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20 de Julio de 2004

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Honradez y excelencia intelectual


Huerta de Soto fue, propiamente, el primer economista en hablar. Obviando la protocolaria apertura de Solbes, el primer discurso académico fue el del catedrático austriaco; el objeto de su charla fue pergeñar una génesis del liberalismo que estructuró sobre tres grandes preguntas: ¿qué es el liberalismo?, ¿cuál ha sido su evolución? y ¿cuáles son las principales líneas de investigación actuales?

A la primera cuestión, Huerta respondió con una sucinta exposición de diez principios básicos para todo liberal: la economía de mercado, el librecambismo, una moneda fuerte, el Estado de derecho, la minimización del poder del gobierno, la limitación del gasto público, una estricta separación de poderes, el derecho a la autodeterminación, la democracia y la paz mundial.

Sin duda, entre muchos liberales no existe un consenso sobre la aceptación de tales diez principios y, en especial, cómo alcanzarlos. Es posible que, ciertos liberales, crean que una moneda fuerte se alcance mediante un Banco Central fuerte e independiente, algo que, si bien es cierto comparado con un Banco Central dependiente, no lo es al lado del dinero privado.

Desde luego, también estará sujeto a polémica el derecho de autodeterminación. Hay que matizar, antes que nada, de que se trata de un derecho que recae sobre los individuos y sus agrupaciones, no sobre entidades vernáculas curtidas por la historia. Quizá los liberales, más que de un derecho de autodeterminación, deberíamos hablar de un derecho de libre organización política. En cualquier caso, todo grupo de individuos debe tener derecho a desvincularse políticamente de otro, en caso contrario estaríamos ejerciendo una injustificable represión.

Eso no significa que los individuos que se secesionen puedan imponer su organización a otros individuos sin su previa aquiescencia. Nadie habla de que Euskadi tenga que separarse en bloque de España (también entendida como bloque) sino que los vascos nacionalistas tienen el indudable derecho a desvincularse políticamente del Estado español, sin que ello implique el derecho a vincular políticamente a otros vascos. En este sentido, Huerta, tras una interpelación mía, matizó, como ya lo hizo tiempo atrás Hoppe, que el derecho de autodeterminación quedaba, obviamente, supeditado a su ulterior reconocimiento por los secesionados. Este punto lo ilustró con su ya célebre anécdota sobre Jordi Pujol, quien, en cierta ocasión, fue a felicitarle por sus teorías secesionistas. Huerta, empero, le replicó que sus teorías significaban que también Valencia, Baleares o Gerona podían separarse de Cataluña, a lo que Pujol dijo: Oiga, esto ya no puedo aceptarlo.

Por último, aunque Huerta no lo hizo, resulta conveniente matizar cinco de sus principios liberales fundamentales, en concreto aquellos que denotan una organización política estatalista. Que el liberal defienda el Estado de derecho, no significa, en mi opinión, que el Estado deba monopolizar el derecho, sino que debe existir un derecho universalmente aplicado bajo una misma jurisdicción. Gobierno mínimo puede entenderse como gobierno nulo, y limitación del gasto público, como eliminación. De la misma manera, la separación de poderes y la democracia sólo serán principios liberales cuando exista un Estado. Mas, el Estado no es un dogma liberal y, por tanto, estos son principios liberales condicionados.

En segundo lugar, Huerta trazó una evolución histórica del liberalismo. Data su nacimiento en la Atenas de Pericles (donde, según Tucídides: "La libertad que disfrutamos en nuestro gobierno se extiende también a la vida ordinaria, donde lejos de ejecer éste una celosa vigilancia sobre todos y cada uno, no sentimos cólera porque nuestro vecino haga lo que desee") y en el desarrollo fundamental del derecho a la propiedad por el pueblo romano; derecho que derivaba su grandeza de no haber sido planificado por ningún hombre en exclusiva, sino a través de una serie de siglos y generaciones (como señalaba Catón).

Posteriormente, en la Edad Media, el tomismo descubrió unos derechos naturales, anteriores y superiores al gobierno. Esta tradición fue proseguida por la Escuela de Salamanca que, al deliberar en los confesionarios sobre la moralidad de las acciones de los feligreses, anticipó los principales descubrimientos de la Escuela Austriaca en varios siglos. Así, Diego de Covarrubias expuso la teoría subjetiva del valor ("el valor de una cosa no depende de su naturaleza objetiva sino de la estimación subjetiva de los hombres, incluso aunque tal estimación sea alocada"); Luis Saravia de la Calle entendió correctamente la imputación del valor, de manera que son los precios los que determinan los costes y no a la inversa ("Los que miden el justo precio de la cosa según el trabajo, costas y peligros de que trata o hace la mercadería yerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de mercaderías, de mercaderes y dineros, y no de las costas trabajos y peligros"); Jerónimo Castillo entendió que los precios de los productos bajarán con la abundancia, emulación y concurrencia de vendedores; Juan de Lugo y Juan de Salas anticiparon la imposibilidad del socialismo al señalar que el precio depende de tan gran cantidad de circunstancias específicas que sólo Dios puede conocerlo.

