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16 de Diciembre de 2007

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Perdonen si me meto

Aunque no es mi debate, sí me parece importante contestar a algunos errores de bulto del último artículo de Luis Hernández Arroyo contra el patrón oro:
Creo que el patrón oro funcionó durante una época de la historia –aproximadamente desde el final de las guerras napoleónicas hasta la primera Gran Guerra– por la misma razón que ahora funciona el sistema de emisión de billetes de los bancos centrales: por que no había alternativa mejor pese a sus muchas deficiencias.
Depende qué se entienda por funcionar. El dinero tiene dos funciones: medio de cambio y depósito de valor. Es cierto que hoy el dinero fiduciario cumple más o menos con el primero, pero ni mucho menos con el segundo. Según esta regla de tres, el dinero fiduciario también "funciona" durante todas las hiperinflaciones, donde sigue circulando e incluso la demanda por numerario crece de manera vertiginosa. La diferencia entre una hiperinflación y el sistema actual, por consiguiente, es sólo el ritmo de envilecimiento.

Creo que esta imagen es suficientemente representativa de cómo funcionó el patrón oro y de cómo "funciona" el dinero fiduciario.
España, por ejemplo, no tuvo la fuerza suficiente para estar dentro; y es que estarlo exigía un compromiso riguroso con ciertas reglas: libre comercio, ajuste sin devaluaciones, productividad similar...
Gran problema esto de promover el libre comercio. Ahora en serio, el patrón oro no exige productividad similar. La afirmación complementaria parece ser que puede ganarse competitividad devaluando la moneda, lo cual es absurdo por mucho que la idea prepondere en las aulas universitarias. La única competitividad que se gana es en el corto plazo, para los stocks acumulados y producidos a la antigua paridad. Para la nueva producción la exportación de inputs también se encarece. La devaluación competitiva a lo único que lleva es a cargarse el libre comercio: cada país se especializa, no en función de sus ventajas comparativas, sino del tipo de cambio del momento.

Si otros países ganan productividad y yo no, podré comprarles más barato. Simplemente tendré que especializarme en otras partes de la cadena productiva. Los beneficios del libre comercio no se producen sólo entre iguales, esto ya viene desde Ricardo.
Aquellos que creen que estas condiciones quedaban garantizadas al someterse al patrón oro cogen el rábano por las hojas: al revés, era su existencia previa entre los países fuertes lo que les permitía cumplir con él.
Otro error. Puede existir patrón oro sin libre comercio o sin productividad similar. La cuestión es si, a largo plazo, puede existir libre comercio sin patrón oro y tipos de cambio fijos.
Hay innumerables ejemplos históricos que demuestran que compromisos formales de rigurosidad no implican luego un comportamiento ejemplar. Citaré algunos: la Unión Monetaria Latina, fracasada por culpa de un país débil como Italia. El currency board de Argentina en 1991, acabado en catástrofe pocos años después (por cierto, sin que los depositantes hayan sido resarcidos ni mínimamente). Nuestra UME y el euro, que no ha resultado, como decía la propaganda, en liberalización de las economías.
Lo cual supongo que viene a darme la razón sobre el lado por el que hay que coger el rábano: puede haber patrón oro (o tipos de cambio fijos) sin necesidad de establecer una economía liberalizada. Y desde luego, el patrón oro y los tipos de cambio fijos no son ninguna garantía absoluta frente a gobiernos corruptos e intervencionistas, pero sí un importante límite.

Vamos, que la libertad de armas no es una garantía absoluta contra el establecimiento de una dictadura, pero sí limita el poder del Estado y su grado de discrecionalidad.
Hay un mito sobre el patrón oro que dice que maniata a los poderes públicos para que no puedan manipular las emisiones de dinero. Eso sólo sucede cuando hay un compromiso entre los países más importantes, pues el patrón oro es, ante todo, una obligación multilateral de no devaluar para facilitar los ajustes.
El patrón oro es un compromiso de convertibilidad de la propia divisa en una determinada cantidad de oro. Que yo sepa aquí se prometía convertir el billete en oro, no mantener un determinado tipo de cambio con otras divisas. Por supuesto, si un dólar=1 onza de oro, y una libra=2 onzas de oro, la convertibilidad entre el dólar y la libra queda fijada en 1 dólar=1/2 libra.

La devaluación sólo es posible si previamente si viola el compromiso de convertir la moneda en una DETERMINADA cantidad de oro, esto es, en caso de violar el patrón oro. Por tanto, la anterior frase sólo es cierta si decimos que "el patrón oro implica el compromiso de mantener el patrón oro".
No tiene sentido, por tanto, especular con que un país como España tendría menos inflación ahora si desde el año X hubiera fijado su moneda al oro. Un país que actuara así estaría a merced de los ajustes cambiarios que hicieran los demás; al final, si estos cambios fueran importantes, tendría forzosamente que cambiar su paridad oro/divisa (o dólar/divisa: caso argentino).
Lo que sí es cierto es que estaría a merced de fuertes oscilaciones del oro en el corto plazo, pero en el largo lo único que obtendría sería una moneda más sólida y con mayor poder adquisitivo en el extranjero. Es de sentido común que si cada vez el oro es más valioso porque tu moneda es de peor calidad, los países con moneda convertible en oro tengan que ofrecer cada vez una menor cantidad de numerario para adquirir un igual número de mercancías. Simplemente porque los ciudadanos extranjeros quieren captar oro.

