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1 de Septiembre de 2007

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

Entrevista a Juan Ramón Rallo, 50.000+ lectores




Ver entrevista públicada (portada y fragmento) en foto.

Aquí el texto íntegro:

Entrevista para "El Periodico", USFQ
A 14 de Junio de 2007, por vía electrónica


1.- ¿Qué ha aportado el liberalismo al mundo global, en tu opinión?

Depende qué entendamos por liberalismo. Si me preguntas por la aportación de la libertad, la propiedad privada y el capitalismo en general a la historia de la humanidad, mi respuesta sería todo aquello que merece la pena.

La libertad permite a los seres humanos dar sentido a sus vidas, por cuanto les confiere la facultad de elegir y dirigirse hacia los fines que más valoran. Sin libertad, el individuo se convierte en un simple autómata teledirigido, no vive su vida, sino la de otros. No vive para sí, sino para quienes tienen el poder de controlarlo y manejarlo.

El capitalismo es el único sistema que permite compatibilizar la libertad de todos los seres humanos sin necesidad de que nadie imponga su voluntad sobre el resto. El reconocimiento de la libertad individual y de la propiedad privada a cada hombre sienta las bases para la división del trabajo y la cooperación social.

Aun sin ser conscientes de ello, las personas colaboran entre sí para satisfacer sus respectivos fines. Y esto es algo realmente maravilloso: si quiero que los demás me ayuden en mis objetivos, antes tendré que ayudarles yo en los suyos. No podré forzarlos ni esclavizarlos, sino que habré de persuadirles y negociar con ellos.

El problema, claro está, es que muchos individuos pueden ser demasiado malvados, demasiado vagos o demasiado inútiles como para esforzarse en satisfacer las necesidades de los demás; y por ello prefiere recurrir a la violencia para conseguir sus fines particulares. Esto quiebra la cooperación pacífica que los liberales defendemos: es pura coacción institucionalizada o socialismo.

Y si tu pregunta iba dirigida a qué ha aportado el liberalismo como posición favorable al libre mercado y contrario al socialismo, mi respuesta es mucho menos positiva. Me temo que el papel que los liberales hemos jugado hasta la fecha para despertar conciencias ha sido más bien marginal.

Si hoy seguimos gozando de cierta libertad, no es porque la gente haya sido persuadida intelectualmente de la superioridad de la propiedad privada, sino porque la realidad no puede doblegarse de ningún modo. El socialismo sólo ha ofrecido y sólo podrá ofrecer miseria y esclavitud; y en cierta medida la gente va interiorizando esta información sin darse cuenta y actúa en consecuencia.

Puede que los antiliberales sigan clamando a favor del Estado, pero cada vez más invierten en Bolsa, recurren a colegios o academias privadas, renuevan sus automóviles o montan sus propias empresas. Sin darse cuenta, en cada uno de sus actos rinden culto a la libertad que tanto detestan. Y ésta, sin lugar a dudas, es una fuerza mucho mayor que todos los discursos que los liberales podamos articular.

Aun así, sí creo que los valores y las ideas liberales tienen su papel que cumplir. Proporcionan un marco teórico para comprender los fenómenos complejos de la sociedad y para proponer alternativas. En otras palabras, permiten ver cuáles son los errores del socialismo, denunciarlos y derribarlos.

Si a la vivencia personal de la libertad le añadimos el soporte argumentativo, el empuje puede ser muy notable.

2.- ¿Por qué no todos los países han despegado, o debe considerarse más bien excepcional el que unos pocos hayan dejado atrás 7.000 siglos de pobreza casi connatural en el pasado a la condición humana?

Si analizamos cualquiera de los países más pobres nos daremos cuenta de que carecen fundamentalmente de instituciones sociales que respeten la propiedad privada; ya sea a la hora de crear empresas, de retener los beneficios, de negociar en libertad, de respetar los acuerdos contractuales o de no envilecer el valor del dinero.

Sin propiedad privada, como antes hemos comentado, no existe posibilidad para implementar un sistema de división del trabajo donde los planes de los agentes resulten compatibles. La gente no podrá satisfacer sus fines y simplemente se dedicaráa actividades muy básicas como buscar alimentos, dormir y practicar sexo.

Desde luego ni se ahorrará, ni se invertirá, ni se formalizarán contratos a largo plazo, ni se iniciarán ambiciosos proyectos empresariales, ni nada. Por ejemplo, pensemos en un pueblo situado a 10 kilómetros del río más cercano. Lo lógico sería que, por ejemplo, algún individuo tratara de construir algún tipo de canalizaciones para ahorrarles al resto de individuos el viaje diario al río. Pero esto no sucederá. ¿Alguien se imagina a un habitante de esa aldea yendo a un inexistente mercado crediticio para recavar recursos con los que construir un acueducto cuya titularidad no podrá conservar para asísuscribir con el resto de habitantes un contrato de suministro de aguas que no nadie respetará?

La única manera de conseguir que toda esta gente colabore de algún modo sin propiedad privada será mediante la planificación central, esto es, convirtiéndolos en esclavos subordinados a un plan único. Pero esto también será inútil: cuanto mayores sean los órdenes sociales que quieran planificarse, mayor será la información a controlar y los individuos a coordinar. ¿Cómo haremos para valorar la importancia relativa de cada objetivo humano? ¿A cuál de los cientos de planes de cada uno de los miles de millones de individuos daremos prioridad? ¿Y cómo los coordinaremos para que todos nos beneficiemos del sistema?

Todos los países pobres del mundo están sumidos en alguna de estas dos situaciones: o una parálisis total de la cooperación económica o un sistema de planificación central que es incapaz de coordinar losplanes de los individuos. Esto es la pobreza, la absoluta incapacidad de las personas para elegir y satisfacer sus fines.

