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11 de Agosto de 2005

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

La tesis de Jorge Bolaños

Hayek defendía la existencia de una amplia red de asistencia social por parte del Estado. Nadie es perfecto, imagino. Pero hay un ámbito en el que los liberales hemos cedido tradicionalmente a lo que serían nuestros principios de libertad y es el de los discapacitados. El argumento parece bastante plausible. Una cosa es una persona en buenas condiciones físicas e intelectuales y otra una persona que no pueda desplazarse por sí misma, o que esté atada a una silla de ruedas, o que no pueda ver o escuchar.

Adam Smith explica que, cuando se le permite actuar en un entorno de libertad, las personas son industriosas y productivas. Pero ¿qué se puede hacer con quien tiene algún tipo de impedimento en ocasiones incompatible con la realización de determinadas labores? Podemos confiar en el mercado, pero ¿no será hasta cierto punto? ¿Qué mal puede causar que el Estado detraiga una parte ínfima de las rentas de los demás para hacerlas llegar a los pocos que tienen estos impedimentos? Aunque lo cause. ¿No será limitado y disperso? ¿No será cierto, en este caso, que las ayudas del Estado no harán más mal que bien? Yo había pensado que efectivamente ese era el caso.

Jorge Bolaños no lo tenía tan claro, y se puso a investigarlo en serio. El resultado es Modelos de discapacidad a través de las leyes y de las instituciones sociales, su tesis doctoral, dirigida por Jesús Huerta de Soto. Carlos Rodríguez Braun la ha elegido para escribir la tercera de ABC de hoy, Celebración del doctor Bolaños. Lo primero que hace es presentarla:
La tesis sugiere que ha debido superar no sólo su minusvalía sino el aparentemente infranqueable obstáculo del pensamiento único, que predica que la activa intervención política es la mejor forma de ayudar a los discapacitados. El doctor Bolaños despliega en cambio una audacia que muchos tacharán de temeridad, pues apoya la libre competencia y la igualdad ante la ley.

Si esta posición es ardua en cualquier caso, cabría calificarla de insostenible en el de un ciego: él debería saber mejor que nadie que dicha intervención ostenta en circunstancias concretas resultados obviamente plausibles. Sin negarlos, porque si lo hiciera no sería ciego sino mentecato, Bolaños los analiza en profundidad, recurre a la fértil noción económica de coste de oportunidad, denuncia los fallos, el despilfarro y la ineficiencia de un sistema politizado, funcionarial y burocrático, y cuestiona la ética y la justicia de una «solidaridad» impuesta legalmente.

No quiere Bolaños menos bienestar para los ciegos, sino uno no basado en "buscar privilegios sustentados en el ejercicio de la fuerza coactiva por parte del Estado" sino en otros sistemas cimentados en "la creatividad empresarial y la creación de nuevas oportunidades de negocio, como el lanzamiento de productos más atractivos en el mercado del juego o mediante la diversificación y la búsqueda de alternativas que fomenten la integración laboral".

¿Cómo lo hace?
Explora Bolaños el caso de Estados Unidos, que fue de más a menos iniciativa privada, lo que explica el elevado desempleo entre los ciegos. Se pasó del modelo medicalizado centrado en el individuo y con mucho papel para la filantropía individual, al modelo social: todo al Estado y a la coacción legal. Allí y en otros países se impuso la idea de que los discapacitados son una clase (ahora un colectivo, interesante mutación retórica) oprimida por la sociedad, que debe reparar esa agresión. Algunos llegaron a la locura de sostener que los discapacitados no sólo son víctimas sociales sino ¡un producto de las relaciones económicas capitalistas!

Lo cual es un error lógico muy curioso. Porque la conclusión es cierta, pero a partir de un error en el análisis. La existencia de un número importante de discapacitados está ligado históricamente al capitalismo, porque la riqueza que produce permite mantenerlos, y porque como expliqué en otra anotación dedicada a Bolaños, el tipo de trabajo que exige el capitalismo exige cada vez un menor desempeño físico.