De todas formas, el problema de las oscilaciones del oro para un país pequeño, obviamente, no se soluciona devaluando y revaluando, ya que eso permitiría a los especuladores vaciar de oro al banco central.

Y por último, sí tiene sentido preguntarse cuánto se ha envilecido la moneda en 30 años según su pérdida de valor con el oro, pese a las dificultades que tenga la adopción unilateral del oro en un país pequeño. Es una ilustración del brutal señoriaje (léase robo) que han practicado los gobiernos y de la pésima calidad del papel moneda.
También es falso el mito de que confiere estabilidad: sólo lo hace en condiciones de producción de oro metal en cuantía suficiente para satisfacer la demanda de liquidez.
Nunca ha existido un patrón oro sin letras de cambio, que son precisamente la parte de la fórmula que ajusta la demanda por fondos líquidos en el mercado monetario. A mayor cantidad de bienes finales para consumir, mayor cantidad de letras de cambio pueden emitirse. El oro al final sólo actúa para saldar las posiciones acreedoras netas y para controlar las expansiones de crédito mediante su atesoramiento.
Hay ejemplos numerosos de contracciones debidas a la escasez de metal, como demuestra la larga marcha del bimetalismo oro-plata –también fracasado–, que era un intento de suplir esa escasez de oro. Por supuesto, en las épocas de sobreabundancia de oro y oro-plata lo que había era inflación.
Aquí los fallos son múltiples. Primero existe un problema de causalidad: no es la escasez de oro lo que causa una contracción, sino que las contracciones causan escaceses aparentes de oro. Dicho de otro modo, durante las crisis el oro se atesora y sale del país, pero no circula. Esto lleva a muchos a creer que es la falta de oro lo que ha desatado la crisis. Segundo, el bimetalismo no es el mejor ejemplo de un sistema monetario libre que degenere en crisis.

El bimetalismo, allá donde existió, fue una fijación gubernamental del precio entre el oro y la plata. En la mayoría de los casos, la plata estaba infravalorada en la paridad, de modo que siguiendo a Gresham, desapareció de la circulación. Como explica Rothbard:
by establishing bimetallism, Britain became perpetually subject to the evil known as Gresham’s Law, which states that when government compulsorily overvalues one money and undervalues another, the undervalued money will leave the country or disappear into hoards, while the overvalued money will flood into circulation. Hence, the popular catchphrase of Gresham’s Law: “Bad money drives out good.” But the important point to note is that the triumph of “bad” money is the result, notof perverse free-market competition, but of government using the compulsory legal tender power to privilege one money above another.
Por último, Luis Hernández Arroyo cita un párrafo de Yeager que por su cantidad medias verdades no me resisto a comentar:
Nuestro actual sistema monetario internacional es una evolución del patrón oro, al que, incluso hoy en día, algunos reformadores quieren retrotraernos. No es un sistema que haya ganado con el tiempo. Aunque las monedas de oro y plata aparecieron de muy antiguo, la estandarización de las unidades monetarias como un peso determinado de oro sólo aparece en el siglo XIX. El dinero en la Edad Media era un batiburrillo de oro, plata y monedas menudas de diverso grado de fiabilidad de contenido a su valor facial, emitidas por una gran variedad de gobiernos nacionales y locales, e intercambiados a tipos de cambio fluctuantes. A medida que se imponía la estandarización, la plata fue probablemente mucho más importante monetariamente que el oro. El billete fiat estaba lejos de ser inusual, en Suecia durante periodos del XIX y en las colonias americanas antes y durante la guerra de Independencia.
Primero, las monedas de oro y plata se intercambiaban a tipos de cambio fluctuantes durante la Edad Media según la expectativa de oro y plata real que la moneda se esperaba que contuviera. Segundo, hasta que los avances en la minería permitieron fraccionar el oro de manera barata, la plata fue muy importante a la hora de atesorar y desatesorar el valor; simplemente porque no era necesario liquidar el conjunto del activo para extraer valor de los ahorros. El oro se reservaba para liquidar los grandes pagos. Tercero, el dinero fiat, antes y después, en las colonias de EEUU fue una aberración total.  Antes:

By 1740, every colony but Virginia had followed suit in fiat paper money issues, and Virginia succumbed in the late 1750s in trying to finance part of the French and Indian War against the French. Similar consequences—dramatic inflation, shortage of specie, massive depreciation despite compulsory par laws— ensued in each colony. Thus, along with Massachusetts’ depreciation of 11-to-1 of its notes against specie compared to the original par, Connecticut’s notes had sunk to 9-to-1 and the Carolinas’ at 10-to-1 in 1740, and the paper of virulently inflationist Rhode Island to 23-to-1 against specie.
Y después:
It is no wonder that the greenbacks, depreciating rapidly in terms of gold, depreciated in terms of goods as well. Wholesale prices rose from 100 in 1860 to 210.9 at the end of the war, a rise of 110.9 percent, or 22.2 percent per year.
Si estos son los mejores antecedentes históricos al sistema monetario actual, la llevamos clara.

Comentarios

 
¿ Habría que estar trasportando oro de un banco central a otro ? ¿ No es eso muy engorroso ?
Enviado por el día 16 de Diciembre de 2007 a las 20:15 (1)
No necesariamente, los bancos pueden ser depositarios de otros bancos. El traslado sólo sería necesario cuando los costes de depósito (incluido el riesgo de impago) superen a los de transporte.
Enviado por el día 16 de Diciembre de 2007 a las 20:34 (2)

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