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18 de Abril de 2006

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Por qué la propiedad no es una ficción y el Estado sí lo es


Ardegas responde a mi último post en el que utilizo la afirmación de Bastiat según la cual el Estado es una ficción.

El bloggero intentar demostrar que no sólo el Estado es una ficción, sino también que la propiedad lo es. Su principal escollo, sin embargo, es que no llega a captar y entender el significado de las palabras del economista francés.

Dice Ardegas: sí, es cierto que el Estado es una ficción de tipo jurídico, lo que hay en realidad son funcionarios; pero otro tanto se puede decir de la propiedad privada. Fuera de ficciones jurídicas lo que hay es posesión. Y como toda convención jurídica, necesita de un reconocimiento formal por parte de instituciones legales para que esta ficción tenga efectos reales.

El primer exceso y error de Ardegas es suponer que yo he hablado de una ficción de tipo jurídico. Tampoco lo hizo Bastiat. Las ficciones jurídicas son instrumentos arraigados en el principio de la equidad cuyo objetivo es modificar conscientemente la calificación que merecen los hechos para alcanzar soluciones más justas. Con las ficciones jurídicas no se engaña a nadie, las partes son conscientes de que se ha producido una mutación de iure, estén de acuerdo o no con ella, les guste o no.

Cuando Bastiat dijo que el Estado es “la gran ficción por la que todo el mundo se esfuerza en vivir a costa de los demás” no quiso decir que el cuerpo funcionarial adquiere una trascendencia jurídica distinta a la mera suma individual de sus miembros y recursos materiales, sino que todos aquellos que dan apoyo al Estado viven sumergidos en un engaño (o ficción) al creer que efectivamente están viviendo a costa de los demás, cuando en realidad grandes masas de la población no viven a costa de los demás, sino para los demás.

Si queremos elaborar un poco más el razonamiento de Bastiat podemos acudir a la teoría de juegos y el célebre dilema del prisionero. Según esta teoría existen una serie de instituciones o de bienes que no pueden ser provistos por los individuos de manera aislada; si cada uno persigue sus fines individuales habrá una serie de fines comunes (que benefician a todo el mundo) cuya realización se paralizará. Por ejemplo, todo el mundo nos beneficiamos de respetar un sistema jurídico que nos permita efectuar transacciones e intercambios pacíficos; sin embargo, de acuerdo con el dilema del prisionero, cada individuo no tiene incentivos de manera aislada para respetar las normas jurídicas, ya que yo me beneficio de que no me robes (tú respetas) al tiempo que yo te robo (yo no respeto).

La ficción moderna del Estado consiste en creer en la veracidad de este argumento, esto es, en creer que si cada persona persigue su propio bienestar todos saldremos perjudicados, por lo que necesitamos un Estado que “cree” y “provea” ciertos bienes e instituciones esenciales.

No estamos pues ante una ficción jurídica, sino ante una ficción sobre su utilidad. Una ficción que nos lleva a sobrevalorar los beneficios de su actuación o a infravalorar sus costes, lo cual nos hace caer en una serie de errores recurrentes que, cuando se dan en el ámbito monetario, denominados ciclo económico, pero que de la misma manera se producen en el plan jurídico (revoluciones, guerras civiles, migraciones masivas…).

De hecho, la prueba más evidente de que la ficción jurídica de la que habla Ardegas no tiene nada que ver con la ficción de la que hablaba Bastiat o de la que he hablado yo, es que Ardegas reconoce y es consciente de que el Estado es una ficción (jurídica) y sin embargo sigue defendiendo la necesidad del Estado, esto es, sigue cayendo en la “ficción” que denunciaba Bastiat.

El segundo error del blogger es considerar a la propiedad como una ficción jurídica, a diferencia de lo que sucede con la posesión. En realidad no es así; la propiedad no es una convención jurídica que pueda eliminarse, siempre habrá alguien que actúe como propietario, esto es, que actúe como decisor último. Esta decisión última sigue siendo una circunstancia fáctica y no jurídica, al igual que la posesión.

