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11 de Noviembre de 2003

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Carta desde Japón por Santiago Campos


El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, amado y respetado en su país por su cabellera y su afición al heavy metal (¿?) ha ganado las elecciones en Japón. Elecciones anticipadas que convocó sin demora tras ganar las primarias dentro de su partido, el Partido Liberal Demócrata (LDP), una especia de PRI japonés que lleva gobernando Japón desde el año 55 sin apenas interrupciones.

No me extenderé sobre la naturaleza de la gerontocracia nepotista... esto es de la gran democracia japonesa, pero si querría dar una lectura de los resultados. Koizumi es el primer líder del LDP en mucho tiempo que no tiene cara de mafioso moribundo. Es una persona inteligente, medianamente joven (hay decenas de barones con 80 años en su partido), y sus reformas van por buen camino: dejar al sector privado que levante la economía. Lo dudoso es su capacidad para conseguir llevar a cabo esas reformas sin que su partido, El Partido, amalgama de intereses recíprocos que se extiende desde la Casa Imperial al más humilde funcionario de correos, le corte la cabeza.

De una cámara de 480, Koizumi ha perdido 10 diputados (de 247 a 237) Sus aliados del Koumei (un partido budista un tanto extraño) han ganado 3 (de 31 a 34), y el "Nuevo Partido Conservador" al ver reducida su representación de 9 a 4 escaños, se ha disuelto e integrado en el LDP. Curioso, cuánto menos. Por otra parte, el partido Socialdemócrata ha pasado de 18 a 6 escaños, y el Comunista de 20 a 9. Motivo de alegría para todos.

El único partido serio de oposición es el Partido Demócrata, con 177 diputados. Aspira a ser el segundo partido de Japón e instaurar un sistema bipartidista a lo anglosajón. Son una coalición bastante heterogénera, que abarca desde el Partido Liberal (liberal de verdad) al Partido del Sol (¿?). Su programa económico es más o menos liberal, de bajada de impuestos, reducción de burocracia y librecambismo, pero son bastante progres en lo demás. Lideraron las protestas contra la guerra de Irak, y no parecen muy de fiar con el tema de Corea del Norte.


Hay dos esperanzas para que Japón salga de la crisis keynesiana por antonomasia: o el partido hegemónico acepta destruir su red clientelar y empieza a preocuparse por su población (preocuparse de que sean felices, no de que trabajen como hormigas para luego suicidarse cuando la moneda baja), o el partido Demócrata resulta una alternativa real y no aspira a instituir un spoil-system a escala nacional.

Y esto es todo desde la "gran democracia de extremo oriente". ¡Ay McArthur!... ¡ay la que liaste!.

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