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23 de Febrero de 2007

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Los límites de la filología

Mañana presento una conferencia de la filóloga María Teresa Puerto -cuyo libro ya reseñé en Libertad Digital- sobre la polémica entre el catalán y el valenciano.

Aprovechando la ocasión he preparado una pequeña ponencia que paso a transcribir aquí. En resumen, analizo brevemente los límites epistemológicos de la filología, critico la estatalización de la función del filólogo y finalmente aplico mis conclusiones al caso del valenciano y del catalán.

La lengua como institución espontánea

El premio Nóbel de Economía Friedrich Hayek acuñó el termino “orden espontáneo” para describir el conjunto de instituciones sociales que emergían en una sociedad sin ser fruto de ningún plan predeterminado. Citando a Adam Fergurson, Hayek sostenía que estas instituciones eran “fruto de la acción humana pero no del diseño humano”.

La particularidad de estas instituciones espontáneas era que, sin ser resultado de ningún plan, eran útiles para la totalidad de los individuos que decidía utilizarlas. Las instituciones lograban coordinar a los individuos sin necesidad de mandatos coactivos: el orden era el resultado no intencionado de las acciones de los individuos.

Un claro ejemplo de estas instituciones era el proceso de emergencia del dinero que tan magistralmente describió el economista austriaco Carl Menger en sus Principios de Economía Política. Otro era el derecho tal y como queda patente en las inmortales palabras de Catón recogidas por Cicerón: “[el derecho romano es superior al del resto de los pueblos porque] se basaba en el genio de muchos hombres y no en el de un solo hombre; no se instituyó en una generación, sino durante un largo periodo de varios siglos y muchas generaciones de hombres. Pues nunca ha existido un hombre poseedor de tan gran genio que nada le escapara; ni los poderes convenidos de todos los hombres, viviendo en un determinado momento, podrían hacer todas las previsiones de futuro necesarias, sin la ayuda de la experiencia y la gran prueba del tiempo”.

Pero para nuestro propósito, la institución más relevante es el lenguaje. Al igual que el dinero, el derecho o el resto de instituciones espontáneas (la moral, la cultura, la religión o los seguros), el lenguaje no ha sido creado por ningún individuo, por ningún gobierno ni por ningún consejo de sabios. Es un logro de la evolución social para alcanzar una comunicación más eficiente entre los individuos.

Aun considerando que el ser humano tiene un conjunto de categorías sintácticas subyacentes, la plasmación concreta de esas categorías sintácticas y su formulación léxica es una pura contingencia histórica que depende tanto de las necesidades particulares de cada grupo de individuos que necesitaba comunicarse como del más puro azar.

El lenguaje cambia constantemente conforme sus usuarios lo modifican y lo adaptan a sus necesidades. Dado que hemos abandonado la caza, la recolección de frutos o las batallas con armas blancas, nuestro léxico se ha ido desprendiendo de expresiones propias de esos campos y se ha reorientado hacia un vocabulario más industrial, financiero e informático.

Pero muchas estructuras del lenguaje también han ido evolucionando hacia estructuras más simples o sencillamente más reconocibles por los individuos. Las expresiones más usadas en televisión o en radio se han convertido en frases hechas de sus oyentes para luego implicar incluso a quienes no lo eran.

Los neologismos, los extranjerismos o los vulgarismos son el método por el que la comunicación entre las personas se va modificando y adaptando a sus propósitos. Todo ello sin necesidad de que ningún político imponga o restrinja la comunicación entre las personas.

La labor del filólogo  

Por ser el lenguaje un conjunto de comportamientos pautados fruto de la evolución histórica que sirve para facilitar la comunicación de los individuos, siempre está sometido a una posible degeneración caótica. La evolución no tendría por qué ser estable y adaptativa, sino que los distintos individuos podrían segregarse y volver sus códigos lingüísticos ininteligibles entre sí, tal y como Yavhé condenó a los pueblos del mundo por haber construido Babel.

No hay que pensar que toda segregación lingüística es un resultado indeseable que debe ser evitado a toda costa, incluso mediante el uso de la violencia. En ocasiones, una segregación sólo expresará las ansias de un subconjunto de individuos (científicos, empresarios, tribus urbanas…) por especializarse y conseguir que sus conversaciones transmitan una información mucho más precisa.

