22 de Marzo de 2007
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Apartheid sexual
Dicho lo cual, y para no perder las buenas costumbres, voy a enlazar mi último artículo en LD, Apartheid sexual, en el que critico la Ley de Igualdad, que es un auténtico desastre:
Por descontado que la ley es sexista. En lugar de considerar que el sexo es una cualidad más de cada una de las personas, y que todas ellas, independientemente de ésta u otras cualidades que puedan tener, han de ser iguales ante la ley, nos definen a cada uno por ese aspecto de nuestra personalidad, dándole una importancia que no tiene. No la tiene para el trabajo, es decir; no para el desarrollo profesional o para la actividad que cada uno decida que debe ser su principal ocupación. Sí para las relaciones personales, y claro está que no siempre. Además de sexista resulta discriminatoria, ya que literalmente impone una discriminación en función del sexo.
Es arbitraria, además, porque igual que nos quiere discriminar en función de nuestro sexo, también podría hacerlo en función de nuestra raza, con lo que además de sexista sería racista. ¿Qué tiene de malo el racismo que no lo tenga el sexismo? ¿Qué tiene de especial el sexo para que al Gobierno le parezca bien utilizarlo para discriminar y fijar cuotas, que no lo tenga la raza? ¿Qué tiene este apartheid sexual de bueno? Y es contradictoria con otras políticas de este Gobierno, que por un lado desdibuja un hecho natural, como que cada uno tenga un sexo, permitiendo que cada cual lo cambie en el DNI a voluntad, mientras por otro le da una relevancia para la vida laboral que no tiene.
También ha escrito sobre el tema mi amigo Paco Capella, que felizmente ha vuelto a Libertad Digital. En Anciana oprimida habla de MTFDLV, que defendió la malhadada Ley. Y dice:
No es raro en un colectivista confundir intelectualmente la parte por el todo. Muchas mujeres han sufrido y sufren agresiones y represión, y en muchos sitios no son iguales a los hombres ante la ley, pero eso no significa que todas las mujeres puedan hacerse las víctimas de los daños sufridos por otras. La justicia no consiste en que unas mujeres no agredidas se beneficien porque otras mujeres distintas fueron o son agredidas; la justicia consiste en identificar a los agresores y obligarles a compensar a sus víctimas, sin que paguen justos por pecadores.
Claro. Los colectivistas toman al individuo por el grupo al que pertenece o le hacen pertenecer. Sacan un par de características comunes (ya sean aproximadamente ciertas o rematadamente falsas), se lo aplican a todos sus miembros, y hala, a legislar se ha dicho. Paco nos dice, además:
No le gusta a De la Vega que las mujeres soporten la carga principal de conciliar actividad profesional y familiar; no está de acuerdo con las decisiones libres que se tomen dentro de cada familia, así que va a corregirlas mediante herramientas políticas: multas y prisión para los malos, subvenciones con cargo al fisco para los que se porten bien. Como intervencionista aspira a la igualdad total, no ante la ley sino mediante la ley, y quiere más derechos políticos y sociales, es decir, violaciones socialistas de derechos de propiedad.
Y por último (... but not least), Cristina Losada en Bambi, el rey de las hembras:
En su afán de ganar el voto de las mujeres apelando a la pulsión identitaria, Zapatero cae en la afrenta o en el ridículo. Un día habla del "amor" ante una audiencia femenina, pues el "amor" es cosa de mujeres y, salvo que siguiendo a Hugo Chávez lo incorpore a sus consignas, no se lo oiremos mentar en un Consejo europeo. Ni ante la Merkel. Otro día, tal que ayer, da un mitin teniendo como fondo a un ramillete de muchachas para publicitar la ley recién salida del horno. Eran todas jóvenes y monas. Supongo que el Instituto de la Mujer, ahora que tiene excitado su celo censor, actuará de oficio.
Comentarios
La ofensa implícita que hay en esta legislación tiene que ser dura.
Por otro lado, llevada al límite, todavía hay esperanzas, porque el otro día leí que 9% de la población tenía problemas mentales: es decir, se impone un cambio en el gobierno para no sobrepasar este porcentaje.
Creo que detrás de esto subyace un machismo muy sutil: se da por sentado que en las profesiones en las que hay más hombres que mujeres es porque a las mujeres no les dejan acceder; en las que hay más mujeres que hombres, porque a los hombres no les interesan. Es decir, las profesiones "masculinas" son las realmente atractivas e importantes y donde hay que conseguir la igualdad; las "femeninas", trabajos inferiores que no merecen atención.
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