10 de Julio de 2005

El atentado terrorista de Londres y la elección de esa misma ciudad como sede de las Olimpiadas de 2012 han tapado, informativamente hablando, los resultados de las elecciones parlamentarias de Albania que tuvieron lugar hace ya hace una semana. De todas formas, poco se podría haber contado. En un principio el presidente de la Comisión Central Electoral (CEC) anunció la conclusión del recuento 72 horas después del cierre de las urnas pero adujeron causas de carácter administrativo para no dar los datos entre denuncias de manipulación. Los resultados parciales (51 de los 100 distritos electorales) habían dado como ganador al Partido Democrático (PD) de Sali Berisha y como segundo ganador Fatos Nano del Partido Socialista (PS).

Entre acusaciones de manipulación de todos los partidos menores e incluso del supuesto ganador, los socialistas se negaron a reconocer a nadie como ganador mientras que la CEC anunció presiones del PD. Tal clima de agitación con unos observadores de la OSCE muy en su labor llevó a la repetición del recuento a petición de el Movimiento Socialista por la Integración, Alianza Democrática y Movimiento para el Desarrollo Nacional. Una vez realizado el mismo todo volvió a quedar en el aire ya que el CEC siguió sin anunciar un ganador oficial.

Las presiones de Estados Unidos y Europa han tenido su recompensa y con el 95% de los votos recontados, se ha anunciado el triunfo del PD de Sali Berisha, si bien los expertos creen que el elevado número de denuncias e irregularidades hacen imposible que se forme un gobierno estable hasta dentro de unos meses. Supongo que pasar de una dictadura comunista de carácter estalinista a una democracia es un proceso difícil y no carente de dificultades e incluso de peligros. Demasiadas décadas de totalitarismo y corrupciones no invitan a pensar que los dirigentes políticos sean capaces de en unos pocos años de construir una democracia occidental modélica pero no puedo dejar de pensar que Albania está perdiendo una oportunidad de integrarse en Occidente y Occidente está ganando una puerta de atrás para que el terrorismo y el integrismo se puedan colar.

Por otra parte y tras la Revolución de los Tulipanes que destituyó al presidente Askar Akayev, Kirguizistán ha convocado elecciones para en palabras de su ministra de asuntos exteriores, Rosa Otunbáyeva, "tener un presidente legítimo para recuperar la estabilidad. El vacío de poder es peligroso". Y no poca razón le falta ya que Akayev, exiliado en Moscú, se mostrará vigilante. De salir todo bien, Kirguizistán sería un modelo democrático (con sus limitaciones, claro) a seguir en los países del centro de Asia.

El ex primer ministro y líder de la oposición que derrocó a Akayez, Kurmanbek Bakiyev parece que cuenta con el 65% de la intención de voto, lo que aparentemente le da una victoria segura. Su alianza con el ex director de los servicios secretos, Félix Kulov convertiría a este último en primer ministro de la república. También la OSCE ha mandado observadores a la zona, unos 300, para cuidar de la limpieza del proceso electoral, ya que en todo este periodo de transición se han seguido produciendo incidentes violentos. Por ejemplo, la policía kirguiza puso fin a un enfrentamiento entre cientos de personas en un mercado de Kara Suu, que según las autoridades era un intento de generar inestabilidad antes de las elecciones. Estados Unidos y Rusia, ambos con bases militares en la zona, observarán con atención los resultados.