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25 de Agosto de 2010

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Produciendo "lo que sea"

Decía Keynes que "cuando hay paro involuntario necesariamente la desutilidad marginal de trabajar es menor que la utilidad del producto obtenido (...) Si se acepta esto, el razonamiento anterior nos demuestra que el endeudamiento para hacer gastos ruinosos puede enriquecer incluso a la comunidad".

En otras palabras, que la peor forma de empobrecernos es dejar que los trabajadores estén en el paro durante las crisis. Ya que no podemos ponerlos a trabajar en la economía privada, ¿por qué no ponerles a hacer algo, "lo que sea"? Por poco valor que posea lo que creen, estarán añadiendo valor (¿en términos netos o en términos brutos?, luego vuelvo a esto) a la economía.

Proseguía Keynes: "Es curiosoo observar cómo el sentido común, para escapar del absurdo, ha llegado a preferir el endeudarse para hacer gastos totalmente inútiles en lugar de hacer otros que solo lo son parcialmente y a los que, por no serlo del todo, se enjuicia con los estrictos criterios de un negocio privado. Por ejemplo, el subsidio de paro financiado mediante deuda pública se acepta con mayor facilidad que la financiación de mejorar que ofrecen una rentabilidad inferior al tipo de interés vigente".

Traducido: que nuestras sociedades aceptan más fácilmente que los parados estén en casa cobrando del erario público a que cobren del erario público poniéndolos a trabajar en "lo que sea" (aunque no resulte rentable). En apariencia esto es absurdo: si no hacen nada, sólo rapiñan a los demás; si hacen algo, al menos crean un poquito de valor.

Egócrata vuelve a la carga en su último post para justificar el despilfarro público generalizado con argumentos derivados de estas ideas de Keynes:

Todos los estudios (incluyendo la CBO) dicen que el estímulo fiscal del año pasado fue entre muy efectivo y realmente efectivo, suavizando enormemente la recesión.

Básicamente, la CBO dice que el PIB estadounidense ha crecido gracias al Plan Obama casi 4,5 puntos adicionales y que se han creado varios millones de empleos. A la lógica pregunta de: "pero esa producción adicional y esos empleos extra que se han creado, ¿sirven para algo?", le sigue la consecuente respuesta keynesiana de: "Sirven para más que haber tenido a la gente parada en casa sin producir nada, es mejor que produzcan 'lo que sea'". Vamos, que igual da que el PIB haya aumentado porque se ha colocado a varios millones de tíos produciendo un coloso en honor a Obama; incluso esa inutilidad es mejor que no tener nada como consecuencia del tiempo que llevan parados.

¿Pero es eso cierto? Me preguntaba antes si los parados que son colocados a producir "lo que sea" añaden valor a la economía en términos brutos o en términos netos. La cuestión no es baladí: ¿su nueva producción es más valioso que el consumo que realizan gracias a esa nueva producción? O, en otras palabras, ¿lo que meten es más valioso que lo que sacan?

Y aquí las dudas deberían comenzar a surgir: si un conjunto de parados puede crear una determinada cantidad de mercancías Q que puede intercambiarse en el mercado por otra cantidad de mercancías R, ¿por qué no lo hacen sin intervenciones públicas? Al fin y al cabo, la mercancía Q posee una demanda en el mercado (la de los trabajadores que fabrican R) y los trabajadores que producen Q pueden cobrar un salario igual a su productividad marginal presente en la producción de Q. Entonces, ¿por qué nadie los contrata?

La respuesta es clara: porque en el mercado nunca se habría realizado voluntariamente el intercambio de Q por R. Para que el intercambio se realice, los términos del intercambio deberían haber sido mucho más favorables para los trabajadores que producen R (por ejemplo intercambiar Q por 0,5R), es decir, deberían haber caído los precios de Q. Pero si caen los precios de Q, los salarios que perciben sus trabajadores también lo hacen y a esos salarios tan bajos, los parados no están dispuestos a trabajar. Es decir, no existía paro involuntario en términos keynesianos ("la desutilidad del trabajo es menor que la utilidad del producto obtenido"), sino paro en sentido clásico: los salarios que se pueden pagar son inferiores a la desutilidad del trabajo.

Cuando el Estado gasta su dinero en producir Q pagándoles a los parados salarios lo suficientemente elevados como para consumir R (y no 0,5R), entonces está destruyendo riqueza, porque lo que meten esos trabajadores en la economía (Q) es menos valioso que lo que sacan (R).

Pero, al menos, así las cosas, si los trabajadores igual percibirían un subsidio de paro que les permitiría comprar R, ¿es cierto que resulta preferible tener a los trabajadores produciendo algo (Q)? No necesariamente. Cuando el Estado les paga salarios artificialmente altos, es cierto que destruyen riqueza. Pero los efectos no van mucho más allá (bajo ciertas condiciones, lo normal es que sea mucho peor al promover un cierto consumo de capital) de una redistribución coactiva de los bienes de consumo (se expolia a los trabajadores que producen R en beneficio de los parados).

Sin embargo, si comenzamos a producir, estaremos añadiendo distorsiones también a la estructura productiva. Por ejemplo, si para producir Q necesitamos a 100 trabajadores y a 100 barriles de petróleo, no sólo estamos expoliando a los trabajadores de R, sino que estamos encareciendo el precio del petróleo para todos aquellos productores que los empleaban. En otras palabras, habrá empresarios que se verán forzados a recortar marginalmente su producción porque el precio del petróleo será más alto de lo que habría sido sin plan de rescate. Y esa producción que marginalmente recortaban... ¡sí era rentable!, es decir, se podía intercambiar voluntariamente en el mercado (beneficiaba a ambas partes). Es decir, el plan de estímulo no sólo destruye riqueza al redistribuir los bienes de consumo, sino que la destruye al trastocar la estructura productiva en una dirección errónea (no deseada por los consumidores). A esto me refería el otro día con lo de alterar los precios relativos. El único caso en el que esto no tendría lugar es si el plan de estímulo va dirigido a producir bienes sólo mediante trabajadores (su función de producción sólo implica trabajo, ni bienes de capital, ni materias primas), algo escasamente realista (y, en todo caso, los efectos de la redistribución coactiva de bienes de consumo, permanece).

Por tanto no, los planes de estímulo son destructivos. Nada hay más fácil que crear empleo o aumentar en algo el PIB. La cuestión es si ese "empuje" económico (como algunos quieren verlo) está generando riqueza en términos netos o no lo está haciendo. Y la respuesta obviamente es no: la prueba más clara es que cuando se retira el estímulo, todas esas relaciones coactivas impuestos por el plan de estímulo desaparecen y la economía tiene que adaptarse de nuevo (nueva "recaída"). Por supuesto, queda otra alternativa y es "estimular" toda la economía mediante un plan central que pretenda coordinar todos los planes de producción y asigne cuotas de consumo, socialismo puro y duro que, parece ser, muchos deben pensar que crea riqueza y empleo.

Incluso con recursos ociosos, los planes de estímulo son nefastos.


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