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2 de Septiembre de 2004

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

Los vientos globalofóbicos pasaron por Quito


Hace poco pasó por aquí la versión americana del famoso Foro Social que Oriana Fallaci denunció en su escrito. Quiero compartir un texto de un arquitecto quiteño que vió con estupor el apoyo del gobierno municipal en forma de subsidios alimenticios, de transporte y otras facilidades, a quienes dejaron la ciudad pintarrajeada y ultrajada. Claro, para sus épicas jornadas de lucha usaron transporte, comunicación, vestido y lenguajes de Occidente y el capitalismo para rechazarlo. Hablando de incoherencias...

Estimados amigos,

Se desarrolla en Quito, Ecuador, el Primer Foro Social Américas. Sobre el particular surgen algunas inquietudes.

Si un empresario, para ilustrar un ejemplo, de un circo itinerante, decide parar en la ciudad de Quito durante uno o dos meses, para brindar un servicio a la población quiteña, debe sujetarse a ciertos parámetros establecidos por la autoridad municipal. Entre otros trámites, deberá cancelar haberes por arrendamiento del terreno en el cual arma su carpa, impuestos municipales, permisos de toda índole, et cetera. Aparte correrán por su cuenta gastos por seguridad, limpieza, transporte, alojamiento y otros. Nadie le regala nada, y aún así el empresario trabaja para proveer un servicio a la ciudad. Al final de su estadía, quien sea responsable por el circo, limpiará el terreno, empacará su carpa y saldrá en busca de una nueva sede, con alguna ganancia hecha luego de contabilizar costos, incluyendo todo lo arriba mencionado.

En el caso del sobrepublicitado Foro Social Américas, si un activista llega a la ciudad para participar en este evento, recibe apoyo de la municipalidad, subsidiando su transporte y quién sabe cuántos otros rubros durante su estadía. A costa mía y de todos quienes pagamos impuestos, por cierto. La participación en el evento de marras no genera riqueza de ninguna índole, más bien es un gasto, que en este ensayo se intentará probar cuán infructuoso.

Durante el evento se ocupan parques, calles y plazas de la ciudad, pertenecientes a todos los habitantes, estemos o no de acuerdo con el foro y las tesis planteadas en él. Se cierran arterias importantes y se obstaculiza el flujo normal del tránsito (para quienes sí tenemos a donde llegar, y para quienes sí producimos la riqueza que financia el foro, dicho sea de paso). Sin embargo, la secuela más importante, y más dañina es la de las pérdidas económicas que el paso del desenfrenado y atentatorio foro causa directamente en el sector productivo de la ciudad que por desgracia es escogida como sede de tan publicitado evento.

Como luego del paso de un enjambre de langostas que arrasan con los cultivos, es posible observar el sendero que los activistas han seguido en la desdichada ciudad. Vamos a ponerle, para efectos ilustrativos un nombre, "Quito" y vamos a escoger, como ejemplo nada más, dos calles, la avenida República y la avenida Eloy Alfaro.

En estas áreas de la ciudad, la voracidad y obsesión de ciertos cuadros ha irrespetado la propiedad privada y ha alienado a la población trabajadora. Grafitos cansones con el consabido "fuera yanquis" o alguna puerilidad semejante, además de los terroríficos "FARC-EP" (¿será que saben los grafiteros que mediante su agresión hacen publicidad a terroristas asesinos?), manchan las paredes de negocios y casas que poco o nada tienen que ver con la protesta o con el foro. Aunque muchos estén de acuerdo con la premisa, eso de ningún modo concede derechos a grupos de desadaptados que atentan contra bienes privados, de gente que ha trabajado, ha generado riqueza y los ha adquirido lícita y legalmente.

A la ciudadanía que trabaja y que ve sus ingresos mermados por los gastos que las hordas de manifestantes causan no la convence la letanía irracional de "yanqui go home". A quien sufre una agresión tan flagrante en el fruto de su trabajo, tales manifestaciones solo consiguen alienarle.

La propuesta que surge de un grupo de analistas de la problemática causada por estos encuentros sin propuesta, es la siguiente:

Como ciudadanos, los activistas y sus auspiciantes están en su pleno derecho de realizar cuantos encuentros consideren necesarios para hacer oír su voz. Sin embargo, su derecho de protestar no está por encima de los derechos fundamentales, a la vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad de los propietarios de residencias y locales comerciales violentados por alas más recalcitrantes de los movimientos sociales involucrados.

De este modo, las ciudades sedes de tales encuentros podrían implementar medidas como la firma de contratos que avalen la celebración de foros o encuentros de la naturaleza que estos fueren. Así, existiría algún responsable, con nombre, apellido y número de cédula, de los desmanes que la mayoría de asistentes, sus querellas potenciadas por la histeria masiva, cometen. Esta persona responsable estaría sujeta a los mismos gravámenes e imposiciones que un empresario como el del otro circo, ya conocido por nosotros, encuentra al llegar a la mencionada ciudad.

Entre sus gastos estarían los permisos e impuestos de ley y arrendamiento de espacios, ya sean estos públicos o privados. Por parte de cada uno de los asistentes correrían asimismo los gastos individuales, de transporte, alojamiento, alimentación y demás.

