14 de Octubre de 2005
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El lado oscuro de la ignominia
Carlos Carnicero es un personaje funesto en muchos aspectos, entre otras cosas porque combina dosis elevadas de ignorancia con un odio desatado hacia la libertad. Su último artículo en una gacetilla progre de reciente creación, es todo un ejemplo: El lado oscuro de la globalización.
El azote de la libertad nos descubre punto por punto las atrociadades que la libertades de movimientos de personas, capitales y mercancías impone al mundo: Nunca sabremos los sub saharianos que han muerto en su desvarío por el desierto de Maruecos en un peregrinar a la tierra prometida, que se les niega mientras se les hace ostensible. En síntesis, el lado oscuro de la globalización es la exhibición obscena del bienestar de occidente.
¿Se puede ser más torpe? Primero, el problema de los sub saharianos no es nuestra riqueza, sino su pobreza. Pobreza que, dicho sea de paso, no es consecuencia de su elevado grado de globalización, sino más bien de su completa ausencia. ¿Se ha preguntado el carnicero de las libertades por el grado de globalización existente en Ýfrica? ¿Desde cuándo pueden los ciudadanos kenyatas vender su producción a los etíopes sin arancel alguno? Es más, ¿desde cuándo pueden los africanos vendernos sus productos a los europeos sin restricciones? ¿Es eso globalización? ¿El proteccionismo mercantilista que USTED ampara?
Segundo, en este sentido, si definimos globalización como libertad de movimientos de personas, capitales y mercancías, ¿qué globalización es aquella que impide a los sub saharianos llegar a España? Lo que sufren los africanos, una vez más, es el proteccionismo occidental en materia de movimiento de personas. Es decir, padecen políticas que USTED divulga y defiende ideológicamente. El lado oscuro no es el de la globalización -ante todo ausente en este caso-, sino el de su propia ignominia, ignorancia, torpeza y maldad.
Eso sí, Carnicero no duda en echar balones fuera: Son los muertos de nuestra incapacidad y de nuestra renuncia a la utopía de un mundo sin una desproporción tan insoportable como la que ocurre, y que tiene el mismo remedio que los planes de expansión de las grandes multinacionales: unas decisiones de política económica en la dirección adecuada.
Son los muertos de su incapacidad ideológica y moral. Los muertos de su distopía socialista, de su control, planificación y redistribución. Los muertos de los controles de aduanas, de los ataques continuos a la propiedad privada, los muertos de la falta de globalización. De esa globalización que usted odia, desprecia y denigra, de esa globalización que es la única vía de los africanos para abandonar la pobreza.
Precisamente la tragedia de Ýfrica es que nadie las multinacionales no tienen seguridad jurídica para invertir y crear riqueza. Nadie permite a los africanos emprender negocios con los que constituir multinacionales (como sí han hecho los pobres asiáticos). En Ýfrica, las dictaduras socialistas (que aplican la política económica que USTED defiende en Occidente), bloquean la aparición de millonarios y de propietarios. El problema está en que gente como usted sigue confiando en la utopía de controlar centralizadamente los destinos de millones de personas, en que quiere marcarles la dirección que considera más adecuada, en que no duda en utilizar la represión, el robo y el asesinato para conseguir sus fines superiores. ¿Qué sociedad civil pretende que emerja entre tanta podredumbre?
Pero no dejemos que la realidad nos amargue la torpe justificación a los desvaríos políticos: La hipocresía es un parapeto débil para conciencias enfermizas. Pero ya no se trata de eso. Para quienes carecen de imaginación para construirse en personas solidarias solo hay que trasladarles es mensaje de que ahora se trata sencillamente de nuestra supervivencia. Porque si no solucionamos el problema, los pobres de la tierra vendrán con escaleras tan altas como para sobrepasar cualquier muralla.
Ýfrica no tiene que renacer sobre la solidaridad, sobre la dependencia de Occidente. Usted es un neocolonialista que cree que los africanos son íntrinsecamente incapaces de abandonar la pobreza. ¿Acaso los occidentales tenemos alguna clase de hecho distintivo que nos capacite para vivir en la abundancia mientras que los africanos se ven abocados, por su propia insuficiencia, a vivir en la pobreza? Parece que esté proponiendo que compremos a los africanos como dóciles mascotas, como dominus que alimenta a sus esclavos.
Los africanos son capaces de enriquecerse por sí solos... si les dejan. Si gente como usted, si su criminal ideología que tanto daño está causando al difundir mensajes obscenos sobre la maldad del capitalismo, les dejan. Ahora bien, comprendo que el hipócrita sentimentalismo de izquierdas requiera tener una masa de ciudadanos pobres para continuar con el mensajillo reivindicativo, socialista, progre y utópico. Al fin y al cabo, si la pobreza desapareciera, ¿de qué culparíamos al capitalismo?
Comentarios
Perfecta argumentación, J. R.
Seguro quiere que Hugo Chávez se quede a cargo de todo este continente, y otro "negro" igualito a cargo del Ýfrica. Hecho el responsable encima.
Esto es no es asi: la izquierda favorece el "papeles para todos". Mucho mas que la derecha.
Y ese es un motivo por el que me pase a la derecha: no quiero ver los efectos de la inmigracion masiva en mi pais.
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