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15 de Junio de 2005

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1812
Bitácora de Daniel Rodríguez Herrera

El robondeo, de nuevo

Hace ya más de tres años, cuando ya escribía para Libertad Digital, envié una carta al mismo periódico digital contestando a un artículo de Francisco Capella. Significó mucho para mí esa carta, pues Paco lo que hizo fue invitarme al seminario de doctorado del catedrático Jesús Huerta de Soto donde, entre otras cosas, conocí a muchos de los que hoy formamos el Instituto Juan de Mariana, presidente incluido.

Bueno, el caso es que después de este tiempo, Alberto Recarte me da la razón (metafóricamente, claro, no creo ni que leera la carta en su día), sólo que mucho mejor desarrollado y explicado, claro:
El coste al que me refiero es la dificultad para hacer cálculos económicos, en tanto en cuanto hemos perdido parcialmente la medida para saber si un bien o servicio que compramos –o vendemos– es caro o barato; en definitiva, la pérdida temporal –aunque son más años de lo que suponíamos– de una de las funciones básicas que desempeña el dinero en una economía, el de ser medida del valor de lo que compramos o vendemos. En la vida diaria y para compras habituales, las que constituyen una parte importante de la cesta de la compra, seguimos sin poder reaccionar inmediatamente ante el cambio de precio de la mayoría de bienes y servicios. Cuesta un gran esfuerzo saber si una subida –por ejemplo– del precio del tomate de un céntimo de euro es mucho o poco y, por tanto, cómo debemos reaccionar económicamente, para distribuir de la forma más útil posible nuestros ingresos. Cuando lo que se tienen que calcular son no uno o dos precios sino diez, veinte o treinta diariamente, al final se deja de hacer la conversión a las antiguas pesetas, un nivel de referencia consolidado.

[...]

Ahora, simplemente, la mayoría de la población se va gastando sus rentas hasta que se terminan. Pero sin saber si sus compras son las más acertadas o convenientes. Este fenómeno no se produce, o si lo hace se produce de forma atenuada, sin embargo, en el caso de los bienes que son de excepcional importancia para cada uno de nosotros: como nuestro salario o la compra de una vivienda o un automóvil. Para estos precios sí hacemos el ejercicio de conversión a las antiguas pesetas o hemos interiorizado su nivel y su variación en términos de euros.
Un economista explica desde la escuela austriaca los problemas de inflación que hemos tenido (y seguimos teniendo) por culpa del cambio de moneda.

Comentarios

 
Convendría que el Sr. Recarte fuera mas preciso con las palabras y los conceptos, ya que una de sus afirmaciones, donde evidencia su formación neoclásica, es incorrecta y falaz; en ella dice lo siguiente :" una de las funciones básicas que desempeña el dinero en una economia, el de ser medida del valor de los que compramos o vendemos"; el valor o la utilidad no hay forma de medirlos; el dinero no es una unidad de valor, no es más que un medio de cambio interpersonal, que por cierto no es neutral.
Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 14:52 (1)
Que haya subido el precio del tomate o del café no supone que se haya producido un proceso inflacionario. Tendríamos que saber si se ha producido un descenso del precio de los bienes de excepcional importancia o de los precios en el resto de zonas con la misma moneda. Puede que se haya producido un traslado de masa monetaria de unos paises a otros, apoyado precisamente en unos tipos de interés anormalmente bajos para el nivel del IPC de España pero lógicos con el IPC de la eurozona. Estos traspasos también se producían cuando en España se compartía el mismo tipo de interés para provincias con diferentes IPC.
Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 15:05 (2)
Para saber si a una persona le sube el precio del tomate o del cafe, se necesita saber si la subida es superior o inferior respecto a la subida de su salario. Para saber si el tomate o el cafe sube respecto al resto de bienes, habrá que saber si sube o no por encima del IPC. El efecto euro, normalmente nos engaña en estos artículos, pues se sigue asociando 1 cént. a 1 pta. Como a los bienes básicos medianamente asequibles no se le da gran importancia, la gente no se molesta muchas veces en comprobar lo que supone una sibida por pequeña que sea.

Ahora bien, es natural que si nos gastamos 4 millones de las antiguas para un coche o 40 para un piso, los consumidores entremos a comparar. En lo poco no nos molestamos, en lo mucho sí. Aparte de que estos bienes de "excepcional importancia" se ven más bien como "inversiones".