Sin embargo, es evidente que en muchos casos la segregación resulta indeseable para los propios individuos que la padecen y que aun deseándolo son incapaces de evitarla. La coordinación de cientos de miles de personas, cada una ubicada en su propio contexto y con una información privativa distinta de la del resto, vuelve enormemente complicado que la dispersión no tenga lugar.

Es aquí donde surge la figura y la importancia del filólogo. El filólogo emerge para emitir sugerencias sobre el uso más adecuado de una lengua y evitar en la medida de lo posible la dispersión no deseada por sus usuarios. Se trata de un aglutinador de las pautas sociales mediante recomendaciones no vinculantes (de manera muy similar a cómo los jurisprudentes evitaban la dispersión y degeneración del Derecho Romano).

En este sentido, todo filólogo tiene una doble faceta: la de historiador y la de empresario. Como historiador trata de trazar y describir los orígenes y la evolución de una lengua hasta el presente. Como empresario, utiliza ese bagaje histórico para analizar la situación actual y emitir recomendaciones que los actuales usuarios de la lengua puedan seguir sin un coste demasiado elevado y que al hacerlo les permita coordinarse entre sí. Como afirmaba Mises, el empresario es el que mira hacia el futuro con ojos de historiador.

Pero dada la contingencia del lenguaje, el filólogo se enfrenta a un problema esencial: determinar cuál es la unidad lingüística -esto es, el conjunto de individuos- a la que dirigirá sus recomendaciones. Los criterios no tienen por qué coincidir con las fronteras de ningún Estado ni de ninguna raza, el inglés es un claro ejemplo. Es necesario un juicio de comprensión –el verstehen del que habló Max Weber- para determinar su campo de estudio; dos registros nunca serán exactamente iguales –ni en léxico, sintaxis, entonación o comunicación extraverbal- ni transmitirán la misma información, de ahí que toda agrupación lingüística dependa de elementos que a juicio del filólogo sean relevantes para determinar la analogía de esos dos registros.

Se trata de un mero ejercicio empresarial cuya mayor sintonía con las opiniones de los individuos permitirá que las recomendaciones y prescripciones de un filólogo triunfen sobre las del resto. La labor del filólogo será proponer normas que minimicen los costes de la coordinación y dirigirlas hacia el público adecuado.

El filólogo como planificador social

Todo Estado tiende a ir adquiriendo cada vez mayor poder y a convertir a los individuos en súbditos que acaten todos y cada uno de sus mandatos. Para ello se convierte en un paso fundamental el control de las instituciones espontáneas a las que nos hemos referido anteriormente.

Las instituciones son el mecanismo por el que los individuos logran coordinarse y alcanzar sus fines dispares. Controlar y planificar estas instituciones permite al Estado que los individuos se mancomunen para lograr, no sus fines personales, sino los del Estado.

El asalto y conquista de las instituciones forma parte evidente de la agenda totalizadora de cualquier Estado. En el caso del dinero, la codificación decimonónica supuso el primer paso de un progresivo abandono del derecho espontáneo y consuetudinario defendido de modo más intenso por Savigny y su Escuela Histórica del Derecho. Fue precisamente este abandono del derecho consuetudinario lo que sentó las bases del positivismo kelseniano que a su vez permitiría el encumbramiento y el régimen totalitario de Hitler.

Algo similar sucedió con la nacionalización del dinero. Los distintos Estados fueron poco a poco expoliando la propiedad de los individuos sobre el dinero, paradigmáticamente el oro. En EEUU la creación de la Reserva Federal en 1913 fue la causa más inmediata de la Gran Depresión de 1929, a raíz de la cual alcanzó el poder el pseudodictador fascista Franklin Delano Roosevelt (que a la postre terminó de expropiar el oro a los estadounidenses). Hoy la institución del dinero es totalmente pública: convivimos con el fraude del dinero fiduciario –lo que el gran economista Jacques Rueff llamó “el pecado monetario de Occidente”- y una inflación que nos empobrece año a año.

El lenguaje también ha experimentado parte de esa nacionalización. La creación de las Academias de la lengua en muchos países europeos supuso la constitución de un monopolio reglamentario sobre la labor del filólogo. Aunque otras propuestas eran posibles, el Estado imponía sobre su ciudadanía las reglas aprobadas por sus funcionarios; tarea que se vio enormemente reforzada con el advenimiento de la educación pública obligatoria y universal.