En cualquier caso, la apuesta por el Estado como panacea ha tenido consecuencias perversas, como explica en detalle Jorge Bolaños en su tesis. Carlos Rodríguez Braun lo resume diciendo que
El agostamiento de la voluntariedad a expensas de la política no logró avances en la integración y tuvo efectos socialmente disolventes, como la desincentivación de la solidaridad privada e incluso el recelo hacia los protegidos. El discurso victimista, por su parte, «está propiciado por cierto sentimiento de revancha y de amargo resquemor. Se culpa al «otro» de la situación que se atraviesa, tras lo cual no se muestra ningún reparo en obtener todos los privilegios posibles a costa suya». El mercado, en cambio, impulsa la cooperación, justo al revés de la insensibilidad o agresión social que habitualmente se le atribuyen. La «lucha contra la discriminación» es menos seráfica de lo que parece. «Los poderes públicos no escatiman recursos para alcanzar un fin que es presentado, casi de forma autoevidente, como superior a cualquier otro», pero nunca dice el legislador «de dónde se detraerán los recursos, ni a qué grupos de individuos perjudicará más, o qué repercusiones tendrá sobre el resto de los ciudadanos su apuesta por unos sectores particulares de la sociedad. La actuación coercitiva del aparato estatal no sólo tiende a aumentar los costes de las políticas relacionadas con las minusvalías, y a generar consecuencias negativas para otros sectores de la sociedad, derivadas de su mayor ineficiencia. Las medidas que persiguen corregir la situación supuestamente desfavorable de los discapacitados pueden generar nuevas desventajas relativas para, pongamos por caso, las personas con baja formación, o para los inmigrantes, o para los jóvenes que buscan su primer empleo». Entre las consecuencias no deseadas del intervencionismo figura el desánimo «de los discapacitados para pasar a formar parte de la población activa, con el consiguiente desempleo crónico y la consolidación de la dependencia respecto a los subsidios estatales... la mitad de los minusválidos en edad de trabajar recibe una pensión».

También critica el sistema de cuotas y la reserva de empleos a los minusválidos:
Rechaza el doctor Bolaños el extendido sistema de las cuotas de empleo para los minusválidos, que ha ampliado el Gobierno socialista español, porque violan la libertad y no son eficaces; lo correcto sería eliminar las normas que impiden trabajar a los discapacitados allí donde podrían hacerlo. Los compara con otro grupo: «Muchos de los inmigrantes que han llegado a España en los últimos años también presentan desventajas respecto a la población local, lo que no les ha impedido acceder a un puesto de trabajo y prosperar». Bolaños prefiere los incentivos fiscales para contratar discapacitados y las fórmulas alternativas que priman la cooperación. En cambio, el llamado «modelo social de la discapacidad» dificulta la incorporación al trabajo ordinario y perjudica en especial a los minusválidos más agudos; nótese que Suiza carece de regulaciones que obliguen a contratar a los discapacitados, y allí registran uno de los índices de empleo más elevados de Europa.

Pero hay esperanza. Y está en la libertad:
El doctor Jorge Bolaños recomienda «eliminar rigideces del mercado laboral y permitir que las relaciones contractuales de los discapacitados con las empresas se desarrollen dentro del proceso dinámico del mercado», porque el verdadero antídoto contra la discriminación es la libre competencia. No se necesitan discriminaciones positivas, acciones afirmativas, cuotas ni privilegios para que un minusválido alcance grandes hitos. ¡A él se lo van a decir!

Comentarios

 
genial
Enviado por el día 11 de Agosto de 2005 a las 21:43 (1)
Modélico.
Enviado por el día 12 de Agosto de 2005 a las 00:52 (2)
Grande, grande Jorge. El artículo suyo que publicó en el IJM ya me gustó y ahora se confirman las sospechas, sencillamente chapeau.
Enviado por el día 12 de Agosto de 2005 a las 02:29 (3)
Sí. Tengo ganas de leer la tesis de Jorge. Valiente y necesaria.
Enviado por el día 12 de Agosto de 2005 a las 10:28 (4)
José Carlos, ¿sabes cómo conseguir su tesis si se puede? Merci.
Enviado por el día 12 de Agosto de 2005 a las 11:46 (5)

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