14 de Febrero de 2006
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Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián
Sin privilegios para los fumadores
En el artículo en Libertad Digital de este martes explico por qué el libre mercado no supone conceder privilegios a los fumadores, sino que la sociedad tiene mecanismos más que suficientes para penalizar aquellos comportamientos que realmente (y no según la ciencia ficción de los políticos) les resultan molestos. Así mismo, analizo las consecuencias que provocará la Ley Antitabaco por crear conflictos artificiales donde no los había.
El liberalismo no aboga por defender los privilegios de nadie. Defiende los derechos naturales de todo ser humano; nadie está en mejor posición por una concesión exclusiva del poder político, sino porque ha aprovechado de un modo más acertado sus posibilidades de acción.
Si la molestia provocada por el humo sobre los no fumadores era tan grande como pretenden hacernos creer los políticos, entonces aquellos bares que permitieran fumar sufrirían una merma muy significativa de clientes en favor de los bares que no lo toleraran. De hecho, en un sector donde la mayoría de locales permitía fumar, abrir un bar impidiendo encender un cigarrillo debería haber sido un modo de crear una ventaja competitiva sobre el resto de competidores que atrajera buena parte de la clientela. O los empresarios eran tontos o los políticos se han pasado de listos.
Al igual que en los bares y restaurantes, los fumadores tampoco contaban con privilegio alguno en su puesto de trabajo. Los empresarios eran conscientes de que podían crear un ambiente hostil en el trabajo en caso de que su humo molestara a los demás. En consecuencia, o bien les aplicaban una rebaja en su sueldo o les reducían los espacios donde podían hacerlo.
El mercado crea sus propias restricciones, sin necesidad de que los políticos pisoteen las relaciones voluntarias. Como siempre, la única función de los políticos consiste en crear problemas y enfrentamientos allí donde no los hay. Y es que, de otro modo, ¿cómo justificarían ante la ciudadanía la obligación de pagar monstruosos impuestos, para financiar las desbocadas burocracias occidentales, si no tuvieran problemas que resolver?
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El liberalismo no aboga por defender los privilegios de nadie. Defiende los derechos naturales de todo ser humano; nadie está en mejor posición por una concesión exclusiva del poder político, sino porque ha aprovechado de un modo más acertado sus posibilidades de acción.
Si la molestia provocada por el humo sobre los no fumadores era tan grande como pretenden hacernos creer los políticos, entonces aquellos bares que permitieran fumar sufrirían una merma muy significativa de clientes en favor de los bares que no lo toleraran. De hecho, en un sector donde la mayoría de locales permitía fumar, abrir un bar impidiendo encender un cigarrillo debería haber sido un modo de crear una ventaja competitiva sobre el resto de competidores que atrajera buena parte de la clientela. O los empresarios eran tontos o los políticos se han pasado de listos.
Al igual que en los bares y restaurantes, los fumadores tampoco contaban con privilegio alguno en su puesto de trabajo. Los empresarios eran conscientes de que podían crear un ambiente hostil en el trabajo en caso de que su humo molestara a los demás. En consecuencia, o bien les aplicaban una rebaja en su sueldo o les reducían los espacios donde podían hacerlo.
El mercado crea sus propias restricciones, sin necesidad de que los políticos pisoteen las relaciones voluntarias. Como siempre, la única función de los políticos consiste en crear problemas y enfrentamientos allí donde no los hay. Y es que, de otro modo, ¿cómo justificarían ante la ciudadanía la obligación de pagar monstruosos impuestos, para financiar las desbocadas burocracias occidentales, si no tuvieran problemas que resolver?
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Comentarios
El intervencionismo no genera más que absurdos. Véase la sucesión de disparates gubernamentales encaminadas a que la gente no pueda fumar y cómo al final el precio del tabaco se ha hundido y los fumadores tienen más asequible el tabaco.
En la medida que el humo impida la concentración al trabajador, éste si tiene derecho a un espacio "sin humos", del mismo modo que una música heavy a tope debiera estar prohibida en una biblioteca al impedir el buen trabajo de la gente. En el caso de un empresario que sea consciente de ello impedirá el fumeteo (que era lo que hasta ahora ocurría, pero ¿qué hay del funcionariado? Estos están fuera de las decisiones del "empresario" ¿Debe dictarse una ley sobre ello? ¿Sería una ley liberticida?
Las leyes difíciles de cumplir, difícilmente serán cumplidas; la leyes imposibles de cumplir, no serán cumplidas; las leyes estúpidas serán burladas cada vez que se pueda.
Fumar es la única guerra que un liberal debería aceptar. "Guerra" injustificada contra la salud de su cuerpo que se haría el mismo fumador.
Se deriva de un curso mínimo de Escuela Austriaca como señala el genial Jorge Valín
, por cierto gracias Jorge por la " cita" ;)
http://www.jorgevalin.com/weblog/blogger.html
Se deriva de un curso mínimo de Escuela Austriaca como señala el genial Jorge Valín
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