De este modo la función del filólogo experimentó un cambio radical. En lugar de lanzar propuestas que competirían con otras para lograr su aceptación e interiorización por parte de un grupo de individuos, pasó a emitir mandatos de cumplimiento compulsivo en un territorio dado. Dejó de servir a los individuos para ser servido por ellos.

La concepción de la lengua también sufrió un cambio radical. Ya no se trataba de un fenómeno social que emergía para satisfacer concretas necesidades de los individuos, sino en un elemento idiosincrásico de una sociedad definida por su adscripción a un determinado. Se empezó a hablar de lenguas oficiales, propias o nacionales; como si toda relación lingüística entre dos individuos que no se sometiera al canon legal se tratara de una alienación social.

El lenguaje vino a reforzar la ilusión bodiniana de la triada población, territorio, soberanía. La sociedad era una realidad objetiva, definida por varios factores como la lengua, contenida en un territorio sobre el que el Estado ejercía legítima soberanía. La violencia, la coacción y la explotación de los políticos debía ser asumida por los propios individuos, ya que gobernaban una sociedad de la que todos, objetivamente, formamos parte. Como decía Isaiah Berlin, a pesar de todas las restricciones a nuestra libertad que nos imponga el Estado, creemos que seguimos siendo libres porque son restricciones autoimpuestas –de ahí que se hable de autogobierno-, provenientes de nuestra gente, caracterizada por hablar nuestra lengua. Motivo por el cual la gran mayoría de imperios, como la URSS, ha tratado de imponer su lengua a los territorios ocupados.

Pero la filología no puede informarnos de qué lenguajes son verdaderos y cuáles no, porque tal definición es una convención arbitraria. Sería tan legítimo afirmar que el español y el francés son la misma lengua por tratarse de simples dialectos del latín (y desde luego para un japonés las similitudes serán enormes), como que el código lingüístico de dos individuos de Castellón constituye una lengua distinta al de dos de Alicante.

Para la investigación académica puede resultar útil aunar los códigos lingüísticos por territorios, pero sin olvidar de que se trata de convenciones arbitrarias que no proporcionan más información que la que hemos insuflado previamente en ellas.

El caso valenciano-catalán

La estrategia del gobierno de Cataluña para con los valencianos puede entenderse perfectamente a la luz de las anteriores reflexiones. La intención es que los valencianos interioricemos que sólo existe una lengua –el catalán- cuyas reglas han sido codificadas por los filólogos científicos del Institut d’Estudis Catalans como verdad absoluta.

Una vez los valencianos seamos conscientes de la identidad lingüística, el Anschluss político encontrará menos obstáculos. La sociedad levantina será una, caracterizada por su lengua y su cultura. El lenguaje dejará de ser simplemente un instrumento de comunicación y pasará a convertirse en objeto de culto: una exteriorización del alma, la esencial y el carácter del pueblo.

El Estado, por su parte, será el representante, el receptor y el organizador de las esencias de ese pueblo. Sus mandatos irán dirigidos a satisfacer el interés común aun sacrificando los intereses individuales.

Los valencianos toleran ingenuamente hoy los desmanes autocráticos de los gobiernos valenciano y español. Los toleran porque creen que existe algo así como pueblo valenciano o pueblo español al que hay que someter los intereses individuales.

Hoy por hoy, sin embargo, no tolerarían ninguna intromisión ni ningún mandato del gobierno catalán, aun cuando fuera mucho menos represivo que los que vienen sufriendo a manos de sus gobiernos; y no lo harían porque el gobierno catalán es un gobierno extranjero sin jurisdicción sobre la sociedad valenciana.

El objetivo del Estado catalán es modificar esta percepción para legitimar su intrusismo y lograr la aceptación social necesaria para erigirse en amo y señor de los valencianos. La lengua es el ariete científico al que todo valenciano tiene que plegarse so pena de insinceridad o analfabetismo.

Ha sido y sigue siendo necesario infiltrar las universidades y las cátedras con filólogos estatistas y catalanistas, copar la educación pública para adoctrinar a los recién nacidos, perseguir y erradicar a los díscolos y sobre todo someter toda la sociedad valenciana a un único estándar oficial. Una vez el proceso de manipulación se complete, una vez creamos que sólo existe una lengua y un estándar oficial y público, y que todo cuanto se desvíe de ese estándar constituye una degeneración de la pureza, habrá caído uno de los principales obstáculos en el camino hacia la servidumbre voluntaria.