Por ejemplo, si A posee un lingote de oro y B se lo arrebata, B pasa a ser poseedor del lingote merced al uso de fuerza que ha ejercido sobre A; B ha ejercido las facultades dominicales ya que en ausencia de posesión no le corresponde ningún derecho. Otra cosa es que haya ejercido legítimamente o no esas facultades; pero como tales existen con independencia de las convenciones jurídicas que coloquemos alrededor.

El Estado también actúa como propietario, esto es, nacionaliza los poderes que hubieran correspondido a quienes se apropiaron o produjeron los bienes materiales. Pero de ahí no se desprende la inexistencia de propiedad, si acaso su ausencia de asignación a priori.

Pero este nos conduce a la siguiente crítica de Ardegas: “La propiedad privada no es un derecho natural por que no es necesaria para la supervivencia. Debemos recordar que en un principio la humanidad era "colectivista", se formaba en hordas para sobrevivir”.

Fijémonos que el argumento de Ardegas opera de la siguiente forma. Primero elimina la propiedad de la realidad, reduciéndola a una mera convención. Y ahora niega siquiera que esa convención pueda hallarse en la naturaleza humana. En otras palabras, la propiedad es un elemento accesorio y prescindible, que sólo cuando se reconoce por quien ostenta el poder adquiere cierta materialidad.

No obstante, mala definición de naturaleza es aquella que trastoca la naturaleza humana. Que yo sepa ningún ser humano detiene su acción una vez tiene garantizada la supervivencia, más bien al contrario, continúa buscando y persiguiendo otras finalidades más elevadas. En otras palabras, a diferencia de los animales, el propósito del ser humano no es sólo sobrevivir, sino ser feliz. Y la felicidad no se reduce a la supervivencia, acaso utiliza la supervivencia como un requisito sine qua non para ser feliz (por supuesto los suicidas consideran que la felicidad se adquiere sin sobrevivir). Por tanto, el ser humano no reduce su acción a la supervivencia, sobrevive para perseguir otros fines.

Esta definición totalmente estrecha, fisiológica y antipraxeológica de la supervivencia provoca que Ardegas no considere la propiedad como necesaria. Sin embargo, si adoptamos una visión más amplia de la naturaleza humana como aquel individuo que actúa (homo agens), comprobaremos que en su naturaleza está inserta la categoría de fines y medios.

El punto clave para entender la propiedad son los medios: ya hemos visto que siempre existirá un control último dominical sobre los medios, haya o no derecho. La cuestión, por tanto, es quién debe ejercer ese control último o, mejor dicho, quién debe tener la capacidad para controlar los fines que cada individuo puede satisfacer.

Si asignamos estos “derechos naturales” sobre el control último de manera arbitraria (de modo que ciertos individuos puedan impedir que otros busques y consigan los medios para sus fines), estaremos eliminando la naturaleza praxeológica de todos aquellos seres humanos que carecen de la autonomía para utilizar los medios. Serían, por tanto, derechos antinaturales para una buena porción de los individuos.

El argumento de Ardegas se diluye precisamente en el momento en que sus premisas nos conducen a conclusiones contradictorias y absurdas. Las potestades dominicales seguirán ejerciéndose; pero si afirmamos que el ejercicio legítimo de esas potestades es no puede definirse a priori o resulta indiferente, estaremos atacando la naturaleza humana, ante lo cual, claro está, no podremos afirmar que disponemos de un conjunto de derechos naturales consistente, simétrico y no contradictorio.

Y esto no cambia, claro está, por el hecho de que ciertas propiedades sean de titularidad comunal, mientras que la apropiación se haya producido de manera y con el ánimo comunal. El problema deviene cuando la comunidad se pretende apropiar de bienes que el individuo había adquirida de manera privativa para él. En estos casos nos hallamos ante una negación de su naturaleza y del Derecho mismo.

En estos casos asistimos ante la negación de la propiedad, esto es, al robo. De ahí que los impuestos sí sean un robo por muchas ficciones jurídicas (y no jurídicas) que pretenda crear el Estado.


