26 de Julio de 2006
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Progresismo, salario mínimo y racismo, 2006
Es sabido que una parte de la izquierda es profundamente racista. En una pasada anotación hablé de un artículo sobre varios progresistas americanos de un racismo acendrado, original, sólido.
Cuando lo escribí esa anotación busqué sin fruto otra en la que habría escrito lo que ahora os voy a contar, y que es muy interesante.
La he encontrado ahora. Hablaba en Progresismo, salario mínimo y eugenesia de un artículo de Thomas Leonard, titulado Protecting Family and Race: The Progressive Case for Regulating Women's Work en el que repasaba las propuestas de imponer un salario mínimo por parte de varios progresistas, como Margaret Sanger, Sydney y Beatrice Webb, George Bernard Shaw, T. S. Eliot, D. H. Lawrence, Irving Fisher, Richard Ely, Louis Brandeis o Felix Frankfurter. Ellos defendían que
En parte por motivos eugenésicos, querían hacer a las mujeres y a otros grupos inempleables. Eligieron un instrumento: el salario mínimo.
Decía entonces el autor de la anotación del Mises que referí. Decía el artículo:
Estos progresistas argüían que el desempleo provocado por el salario mínimo esa un beneficio social. Las leyes de salarios mínimos y otras medidas administrativas que provocan que grupos indeseables abandonen la fuerza laboral eran, en la visión progresista, un beneficio eugenésico.
Es decir, ellos sabían que el salario mínimo destruye empleo, y que lo hace en los sectores sociales más desfavorecidos, con especial incidencia en las minorías étnicas. Pero no lo defendían a pesar de ello, sino precisamente por esta causa.
En otro artículo, Leonard habla de los mismos progresistas. De ellos, dice:
Muchos economistas reformistas promovieron una legislación de inmigración y de empleo restrictiva por sus beneficios eugenéticos: Eliminar a los biológicamente inferiores de la fuerza de empleo, seguía el argumento, reduciría el ‘suicidio racial’ y elevaría los salarios de los trabajadores superiores, que lo merecerían.
Ver también aquí.
Como el racismo de cierta izquierda bienpensante no sale ni con aguarrás, reaparece incluso de la forma más abierta y sincera. Hoy he sabido por Marginal Revolution que The New York Times (inciso: sí, has leído bien, el New York Times) incluye un artículo de dos conocidos progres americanos, el fracasadísimo candidato demócrata Michael Dukakis y Daniel Mitchell, en el que abogan por la subida del salario mínimo, porque esa medida expulsaría del mercado laboral a más inmigrantes que a nativos.
El artículo tiene un título preciso, Rise wages, not walls, y es un dechado de progresismo. Dice:
Hay una alternativa más simple. Si nos ponemos realmente serios a la hora de dar marcha atrás la marea de la inmigración ilegal, deberíamos comenzar por elevar el salario mínimo de 5,15 $ por hora a algo cercano a 8 $ por hora. La legislatura de Massachussets ha votado recientemente por elevar el salario mínimo a 8 $ y California podría subir pronto su mínimo incluso más alto. Una vez que el salario mínimo se haya incrementado significativamente, podemos hacer cumplir con vigor la ley de salarios y otras regulaciones laborales.
Ahora, cómo afectaría de forma distinta a nativos e inmigrantes. (Inmigrantes pobres, se entiende):
Millones de inmigrantes ilegales trabajan por salarios mínimos e incluso submínimos en puestos de trabajo que no están cerca de cumplir los standards de salud y seguridad.
Por otro lado,
Los americanos trabajarán en empleos que sean arriesgados, sucios o penosos en la medida en que se paguen con salarios y condiciones de trabajo decentes.
El resultado es claro. El salario mínimo destruye empleo, pero en las capas menos productivas, con predominancia de inmigrantes y gentes de mal vivir. Si les ilegalizamos y somos vigorosos persiguiéndoles, quedará hueco para nosotros. Siguen los buenos de Dukakis y Mitchell:
Si queremos reducir la inmigración ilegal, tiene sentido reducir la abundancia de trabajos extremadamente mal pagados que la incita. Si subimos el salario mínimo, es posible que algunos trabajos inferiores se pierdan; pero más americanos estarán dispuestos a trabajar en esos puestos, negándoselos de este modo a gente que se suponía, desde el principio, que no debía estar aquí.La lógica, como dice Alex Tabarrok, es impecable.
Comentarios
Aunque muchos nos lo recuerdan a la primera ocasión.
No sé, cuanto más lo pienso más siniestro me parece todo. Algunas veces decimos medio en broma que estos cultivan la pobreza porque entre los pobres tienen la base de su poder, pero a veces la mitad jocosa sinceramente no sé dónde está.
Un saludo, por cierto.
Ahora resulta que lo mejor para un obrero es que le puedan poner el sueldo tan bajo como decida su jefe, súmele a eso el ('yo es queeee soy liberalll, sabes?') despido libre y vayase usted al banco para que le concedan la hipoteca, o al casero a que te alquile una casa.
No te jode, menuda banda.
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