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26 de Junio de 2006

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

La imposibilidad de un tipo de interés cero


Alberto García ha contestado a mi post sobre el interés y el capitalista. En este caso no voy a recurrir al fisking ya que su comentario es una amalgama inconexa de ideas que tratan de probar, con mucha fe mutualista, la posibilidad de un tipo de interés igual a cero.

Va a ser esta tesis, precisamente, la que me voy a dedicar a atacar. Por una razón muy sencilla: si el tipo de interés no es igual a cero, alguien tendrá que ser el propietario del capital, pudiendo exigir a cambio de su pérdida temporal, un interés remuneratorio. En otras palabras, si el tipo de interés no es cero, la figura del capitalista es esencial.

Para entender por qué el interés nunca podrá desaparecer de una organización económica, analicemos cada una de las posibilidades.

Supuesto de partida: Tenemos un banco mutualista que presta capital a un tipo de interés cero. Esto implica que a) el capital es finito o b) el capital es infinito. Apostar por b) demostraría no tener ni la más remota idea sobre qué es el capital, pero intentemos ver las implicaciones de ambas.

Si el capital es finito (a), es decir, si el banco mutualista no puede disponer de todo el capital que quiera, entonces tenemos dos posibilidades: a1) o asumir que la demanda de capital siempre será inferior a su oferta, es decir, que el capital es un bien libre como el aire, o a2) que el banco mutualista raciona su capital escaso y selecciona a quién prestárselo.

Si asumimos  a1), estaríamos en una situación que pronto se colapsaría. Cualquier empresario podría demandar capital para rentabilizarlo en cualquier período de tiempo. Por ejemplo, quiero construir un puente que atraviese todo el Atlántico; para ello, necesito contratar a todos los ciudadanos españoles durante 30 años. Yo espero que una vez construido, a través del peaje, pueda devolver el capital prestado en 20 años.

Así, puedo pagar con cargo al capital prestado los salarios de los 40 millones de españoles durante 30 años. Esto da lugar a dos fenómenos: 1º los trabajadores españoles dejan de producir bienes de consumo durante 30 años, 2º los trabajadores españoles, gracias a los salarios pagados, adquieren bienes de consumo durante esos 30 años.

Repito: si los 40 millones de españoles se dedican a construir un puente durante 30 años, estos trabajadores cobrarán mensualmente sus salarios, que les permitirán seguir consumiendo, y en cambio no habrán producido NADA que ofrecer al mercado durante 30 años.

Si cualquier persona puede acudir al banco mutualista y emprender un proyecto de estas dimensiones (porque recordemos que el proyecto es rentable a 50 años vista, de modo que no supone ningún despropósito empresarial), ¿podemos seguir creyendo que la demanda del tipo de interés será inferior a la oferta? Si la demanda es gratis, necesitaremos incrementar continuamente la oferta de capital para que siempre esté por encima de la oferta. Por tanto, la respuesta a esta pregunta dependerá de lo que entendamos por oferta de capital, si papel moneda o ahorros. Las implicaciones de esto conviene tratarlas en el supuesto b) de capital infinito.

Supongamos ahora que el banco mutualista tiene capital finito y que lo raciona de alguna forma, seleccionando a los empresarios a quienes puede prestarles el capital a un tipo cero (a2). Aquí puede haber dos criterios: a21) Plazo de recuperación, a22) Expectativas de beneficios sociales del proyecto.

Si el banco concede los préstamos en función del plazo de recuperación (es decir, quien antes pueda devolverme el principal será mi prestatario), se produciría una carrera entre los empresarios por ejecutar negocios de muy corta duración. Esto significaría, en la práctica, que todos los proyectos que impliquen inmovilizar capital (por ejemplo, comprar máquinas, construir una nave industrial, acumular stocks de mercancías) dejarían de emprenderse; la competencia no sería por ver quién puede pagar tipos de interés más altos (es decir, quien sirve mejor a los consumidores) sino quien rentabiliza ANTES sus proyectos. En todo caso, tendríamos una economía muy primitiva, con préstamos a corto plazo para agilizar las transacciones de cobros y pagos.