Conclusión

La filología no es una ciencia objetiva y a priori que pueda determinar la extensión y la composición de una lengua. Lo importante es la idea de cada individuo sobre la adscripción de su código a una determinada comunidad de hablantes, cuya composición no está prefijada ni existe como realidad al margen de las ideas subjetivas del individuo.

Hay que refutar la extendida idea de que los filólogos por su formación y por contar con el aval explícito del Estado tienen competencias para definir las unidades lingüísticas y forzar a los individuos a hablar de una determinada forma. Han de ser privados de la potestas y buscar la auctoritas.

También es necesario refutar la idea de que toda lengua supone la existencia de una nación y que toda nación tiene derecho a constituirse en Estado. En primer lugar, porque las lenguas –la delimitación de su extensión y de su contenido- son juicios puramente subjetivos. Segundo, porque precisamente por ello la nación es sólo un sentimiento de pertenencia a un grupo que no existe como tal, sino que sus coordenadas cambian tanto espacialmente –cada individuo puede creer que su nación es una- como temporalmente –un mismo individuo puede creer en distintos momentos que pertenece a una nación distinta. Y tercero, porque el Estado no tiene derecho a existir: son los individuos quienes tienen derecho a que no se inicie la agresión contra ellos y contra sus propiedades, cuando el Estado es la institucionalización del crimen y de la violencia contra esos derechos.

Y estos principios no sólo deben ser aplicados al caso del Estado catalán, sino también al valenciano y al español. Podemos creer, opinar y sentir que somos valencianos y españoles; que nuestros lenguajes son el valenciano y el español. Pero no podemos sostener que todos los que habitan este territorio deban ser valencianos y españoles ni que tengan el deber de opinar que sus lenguas son el valenciano y el español. Mucho menos, no tiene cabida legitimar la existencia y el poderío del Estado bajo el argumento de que son nuestros Estados. No lo son, esa es una ilusión que los políticos han ido inculcándonos históricamente, al igual que el Estado catalán quiere imponernos su criterio en la actualidad.

Es hora de dejar de hablar de derechos y obligaciones colectivas. Tales ideas son instrumentos de subyugación de políticos y burócratas. Que la excusa sea la lengua, el bienestar común, la salud pública, la lucha de clases o la superioridad aria son sólo contingencias que orientarán la batalla intelectual, pero en ningún caso modifican la identidad de su estrategia de dominación.


Comentarios

 
"...el lenguaje no ha sido creado por ningún individuo, por ningún gobierno ni por ningún consejo de sabios. Es un logro de la evolución social para alcanzar una comunicación más eficiente entre los individuos."

¿No habrá que decir que ha sido creado por individuos a quienes simplemente no conocemos? Sospecho que sí (si procede de nuestras mentes).

"El premio Nóbel de Economía Friedrich Hayek acuñó el termino “orden espontáneo” para describir el conjunto de instituciones sociales que emergían en una sociedad sin ser fruto de ningún plan predeterminado. Citando a Adam Fergurson, Hayek sostenía que estas instituciones eran “fruto de la acción humana pero no del diseño humano”."

No lo creo...cuanto más elaborado es el asunto, más premeditado diría yo que es. Además, lo lógico es asumir de entrada que acciones tan sofisticadas del hombre son precedidas por los pensamientos o ideas del hombre. Sugiero que el que quiera arguir lo contrario, lleva el peso de tener que demostrarlo empíricamente (y no se puede).

No, esas "inmortales palabras de Catón recogidas por Cicerón" no se refieren a un proceso espontáneo en absoluto, sino a una cooperación bien consciente entre ciertos individuos (que seguramente sobrellevan, finalmente, los atrasos ocasionados por otros individuos).

"y como Yavhé condenó a los pueblos del mundo por haber construido Babel." Según la Biblia de los judíos (hay varias cosas que ya no concuasan).

No me gusta Hayek porque pecó de irracional por superar al maestro que lo sacó del socialismo. Recordarás que criticó a su maestro por un supuesto "exceso de racionalismo", diciendo que no pudo superar la era racionalista en que vivió (en su introducción al libro que lo salvó del socialismo).
Enviado por el día 23 de Febrero de 2007 a las 23:20 (1)
¿Dónde y a qué hora es la presentación?
Enviado por el día 23 de Febrero de 2007 a las 23:57 (2)
Es en Benicarló, no en Valencia.
Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 00:01 (3)
tranquilocomp: El todo es más que la suma de las partes. El cosmos es más que la suma de los taxis. Los taxis, u órdenes deliberados, hacen un conjunto mayor que sí mismos, no sólo no-pleaneado y espontáneo, si no inconcebible por una sola mente individual en su conjunto y profundidad.
Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 06:05 (4)
Jfcarpio: analiza esta cita que correctamente describe la supuesta contribución de Hayek.