Saludos.
Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 17:16 (3)
Rescatar a Recarte está Requete-bien
Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 19:09 (4)
No tengo ninguna formación económica, pero lo que describe Recarte es una sensación que me persigue desde que está el euro en marcha, y no creo ser el único. Cuando se trata de un gasto importante como coche ó casa, todos pasamos a pesetas y sabemos comparar y saber si es caro o barato. Pero el día a día es un desmadre, ya que el gasto no suele suponer descalabrar el presupuesto, y cosas que en pesetas me hubiese pensado el comprar, las pienso a posteriori. No es un efecto de capitales que se desplazan de un lugar a otro de Europa, es un efecto de falta de referencias de precios de las cosas sencillas. Creo.
Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 22:37 (5)
Eh? Estais de broma? Donde esta la inflacción esa de la que hablais? La zona euro, donde todos los paises han cambiado de moneda hace tres años, como aqui, tiene una inflacion armonizada del 2%, es decir, justo el objetivo del ECB.

Lo que hay es un problema acojonante de ciclos descoordinados que mantiene al ECB atado de pies y manos.

Es increible que Recarte haya escrito un artículo con un argumento tan exageradamente antiempírico. Que pasa, es que a los holandeses se les dan mejor las matemáticas?

Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 22:49 (6)
Formación neoclásica? Con esa argumento de agentes irracionales (particularmente párvulo)?
Y particularmente antiempirico.

Enviado por el día 15 de Junio de 2005 a las 22:52 (7)
Yo no lo acabo de entender. Supongo que había una cierta desorientación inicial al hacer compras en cuando a si un precio aislado era caro o barato (antes de convertir mentalmente a pesetas).

Pero en lo que nunca ha podido haber desorientación es en el hecho de que cuantos menos euros, más barato, al comparar el mismo producto o similar en distintas tiendas.
Enviado por el día 16 de Junio de 2005 a las 10:18 (8)
Mano,

Coincido con grimsb. Por razones que no vienen a cuento, en mi caso soy yo quien hace las compras de la casa, desde las muy grandes a las más pequeñas, quiero decir, a las compras de supermercado, panadería o frutería. Y puedo asegurarte que aun hoy, con esos más de tres años de rodaje del euro (me 'suena' que en Francia, cuando se implantó un franco fuerte que equivalía a 10 francos anteriores, la población tardó 10 años en hacerse a la nueva moneda en el sentido que aquí se está tratando), la sensación de que por el simple hecho de pagar las cerezas a 4.90 euros, y no a más de 800 pesetas, esas cerezas no son caras y están demasiado fácilmente a mi alcance, es inevitable. Y que los céntimos de euro son prácticamente nada pudiendo prescindirse ellos alegremente (siendo, como son, 90 céntimos ni más ni menos que 150 pesetas) está ya asumido por el subconsciente y hasta por el consciente. Por los míos, desde luego.

Y si me ocurre a mí, que 'traduzco' o referencio euros en pesetas con cierta facilidad, qué no le sucederá, en ese mismo sentido, al ama o amo de casa que porque les es dificultoso, por apatía o por simple imposibilidad, llevan a cabo esa transformación solo en compras importantes (casa, coche, muebles y poco más) y en absoluto en compras menores.

Otra cosa es que ese fenómeno de falta de referencia facil y segura en los precios de menor cuantía, tenga consecuencias, y cuales puedan ser éstas, en cuanto a un mayor gasto de las familias o un mayor beneficio de las empresas.
Enviado por el día 16 de Junio de 2005 a las 17:02 (9)
Sí, belaborda, eso lo entiendo y a mí también me pasa. Lo que no veo nada claro es que eso determine un alza de los precios.

Porque entra en juego la comparación entre los precios de distintos vendedores, que empuja a la baja. Es decir, que aunque tú o yo pagáramos esos 4,90 euros por desidia, cansancio, o la razón que sea, con que haya un cierto volumen de compradores mirando las diferencias (que los hay), el hecho es que, en poco tiempo, nadie te vendería a 4,90, porque no podría, ya que se quedaría con mucho producto sin vender.

Otra cosa sería si cada compraventa se cerrara privadamente, con un precio distinto para cada comprador.
Enviado por el día 16 de Junio de 2005 a las 18:50 (10)
"(que los hay)" digo. Yo mismo, claro y prácticamente cualquiera que compre algo tiene alguna idea más o menos exacta de cómo andan comparativamente los precios, creo.

Y lógicamente, una idea más exacta cuanto más consumes ese producto, o sea, que los compradores "enterados" están super-representados en la compra de cada cosa.
Enviado por el día 16 de Junio de 2005 a las 21:13 (11)

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