Por ejemplo, el distribuidor A le compra al agricultor B su cosecha. Como no tiene dinero, pide un préstamo que recuperará cuando venda la cosecha mañana a los consumidores por un precio ligeramente superior (fijémonos que incluso aquí sigue habiendo tipo de interés, ya que ese precio superior, es el descuento que ha aplicado el distribuidor al agricultor).

Si el banco concede los préstamos según una cierta "expectativa de beneficios sociales" (a22), el juicio sobre estos beneficios será totalmente arbitrario. Será el banco quien decida qué empresas deben prosperar y cuáles deben no iniciarse; pero este cálculo será del todo aleatorio, ya que no exigirá que los proyectos que se inicien sean los más rentables. En definitiva, tendríamos un órgano de planificación central socialista que decidiría cuáles son los empresarios que pueden actuar en el mercado.

De hecho, la continuidad de los negocios empresariales dependerá, no del empresario que se sienta capacitado para devolver el préstamo y los intereses, sino del gestor del banco mutualista. De modo que si, por ejemplo, quiero renovar la maquinaria que se me acaba de depreciar y el gestor del banco cree que mi negocio ya no tiene utilidad social, me iré a la calle.

En otras palabras, los empresarios sí deberían proporcionar un interés a cambio de los préstamos, si bien no se trataría de un interés monetario, sino en especie. Deberían devolver el capital más una cierta exigencia de beneficios sociales no mensurables. Desde el momento en que cualquier no puede obtener capital ilimitado, el tipo de interés YA no es cero. Sería como decir que el precio de las patatas es cero, pero todo aquel que quiera comprarlas debe darle la mayor cantidad posible de masajes al agricultor. Ciertamente, el precio monetario de las patatas sería cero, pero tendríamos un precio cifrado en número de masajes (trueque).

Pero además, el problema de concepción de este banco es anterior. Si este banco dispone de capital es porque ciertas personas lo han depositado voluntariamente en él (en caso contrario, tendríamos una agencia coactiva que robaría el capital a la gente). Es posible que las personas altruistamente renuncien a capitalizar sus rentas, esto es, renuncien a tener una pensión en el futuro o a incrementar su riqueza. Sin embargo, también es posible que las personas quieran jubilarse y no ser pobres, de modo que no quieran depositar sus ahorros en un banco que les ofrece una rentabilidad cero por su capital. De hecho, es dudoso de que quieran depositar sus ahorros en un banco que tiene capacidad para inmovilizarlos durante años, sin contraprestación alguna.

Imaginen que tengo unos ahorros de 20000 euros. Los deposito en el banco y éste los presta a un empresario que los utiliza para comprar una nave industrial. Voy mañana al banco y le digo: "necesito 1000 euros de mis ahorros para comprarme una lavadora". Y el banco mutualista me responde: "Mire, lo sentimos mucho, sus 1000 euros están por ahora invertidos en una pared de una nave industrial que, si todo va bien, ganará dinero dentro de cinco años cuando la empresa esté en pleno rendimiento". Obviamente, hasta que el empresario no devuelva el capital prestado, yo no podré recuperarlo. ¿Tiene sentido esperar que la gente esté dispuesta a perder la disponibilidad sobre su dinero a cambio de nada? Puede tenerlo, es praxeológicamente posible (ya que significaría que el uso prioritario de su dinero es prestarlo a los empresarios) pero no es probable.

Sólo en el caso en que los individuos estén dispuestos a renunciar temporalmente a CUALQUIER consumo, el tipo de interés monetario cero sería posible. Pero aun en este caso, el tipo de interés y el racionamiento del capital seguiría existiendo.

Abordemos ahora la última posibilidad: el capital es infinito (b). Primero deberemos definir qué es capital: si dinero o ahorros. Enlazamos aquí con las implicaciones pendientes de a1.

Si decimos que el capital es papel moneda, entonces el capital si puede ser infinito y, por tanto, el tipo de interés cero (sólo tenemos que imprimir tanto dinero como sea necesario). Si afirmamos que el capital son ahorros, entonces no puede ser infinito, porque unos ahorros infinitos significarían una producción infinita, esto es, una ausencia de escasez y, por tanto, de economía.