Comentarios

 
El quid de la cuestión:

"siempre habrá alguien que actúe como propietario, esto es, que actúe como decisor último". El stock se hace flujo, la posesión acción.

Demasiado se ha abusado de la idea del "ser" y el "tener" como esferas separadas (ver la obra de Fromn). ¿Podría acaso establecerse dicotomía más pueril y contraria a la "activa" naturaleza humana?.

Magnífico, Rallo.
Enviado por el día 18 de Abril de 2006 a las 17:14 (1)
De nuevo enhorabuena Juan Ramón, y es precisamente el decisor último sobre una posesión el propietario privado. Y la clave está en el siguiente orden de actuación de las poblaciones:
1º La apropiación de la tierra
2º El reparto de la misma
3º El cultivo o productividad de la misma

El 1º suele hacerlo un colectivo, tribu, o estado
El 2º suele hacerlo un gobierno o administración
El 3º suele hacerlo la propiedad privada

Este orden ha sido utillizado para justificar el estatalismo.

Error. No es valido. Porque el 1º y el 2º son intromisiones ilegítimas en la contratación libre.

Enviado por el día 19 de Abril de 2006 a las 00:03 (2)
Juan Ramón:

Veo que nuestro desacuerdo esencial está en la definición de propiedad y posesión. Me da la impresión que para tí son los mismo, que crees que posesión es propiedad de facto. Yo entiendo que la mera posesión implica precariedad jurídica, mientras que la propiedad tiene un respaldo institucional; esto hace que aumente el valor presente descontado de la propiedad con respecto a la posesión.

Si tengo posesión y no propiedad, se me hace más difícil encontrar apoyo financiero.

Enviado por el día 19 de Abril de 2006 a las 19:14 (3)
No lees a Rallo, ¿verdad?.
Enviado por el día 20 de Abril de 2006 a las 15:32 (4)
Fíjate que lo he leído, y meditado sobre lo que escribe. Y he llegado a la conclusión de que cae en este absurdo:

Ya que el propietario es el decisor último, entonces el Estado tiene derechos de propiedad sobre los impuestos, ya que es el último que decide que hacer con ellos.

O sea que no hay robo.

Pero puede que lo haya entendido mal. Tal vez tú me puedas ayudar a entender los dichos del maestro.
Enviado por el día 20 de Abril de 2006 a las 19:58 (5)
Una cosa es cierta, Ardegas, que si el Estado es el decisor último es el dueño de todo, por ello los impuestos no son un robo, ni la planificación de la economía algo ajeno, ni la decisión sobre el grado de libertad de los súbditos, ni la capacidad de establecer la guerra.... Nada le es ajeno porque, efectivamente, es el dueño de todo.

Pero es que Rallo lo que precisamente niega es que sea el dueño de todo. El Estado en sí no existe, existe la fuerza de coacción por parte de aquellos que ocupan el Estado, lo usan y con ello limitan la libertad de los individuos.

Si la propiedad es dada el dueño es otro. Nada tenemos nada somos, sólo lo que nos dejen. Por ello según lo que se desprende de tus premisas a lo más que podemos aspirar es a lograr del Estado concesiones de libertad, de grados de libertad, a concesiones de propiedad, de grados de propiedad y es sólo se puede hacer mediante la lucha intelectual, política o armada ante los diferentes grados de coacción.

Bueno, sin entrar en averiguar cómo se obtiene o no la propiedad, lo que queda claro es que tu definición no sólo apoya el Estado sino la coacción del mismo.
Enviado por el día 20 de Abril de 2006 a las 22:21 (6)
Bastiat, en realidad no estoy de acuerdo con la definición de Rallo de propietario como decisor último, sino el propietario según lo que prescriba la ley; y la ley prescribe que hay propietarios legítimos no estatales, por lo que el panorama no es tan desolador para pensar que somos esclavos del Estado. Y en un Estado de derecho, el orden jurídico no se puede modificar al antojo de los funcionarios. Además hay mecanismos democráticos que sirven de contención. La misma existencia del Estado se fundamenta en el consentimiento implícito de las masas: si las mayorías decidieran que hay que poner en marcha un programa de desmantelamiento del aparato estatal, este se daría. Pero como no deciden esto, quiere decir que no consideran que el orden estatal sea tan opresivo.
Enviado por el día 21 de Abril de 2006 a las 17:42 (7)
Ardegas, tampoco te has leído “Camino de Servidumbre”.

