ciudadanos tampoco se ponen de acuerdo en quién debe producir el pan, los tipos de pan, la repostería, su calidad y cantidad, y cada mañana cuando acudimos a una de las decenas de panaderías repartidas también sin planificación ("centralizada") por la ciudad, disponemos de todo ello.

¿Qué es una decisión colectiva? Algo que el Estado se ha arrogado como competencia. Pero nada hay íntrinseco en determinados bienes que los defina como tal. Por tanto, en todo caso quien tendría que justificarse es quien establece diferencias artificiales entre los tipos de bienes y servicios (y no digo que en ocasiones no lo intenten, por ejemplo mediante la construcción de los bines "públicos")

Aparte, tampoco he apelado a ningún tipo de acuerdo consciente de todos los ciudadanos. Las sociedades no decidieron "crear" el dinero, el lenguaje o el derecho. Son instituciones sociales espontáneas, generalización inintencionada de los aciertos empresariales ajenos, que emergen sin que nadie las planificara como tales.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 09:21 (23)
La democracia es una fuerza centrípeta que evita que la dinámica centrífuga de los gobernantes acabe en tiranía, en dictadura

No veo cuál es la razón de atribuir una dinámica centrípeta "liberal" a la democracia. Como toda centralización y acumulación de poder tenderá a corromperse tanto o más que las monarquías centrífugas (a las que por otra parte no sé por qué llamas tiranías)

Y, por último, revoluciones pocas. Aunque el Estado sea inmoral, más lo es cargárselo irresponsablemente. Para desgracia de todos, el Estado ha copado unas instituciones evolutivas que desaparecerían en caso de destruir el Estado. El efecto sería bastante similar al de eliminar todos los precios de una economía.

La acción humana se vería despojada de los instrumentos habituales que utiliza para conseguir sus fines. En consecuencia, el caos.

Otra cosa es que el Estado pueda ir eliminándose gradualmente, permitiendo, entre tanto, la evolución de instituciones no-estatales y no-coactivas que den soluciones (más eficientes) a los mismos problemas contra los que hoy intenta dirigirse el Estado.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 09:28 (24)
Claro que los ciudadanos no se ponen de acuerdo sobre la producción de nada, entre otras cosas porque alguien ya decidió por ellos el marco legal en el que se deben producir e intercambiar los bienes y servicios ¡casi nada! Y por supuesto ese alguien es el estado, quien se ha autoconcedido el poder de obligarte a pasar por el aro.

Y tampoco es verdad que el dinero sea algo que surge espontáneamente, son los poderosos quienes lo decidieron en su momento, espontáneamente surgió el trueque, no el dinero. Las ideas sí surgen espontáneamente, pero su materialización generalizada exige un poder arbitrario que así lo decida, sea una o más personas es lo de menos a los efectos de este debate.
Acepto que el lenguaje surgiera espontáneamente, pero incluso en algún momento algún grupo decide una normativa común y así se impone al resto.

Y el Estado no tiene nada que justificar, como en su momento nada tuvo que justificar el Rey absoluto, a lo sumo te podrían decir que su poder emana de Dios, del pueblo o de su fuerza ¿y qué vas a objetar aparte de moralinas varias?

Y que conste que yo también estoy por ir reduciendo el estado hasta donde sea posible, pero su eliminación exige un crecimiento de todos los individuos que actualmente ni en mis ensoñaciones más atrevidas puedo percibir.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 10:24 (25)
Pues no sé qué decirte: si el Estado es malo habrá que cargárselo y si no lo es, pues no. Eso es una cuestión moral y no se ve afectada por el método elegido para demontarlo.
Que esa operación sea gradual y pacífica o por el contrario, en un sólo acto y violenta, es otra cuestión.
Desde luego, violencia la mínima aunque la demolición del Estado siempre sería revolucionaria, vista su infliltración en los más remotos aspectos de nuestras vidas.
Mientras tanto, habría que ir reduciendo el campo de las decisiones colectivas democráticas y aumentando la esfera de autodeterminación individual. Es decir, más derechos individuales y más constitución y en lo demás, en lo estrictamente imprescindible, democracia.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 11:02 (26)
El marco en el cual esos intercambios pudieron realiarse está en buena medida basado en el derecho consuetudinario previo a la codificación. El derecho civil es un derecho privado; otra cosa es que hoy haya sido nazionalizado, como si lo fueran las panaderías.

