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18 de Septiembre de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Textos fascistas de ayer y hoy (I): El corporativismo fascista como llave del Nuevo Orden Internacional


De la misma manera que una inmensa parte de la mentalidad estatalista actual no es más que una derivación lógica del marxismo, otra buena parte supose la puesta en práctica de las ideas económicas fascistas. No en vano John Kenneth Galbraith, en La Era de la Incertidumbre, afirma que Hitler fue el auténtico precursor de las ideas keynesianas.

Por ello comenzamos hoy la traducción de una serie de textos fascistas (extraídos de esta recopilación de la Universidad de Oxford) que irán seguidos de un breve comentario. El texto de hoy es "El corporativismo fascista como llave del Nuevo Orden Internacional" de Ugo Spirito, filósofo fascista.

El corporativismo fascista como llave del Nuevo Orden Internacional

El rasgo distintivo del novedoso concepto de "corporativo" cuando lo comparamos con el liberalismo y el socialismo puede observarse mejor en la esfera internacional. Si el término "internacional" significa "la relación entre naciones", puede afirmarse de manera rotunda que sólo bajo el corporativismo podemos hablar seriamente de algo "Internacional". El internacionalismo liberal y socialista era del tipo "antinacional".

La autenticidad de esa afirmación se puede demostrar especialmente en economía, donde el problema real del internacionalismo ha emergido y ya se han intentado varias soluciones. La Escuela de economía tradicional del laissez-faire negaba la existencia de fronteras y, por tanto, de naciones: al menos en lo que respecta a la vida económica (esto es, los intereses inmediatamente concretos y visibles de cada ciudadano) la nación no tiene ninguna importancia.

Pero la visión opuesta, las demandas socialistas por un estatismo abstracto, conducen a la misma conclusión. En la práctica, el Estado en el cual cada uno tiene que obtener justicia y libertad es un Estado que abole las diferencias entre individuos y, con ellas, entre nacionales. "Proletarios de todo el mundo, uníos" es el lema de los socialistas, que significa "Reniega de tu Tierra Natal por la humanidad", "reniega de los estados por El Estado que te redimirá".

En contraste, el fascismo reconoce el valor de la demanda universalista que se encuentra en el fondo del denominado internacionalismo liberal y socialista, y proclama la necesidad de un genuino internacionalismo basado en los principios corporativos.

Al desplazarse desde el individuo al Estado, de corporación a corporación, llegamos finalmente a la corporación nacional. Pero, en contra de un nacionalismo por naturaleza miope que proclama el dogma de la independencia económica y sólo tiene como arma el proteccionismo, el Fascismo ha entendido que el auténtico triunfo del corporativismo reside en expandir el éxito de la idea corporativa a lo largo de todo el mundo. Y, si bien hemos de imponer aranceles a las importaciones obligados por las circunstancias actuales, nos enfrentamos a las impuestos aduaneros y a las egotistas limitaciones al comercio internacional. Esto, por supuesto, no tiene nada que ver con defender el anarquismo individualista del laissez-faire, sino con establecer un sistema de colaboración entre naciones donde cada país, al organizar su economía de una manera planificada, tenga en cuenta las organizaciones presentes en los otros países y llegue a acuerdos entre ellos para lograr una mejor coordinación de los programas.

De la misma manera en que no abole las distinciones entre individuos, el corporativismo no es una fuerza niveladora entre naciones, y de la misma manera que reconoce el valor de cada individuo y su necesidad de afirmar libremente su personalidad, reconoce, dentro del sistema internacional, la peculiar contribución de cada país en la creación de una nueva civilización.


Hasta aquí el texto de Ugo Spirito. Lo primero que sobresale de su reflexión es una voluntad declarada de separarse tanto del liberalismo como del socialismo. Este mismo deseo lo encontramos hoy en la denominada "Tercera Vía" cuyo lema, precisamente, viene a ser "ni liberalismo, ni socialismo"; no sólo eso, la Tercera Vía, al igual que el fascismo, se plantea también como una superación "mejorada" de ambos. Ugo Spirito considera que el "internacionalismo" subyacente al socialismo y al liberalismo como un punto positivo pero que debe ser "pulido". Los defensores del intervencionismo también consideran el "sistema de precios" como el mejor instrumento del capitalismo (algo de lo que carece el socialismo), para, a renglón seguido, añadir que debe ser complementado por dosis de planificación que corrijan sus ineficiencias y dislates. Quizá por ello, algunos defensores tan destacados de la Tercera Vía, como Gordon Brown, sean, a su vez, reconocidos (neo)keynesianos.