Si la propiedad puede estar siendo modificada en su naturaleza, en su fundamento jurídico por la voluntad de las fuerzas democráticas podemos acabar llegando a la conclusión de que si las masas consideran, todo lo contrario de lo que tu has dicho, que la propiedad es maligna para el hombre tendremos que estaremos sometidos al socialismo real dónde la decisión ultima estará siempre en manos de los que controlen el aparato del Estado.

Por otro lado, supones que las masas eligen democráticamente. Pues lamento decirte que no. Las masas eligen lo que las elites esperan que decida. Unas veces las elites son más eficaces que otras pero siempre logran impulsar políticas que refuerzan su poder a través del aparato del Estado. Todo lo que se salga de esa tónica estará siempre bajo sospecha.

Lamentablemente.

Porque si alguna esperanza queda es que en algún momento surja algún partido liberal que enfrente la realidad de un megaestado contra la libertad frente a la oportunidad de limitar al Estado, a la capacidad de las masas para legitimar cualquier acción de los que ocupan el poder y el aparato estatal que puedan perpetrar contra la libertad individual.

Es una esperanza....
Enviado por el día 21 de Abril de 2006 a las 22:25 (8)
Hay una cosa que me llama poderosamente la atención: cuando hablamos derecho, siempre lo mezcláis con otras ciencias, pienso especialmente en la economía y la ética o la moral.

Seamos claros: el derecho es organización, siempre y en todos los casos supone organización de relaciones humanas en un determinado marco social. Ese concepto de organización puede conllevar otros que le sean anejos o necesarios para que se mantenga, por ejemplo, la justicia o la coacción.

Olvidáis por otro lado que la coacción existe siempre, otra cosa es que sea o no sea jurídica (que es lo que permite expulsar al dueño de su propiedad al extraño sino la coacción?), porque en principio, salvo en una sociedad de hombres virtuosos (supuesto que hasta ahora no se ha dado y en el que no estaríamos discutiendo de esto), algunos individuos tienden a infringir el derecho lo que requiere algún tipo de sanción para mantener la eficacia, de otra forma se convertiría en simple ficción.

Es posible, efectivamente, concebir una institución, un ordenamiento jurídico, sin un principio de soberanía en la cúspide, León Duguit lo teorizó a principios de siglo, sin embargo, es posible también concebir un ordenamiento jurídico sin derechos reales o sin libertad contractual. Sería una sociedad viable? Probablemente no, pero eso es ya algo que no interesa al derecho sino a la sociología o la economía. ¿Sería una sociedad justa? Probablamente no, pero esa es una cuestión que interesa al filósofo o al moralista. Ahora bien, yo soy capaz de dar de las mismas respuesta a vuestra hipótesis de arcadia liberal sin Estado, que no sería ni viable ni justa. Pero no lo haré, porque pensaba entender que hablábamos de derecho ¿no es cierto?
Enviado por el día 22 de Abril de 2006 a las 01:01 (9)
Citoyen, el hecho de que tu re refugies en el derecho como disciplina que estudia la ordenación de las relaciones humanas desde el unto de vista jurídico, no hace mas que ahondar en el reduccionismo al que te ves abocado por tu interés en pos de defender al Estado como garante de todo.

Bueno, como impulso vital puede valer, si a ti te vale. Otra cosa es que hagas el esfuerzo de reflexionar sobre las cosas de la vida, sobre todo sobre algo tan indefinible, al parecer para ti, como el concepto de la libertad o de la propiedad, ambos intrínsecamente ligados.