El dinero siempre surgió espontáneamente, salvo cuando los Estados instauraron el curso legal. No puede ser de otra manera; lo que caracteriza al dinero es su liquedez y eso es una apreciación subjetiva del mismo.

En los Principios de Economía Política de Menger tienes varios ejemplos de tipos de dinero que han ido emergiendo en las distintas sociedades.

En un principio lo que hizo el Estado fue tomar el dinero mayoritario que usaba una sociedad y acuñarlo. Pero eso siempre fue posterior. ¿Por qué en Occidente existe una pulsión natural para utilizar el oro en las transacciones? ¿Por qué nos lo haya impuesto alguien?

Pues no sé qué decirte: si el Estado es malo habrá que cargárselo y si no lo es, pues no. Eso es una cuestión moral y no se ve afectada por el método elegido para demontarlo.

Son dos cuestiones, pero vaya cuestiones. Sé que el antigradualismo rothbardiano pese mucho en los libertarios, pero es un error, desde mi punto de vista.

Hay que cargarse el Estado, pero no en un día. En caso contrario tendríamos una anarquía hobbesiana.

Los métodos pueden ser muy diversos, como ir reprivatizando determinados ámbitos del derecho civil, suprimir por entero el derecho laboral, efectuar la transición hacia un sistema monetario sin curso legal, privatizar la seguridad social... Y luego vendría obviamente la parte complicada de abolir el mecanismo compulsivo último. Y eso también de manera progresiva, generalizando pautas de comportamiento adecuadas que devendrán costumbre.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 11:49 (27)
Rothbard y antes Von Mises ( liberales ) establecieron dentro del programa liberal una fase de estrategia ( se puede ver como capitulo en La Ética de la libertad). Es la fase de estrategia que nos hace a todos "liberales" ( a los seguidores de Hayek, a la Escuela de Chicago, a los defensores del Estado mínimo, ... a A.Rand, etc.). Además nos une el guiarnos por la razón y el no aceptar las tiranías. Indudablemente la "democracia social" que representa Zapatero o Rajoy o Carod Rovira o Ibarretxe ... no son tiranías.... pero....¿ tiene el liberal que apoyarlas frente a Hoppe o Rothbard ?
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 11:57 (28)
Sí es verdad que son dos cuestiones fundamentales.
En cuanto a lo del derecho entendido como orden espontáneo anterior a la codificación, no estoy seguro de que fuese espontáneo ni que liberal. Es más, algunas de los hitos jurídicos decimonónicos, entre otras la primera codificación, merecen ser consideradas tendencialmente liberales, como por ejemplo, la Consittución de 1812, y no olvidemos que estos artificios jurídicos pretendieron ante todo desmontar un orden social y jurídico estamental, gremial, en el que existían enormes cantidades de bienes en manos muertas, etc.
El problema vino un poco después cuando se despreció el principio de igualdad formal ante la ley y el Estado se hizo social.
El derecho en suma no deja de ser una técnica, un mecanismo, útil para según qué fines. Nada, me temo, garantiza que el derecho sea liberal cuando es espontáneo y que no lo sea cuando es fruto de una decisión de un legislador singular.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 14:25 (29)
Ciertamente, la costumbre no es garantía de nada. Al fin y al cabo sólo externaliza las opiniones de la sociedad. Ahora bien, hay que apuntar dos factores: a) o la evolución de esa costumbre evoluciona hacia el liberalismo o la sociedad marchitará y desaparecerá y b) para destruir el Estado, en todo caso, será necesaria una base liberal suficientemente amplia, que influirá necesariamente a la costumbre.