Huerta hizo mención especial al gran liberal español de la Edad de Oro, el padre Juan de Mariana, quien justificó el tiranicio cuando se establecieran impuestos sin el consentimiento de los ciudadanos o cuando se envileciera la moneda. Además, siguiendo la linea de Juan de Luego y Juan de Salas, señaló que el gobierno no podía organizar a la sociedad pues es gran destino que el ciego quiera guiar al que ve y advirtió que "cuando las leyes son muchas en demasía; y como no todas se pueden guardar, ni aun saber, a todas se pierde el respeto".

No obstante, la continua política monárquica española en contra de semejantes principios, la Reforma protestante que socavó la autoridad de la Iglesia para limitar el poder de los Estados y, sobre todo, la aparición de Adam Smith que al abandonar el subjetivismo, despreciar la función empresarial e introducir el equilibrio, impregna la ciencia económica de todos aquellos defectos sobre los que Marx ideará su teoría de la explotación. De hecho, la escuela clásica concluye con la apostasía del laissez-faire por parte de Mill.

Con estas fundaciones teóricas, no parece extraño que el siglo XX se convirtiera en el siglo del estatismo y del totalitarismo, a pesar de que en los últimos 25 años se está produciendo una gradual apertura liberal debido a tres razones fundamentales: la regeneración moral que llevaron a cabo Reagan y Thatcher, el resurgimiento de la Escuela Austriaca (en especial, gracias a Mises y Hayek) y la caída del muro de Berlín, evidenciando las tesis misianas.

Huerta matizó, además, que el liberalismo combina la eficiencia y la justicia. Toda acción que viole los principios generales del derecho resulta ineficiente. Aparte, recalcó que la mejor denominación para "economía de mercado", a pesar de haber sido históricamente denostada, es capitalismo, pues viene del latín (caput -tis, esto es, cabeza) De esta manera, la afirmación de Michael Novak según la cual, la forma primaria de capital es la mente, cobra todavía más significado, incluso se vuelve redundante.

Finalmente, destacó las principales líneas de investigación de los pensadores liberales. La primera la privatización del dinero y eliminación de los bancos centrales; la segunda, las consideraciones éticas de la economía (tal como expone en su teoría de la eficiencia dinámica); y, por último, se refirió al desmantelamiento del Estado, es decir, al anarcocapitalismo, trazado ya en el s. XIX por el francés Gustave de Molinari.

Hay que decir, que Huerta se mostró especialmente optimista con el resurgimiento del liberalismo en España. Optimismo popperiano, creer que hoy podemos asentar, o estamos asentando, las bases para un mejor mañana. En cualquier caso, se trató de una conferencia excepcional, llena de entusiasmo que conquistó a gran parte de los asistentes. Todo un paradigma de honradez y excelencia intelectual.

Comentarios

 
Jesús Huerta de Soto está siempre al mismo nivel. Excelente.
Enviado por el día 20 de Julio de 2004 a las 21:08 (1)
"anticiparon la imposibilidad del socialismo al señalar que el precio depende de tan gran cantidad de circunstancias específicas que sólo Dios puede conocerlo"
Yo diría que ¡ni Dios! :P
Enviado por el día 20 de Julio de 2004 a las 21:34 (2)
¿Cómo trasladar un concepto creado para manejar grupos o "entidades colectivas " a campos estraños a su propia definición para ser utilizado como instrumento de defensa del individuo ?. ¿Pueden convivir en un mismo territorio dos estructuras de auto identificación que además se definen por su rechazo al otro ? Competirán entre sí y , si no hay un Juez Supremo o Gran Hermano , el más fuerte fagocitará al más débil .Esto es la historisa ,pero si hablamos de utopías yo ya he tenido bastante con el socialismo .Quizás por eso M. Rothbard al final de su vida tenía tantas simpatías por el Partido Demócrata , ese modelo a imitar en la defensa del individuo . Siempre en busca de la cuadratura del círculo , eso sí ,utilizando el sufrimiento de la gente para demostrar que tienen razón .Cierto, estamos hablando de la izquierda ,los puros .
Enviado por el día 20 de Julio de 2004 a las 21:57 (3)
No estoy de acuerdo con el origen griego del liberalismo. Deepak Lal (indio) tiene muchas investigaciones sobre eras liberales en China e India, entre otros. Es obvio, la grandeza no es estatista, o nuestra teoría estaría mal y este website no tiene sentido.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 05:26 (4)
El prof. Huerta es un lujo en la Universidad española. Lástima que no tenga más presencia en los medios de comunicación, pues no es un mero teórico academicista, sino que goza de una capacidad de transmisión envidiable.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 16:07 (5)
Qué sorpresa para mí conocer ahora que en España el liberalismo incluye al anarcocapitalismo. Acostumbrado estoy a leer que, en EE.UU., el anarcocapitalismo es considerado parte del movimiento libertario, no liberal. Esta frase me impresionó sobretodo:

«Gobierno mínimo puede entenderse como gobierno nulo, y limitación del gasto público, como eliminación. De la misma manera, la separación de poderes y la democracia sólo serán principios liberales cuando exista un Estado. Mas, el Estado no es un dogma liberal y, por tanto, estos son principios liberales condicionados.»

