3 de Junio de 2006
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Bitácora de José Carlos Rodríguez
El ambiente es propicio
El ambiente es propicio. Maqueda, Xa(v)bier Maqueda, dirigente del Partido Nacionalista (B)Vasco, estaba entre amigos. Era el X(B)VIII Congreso del Partido Socialista Mallorquín, y estaba con la compañía de CiU y BNG. Unidos, hermanados por el odio a lo mismo, a España. Por el odio al idioma que ellos tienen en común y necesitan para entenderse. Aún así, Xa(v)bier Maqueda se econtraba relajado, seguro tranquilo. Y se sinceró:
El que no se sienta
El que no se sienta nacionalista
Ni quiera a lo suyo (el que no se sienta)
No tiene derecho a vivir.
No
Tiene derecho a vivir.
No se me acuse de tratar el asunto a destiempo, porque es de la actualidad del segundo que me dedicas, lector.
Precisamente porque el ambiente es propicio. Y no me refiero a que dijera que estaba en un ambiente coloquial. Me refiero a que el nacionalismo está ganando terreno, está siendo reconocido. Incluso el más militante, el asesino, que es reconocido y perdonado por el Gobierno. ¿A dónde llegaría Xa(v)bier Maqueda si las circunstancias fueran aún más propicias? ¿Qué límites le frenarían? No lo sabemos.
Se cree con el derecho de decidir quién tiene el derecho a vivir y quién no.
Y el criterio es un sentimiento.
El nacionalismo es un sentimiento, o más bien el uso político de una apelación a un sentimiento tribal, que todavía les esclaviza a muchos, pese a siglos de evolución social extensa.
Hay que cambiar las tornas.
Tenemos que acorralar intelectualmente y moralmente al nacionalismo. Es la fuerza más reaccionaria de las que nos atenaza, más que el socialismo incluso. El nacional socialismo. Es una enfermedad moral agobiante. Pero es miserable hasta el extremo. El de Xa(v)bier Maqueda y el de quienes no sólo lo creen sino que lo llevan a la práctica.
Hay que denunciar a esta gente, señalarles con el dedo y decir "mirad, así son; eso dicen, eso piensan". Siempre hay restos de conciencia cívica en la gente común, que es necesario despertar.
No olvidemos las palabras de Xa(v)bier Maqueda, porque son la confesión del nacionalismo, su esencia.
El que no se sienta
El que no se sienta nacionalista
Ni quiera a lo suyo (el que no se sienta)
No tiene derecho a vivir.
No
Tiene derecho a vivir.
Por cierto, gracias.
El que no se sienta nacionalista ni quiera a lo suyo no tiene derecho a vivir.
El que no se sienta
El que no se sienta nacionalista
Ni quiera a lo suyo (el que no se sienta)
No tiene derecho a vivir.
No
Tiene derecho a vivir.
No se me acuse de tratar el asunto a destiempo, porque es de la actualidad del segundo que me dedicas, lector.
Precisamente porque el ambiente es propicio. Y no me refiero a que dijera que estaba en un ambiente coloquial. Me refiero a que el nacionalismo está ganando terreno, está siendo reconocido. Incluso el más militante, el asesino, que es reconocido y perdonado por el Gobierno. ¿A dónde llegaría Xa(v)bier Maqueda si las circunstancias fueran aún más propicias? ¿Qué límites le frenarían? No lo sabemos.
Se cree con el derecho de decidir quién tiene el derecho a vivir y quién no.
Y el criterio es un sentimiento.
El nacionalismo es un sentimiento, o más bien el uso político de una apelación a un sentimiento tribal, que todavía les esclaviza a muchos, pese a siglos de evolución social extensa.
Hay que cambiar las tornas.
Tenemos que acorralar intelectualmente y moralmente al nacionalismo. Es la fuerza más reaccionaria de las que nos atenaza, más que el socialismo incluso. El nacional socialismo. Es una enfermedad moral agobiante. Pero es miserable hasta el extremo. El de Xa(v)bier Maqueda y el de quienes no sólo lo creen sino que lo llevan a la práctica.
Hay que denunciar a esta gente, señalarles con el dedo y decir "mirad, así son; eso dicen, eso piensan". Siempre hay restos de conciencia cívica en la gente común, que es necesario despertar.
No olvidemos las palabras de Xa(v)bier Maqueda, porque son la confesión del nacionalismo, su esencia.
El que no se sienta nacionalista ni quiera a lo suyo no tiene derecho a vivir.
El que no se sienta
El que no se sienta nacionalista
Ni quiera a lo suyo (el que no se sienta)
No tiene derecho a vivir.
No
Tiene derecho a vivir.
Por cierto, gracias.
Comentarios
Quien no se haya parado a medir y pesar la significación de esa pasión de unidad que somos lo humanos, de su tendencia primigenia a injertar en una realidad todos los órdenes, y con ello a percibir el sentido del ser y de la existencia como naciendo de una fuente perennemente, ése no podrá percibir nunca la afirmación y fascinación que las RELIGIONES NACIONALISTAS llevan consigo.
Habrá que recordarle al Sr. Maqueda, porque no lo van a hacer sus clérigos, la diferencia entre un principio absoluto de la vida humana, que es, significa y exige absolutamente sólo en un orden personal y último y que deja libertad en otros órdenes para buscar principios de orientación mediante el análisis interno de la realidad, situaciones, hombres e instituciones, aun cuando de él deriven unos instintos de ultimidad y de sentido que creen, pidan y actualicen una consistencia permanente; la diferencia, digo, entre ese principio absolutamente absoluto y último – es decir, DIOS – y otros principios que tienen una cierta absolutez y ultimidad, pero que no exigen la adhesión personal ni la ordenación de nuestro destino (porque en el fondo son realidades inferiores al propio ser personal), ni menos someter nuestro destino final a ellos – sean la TIERRA, la propia HISTORIA, la propia CULTURA, la propia COMUNIDAD -; que, por consiguiente, no pueden exigir de nosotros poner y tener siempre la vida en juego y que consiguientemente permiten la diversidad de juicio.
Habrá que recordarle al Sr. Maqueda, porque no lo van a hacer sus clérigos, la diferencia entre un principio absoluto de la vida humana, que es, significa y exige absolutamente sólo en un orden personal y último y que deja libertad en otros órdenes para buscar principios de orientación mediante el análisis interno de la realidad, situaciones, hombres e instituciones, aun cuando de él deriven unos instintos de ultimidad y de sentido que creen, pidan y actualicen una consistencia permanente; la diferencia, digo, entre ese principio absolutamente absoluto y último – es decir, DIOS – y otros principios que tienen una cierta absolutez y ultimidad, pero que no exigen la adhesión personal ni la ordenación de nuestro destino (porque en el fondo son realidades inferiores al propio ser personal), ni menos someter nuestro destino final a ellos – sean la TIERRA, la propia HISTORIA, la propia CULTURA, la propia COMUNIDAD -; que, por consiguiente, no pueden exigir de nosotros poner y tener siempre la vida en juego y que consiguientemente permiten la diversidad de juicio.
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