La evolución consuetudinaria no es un stock, sino una especie de flujo que se adapta a las creencias de la sociedad.
Enviado por el día 25 de Marzo de 2005 a las 14:41 (30)
Es un hecho que la tendencia del ser humano, si bien se ha demostrado que el colectivismo no es en ninguna de sus formas el "final de la historia", es la progresiva división del trabajo. El capitalismo es el único medio por el cual la sociedad multiplica su riqueza y lo que es más importante PUEDE mantener su riqueza por el incentivo del crecimiento. Por ello, es de esperar que el Estado va progresivamente a volverse más débil. Empero, cabría preguntarse si a cada fase de libertad y bonanza le corresponde después una arrogancia colectiva por la cual la riqueza se considera inagotable y la planificación como posible o deseable... ¿Será siempre un proceso cíclico? Después de todo, cuando hay abundancia, una mala contabilidad, una mano rota en algunos temas percibidos como "justos" no se nota... Decía Keynes: "en el largo plazo todos muertos". Al final la fórmula de "después de mi el diluvio" hace siempre acto de presencia.

Rallo: a mi modo de ver, la democracia es un elemento contrapesador del poder ejecutivo inherente a cualquier estado. Mientras haya estado habrá poder ejecutivo, pero no siempre democracia. Por ello opino que tal democracia es un remedio estatista para un problema estatista. Asímismo, recalco ahora y las veces que hagan falta, que un hombre con poder absoluto (aunque sólo sea porque sus arbitrios no son colegiados y dominados por la opinión pública) es tiránico y ello es indiscutible. NO se trata de discernir si una asamblea puede o ser tiránica o no; claro que puede. Pero una persona aislada y en una torre de marfil es seguro que lo será.
Enviado por el día 26 de Marzo de 2005 a las 02:35 (31)
Lo del contrapeso es muy típico de ingeniería constitucional, pero como todas las planificaciones, aún las hechas con buena intención, ha fracasado. Al fin y el cabo, tanto ejecutivo como legislativo son poderes del Estado, y se comportan como tales.

Yo no digo que la democracia sea necesariamente peor que la monarquía. Digo que puede serlo; sobre todo cuando la monarquía sea entendida en una sociedad como la gestión de unos asuntos concretos (con la subsiguiente resistencia de clase), mientras que la democracia pase a ser la excusa de la planificación colectiva. Insisto, esto es imposible de establecer a priori (como pretende hacer Hoppe), pero sí es observable históricamente.

Por último, la concentración del ejecutivo restringida a determinados ámbitos (hay una anécdota en los Fundamentos de la libertad de Hayek que explica como Federico el Grande Prusia quiso expropiar a un molinero unos terrenos al lado de su palacio y la ley se lo prohibió), no necesariamente implica tiranía. Ya sabes que, como mucho, la tiranía estaría circunscrita a ámbitos muy reducidos. Y por equilibrio de poderes entre el pueblo y el Rey, no resultaría prudente.
Enviado por el día 26 de Marzo de 2005 a las 08:48 (32)

Hoppe deduce consecuencias lógicas pero no establece a priori lo que debe ser. Hoppe es partidario de la estrategia del secesionismo para acabar con el poder del Estado. Pero ese secesionismo no es lógico que sea para establecer más intervencionismo Estatal , por ejemplo en un Estado Vasco gobernado por Intervencionistas Estatales muy keinesianos. Sin embargo tenemos los ejemplos reales de Mónaco que muestran que un Príncipe o Rey , hoy en día, no es un tirano,... no lo puede ser, se quedaría sin "súbditos". HAce unos años pasé por esa maravillosa Costa camino a Italia ( "suelo itálico" es la denominación que en el Imperio de Roma se le dió al suelo libre de impuestos), y sin darnos cuenta paramos con el coche en una estación de servicio.. era ya territorio de Mónaco, en 6 minutos después ya estaba de nuevo fuera de ese "Estado"... ¿ no es magnífico para un liberal poder hacer tal cosa?
Enviado por el día 26 de Marzo de 2005 a las 09:53 (33)

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