Si el logro del mercado era permitir la multiplicación de la riqueza, la deficiencia de cualquier otro sistema que no respete la libertad y la propiedad privada es la completa destrucción del bienestar humano.

3.- ¿Qué se debe hacer para lograr prosperidad en países donde son las relaciones familiares, casi de clanes, las que determinan o impiden la confianza en instituciones impersonales, condición a su vez sine qua non para el despegue de una sociedad cultural y materialmente?

La agenda es ciertamente complicada porque se entremezclan elementos culturales, políticos e incluso religiosos. Si las instituciones que deben servir de soporte a la propiedad privada sólo se ven reprimidas por razones políticas (intervencionismo del Estado), la solución parecería clara: terminar con ese intervencionismo.

Sin embargo, en muchas ocasiones el intervencionismo no es el único problema, o al menos no es el origen del problema. No olvidemos que la represión estatal casi siempre está respaldada por una mayoría silenciosa que si bien no la ensalza, sí la tolera como conveniente o inevitable.

Este socialismo popular está presente en la sociedad y es muy difícil de erradicar. La solución no puede consistir en construir instituciones que les obliguen a respetar la propiedad privada y les enseñena ser empresarios. Y no puede serlo porque caeríamos en una suerte de capitalismo planificado.

Ahora bien, sin esas instituciones que les permitan experimentar con la libertad, es improbable que las ideas socialistas desaparezcan, por cuanto acabamos de explicar. Por tanto caemos en un círculo vicioso: las malas ideas engendran instituciones perversas que a su vez sirven para perpetuar esas malas ideas.

En mi opinión, la transición es posible si no pretendemos destruir desde fuera ese círculo, sino si nos limitamos a insertar una cuña. Si por ejemplo los gobiernos de esos países no fueran hostiles a la globalización, las empresas occidentales podrían dar ejemplo de cómo el mercado genera prosperidad. La gente podría observar cómo otros crean riqueza de modo pacífico; conocería qué es un contrato y por qué debe respetarse; cómo se usa el dinero, qué funciones tiene y cómo pueden capitalizarlo mediante la inversión, el sistema bancario, etc.

Dado que para hacer todo esto necesitarían de más libertad, se opondrían cada vez más a medidas represoras concretas y el gobierno perdería apoyo popular.

La cuestión por tanto es cómo sustituir el círculo vicioso por el virtuoso. Creo que la globalización es el camino más inmediato que tenemos ante nosotros. Otra manera, más a largo plazo, sería probablemente la guerra de las ideas, al menos para lograr que no se cometan ciertos dislates en políticas públicas.

4.- ¿Qué es la Escuela Austriaca y cómo se relaciona con el liberalismo clásico (libertarismo)?

La Escuela Austriaca es una corriente de pensamiento económico que se caracteriza por el estudio de la estructura de la acción humana a través de un proceso lógico-deductivo y contrafactual. En principio, esta escuela surge con la publicación por parte del economista austriaco Carl Menger de sus Principios de Economía Política, pero he ensanchado lo suficiente la definición como para incluir a otros pensadores anteriores como los escolásticos salmantinos, Richard Cantillon, Jean-Baptiste Say o Frédéric Bastiat.

En principio, los austriacos son científicos que no emiten juicios de valor. Se limitan a estudiar y describir la realidad desde un punto de vista objetivo. Sin embargo, también es cierto que los austriacos además de científicos son humanos, y si sus investigaciones los conducen a conclusiones del tipo: la propiedad privada permite la prosperidad universal mientras que el socialismo sólo puede generar miseria para la generalidad, resulta previsible que muchos se conviertan en defensores del capitalismo.

Pero debe quedar claro que el proceso es distinto al que denuncia el marxismo: no se trata de que la teoría económica esté contaminada por los intereses del sistema capitalista, sino que las contundentes conclusiones de la teoría económica condujeron a muchos a defender el sistema capitalista como el único interesante para el ser humano.

Posteriormente, otro influyente austriaco como es Murray Rothbard, completó esta perspectiva exclusivamente científica con una teoría ética que permitiera comprender cuáles son las condiciones jurídicas para que una sociedad prospere minimizando los conflictos sin solución arbitraria entre sus miembros. Lo sorprendente es que la investigación ética condujo a conclusiones muy similares a las que los austriacos anteriores habían desarrollado como economistas y por ello hoy en día, la mayor parte de los austriacos estudiamos la realidad desde una doble perspectiva: económica y ética. Y desde ambos puntos de vista concluimos que la libertad y la propiedad privada son superiores en todos los aspectos al dirigismo y al socialismo.

5.- ¿Cómo compatibilizar, en tu opinión, el rol de los intelectuales, de los second-hand dealers of ideas como los llamó Hayek, y los políticos de tendencia liberal clásica?

Bueno, no tengo mucha confianza en los políticos, ni siquiera en quienes dicen ser liberales. Por lo general, quien se cree capacitado para dirigir los destinos de millones de personas no puede estar muy cuerdo.

De todas formas, creo que la labor de los intelectuales con respecto a los políticos es doble: por un lado mostrar su ineficiencia frente a la coordinación social de carácter espontáneo, esto es, de la planificación central frente a la descentralizada. Por otro, debe determinar qué políticas públicas son menos nocivas: por qué el control de precios y alquileres no funciona, por qué los sistemas de pensiones de reparto están abocados a la quiebra, qué tipos de impuestos distorsionan más la economía, por qué los tipos de cambio fijos son preferibles a los flexibles...

En otras palabras, el intelectual debe limitar el rango de acción del político y comparar las alternativas de acción que plantea. No se trata de que los intelectuales sirvan a la política, sino de que en la medida de lo posible nos protejan de ella
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