Del mismo modo en que el dueño del otro circo no recibe subsidios, siendo una fuente de ingresos, proveyendo un servicio, generando riqueza y activando la economía local, un encuentro como el Foro Social Américas no debería estar subsidiado, antidemocráticamente, por el presupuesto municipal, el cual hace agua por muchos lugares, y tiene suficientes rubros que cubrir como para dedicarse a subsidiar gastos que no benefician a nadie más que a los organizadores del foro. Que se abran las cuentas de la organización del mencionado evento y que se reembolse a la ciudad por los gastos incurridos en operativos de seguridad, transportación de los asistentes al foro, impuestos, ocupación de locales y espacios públicos, permisos de funcionamiento y demás.

Para poner un carrito de perros calientes el trámite es largo y encuentra innumerables obstáculos. Al final, el carrito produce riqueza y paga sus impuestos. Lo justo es que un evento de la magnitud del Foro Social, que causa pérdidas económicas y atenta contra los derechos fundamentales a la propiedad privada, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad de muchos ciudadanos, sin generar ni producir ningún bien o servicio para la colectividad, esté sujeto a los mismos gravámenes e imposiciones que todos nosotros, y que alguien se haga responsable por los daños y pérdidas causadas.

Atentamente,

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Jaime José Izurieta Varea, M.Arch.
jizuriet@arxlink.com
Quito, Ecuador

Comentarios

 
Buena carta. Qué disparate se ha vuelto todo el asunto de la democracia en Sudamérica. Quizás Chile sea la excepción y algún otro país pero, en general, un desastre total. Hay más plata en Ecuador que en Bolivia. Acá creo que las autoridades admitirían que no hay plata para el Foro.

Esta quizás sea la parte clave por ser más factible en el corto plazo:

«Que se abran las cuentas de la organización del mencionado evento y que se reembolse a la ciudad por los gastos incurridos en operativos de seguridad, transportación de los asistentes al foro, impuestos, ocupación de locales y espacios públicos, permisos de funcionamiento y demás.»

Y, por supuesto, que se castigue a los políticos que regalaron la plata de la municipalidad del pueblo, peor si hay cuentas ocultas. Deben haber ya normativas existentes como para fundir a unos cuantos.
Enviado por el día 2 de Septiembre de 2004 a las 21:45 (1)
¿Las hay?
Enviado por el día 2 de Septiembre de 2004 a las 21:47 (2)
Normativas que especifiquen que la plata del municipio es para el municipio y que no pueden haber gastos ocultos.
Enviado por el día 2 de Septiembre de 2004 a las 22:02 (3)
gastos municipales globalofóbicos.
Enviado por el día 2 de Septiembre de 2004 a las 22:48 (4)
> 'Claro, para sus épicas jornadas de lucha usaron transporte, comunicación, vestido y lenguajes de Occidente y el capitalismo para rechazarlo. Hablando de incoherencias...

Hubo un tiempo ya ciertamente lejano en que lo que en este párrafo se dice me calentaba la sangre. 'Serán hijos de p.... No solamente se permiten agredirnos en nuestras ideas y nuestros sentimientos sino que encima lo hacen utilizando justamente lo que vituperan.' Eso es lo que entonces me decía.

Pero ya no. Ya no me digo cosas semejantes. Porque ni entonces tenía razón ni la tendría ahora si lo hiciese. ¿Se les puede reprochar a esas hordas de manifestantes que hagan lo que más conviene a sus intereses? ¿Son acaso responsables de la cobardía de sus contrarios? ¿Acaso piden la tolerancia, comprensión e incluso aplauso que se les otorga por aquellos a quienes ofenden y pretenden destruir? No, no lo hacen. Y por lo mismo, no seré yo quien les recrimine su conducta totalmente coherente; el blanco de mi ira y mi resentimiento son otros, los faltos de coherencia, justamente.
Enviado por el día 2 de Septiembre de 2004 a las 23:29 (5)
Sí, se requiere mayor agresividad en los futuros pronunciamientos políticos del «grupo de analistas de la problemática causada por estos encuentros».

Si ha habido un atropello, hay que buscar culpables o pedir que se castigue a los culpables en la municipalidad y la policía. Generalmente, hay un estado de derecho establecido, donde incluso sobran leyes y normas. Lo que falta en estas democracias es hacer respetar la ley y el orden.

Polarizar y polarizar, es la única manera que quizá permita, en democracia, revertir el atropello de las hordas, y aún así está difícil la cosa.


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Enviado por el día 3 de Septiembre de 2004 a las 01:28 (6)
Una parte que sería bueno quitar en futuros pronunciamientos, es la siguiente:

«Como ciudadanos, los activistas y sus auspiciantes están en su pleno derecho de realizar cuantos encuentros consideren necesarios para hacer oír su voz. Sin embargo, su derecho de protestar no está por encima de los derechos fundamentales, a la vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad de los propietarios de residencias y locales comerciales violentados por alas más recalcitrantes de los movimientos sociales involucrados.»

Al menos, esa parte es demasiado democrática y políticamente correcta para mí. Qué no frieguen más, punto. O sea, qué no vuelvan nunca más. Esos no son ejemplos de «libre asociación». Son demostraciones diseñadas para alterar el orden normal o natural de las cosas. El propósito es fregar, armar un bochinche, y es de gente libre decirles que no vuelvan más.
Enviado por el día 3 de Septiembre de 2004 a las 03:45 (7)

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