10 de Junio de 2007
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Bitácora de Daniel Rodríguez Herrera
La frase progre de hoy
No exigiré rectificaciones. Así se demuestra el consenso.
Estas declaraciones del presidente esconden algo más de la caradura que denuncia Addison. Son, sobre todo, propaganda. Cuando mañana Rajoy exija a Zapatero que rectifique y vuelva a la política antiterrorista que firmó en el pacto por las libertades, el presidente y sus plañideras entonarán el "ya lo decía yo": Rajoy exige rectificaciones, luego no está por el consenso y es malo malísimo.
Zapatero parece haber elegido: es mejor para sus ambiciones electorales seguir dándole al PP y negarse a reconocer su fracaso. Es posible que tenga razón. Lo que no quiere decir que no sea indecente.
Comentarios
Cuando dice lo de que no exigiré rectificaciones está pensando en él, y aunque aprovecha la excusa de la entrevista con Rajoy, su intención última es la de ser autoindulgente. Lo que parecería indicar que no puede cambiar aunque quiera.
Sí, es cierto que encierran propaganda y caradura esa palabras del canalla de La Moncloa. Pero, lo que yo me pregunto es por qué el líder de la oposición no intenta, al menos, desmontar de raiz esa desfachatez. ¿Como que Él -sin duda este individuo es tan engréido y cursi como los peores tiranos- no va exigir rectificaciones? ¿No es él quién quiere hacer creer con dos gestos que éstá rectificando, al tiempo que insiste en que siempre actúa correctamente? ¿Es tán díficil señalar que tan pueril contradicción de un mentiroso no puede colar entre personas mayores de edad?
La segunda cuestión que me causa perplejidad es que este sujeto se atreva a perdonar la vida a los demás y tenga la caradura de un tahúr cuando es sorprendido haciendo trampas. ¿Os imaginaís a un jugador al que se pilla utilizando una baraja con cartas marcadas espetando al resto que no va a exigir que le devuelvan su dinero? ¿No sería lo más probable que la mayor vergüenza cayera sobre él y se le obligara a abandonar la partida previa devolución de lo estafado? ¿Y lo del consenso? ¿Qué tontería es esa de que sea un valor por si mismo estar de acuerdo con un sujeto que se proclama por encima de las reglas y las leyes? ¿A donde hemos llegado después de los 30 años que han pasado desde las elecciones del 77? ¿A que un tiranuelo metrosexual exija que todo el mundo se pliegue a sus conveniencias arbitrarias? Ni un solo medio influyente de papel o audivisual denunciará esta obviedad (Pedro J., ¿Es tan importante bailarle el agua a este tirano un día si y al otro darle jaque?)
La segunda cuestión que me causa perplejidad es que este sujeto se atreva a perdonar la vida a los demás y tenga la caradura de un tahúr cuando es sorprendido haciendo trampas. ¿Os imaginaís a un jugador al que se pilla utilizando una baraja con cartas marcadas espetando al resto que no va a exigir que le devuelvan su dinero? ¿No sería lo más probable que la mayor vergüenza cayera sobre él y se le obligara a abandonar la partida previa devolución de lo estafado? ¿Y lo del consenso? ¿Qué tontería es esa de que sea un valor por si mismo estar de acuerdo con un sujeto que se proclama por encima de las reglas y las leyes? ¿A donde hemos llegado después de los 30 años que han pasado desde las elecciones del 77? ¿A que un tiranuelo metrosexual exija que todo el mundo se pliegue a sus conveniencias arbitrarias? Ni un solo medio influyente de papel o audivisual denunciará esta obviedad (Pedro J., ¿Es tan importante bailarle el agua a este tirano un día si y al otro darle jaque?)
Al final -no podía ser de otra manera- el talante rodríguezapataril ha resultado ser un fiasco. Un timo en toda regla.
Si uno hace un análisis con un poco de perspectiva de lo que está sucediendo en España, no le quedará más remedio que acudir al origen de toda esta pesadilla: el congreso en el que el PSOE eligió a Zapatero como secretario general de la organización "obrera". Un partido al que le llegó, con el paso cambiado, una repentina dimisión de Felipe González. De ahí han salido todos estos personajes de sainete: Pepiño, Caldera, Maleni, Zerolo, López Berrido... y, naturalmente, el propio Zetapé.
Si uno hace un análisis con un poco de perspectiva de lo que está sucediendo en España, no le quedará más remedio que acudir al origen de toda esta pesadilla: el congreso en el que el PSOE eligió a Zapatero como secretario general de la organización "obrera". Un partido al que le llegó, con el paso cambiado, una repentina dimisión de Felipe González. De ahí han salido todos estos personajes de sainete: Pepiño, Caldera, Maleni, Zerolo, López Berrido... y, naturalmente, el propio Zetapé.
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