13 de Junio de 2004

Vaya por delante que, por decirlo suavemente, no me considero francófilo y que coincido con el que dijo que los franceses son el pueblo que está encantado de conocerse. Dicho esto hay un aspecto de este país que realmente me sorprende y a veces, como es el caso, me irrita. Francia tiene el honor de haber inventado todo lo que quiere y ser pionera en todo lo que le apetece. Julio Verne era muy original, da lo mismo que aviones ya los hubiera diseñado Leonardo o que los sumergibles ya se hubieran usado en la guerra de Secesión americana. Les costó reconocer que los hermanos Wright inventaron el avión y nadie duda que fueron uno de los vencedores de la segunda guerra mundial, sólo hay que ver la actuación de sus victoriosos ejércitos. Pero si hay algo que me hastía especialmente es que se atribuyan la invención de los Derechos Humanos.

Todo esto viene a raíz de una entrevista publicada en La Razón el día 3 de este mes a Michel Tubiana, absolutamente desconocido para mí y presidente de la Liga Francesa de los Derechos Humanos. En un momento de la misma el entrevistador, Javier Gómez, preguntaba: "AI se preguntaba esta semana si Francia sigue siendo la patria de los derechos humanos. ¿qué piensa usted?" Y el susodicho afirmaba: "La Liga Francesa de los Derechos Humanos fue fundada en 1898 por el "Caso Dreyfuss". Lo que demuestra que ya entonces había graves deslices. Francia fue el primer país que codificó la base y el fundamento de los derechos..." ¡Cómo que fueron los primeros! Tiremos de historia.

Nuestro insigne entrevistado se retrotrae a 1898, pero nosotros iremos un poquito más lejos, que siempre me ha gustado andar por los caminos de la historia y nos olvidaremos de que el propio Montesquieu afirmo que solo pretendía que se implantara en Francia un sistema como el inglés en vez del absolutismo que padecían.

Allá en la pérfida Albión, el poder regio se vio coartado por la Carta Magna, corría el año 1215, y que fue reafirmada por la Confirmación de Chartres de 1297. Los dos textos limitaban el poder real y le impedían poner nuevos impuestos sin el consentimiento de sus súbditos. En el siglo XIV ya disponía de un parlamento bicameral. Desde 1300 los abogados se formaban en derecho consuetudinario (Common Law) que defendía en gran medida el derecho de propiedad. Aunque parezcan lejanos en el tiempo, creo que es interesante apuntar estos primeros pasos, ya que no se dieron en Francia.

En fecha tan temprana como 1644, John Milton escribió "Areopagitica", título que da nombre a esta bitácora y que es un elocuente texto en prosa en defensa de la libertad de prensa y opinión y que se ha convertido en uno de los textos fundamentales de la historia de la democracia. Sólo un poco más tarde, John Locke escribía "Ensayo sobre el entendimiento humano" (1690), obra en la que argumentaba a favor de un gobierno constitucional, la división de poderes e insistía en la inviolabilidad de las libertades civiles de pensamiento y de creencia; menos llamarlos derechos, lo dijo todo. Por estas mismas fechas se aprobaban el acta de "Habeas Corpus" (1679) y el "Bill of Rights" (1688/9). En plena Revolución Gloriosa en 1688, un siglo antes que la tan cacareada Revolución Francesa, se promulgan la Declaración sobre los Derechos y Libertades de los Súbditos y sobre cómo se establece la Sucesión a la Corona más conocida como Declaración de Derechos que garantizaba que el rey no podría suspender leyes ni imponer impuestos, la libertad de expresión y la obligación de convocar el Parlamento. Algo más tarde, en agosto de 1735 nos encontramos con el que puede ser el primer juicio por la libertad de expresión y que ya conté en mi primera anotación en esta bitácora. El editor neoyorquino John Peter Zenger cargo contra el gobernador local acusándole de corrupción, este le encarcelo y se fue a juicio. Su abogado fue Andrew Hamilton y logro que el tribunal reconociera que la verdad no constituía difamación y que la libertad de publicar la verdad era un derecho natural de un inglés nacido libre. En este mismo continente si seguimos en el tiempo nos encontramos con el 4 de julio de 1776 en el que unos revolucionarios de pro afirmaron: "Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales, que están dotados por su creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos el de la vida, el de la libertad y el de la búsqueda de la felicidad...". Y, por ultimo, en 1792 Thomas Paine escribía sus "Derechos del Hombre".

Para encontrar hechos similares en nuestro "amado" país vecino nos tenemos que ir a fechas como 1748, cuando Montesquieu publica "El espíritu de las leyes" en la que apoya las teorías de Locke y propugnaba la adopción del sistema británico de gobierno, es decir 58 años después de la teorías del insigne inglés y unos cuantos años más de la Common Law y la Carta Magna. En 1835 Tocqueville escribe "Sobre la democracia americana", su titulo ya es indicativo, defendía la separación de poderes y en general el sistema político estadounidense, 145 años después de que Locke describiera esa división de poderes. Y llegamos al caso Dreyfuss, el paradigma de la defensa de la libertad de expresión, Emile Zola publica su inspirado "J'acuse", en el que ataca la escandalosa condena al oficial judío, pionero si nos olvidamos de Zenger, más de 160 años antes.

Pues lo dicho, que los franceses inventaron los derechos humanos, la separación de poderes, la libertad de prensa y lo que les de la gana, unos 50, 100 o 150 años después que los sajones, pero ¡qué más da eso!, no son más que detalles nimios. Pues que VIVA LA FRANCIA que se lo merecen, inventores también de la electricidad y de los aviones y de los ordenadores y del submarino y...¿se me ha olvidado mencionar que Dios era francés?