"El premio Nóbel de Economía Friedrich Hayek acuñó el termino “orden espontáneo” para describir el conjunto de instituciones sociales que emergían en una sociedad sin ser fruto de ningún plan predeterminado. Citando a Adam Fergurson, Hayek sostenía que estas instituciones eran “fruto de la acción humana pero no del diseño humano”.

El cosmos puede parecernos espontáneo con todo merecimiento, jfcarpio. Ese sí que nosotros no lo hemos construido. ¿Pero el dinero, el lenguaje y el derecho? Son el fruto del diseño humano o no existirían. Claro, el conocimiento avanza con el tiempo y las instituciones pueden reflejar eso (pero no vamos a descubrir eso).

El hecho de que el conocimiento avanza con el tiempo presupone que el que llegó antes no pudo saber lo que recién se conocería después. Pero todo el proceso es caracterizado por la predeterminación y el diseño y eso es confirmado por la presente generación que finalmente acepta o cambia las cosas (y así siempre fue).

No actuaron espontáneamente, sin premeditación, los que inventaron el dinero. Se sabe que tenían un problema de intercambio y que luego lo solucionaron. Difícil argumentar que lo demás fue espontáneo - en el tema del dinero -. Igual sucedió con el lenguaje. (La inteligencia necesitaba el lenguaje y lo creó.)

Por lo menos concede el señor que son fruto de la acción humana. Faltaba nomás que diga que el dinero, el derecho y el lenguaje fueron creados por nosotros pero que el diseño vino de otro lado.
Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 19:38 (5)
Espontáneo será el amor a primera vista.
Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 19:41 (6)
Estás confundido sobre la acepción de "espontáneo" que usa Hayek, que inició Menger, y también sobre "Cosmos". "Cosmos" no es el espacio exterior a la Tierra, en esa terminología.

Por eso, te equivocas al valorar si Hayek desarrolla o no el tema Mengeriano, porque no lo entiendes. Nadie dice que la gente llegó por azar del trueque al dinero: elige el bien más liquido y a la vez de mejores caracteristicas combinadas (resistencia, divisibilidad, etc). Lo que decimos es que el dinero no es fruto de ninguna mente humana, si no de la interacción social. Juan, Pedro y Luis prefirieron el oro a otros bienes y el oro devino dinero. Igual con el lenguaje. Nadie diseñó el castellano. No son fruto del diseño humano como instituciones, lo que crea el diseño humano se somete al trial and error, y la suma de aciertos se va institucionalizando. Creo que tienes que leer un poco a Hayek, pero a él, no sobre él en la Wikipedia ni similares. Comienza con Menger, o lee a Huerta de Soto en su "Socialismo, funcion empresarial y cálculo económico"
Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 21:03 (7)
Jfcarpio:
"Lo que decimos es que el dinero no es fruto de ninguna mente humana, si no de la interacción social."

Nota que tú estás eliminando en tu frase el rol de la mente humana. "Ninguna mente humana" incluye a una y a todas las mentes. Elegir el medio "más liquido" es el segundo paso después de concebir el dinero o medio de intercambio.

"Nadie dice que la gente llegó por azar del trueque al dinero"

Claro que sí (o no saben lo que dicen). Si la gente no llegó del trueque al dinero de manera "predeterminada" o "por diseño", ¿qué más queda aparte del azar? Tú dime qué mas queda. El dinero, en efecto, fue la respuesta (meditada) a un problema que se tenía con los trueques, problema fácil de imaginarnos.

"Citando a Adam Fergurson, Hayek sostenía que estas instituciones eran “fruto de la acción humana pero no del diseño humano”."

Ya te digo: O del azar o de un diseño no humano.

He leído a Hayek más que a Marx. Pero no necesito leerlo todo para entender lo que tú y Rallo están explicando sobre él muy bien y en esto me estoy basando. Recordarás que los ancaps Rothbard (un genio) y Hoppe comparten mi punto de vista y que hicieron, a su manera, el mismo punto. Hayek merece ser defenestrado algún día por su irracionalidad contagiosa.