La definición del capital como dinero resulta problemática, ya que tiene implicaciones absurdas. Volvamos al ejemplo de un empresario que pide dinero para construir una carretera en 30 años y rentabilizarla durante los 20 siguientes y que con ese dinero contrata toda la fuerza laboral española. Supongamos ahora que 300 empresarios más acuden al banco mutualista en busca de créditos a tipo de interés cero y que contratan a toda la mano de obra mundial para realizar proyectos que terminarán en 30 años (por ejemplo, estaciones espaciales, túneles, canales...).

En este caso, los trabajadores cobrarían sus salarios pero no producirían ningún bien de consumo. Irían al mercado pero no habría nada que comprar. Los trabajadores sólo tendrían papel, pero no tendrían nada que llevarse a la boca.

Esta situación, claro está, sólo puede continuar si los trabajadores aceptan trabajar durante 30 años sin consumir, es decir, si forzamos a los trabajadores a que sean ellos quienes ahorren y presten al empresario. Por supuesto, éste podrá entregarles papel durante 30 años (basta con que el banco mutualista le dé a la impresora), pero ese papel no podrá comprar ningún bien de consumo, pues todos los trabajadores estarán empleados en producir puentes, estaciones espaciales y demás.

Sólo cuando los proyectos megalómanos hayan terminado al cabo de 30 años y los trabajadores se reintegren a puestos de trabajo destinados a producir bienes de consumo, podrán volver a consumir (por supuesto, el sistema monetario, mientras tanto, habría desaparecido por la inutilidad y falta de respaldo del papel).

Por tanto, vemos que el capital no es infinito, ya que en todo caso implica un ahorro forzoso por parte de los trabajadores, que deberían renunciar a consumir y trabajar gratis et amore.

De nuevo, el tipo de interés no sería cero, pues los trabajadores sólo seguirían empleados de gratis si obtuvieran algún tipo de remuneración psicológica extraordinaria (placer por el trabajo de construir puentes, por ejemplo), que el empresario debería proporcionarles. Es decir, los ahorradores-capitalistas serían los trabajadores y el interés sería en especie: la posibilidad de trabajar en la construcción de un puente.

Pero aun en este caso, los supuestos del tipo de interés cero no se mantendrían, ya que si una vez finalizado el puente otro empresario quisiera contratarlos por 50 años más (para fabricar una valle turístico de piramides), los trabajadores sólo estarían dispuestos si la actividad propuesta les agradara. En caso contrario, el empresario NO obtendría el capital que necesita para iniciar el proyecto (ergo, el tipo de interés no es cero).

Extinguidas las posibilidades, vemos que el tipo de interés monetario puede ser cero en supuestos muy extraordinarios (básicamente que la gente renuncie a la disponibilidad de su dinero y que no quiera consumir por plazo indefinido), pero que en ningún caso el tipo de interés económico será cero; en otras palabras, la imagen de un banco mutualista que proporcione capital a todo aquel que lo necesite es simplemente irreal e imposible.

Espero tu respuesta, Alberto.

Comentarios

 
hackemate

Enviado por el día 26 de Junio de 2006 a las 03:59 (1)
De hecho, a mi me parece que la respuesta excede con mucho lo mínimo necesario para doblar la escasa resistencia intelectual que puede ofrecer Alberto en este asunto.

Desconoce lo que es el capital, desconoce lo que es el dinero, desconoce lo que es el beneficio y lo que es el trabajo.

Lo desconoce todo o, lo que es peor, no tiene interés por conocerlo.

Alguno ya le hemos tratado de mostrar las sutiles diferencias entre interés y beneficio, lo que significa trabajo y lo que significa capital, lo que es el dinero y lo que es la moneda...

Pues nada. Sigue con sus argumentos doctrinarios.

Dedicarle más tiempo, siempre que tratara de reflexionar argumentando y contraargumentando tendría algún sentido. Yo lo he intentado, pero da igual.

Enviado por el día 26 de Junio de 2006 a las 13:03 (2)
Aunque Alberto siga con su runrun particular, eso no quiere decir que en una cosa sí que tiene razón: Para pensar en anarquista “habría que abstraerse y pensar que harían las personas en un entorno de total libertad”. Eso sí, él no lo logra y sigue con sus argumentos anticapitalistas, que no libertarios.

