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29 de Noviembre de 2004

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Reserva de empleos a los minusválidos

Jorge Bolaños Martínez ha escrito un excelente artículo en el que muestra muchas reservas sobre el previsible aumento por el actual gobierno de la reserva de empleo en la administración del 3% al 5%. En éste hace un repaso de la historia de esta medida. Como una gran parte, si no la mayoría de las intervenciones gubernamentales, fue una medida provisional que no solo no desapareció cuando lo hizo su razón de ser, o el motivo de su justificación (en este caso la situación de los veteranos de la I Guerra Mundial), sino que se convirtió en permanente y se extendió sin cuento. Casi un siglo de experiencia, casi un siglo de fracaso. Porque ni la propia Administración cumple con la ley.

El motivo del fracaso de la reserva de empleo es, esencialmente, que en contra de lo que uno pudiera entender por la ley, el trabajo no es como la plastelina. Cada trabajador tiene unas características, unas calificaciones y unos objetivos profesionales propios, que no tienen porqué coincidir con lo que pueda o quiera ofrecer la Administración o la empresa. Luego hay más consideraciones, para las que cito al propio Jorge:
Varias son las causas que explican la ineficacia de la cuota. En primer lugar, los textos legales dejan en el aire muchas definiciones ambiguas que no ayudan a su aplicación práctica, desde qué empresas se ven o no afectadas por el mandato hasta la propia definición de discapacidad. Además, en el caso de las administraciones, se empuja a los discapacitados a las convocatorias en las que se reserva alguna plaza para ellos, en contra quizás de sus preferencias y de sus características profesionales. El resto de las convocatorias contiene en sus bases una cláusula donde se especifica que no se ha de "padecer enfermedad o impedimento físico" para el desarrollo de las tareas de la plaza, quedando a criterio del órgano examinador o, aún peor, de un examen médico que no tiene en cuenta las adaptaciones tecnológicas existentes, la capacidad para desempeñar ese trabajo.

Con todo ello en mente, la conclusión es inescapable y la expresa elocuentemente Jorge Bolaños:
La reserva de empleo es una medida con un marcado carácter paternalista, que proviene de su propio origen, cuando se trataba de aliviar a los mutilados de guerra de las secuelas físicas y psicológicas del conflicto. Es una senda bucólica y evanescente, pero equivocada. Porque es precisamente ese carácter paternalista el que inspira el rechazo de muchos discapacitados hacia la cuota, al considerar que esta no es la fórmula que prime su capacitación profesional o sus méritos.

Quizás se pudiera hacer una consideración añadida. Y es que el paternalismo tiene efectos perversos, porque introduce una moral de exigencia. Se incentiva la demanda y se orienta la actividad hacia ella. Pero la sociedad se construye sobre la oferta, sobre lo que se da a los demás. Sólo después se puede pedir, pero a cambio de lo que se da. A lo que quiero añadir cuatro consideraciones:

1) En una sociedad libre, que es una sociedad progresiva, el único bien que se hace crecientemente escaso es el trabajo. Para precisarlo, los servicios del trabajo. En cualquier momento lo único que se necesita para acrecentar la riqueza es aplicar más trabajo. Puesto que la escasez es inextinguible, siempre se necesitará trabajo. Con una organización más capital-intensiva y el desarrollo de nuevas técnicas se crea más riqueza, pero como es siempre más la que necesitamos o deseamos, el trabajo siempre será escaso.

2) La caridad, o la solidaridad, está ínsita en el alma humana. Es parte de nuestra naturaleza, algo que sabemos por mera introspección y que podemos observar en incontables pruebas externas. En una sociedad libre crece la riqueza y con ella la que se puede destinar a quienes estén impedidos para la aportación de un valor suficiente como para mantener una vida con las necesidades básicas cubiertas. Como señala Ludwig von Mises, las sociedades capitalistas son las que han permitido lo que antes era imposible: el mantenimiento de millares de discapacitados.

3) Las sociedades libres permiten un más eficaz uso de esos recursos que se crean. Así como la asistencia pública es ineficaz, crea dependencias y es foco de corrupciones, la privada llega a quien tiene que llegar, discrimina eficazmente a quien lo necesita y no puede hacer más por su cuenta y evita la pauperización, es decir, la adopción de un modo de vida basado en la mendicidad y no en el esfuerzo propio.

4) Las sociedades libres son prósperas. Y la prosperidad tiende a cambiar el carácter del trabajo que se necesita. En las sociedades más pobres vemos a personas que llevan a otras en carritos. O que tienen que arar con sus propias manos y unos pocos aperos. Aportan valor por el pobre desempeño físico de que es capaz un ser humano. Pero a medida que una sociedad es más progresiva, se valora más lo que puede aportar con su inteligencia, y el desempeño físico es menos importante. Como corolario, las minusvalías físicas son con el paso del tiempo menos importantes.

Comentarios

 
JC, ¿harías extensible a los huérfanos lo por ti aquí expresado ?
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 20:05 (1)
La historia de los orfanatos privados es larga, y al menos en los Estados Unidos yo creo que muy positiva. Por lo demás, en lo que sea aplicable, llevo las mismas ideas también a los huérfanos.

Si tienes una idea distinta, dímelo, porque es un asunto que me interesa.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 20:16 (2)
¿Privados? Puede ser, desconozco la situaciín histórica en EE.UU., pero me parece recordar que en la Inglaterra de mediados del XIX el Estado asignaba una cantidad a los hospicios por cada huérfano que acogían.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 20:32 (3)
En el 'Oliver Twis' de Dickens se describe el 'sistema de caridad oficial' y un hospicio de la Inglaterra de su tiempo (mediados del siglo XIX), con trazos muy fuertes.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 20:41 (4)
Y en "Jane Eyre" de Charlotte Bronte también, Motilsarra.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 21:37 (5)
Os puedo contar que en el caso de los Estados Unidos la labor provada en los orfanatos, pese a contar con escasos medios, fue muy buena. Me gustaría estudiar el caso británico.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 22:12 (6)
Por cierto, los locales privados no venían de la caridad, sino del principio del mutualismo. De la puesta en común de recursos en previsión de que se produzcan determinados eventos.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 22:13 (7)

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