Mises se hubiera sorprendido {¿asustado?} de leer eso. Mas supongo que puede ser más práctico políticamente borrar el término «libertario» y hablar solamente de liberalismo y diferentes corrientes del mismo.

A nivel académico, si cabe la expresión, veo eso con reservas. Tengo la impresión que, fundadamente, se podría objetar un amalgamiento de anarcocapitalismo y liberalismo, en parte por lo que dice arboladura. Creo que en ese campo es mejor a veces respetar líneas ya trazadas.


Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 21:15 (6)
El problema es lingüístico. En España libertario significa anarcosindicalista, esto es, favorable a la izquierda. Liberal, en cambio, viene a significar más o menos lo que libertarian en EEUU. Por ello, puede incluirse el anarcocapitalismo dentro del liberalismo, de la misma manera que en EEUU se incluye dentro del movimiento libertarian.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 22:16 (7)
Generalmente, en EE.UU., libertarian significa que ya no hay un estado, classical liberal significa que hay un estado mínimo. Sabemos que allá la izquierda se apropió del término «liberal». Digo generalmente porque creo que incluso Milton Friedman se ha descrito como libertarian y he visto muchos otros ejemplos similares. No deja de haber una variedad de definiciones, que a veces confunden.

No obstante, el anarcocapitalismo de un H.H. Hoppe o Rothbard es explicito respecto a que el estado deja ya de existir totalmente. Es así fundamentalmente, categóricamente distinto del liberalismo de Mises. No se trata de una diferencia de grados.

Mises se hubiera alarmado seguramente de saber que su liberalismo podría ser entremezclado, de alguna manera, con el anarquismo del cual él tanto se mofa en su libro, «Socialismo». Allí se mofa abiertamente del concepto que pudiesemos vivir algún día sin un estado.

Por esto de las confusiones de términos entonces, y en armonía con nuestro respeto por categorias distintas, pregunto si no sería mejor hablar de liberalismo por un lado y anarcocapitalismo como algo en otra categoría, como separados por siempre están el liberalismo de Mises del anarcocapitalismo de Rothbard o Hoppe.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 22:55 (8)
Sinceramente, no lo creo. Para describir a Mises ya tenemos el término miniarquista. Prefiero pensar que tanto uno como otro son dos tipos de liberalismo.

Así lo creo también, por ejemplo, Antonio Mascaró en su nomenclatura liberal: http://www.liberalismo.org/articulo/201/92/ De hecho, si liberalismo fuera distinto de anarcocapitalismo, unos cuantos de esta página estaríamos descolocados.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 23:01 (9)
Ya veo. Mi punto es que Mises no hubiera aprobado tales definiciones. Es más, sospecho que se hubiera mofado de estas definiciones, con bastante razón, pienso yo. ¿Mises, un miniarquista? El incluso pudo haber tomado eso como un insulto.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 23:30 (10)
El otro extremo sería dividirlos más de la cuenta. Se reconoce que son todos ellos grandísimos defensores del libre mercado. En fin, concluyo igual que resulta un extremo juntarlos - a nivel académico - bajo un mismo cuerpo liberal.
Enviado por el día 21 de Julio de 2004 a las 23:54 (11)
Supongo que separarlos más de la cuenta sería decir que son rivales intelectuales. Veo como una sola familia a liberales y anarcocapitalistas.
Enviado por el día 22 de Julio de 2004 a las 00:44 (12)
Otro inconveniente es que se reduce la magnitud de la creación de Rothbard. El creó un nuevo sistema, con un paso más allá del liberalismo, no fue realmente una variante del liberalismo lo que creó, los de Chicago habrán hecho eso; Rothbard no se quedó en el sistema liberal, evolucionó.

Hay otra consecuencia. Muchas personas jamás evolucionaran como Rothbard con esa nueva definición de liberalismo. Adoptarán una mezcla de puntos de vista irreconciliables lógicamente, por las mejores razones y principios. A veces el culpable de una confusión es el que dibuja el mapa mal, no el que se guía por el mapa errado.
Enviado por el día 22 de Julio de 2004 a las 14:31 (13)

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