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1 de Septiembre de 2003

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Seny
Bitácora de Antonio Mascaró Rotger

Loco Iván (una de submarinos)

Durante la Guerra Fría los submarinos de las flotas americana y soviética jugaban al gato y al ratón por los océanos Atlántico, Pacífico y Ártico.
Cada submarino escuchaba el espacio a su alrededor en busca de hélices enemigas con potentes aparatos de sonar. Pero el espacio que quedaba exactamente detrás de la popa del navío era un punto muerto ya que el rumor de sus propias hélices eclipsaba cualquier otro sonido. Cuando el capitán de un submarino sospechaba que era seguido por un enemigo no le quedaba más opción que cambiar de rumbo para que su posible perseguidor quedara al descubierto antes los sonares que el perseguido tenia desplegados en su amura.
Los capitanes soviéticos idearon una osada variante de esta maniobra. Consistía en dar tal golpe de timón que el perseguidor se echaba, por propia inercia, encima del perseguido. Ante el choque inminente, el capitán americano previsiblemente daría la orden de "¡atrás toda!" desvelando así su posición por el estruendo de sus hélices al cambiar tan drásticamente de marcha.
Los americanos llamaron a esta maniobra "Crazy Ivan", Iván Loco.
Hubo, ciertamente, más de un choque.
Y los que solían llevar las de perder eran siempre los rojos.
Los americanos se les echaban encima y ya era demasiado tarde para maniobrar.
¡Alarma de choque!
El operador de sonar americano entonces escuchaba cómo se fracturaba el caso del enemigo y cómo sus compartimentos iban llenándose de agua.
Los americanos solían decir, a resultas de casos como estos, que el mejor torpedero de la flota americana era la metalurgia soviética. Que, por otro lado, ¡era el orgullo de la economía soviética!
La armada americana, reflejo de la economía que la sustentaba, ponía todo su énfasis en la calidad. ¡Se trataba de del cliente; el cliente siempre tiene razón! Poco submarinos pero rápidos, silenciosos y seguros.
La armada soviética, reflejo de la economía que la sustentaba, ponía todo su énfasis en la cantidad. ¡Se trataba de la Rodina, todo por la Madre Patria! Muchos submarinos, cutres, estruendosos y destartalados. Pero muchos.
La URSS se ofuscó construyendo submarinos. ¡Cantidad, cantidad! ¡Más madera, es la guerra! que decían los otros Marx.
Desde Pedro el Grande, Rusia ha intentado tener una armada imponente; no importaba el coste.
Pero los costes en vidas humanas en el años 2003 ya no se ven igual que en tiempos del alocado Pedro.
Este sábado, a tres millas náuticas al noroeste de la isla de Kildin, cerca de la península de Kola, se ha hundido el submarino ruso K-159.
Se ha llevando consigo nueve vidas humanas.
Es la misma zona donde se hundió el Kursk, que se llevó 118 vidas.
Mientras un remolcador llevaba al K-159 desde su base hasta su desguace, a casi 200 millas náuticas, alguien dejó la escotilla abierta, contraviniendo la órdenes. El submarino empezó a hundirse y la tripulación recibió ordenes de abandonar el barco 90 minutos antes del hundimiento total. Tiempo más que suficiente para salvarse. Pero el helicóptero que debía rescatarles se equivocó. En la misma zona, otro submarino también estaba siendo remolcado. Y el helicóptero se fue hacia el otro.
Los equipos de rescates llegaron hora y media después del hundimiento. El K-159, cuarenta años después de su botadura, yace ahora con sus nueve cadáveres y dos reactores nucleares (apagados desde 1989) a 238 metros de profundidad.
Dice el The Moscow Times que el Almirante Retidaro Eduard Baltin ha recordado en la radio Ekho Moskvy que el K-159 ya tenía vías de agua en cuando realizó su última misión en 1983. Añadió que no deberían haber puesto hombres abordo y que hacerlo había sido "como ponerlos en un barril lleno de agujeros".
Loco Iván.

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