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10 de Mayo de 2004

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1812
Bitácora de Daniel Rodríguez Herrera

¿Un Plan Marshall para el Tercer Mundo?

ZP quiere que la UE ponga en marcha un Plan Marshall para que los países paupérrimos dejen de serlo. Por esas casualidades de la vida, esa idea se la hemos escuchado, hace bien poco, a Günter Grass, ciudadano de Alemania, uno de los dos motores de la Unión, según la eurovisión zapateril (el otro, vergüenza me da decirlo, es Francia). El señor Grass, a su vez, se la ha tomado prestada a Willy Brandt.

Convendría que ZP y sus compañeros de fatigas marshallianas se asomaran a este artículo que publicó hace ya unos años Ian Vásquez en el Cato Institute, o a este otro, de Richard Rahn, del que se hizo eco en su día Hispalibertas.

Habrá que esperar en qué queda el PM de ZP; pero no para sostener que, si se trata de soltar dinero a espuertas, será un robo a los contribuyentes europeos, un regalo a los cleptócratas del Tercer Mundo y, por eso mismo, una afrenta a quienes los padecen.

El dinero no lo es todo, ni mucho menos. Que se lo digan a los cubanos, sometidos desde hace casi medio siglo a la dictadura de Fidel Felón:

"(...) el gobierno de Castro pudo permitirse el lujo de ser aún más ineficiente dado el monto asombroso del subsidio soviético: una cantidad tan grande que la historiadora Irina Zorina, de la Academia de Ciencias de Rusia, ha llegado a cuantificar en más de cien mil millones de dólares. Es decir, cuatro veces lo que fue el Plan Marshall para toda Europa, y más de tres veces la suma dedicada por Washington a la Alianza para el Progreso para toda América Latina. Y esa monstruosa cantidad fue volcada sobre una sociedad que en 1959 contaba con seis millones y medio de habitantes, y 33 años más tarde apenas alcanzaba los once.
Naturalmente, en 1992, cuando ese subsidio desapareció, se produjo una brutal contracción de la economía, la Isla perdió el 50% de su capacidad productiva, y tuvo que dejar sin funcionamiento el 80% de su industria (...)"

(Manual del perfecto idiota latinoamericano... y español, pág. 157. C.A. Montaner, P.A. Mendoza y Á. Vargas Llosa. Plaza & Janés, 1996)

¿Cómo se puede ayudar a los países paupérrimos? Atendamos a lo que propone Xavier Sala i Martín en Economía liberal para no economistas y no liberales (Plaza & Janés, 2002). Extractaré algunos pasajes de 'El corazón de África sangra' (págs. 139-148):

- "El papel más importante deben desempeñarlo los líderes políticos y los gobiernos africanos, que son quienes deben tomar la iniciativa. La economía no puede funcionar sin paz y libertad, sin estabilidad política, sin un gobierno que proteja los derechos de propiedad y con una burocracia y una corrupción que ahogan la iniciativa privada".

- "(...) en la reunión de líderes del África francófona celebrada en Yaundé a mediados de enero de 2000, el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade, presentó el Proyecto Omega, que intenta fomentar el crecimiento económico del continente sin tener que depender de la condonación de la deuda y de las limosnas de los países ricos [...] Todos los procesos de desarrollo anteriores han fracasado porque, entre otras razones, han sido impuestos desde fuera (...)".

