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14 de Agosto de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Democracia y voluntariedad, por Murray Rothbard


Podría objetarse que todas estas modalidades de intervención no son realmente coactivas, sino "voluntarias", ya que en democracia son apoyadas por la mayoría de la población. Pero este apoyo es normalmente pasivo, resignado y apático, más que entusiasta -sea o no el Estado una democracia(7).

En una democracia, difícilmente puede decirse que los abstencionistas apoyan a los gobernantes, ni siquiera los votantes de la facción vencida. Pero incluso aquellos que han votado a los vencedires podrían perfectamente haber votado al "menos malo de dos males". La cuestión interesante es: ¿Por qué la gente tiene que votar a mal alguno en todo caso? Semejantes términos nunca son usados por la gente cuando actúan libremente por ellos mismos, o cuando ellos adquieren bienes en el libre mercado. Nadie piensa que su nuevo traje o frigorífico es un mal -menor o mayor. En estos casos, la gente piensa estar comprando "bienes" positivos, no apoyando de manera resignada al mal menos malo. La cuestión es que al público nunca se le ha dado la oportunidad de votar sobre el sistema estatalista en sí mismo; se les aprisiona en un sistema en el que la coacción sobre ellos es inevitable(8).

Esto es como hemos dicho, todos los Estados están apoyados por una mayoría -ya sea en una democracia participativa o no; en otro caso, no podrían continuar durante mucho tiempo ejerciendo la fuerza sobre una mayoría resistente. Sin embargo, el apoyo puede reflejar simplemente la apatía -quizá una apatía que nace de la idea de que el Estado es una realidad natural tan permanente como molesta. Atención a la consigna: "Nada hay tan permanente como la muerte y los impuestos".

Olvidando por un momento todas estas cuestiones, e incluso garantizando que el Estado podría ser apoyado de manera entusiasta por una mayoría, aún así no hemos probado su naturaleza voluntaria. La coacción de la mayoría sobre la minoría es todavía coacción.

Dado que el Estado existe, y ha sido aceptado durante generaciones y centurias, no debemos concluir que una mayoría son, al menos, defensores pasivos de todos los Estados -dado que ninguna minoría puede gobernar durante mucho tiempo una mayoría activa y hostil. En cierto sentido, por lo tanto, todas las tiranías son tiranías mayoritarias, a pesar de las formalidades de la conformación del gobierno(9)(10). Pero esto no cambia nuestra conclusión analítica de conflicto y coacción como corolario del Estado. El conflicto y la coacción existen con independencia de cuanta gente coaccione a cuanta otra(11).

Notas

(7) Tal y como el profesor Lyndsay Rogers ha escrito mordazmente sobre la cuestión de la opinión pública: Antes de que Gran Bretaña adoptar el servicio militar obligatorio en 1939, sólo el 39% de los votantes lo apoyaba; una semana después de que se convirtiera en ley, una encuesta reveló que el 55% lo aceptaba. Muchas encuestas en los EEUU han mostrado una inflación similar del apoyo a los políticos tan pronto como se traduce en Estatutos u Órdenes Presidenciales (Lindsay Rogers, "The Mind of America to the Fourth Decimal Place", The Reporter, June 30, 1955, p.44)
(8) La coacción existiría incluso en las democracias más directas. La coacción forma doblemente parte de las repúblicas representativas, donde la gente nunca tiene la oportunidad de votar los asuntos, sino que son otros hombres quienes los gobiernan. Sólo pueden rechazar a los hombres -y esto en largos intervalos- y si los candidatos tienen los mismos puntos de vista, el público no puede provocar ningún cambio fundamental.
(9) Se suele decir que ante las "modernas" condiciones de armas de destrucción masiva una minoría puede tiranizar permanentemente a una mayoría. Pero este argumento ignora el hecho de que estas armas pueden ser obtenidas, a sí mismo, por la mayoría o que los agentes de la minoría pueden amotinarse. La clara absurdidad, por ejemplo, del actual pensamiento de que unos millones de personas pueden realmente someter a unos cientos de millones activamente resistentes no es en muchas ocasiones percibida. Tal y como David Hume afirmó con profunidad: Nada me parece más sorprendente... que la facilidad con la cual la mayoría es gobernanda por unos pocos, así como la implícita sumisión con la que los hombres se resignan a subyugar sus sentimientos y pasiones a los gobernantes. Cuando preguntamos por qué medios esta idea está en vigor, nos encontraremos con que, dado que la Fuerza siempre está del lado de los gobernandos, los gobernantes no se apoyan en nada más que la opinión. El gobierno, pues, se forma sobre la opinión; y esta máxima se extiende también a los gobiernos más despóticos y militarizados" (David Hume, Essays, Literary, Moral and Political [London, n.d.],p.23)
(10) Este análisis del apoyo mayoritario puede aplicarse a cualquier intevención de larga duración, realizada de manera franca y abierta, se denominen o no los grupos que las realicen "Estados".
(11) Ver Calhoun, Disquisition on Government, pp.14, 18-19, 23-33.

(Epígrafe del libro "Power and Market" de Murray N. Rothbard)

Comentarios

 
Me quedo con la última frase del texto, "El conflicto y la coacción existen con independencia de cuanta gente coaccione a cuanta otra"
Enviado por el día 14 de Agosto de 2005 a las 20:38 (1)
Tal vez el Estado también pueda servir para evitar que alguien coaccione a alguien.
Enviado por el día 15 de Agosto de 2005 a las 12:23 (2)
aeri, por cierto: “Se suele decir que ante las "modernas" condiciones de armas de destrucción masiva una minoría puede tiranizar permanentemente a una mayoría. Pero este argumento ignora el hecho de que estas armas pueden ser obtenidas, así mismo, por la mayoría o que los agentes de la minoría pueden amotinarse. La clara absurdidad, por ejemplo, del actual pensamiento de que unos millones de personas pueden realmente someter a unos cientos de millones activamente resistentes no es en muchas ocasiones percibida. Tal y como David Hume afirmó con profunidad: Nada me parece más sorprendente... que la facilidad con la cual la mayoría es gobernanda por unos pocos, así como la implícita sumisión con la que los hombres se resignan a subyugar sus sentimientos y pasiones a los gobernantes. Cuando preguntamos por qué medios esta idea está en vigor, nos encontraremos con que, dado que la Fuerza siempre está del lado de los gobernandos, los gobernantes no se apoyan en nada más que la opinión. El gobierno, pues, se forma sobre la opinión; y esta máxima se extiende también a los gobiernos más despóticos y militarizados"

Enviado por el día 16 de Agosto de 2005 a las 11:29 (3)

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