Por ello el liberalismo es tan economicista y, quizás algo, bueno, bastante ético. Otra cosa es que sea moral, que no lo es. La moral es una forma particular de ver las relaciones humanas que no se deben imponer a los demás. Quizás por ello, todas esas consideraciones sobre la justicia social tan en boga en las palabras y las manifestaciones de los socialistas nos suenen tanto a imposición, a coacción, a algo que ellos utilizan para justificar la existencia del Estado y su maquinaria represora, organizadora, discriminadora y coactiva, profundamente coactiva. Y el Estado lo hace a través del derecho, del ámbito jurídico con barnices legales amparados en la presión de la masa.

Quizás por eso te sientes tan a gusto en tu ambiente jurídico y no tanto en el ambiente de la libertad.
Enviado por el día 22 de Abril de 2006 a las 16:23 (10)
Bastiat, hablando de Hayek, él era un liberal que no le hacía ascos al Estado, aunque fuera un poco más que mínimo. No creo que considerara los impuestos como un robo.

Pones tu esperanza en un partido liberal, pero precisamente, los escrúpulos éticos impedirían a los ancaps iusnaturalistas de involucrarse en política, ya que inevitablemente habría que "robar" una vez conseguido el poder. Las estructuras estatales no podrían eliminarse de la noche a la mañana. El iusnaturalismo ancap es una serpiente que se muerde la cola.
Enviado por el día 22 de Abril de 2006 a las 22:42 (11)
Yo no niego eso, Ardegas, porque sé positivamente que una cosa es hablar de la teoría y otra muy distinta hablar de la práctica. Ni quiero ser maximalista ni quiero estar en la luna. por eso pienso que para cambiar la sociedad si sólo se piensa en a ver cuando se cae por su propio peso toda la estructura del Estado na a ser que no...

Pero es distinto todo eso a pensar que el Estado tiene que ocuparse plenamente de mí. No se trata ni tan si quiera de grados de intervención sino, a lo sumo especificar taxativamente cuales son las coas para las que precisamos al Estado.

Pero claro, el plantearnos ya de por sí el que precisamos al estado para algo empieza a debilitar la propia posición del debate liberal, el del Ancap y el de Hayek por ello no es de extrañar que no se quiera participar en el juego macabro de querer ganarse a las masas para llegar al poder. Ese juego deja demasiados pelos en la gatera, deja muchos convencimientos anémicos y hace aparecer en las personas muchos de los vicios que el hombre leva dentro.

Porque también Hayek nos lo contó: ”Al poder sólo llegan los malos porque sólo teniendo ambiciones personales se es capaz de hacer lo que es preciso para dominarlo”. O algo así que no me acuerdo exactamente de la cita.
Enviado por el día 23 de Abril de 2006 a las 22:01 (12)
Bastiat. yo me siento capaz para hablar de derecho, no tanto para hablar de lo que es y no es bueno, no estudio ni filosofía ni teología. No puedo convencerte de mi visión moral del sistema, o al menos no me siento capacitado, si puedo intentar hacerte ver con argumentos racionales que puede existir derecho sin propiedad o libertad.

Si crees en la libertad y en la propiedad como un dogma religioso, no seré yo quien te extirpe tus convicciones metafísicas. Puedo en cambio demostrarte que la proyección qeu haces de las mismas en un determinado campo (a saber, en este caso el derecho) están equivocadas.

En cuanto a mi interés por defender el Estado te diré que no es interés sino mas bien argumentos. Yo he sido mas antiestado que tú (estoy seguro) y he evolucionado conforme he empezado a ser mas realista.
Enviado por el día 24 de Abril de 2006 a las 15:20 (13)
Citoyen no sólo estoy convencido de que no me vas a convencer de tu visión moral del sistema sino que estoy profundamente convencido de que puede existir derecho sin libertad y sin propiedad. No tiene que haber nada más que alguien que imponga las normas de obligado cumplimiento para todos para que eso así sea. Es decir, basta que haya una dictadura socialista para que así ocurra.

Eso sí, eso de descalificar de dogma religioso la propiedad, que puede tener un pase, pero sobre todo la libertad, que quieres que te diga, te calificas tu sólo. Estoy seguro que serías un gran jurista al servicio de cualquier dictadura socialista que esté actualizando cada día las leyes sobre las que pretende que todos los ciudadanos se rijan para mayor gloria del Sistema, del Aparato, del Estado. Créeme también estoy de eso bastante convencido .