- "La ayuda debe darse de dos formas. Por un lado, los países ricos tienen que invertir dinero en el continente. Pero (...) de un modo inteligente (...) Para evitar el derroche, yo sería partidario de que el dinero de los países ricos se centrara en las ayudas sanitarias [Sala sugiere que los países ricos compren a los laboratorios, a precio de mercado, grandes cantidades de vacunas, y que luego las donen a los enfermos de los países pobres. Algo parecido contempla para el desarrollo de cultivos transgénicos] [...] El segundo tipo de ayudas (...) consiste en reducir las barreras proteccionistas y las subvenciones que tanto EEUU como Europa dan a sus productos agrícolas. Los contribuyentes pagamos más de 34.000 millones de euros anuales para subvencionar a los campesinos europeos y americanos (...) Además de representar unos costes obscenos para los contribuyentes europeos y americanos, este proteccionismo tiene efectos devastadores en el Tercer Mundo: los productos agrícolas africanos no sólo no pueden entrar en los ricos mercados europeos, sino que incluso tienen problemas para ser vendidos en su propio país, donde resulta más barato comprar leche europea que local. Esta competencia desleal es una vergüenza".

- "[las] empresas de los países ricos (...) deben contribuir de cinco formas básicas. La primera es proporcionando recursos monetarios y humanos (...) La segunda (...) es invirtiendo directamente en la salud de los africanos [...] gastar un poco más para mantener la salud de los trabajadores conllevará mejoras de productividad y beneficios superiores. La tercera forma que tienen las empresas de ayudar es colaborando en la distribución de medicamentos (...) Una forma de evitar que lleguen a manos de jefes locales corruptos es que las empresas multinacionales comprometidas utilicen a sus trabajadores y sus redes comerciales para distribuirlas. Las empresas también pueden informar sobre las conductas sexuales menos peligrosas (...) La cuarta vía [por la que pueden colaborar las empresas] es facilitando el acceso a la educación de los más pobres (...) Finalmente, la mejor manera que tienen (...) de colaborar (...) es simplemente haciendo negocio con ellos, invirtiendo, comprando y vendiendo en esos países".

- "Iniciativas como el Jubileo 2000, que ha llevado a cabo una gran labor de concienciación de los ciudadanos en relación con el tema de la condonación de la deuda, deberían cambiar de rumbo y empezar a concienciar a la gente sobre el perjuicio que los subsidios y el proteccionismo agrícola europeo y norteamericano causan a los países pobres. (...) poner tanto énfasis en la condonación de la deuda es, a mi juicio, un error. Y lo es porque la deuda del Tercer Mundo no es la causa sino un síntoma de sus problemas. (...) si no hacemos que los países africanos creen unas economías estables que generen crecimiento y riqueza y nos limitamos a condonarles las obligaciones financieras, dentro de cinco años volverán a tener créditos impagables que se tendrán que volver a condonar".

-"[El FMI, el BM, etc.] deben seguir aportando dinero, ideas y capital humano. Pero han de cambiar su actitud (...) Tienen que entender que las soluciones deben venir de abajo y que no deben ser impuestas desde arriba. (...) las instituciones internacionales deben entender que, a menudo, los programas de ajuste que no tienen en cuenta los perjuicios que se causan a los más desamparados pueden acabar generando una sensación de injusticia, un malestar social y una violencia colectiva que acabe con la viabilidad de todo el proceso".

Tiene buena pinta, ¿no?

Comentarios

 
Muy buena pinta, Mario

Creo que has hecho un artículo tremendamente bueno
Enviado por el día 10 de Mayo de 2004 a las 15:28 (1)
A sus pies, Sir Winston
Enviado por el día 10 de Mayo de 2004 a las 17:45 (2)
Me uno a las felicitaciones , y me alegro de que nombres el manual del perfecto idiota , por razones personales tengo en alta estima al mismo y a sus autores.
Enviado por el día 10 de Mayo de 2004 a las 20:44 (3)
De acuerdo con el artículo. Por fin parece que un sector de la sociedad empieza a despertar y a llamar a las cosas por su nombre. Me pregunto por qué sigue habiendo ese interés a nivel gubernativo mundial en transferir fondos a países que han demostrado en el pasado que lo han robado o dilapidado. ¿No serán esas transferencias de capital una forma de corrupción también aquí en Occidente que sirven para financiar partidos, campañas o mero robo de ciertas élites gubernamentales?
Enviado por el día 15 de Mayo de 2004 a las 20:06 (4)

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