Se critica su irracionalidad.




Enviado por el día 24 de Febrero de 2007 a las 22:25 (8)
No, nadie está negando el rol de la mente humana. Simplemente que el fruto de muchas mentes es más que la suma de las partes. ¿Me explico o no?

Sobre lo otro: Sí, pero Rothbard y Hoppe no son el alfa y el omega tampoco. En realidad no arremeten contra Menger nunca. El propio mercado es un orden sin jefe, un diseño sin diseñador, fruto de acciones deliberadas (mentalmente planeadas, a nivel individual o de colectivos pequeños) pero no deliberado en su conjunto.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 00:42 (9)
Y esta particular manera de hablar latín conocida como castellano o español ¿quién la meditó, Tranquilocomp?

A mí que me parece más irracional creer que fue una mente humana...
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 00:45 (10)
Marzo: ¿el estado, en abstracto, lo creó una mente humana?
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 01:48 (11)
No, lo cual no lo califica como institución. Condición necesaria/condición suficiente.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 11:39 (12)
Pues eso no casa mucho con la visión de los "enemigos de clase estatistas" que oprimen a la gente: que la gente erróneamente crea que no les oprimen es distinto, ¿no? Según vuestra concepción el estado es un robo y...¿acaso no es planificado el robo? Si no lo es, será que el estado no existe por la convención de los ladrones sino que es concomitante a la idea de sociedad: es una institución.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 12:56 (13)
No te líes. La institución del dinero no la ha creado nadie pero puede utilizarse para robar a la gente (inflación). El instrumento puede no haber sido planificado, pero la acción teleológica siempre es planificada.

El Estado en su forma actual no ha sido creado por nadie en concreto, sino que es fruto de muchas mentes (ponentes Constitucionales, parlamentarios, ministros, funcionarios...) pero carece de otros elementos que, a mi juicio, sirven para calificarlo como institución.

De todas formas, esto último no es demasiado importante. Las instituciones no son necesariamente buenas, ya que pueden ser fruto del error. En cierta medida, la esclavitud también puede entenderse como una institución (aunque yo tampoco la calificaría como tal) y no por ello la consideraría concomitante.

Así mismo, es perfectamente compatible que el Estado sea consustancial con las ideas actuales de la sociedad y que el Estado esté siendo usado por algunos para lucrarse a costa de los demás.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 15:51 (14)
"el lenguaje no ha sido creado por ningún individuo, por ningún gobierno ni por ningún consejo de sabios."

Cierto, pero fijándonos en el ejemplo histórico de las lenguas romances surgidas tras la caída del Imperio podemos concluir que si la organización de poder vigente no está por la labor prácticamente cada división geográfica natural crea su propia lengua entre sus habitantes, y entonces la virtualidad coordinadora del lenguaje ve reducida su práctica a límites mínimos, creándose unidades cerradas, empobrecidas culturalmente, y por ello más proclives al enfrentamiento armado con los vecinos.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 18:26 (15)
Más bien si el poder político se obstina en aislar las distintas unidades sociales y en impedir que comercien y se relacionen libremente entre sí.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 18:33 (16)
Digamos, pues, que un poder (el romano) no era obstáculo para que se pusieran en comunicación las diversas partes de su territorio, y otros (los feudales), surgidos de la descomposiciòn del primero, lo impedían.
Enviado por el día 25 de Febrero de 2007 a las 20:13 (17)
Marzo:
"Y esta particular manera de hablar latín conocida como castellano o español ¿quién la meditó, Tranquilocomp?
A mí que me parece más irracional creer que fue una mente humana..."

No lo dudo. Ja, ja, ja. No me asustes. Lo que les pasa por dejarse impresionar demasiado! Ja, ja, ja, se lo merecen, por cierto!

Jfcarpio:
"Simplemente que el fruto de muchas mentes es más que la suma de las partes. ¿Me explico o no?"

Sí, pero no me expliques eso! No le ibas a proponer eso a Mises tampoco! Lo de espontáneo es un "cuento chino", viejo. Rothbard y Hoppe no son el alfa y el omega pero te aviso que están mejor parados como intelectuales que Hayek. Se dieron cuenta que lo de espontáneo no va, que es la irracionalidad. (Mira a marzo. A ver, que nos diga que fueron muchas.)


Enviado por el día 27 de Febrero de 2007 a las 03:24 (18)

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