Ahora bien, si tan antiestado has sido y la realidad te ha ido haciendo ser más realista espero que no sea como el péndulo que pasando de un extremo algo subidillo pases al contrario intentando ser el que mas suba. Mal lo llevas si piensas de esa manera sobre la libertad, pero confiando en que eres hombre capaz de evolucionar, créeme sinceramente te lo digo, no pierdo la esperanza de que al final no sólo aumentes tu realismo sino tu capacidad de razonar.
Enviado por el día 24 de Abril de 2006 a las 21:08 (14)
Grrrr fundaré un partido estalinista y te mandaré al gulag a cultivar patatas buuu!!!!

El problema de los dogmas religiosos (la calificación no es mía es de Duguit en "Las transformaciones del derechoo público") es que tienen muy poca solidez en un mundo regido por la razón (como es el que parece que vivimos) por eso conviene, al menos en mi opinión, justificar de una forma racional las cosas que se defienden y darse cuenta de que en ciencias sociales el paradigma es un paradigma en constante cambio y por tanto es imposible o al menos muy dificil que existan cosas eternas o inmutables porque todas las ideologías son en realidad sistemas de respuesta a problemas históricos concretos y son por tanto contingentes a la época en cuestión. Solo valorando las cosas de forma relativa y contingente es posible fundar un razonamiento sólido.

Soy de izquierdas, sé lo que es tratar con gente que vive en la prehistoria de las ciencias sociales y que cree en dogmas inmutables, de hecho si te interesa en este artículo http://www.socialdemocracia.org/content/view/132/6... critico esa posición. Ese es el principio de todo suicidio ideológico: asentarlo y defenderlo sobre convicciones morales y cosas que no son racionalmente explicables.
Enviado por el día 24 de Abril de 2006 a las 22:24 (15)
Ves, sobre lo que dices, no lo del gulag, sé que no lo harías, estoy totalmente de acuerdo. La sociedad es algo completamente mutable. Algunas cosas muy mutables, otras muy poco.

Tu error es pensar que nosotros pensamos al revés. Y no es así, lo que pensamos es que con mayores cotas de libertad se obtiene mas progreso y mas riqueza, mientras que aquellos que quieren tratar de dominar la mutabilidad de la sociedad lo que hacen es perturbar ese proceso introduciendo mecanismos coactivos que limitan la libertad produciendo disonancias en el ritmo social y, consecuentemente, situaciones de miseria, de caos, de terror. Eso es así.

Por ello, el principal error de los socialistas es pensar soberbiamente que pueden dominar eso. Siguiendo a Hayek (je) no hace falta mas que leerse su artículo “La pretensión del conocimiento”, o “La Acción Humana” de Mises para comprender que cualquier intervención contra la libertad lo único que produce son tiranías.

La cuestión, por tanto, no es moral. Digamos que si acaso es ética, pero nunca se puede decir que defender la libertad sea un concepto religioso. ¿Dónde quedan aquellos que así hablan? ¿Puede de alguna manera significar la limitación de la libertad otra cosa que interferir en el ritmo social?

El relativizar todo dependiendo del momento histórico no es mas que una forma de camuflar esa intervención. Pretender aplicar la contingencia a cada época es interferir en la evolución de la sociedad. Ni tan siquiera los bien intencionados pueden asegurar que sus alteraciones del ritmo social no pueda llevar aparejados efectos catastróficos. Pueden hablar de la bondad de sus actos, pero esa interferencia, esa intromisión se hace limitando la libertad y, no lo olvides, guiado por un concepto mesiánico de la búsqueda del bien común por la vía de la coacción.

Si lo piensas un poquito, te darás cuenta que esa mutabilidad es algo natural y que si se quiere dirigir hacia algún sitio no produce mas que tiranía.
Enviado por el día 25 de Abril de 2006 a las 08:39 (16)

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