Pero si hacemos ese esfuerzo tendríamos que tratar de imaginar cómo sería una sociedad sin la coacción del Estado. Rallo ha hablado en muchas ocasiones desde su punto de vista Ancap de cómo se organizaría incluso la defensa de forma privada, pero si hemos de pensar en una sociedad sin Estado habría que pensar en una sociedad, por ejemplo, sin moneda. Es decir, tenemos que tratar de imaginar cómo se organizaría y qué sería el Dinero. Haciendo un poco de historia, que nunca viene mal, el dinero se convirtió en moneda cuando algunos reyes y algunas ciudades empezaron a acuñarlas para garantizar la “ley” de dichas monedas y agilizar las transacciones comerciales. No impidió el abuso, es más, dio al rey el monopolio del abuso, pero indudablemente agilizó los trámites comerciales.

De ahí que hablar de lo que es en sí el dinero debería de servir para hablar tanto del interés como del capital. Si el dinero es en sí una mercancía que por sus características es un bien extremadamente líquido, y la cantidad de ese bien es limitada, como cualquier otro bien económico, el interés de mercado de ese bien estará regido por la mismísima ley de la oferta y la demanda, de tal forma que ante una mayor demanda del bien el interés subirá y ante una menor demanda éste bajará.

Y otra cosa que Alberto no debería olvidar nunca, para que un banco mutualista pueda prestar dinero otras personas deben prestárselo a ese banco. Si no paga intereses por ese préstamo, la gente simplemente no lo depositará allí, y se lo ofrecerá a aquel que más beneficios le pueda producir. Con lo cual lo del interés mínimo (puesto que asume unos gastos de gestión) es simplemente imposible.
Enviado por el día 28 de Junio de 2006 a las 00:17 (3)
Otro aspecto que me gustaría destacar en la influencia de las leyes estatales en el capitalismo. Una de las banderas de Alberto es que el capitalismo no existiría si no fuera por la existencia del Estado. Bien, eso simplemente no es cierto, puesto que el capitalismo surge de la libertad y de la propiedad, y no como sistema sino porque así lo llamó Marx (creo). Pero indudablemente la influencia de la coacción estatal se manifiesta en las distintas formas empresariales que delimita. La más llamativa las S.A.

¿Alguien puede imaginarse en un mundo Ancap que alguien vaya a reclamar una deuda a una empresa y sus dueños sólo sean responsables de las partes alícuotas de las que sean propietarios mientras guardan enormes fortunas en sus casas? Particularmente yo creo que no.

Si nos vamos a la esencia misma del liberalismo de lo que se hace bandera es de la responsabilidad individual y esa responsabilidad afecta integralmente al individuo, a su persona y a sus posesiones. De hecho, el haber legislado para la creación de las “sociedades de responsabilidad limitada”, toda una declaración de intenciones, lo que está haciendo es precisamente eso, separar la responsabilidad de los gestores de las compañías, la responsabilidad de los dueños de los resultados negativos de su gestión. Si una mala gestión de esas empresas llevara aparejado la ruina real y efectiva de aquellos que han emprendido un negocio mal planificado o han aportado capital al mismo exigiendo beneficios pero sin asumir mas que una parte mínima de riesgos, ciertamente el desarrollo de las empresas podría haber discurrido por un camino distinto al que conocemos.

Por tanto no vendría mal una reflexión sobre el papel del Estado en el desarrollo del capitalismo, ahora sí entendido como sistema, aunque no sea más que un ejercicio de imaginación y honestidad intelectual.
Enviado por el día 28 de Junio de 2006 a las 00:18 (4)
bastiat, sobre el tema de la “responsabilidad limitada / S.A.” quizás te interese este comentario de Kinsella (y el debate que le sigue).
Un saludo
Enviado por el día 28 de Junio de 2006 a las 14:42 (5)
Gracias por la aportación, Albert, pero para mi vergüenza, si ya debo decir mi vergüenza porque reconozco que empieza a darme un poco de vergüenza, lo del inglés y yo es una relación difícil.

Aunque haré un esfuerzo.
Enviado por el día 28 de Junio de 2006 a las 15:44 (6)
Albert.....

Una sinopsis.... please!
Enviado por el día 29 de Junio de 2006 a las 16:17 (7)

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