Pero, además, otra característica que recorre todo el texto es la idea holista de "nación". No hay internacionalismo posible sin la nación que, a su vez, queda recogida en la capacidad de la misma para moldear su destino a través del Estado. El internacionalismo NO es la fusión de las naciones, sino su agregación impermeable. No es difícil reconocer esta misma idea en la famosa "Europa de los pueblos"; no estamos ante el pueblo de Europa, sino ante una suma concertada de puebloS que forman la realidad europea: Tenemos una visión de una Europa armoniosa constituida por una diversidad de pueblos que colaboran entre sí. Deseamos proteger la riqueza de nuestra diversidad y beneficiarnos, al mismo tiempo, de las posibilidades que nos ofrece una Unión ampliada.

Aunque quizá lo más curioso sea la concepción internacionalista del fascismo, esto es, la acción conjunta de Estados intervencionistas planificadores. Quienes deben relacionarse, tomar decisiones, comerciar y llegar a acuerdos no son los individuos ni las empresas, sino los Estados. Spirito proclama la abolición de los aranceles en el comercio entre Estados, pero no, como él dice, por coincidencia con el laissez faire, sino para facilitar el consenso entre naciones soberanas. Y, por esta misma soberanía, nada impide que, cuando un Estado lo considere pertinente, recurra a la política proteccionista. De nuevo, esta forma de concebir el "libre comercio" tiene mucho en común con los grandes organismos internacionales, especialmente la Organización Mundial del Comercio; son los Estados los que deciden qué aranceles imponerse, prescindiendo de la necesaria libertad individual para moverse y comerciar. Así mismo, nada impide que un país imponga a otro aranceles como represalia por otros aranceles previos (es decir, en función de las "circunstancias actuales"): La Organización Mundial del Comercio es la única organización global e internacional que se ocupa del comercio entre naciones. En su corazón se encuentran los acuerdos de la OMC, negociados y firmados por la mayor parte de las naciones comerciantes del mundo y ratificados por sus parlamentos. El objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, exportadores e importadores manejar sus negocios.

Obviamente, la pretensión de ayudar a que cada persona dirija su vida queda subordinada a los distintos "intereses nacionales" pues, al fin y al cabo, es cada Estado quien planifica el grado de apertura pertinente para sus objetivos. En definitiva, tampoco resulta casual que quien propusiera la creación de agencias de control internacionales -como el FMI o una embrionaria OMC- fuera el propio Keynes.

Y, por último, encontramos el relativismo moral y cultural como otro de los fundamentos del fascismo. Algunos piensan que el relativismo es la respuesta al exceso de intolerancia de los totalitarismos. Sin embargo, lo que el relativismo en última instancia implica es una tolerancia absoluta, también a las manifestaciones culturales propias del "totalitarismo". Si no hay valores ciertos o todos los valores son iguales, entonces ¿qué fortaleza podemos mostrar ante el fascismo?

La Alianza de Civilizaciones es la conclusión perfecta de toda esta exposición fascista: Quiero proponer ante esta asamblea una Alianza de Civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán, sentenció Zapatero ante la ONU. Y más adelante afirmó que su objetivo fundamental era profundizar en la relación política, cultural, educativa, entre lo que representa el llamado mundo occidental y el ámbito de países árabes y musulmanes

Por un lado tenemos la identidad cultural occidental, por otro la identidad cultural árabe. Los acuerdos entre ambas deben realizarse, no a través de las relaciones libres entre los distintos individuos, sino de los acuerdos de sus representantes en la sede del organismo internacional de la ONU. No sólo eso, la civilización occidental y la musulmana se colocan en un plano de relativista igualdad. Ambas contribuyen, de la misma manera, en la creación de una nueva civilización. No son iguales, ni tampoco se pretende que lo sean. La excepcionalidad de la cultura musulmana justifica lo injustificable en Occidente. También el GEES parece opinar lo mismo: La Alianza, al igual que el diálogo de Jatami, fija las civilizaciones, puesto que el diálogo busca el entendimiento del otro, no su cambio o transformación. Es, por tanto, un planteamiento absolutamente relativista: nuestros valores no tienen por qué ser universales y debemos respetar los del los otros, aunque sean nuestros enemigos.

