30 de Julio de 2007
« Los humanos, como siempre, culpables | Principal | Zapatero, el veloz »
Metro ligero, un ejemplo de la ineficacia estatal
Uno de los grandes activos de Esperanza Aguirre para renovar en Madrid su puesto de Presidenta de la Comunidad ha sido una burrada de nuevos kilómetros de metro que unen zonas de la capital y de la región que hasta ahora eran deficitarias en servicios colectivos de transporte, generalmente en forma de líneas de autobús con frecuencias de paso un poco desesperantes para los usuarios. Entre las líneas que se han construido están las que se han llamado metros ligeros que, para entendernos, se trata un híbrido entre el metro de toda la vida y el tranvía que en Madrid había desaparecido hace ya unos cuantos años cuando el incremento de la densidad de tráfico lo hizo molesto.
Concretamente se han construido tres líneas de este nuevo sistema de transporte, la primera línea recorre algunos de los nuevos barrios construidos en el norte de la capital, Las líneas dos y tres se han inaugurado hace unos días y unen la capital con algunos municipios situados al este, concretamente Pozuelo de Alarcón y Boadilla, donde hace unos años el Banco Santander construyó su ciudad financiera. Precisamente la línea que va a esta última población parece que no es lo suficientemente rápida según informa hoy elmundo.es.
Algunas de las razones por las que han instalado este metro ligero es la comodidad y su carácter ecológico. No estoy yo tan seguro de lo primero, ya que hace poco me he montado y no he visto su comodidad por ninguna parte, al menos no más que la de cualquier metro, y respecto a lo segundo, sólo decir que el activo de lo ecológico es puro marketing, sobre todo viniendo de un político, por muy liberal que se llame. Pero lo que parece que no estaba en el plan inicial es que el dichoso metro es más lento que el caballo del malo. Resulta que los autobuses que aún circulan entre Boadilla y la capital son más rápidos que tan ecológicos armatostes y eso que ahora en verano el tráfico, que interfiere con el tranvía-metro ligero, es bastante menos molesto que lo será seguramente en otoño e invierno cuando todos estemos en Madrid.
Está claro que cuando las decisiones se hacen por interés político y no por el empresarial (desconozco qué empresa ha vendido tan magnífica idea a la presidenta y quién ha hecho el estudio de su idoneidad) lo que se suele es tirar a la basura el dinero del contribuyente mientras el político de turno no tiene ninguna responsabilidad en la metedura de pata. Y si no se lo creen, miren la terminal aeroportuaria de facturación que se montó Alberto Ruiz Gallardón en la estación de Nuevos Ministerios en el centro de Madrid. En teoría, el viajero podía llegar con sus maletas, facturar y, libre de peso, dirigirse en metro hasta el aeropuerto. Tras su nacimiento y el entusiasmo de los primeros meses, el viajero empezó a desconfiar con las primeras pérdidas de maletas, luego la terminal cerró y hasta la fecha, no se ha abierto ni creo que se abra. Y toda la burrada de millones que costó a hacer gárgaras, pero como paga el contribuyente poco importa.
Comentarios
En cuanto a medios de transportes colectivos en general, en España tenemos el lastre difícil de superar de contar con ciudades concentradas en su núcleo y que incluso sus desarrollos más modernos cuentan con casas de unas 4-5 alturas. En estas circunstancias y por mucho que nos pese a los liberales, es inevitable un sistema de transportes públicos.
Sinceramente no se quién realizó el estudio de viabilidad y necesidades (si se hizo), pero con unas líneas bien enterraditas, se habían cubierto objetivos, como con el metrosur.
Pero bueno, es lo de siempre.
Yo creo que Madrid tendría su transporte colectivo independientemente de las decisiones del Ayuntamiento y la Comunidad y creo, sólo creo, que no tendría que envidiar al actual. Y digo que creo porque no existe otra posibilidad en la actualidad, toda iniciativa empresarial en este sentido pasa por las licencias correspondientes, y en estas circunstancia es muy difícil saber cómo funcionaría un sistema estrictamente privado.
Este es el tipo de argumentos que usan los defensores del intervencionismo: es que sin la intervención del estado el transporte público no llegaría a tal o cual sitio, cosa estrictamente falsa porque en los sitios perdidos de la mano de Dios no llega nadie, en esos suelen ser los vecinos los que se organizan como yo sé de algunas pedanías. Desde luego que los transporte públicos revitalizarán la zona, pero eso es así independientemente de su carácter público o privado porque en definitiva había una demanda de transporte, la cuestión es que es el empresario el que se debe jugar el dinero y no el político al que le sale gratis, no como a nosotros que le ponemos el presupuesto. La opción más adecuada llegará de una actividad empresarial de más de un empresario y no de una decisión política, que como en el caso de Nuevos Ministerios, puede terminar en fracaso, o al menos no cubrir costes en un tiempo prudente.
La reciente adjudicación e inicio de obras de un tramo de la Línea que llaman T-2 (la T es de tranvía, claro, sólo que como pasa por pleno centro, va en subterráneo) contemplaba aflorar en una determinada avenida, y de momento, ya han prolongado el tramo subterráneo unos centenares de metros.
Ahora está en estudio la Línea T-6 Tranvía Orbital, que es como el famoso cinturón de hierro ferroviaria que había en Valencia hasta hace algo más de 15 años, pero en Metro ligero. Toda la ronda de bulevares, recién terminados como quien dice, va a ser ocupada por este Metro ligero, para así conseguir bloquear todo el tráfico de la ronda y de las trasversales hacia el centro.
De momento, el Ayuntamiento ha venido a decir que le parece muy bien, pero que si se quiere que funcione y no moleste, que lo hagan subterráneo.
¿Alguien ha visto cómo entran los convoyes en las estaciones de metro de Londres, por ejemplo? Van toda leche, y eso que tienen que parar. A ver cómo se consigue esa velocidad de funcionamiento en superficie. El clásico ferrocarril iba por sus vías (y nos quejábamos de los pasos a nivel), y ahora va y resulta que convertimos todo el recorrido en un continuo paso a nivel, porque, al fin y al cabo, el Metro ligero va por la misma calle que la gente.
No discuto su estética, que en general me gusta, sino su ineficiencia económica (carísimo, aún sin contar el enorme coste que supone la sustracción de enormes espacios a la circulación de los demás vehículos) y su ineficacia absoluta como medio de transporte público, pues mucha más gente transporta un sistema de autobuses en el que las frecuencias se gestionen mediante sistemas gps, etc. Claro que como el transporte urbano es un monopolio municipal, estos sistemas sólo se implantarán cuando la empresa de algún amigo progre lo venda a precio de amigo... progre.
El transporte en general y el tráfico en particular son un brillante ejemplo de lo que supone la gestión pública y privada de los recursos. Véase la logística como la nueva panacea del transporte privado de mercancías, que ha permitido un increíble desarrollo del sector y su imposible aplicación práctica (debidamente adaptada, por supuesto), al transporte de personas, preso de los monopolios legales que suponen las concesiones administrativas por rutas o servicios.
No se admiten ya más comentarios.