Lo único relevante es el acuerdo, el diálogo, el talante, en los organismos internacionales. Esto es el auténtico internacionalismo del que hablaba Ugo Spirito, el multilateralismo corporativista y estatalista. El Nuevo Orden Internacional.

Comentarios

 
Merci JR por las molestias. Espero aprovecharlo y dar un poco de caña, jejeje. Gracias de nuevo.

Enviado por el día 18 de Septiembre de 2005 a las 21:24 (1)
Quisiera matizar esta opinión de Galbraith: "Hitler fue el auténtico precursor de las ideas keynesianas". En realidad, y exactamante diez años antes, Miguel Primo de Rivera, dictador corporativista-conservador en España (1923-1929) aplicó esas recetas fomentando el gasto público mediante un ambicioso programa de obras públicas (pantanos, ferrocarriles y carreteras), dirigido por el conde de Guadalhorce. Sin olvidar el Monopolio de Petróleos (la CAMPSA).

Bien es cierto que era un keynesianismo que, a diferencia de Alemania no era un atajo para salir de la recesión después de un crack como el del 29. Pero había mucho de keynesianismo.

Saludos,
Enviado por el día 19 de Septiembre de 2005 a las 08:37 (2)
Buen artículo.

Hay muchas cosas que no sabemos del nuevo orden internacional, el cual puede ser violento, pero seguro es mucho peor de lo que nos imaginamos y en él está metido todo el gran establecimiento - el "establishment" - político mundial, que yo creo es bastante fascista. No todo puede ser paz y armonía con los fascistas aunque ellos se hagan los pacíficos.

Finalmente pude prestar mayor atención al detalle de los hechos de 9-11, un evento fundamental para el nuevo orden mundial y la relación entre árabes y occidentales. Se necesitan mayores explicaciones sobre qué pasó en ese día increíble.

Por ejemplo: ¿Cómo pudo caer el WTC7 (el tercer edificio que cayó en esa tarde) en la misma manera - según se vio y nos explican - que cayeron las torres? ¿cómo pudo derretirse igualmente el acero si sólo había fuego en dos pisos, y relativamente pequeños, cuando el Windsor (si no equivoco el nombre) en España se quemó en varios pisos este año y la estructura de acero quedó en pie al final? Es imposible, la pregunta es el jaque mate mismo - a la explicación oficial curiosa sobre la caída del edificio WTC7 -.

Hay muchas más preguntas de ese tipo, en varios sitios de internet.

Enviado por el día 19 de Septiembre de 2005 a las 15:27 (3)
Otra: 24 horas después de 9-11, American Airlines publica la lista de los pasajeros de los vuelos 175 y 93. Algunos familiares pidieron que no se publiquen sus nombres y AA explica que es una lista parcial por esa razón y que será complementada después. Problema: no hay ninguno de los árabes en las listas publicadas ese día por American Airlines. Parece mentira pero es cierto. Mas 48 horas después de 9-11 se descubre a los autores del crimen y resulta que sí habían 4 o 5 árabes en esos aviones. ¿Fue la aerolínea obligada a no revelar esos nombres en primera instancia? Pena que no hubiera aclarado eso más. ¿Pero por qué la prensa, o el gobierno - si es necesario -, no indagan qué pasó al respecto, por qué no aparecieron los árabes en la lista de pasajeros y luego sí? Qué cosa rara, merece una aclaración.

El acto terrorista de 9-11 fue un crimen mayor. ¿Por qué es que no se preserva ningún pedazo de evidencia de las ruinas para el análisis de la posteridad? Me parece otra pregunta relevante.

Quizás a nivel gubernamental - y hasta periodístico - todas las culturas dejen mucho que desear. Hay mucho fascismo.
Enviado por el día 19 de Septiembre de 2005 a las 15:31 (4)

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