1 de Septiembre de 2008
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Catastrofismo ambiental y periodismo, dicen que ambiental
Quien se pase por la página de Ciencia y Ecología de elmundo.es asistirá, entre estupefacto y afectado (dependiendo de su predisposición al escepticismo o al dogmatismo medioambiental), a un espacio que se parece más a un panfleto de cualquier orden o secta apocalíptica que a la edición online de una “seria” publicación de carácter científico. Sin ir más lejos, hoy 1 de septiembre el IPCC dice que los glaciares se derriten a velocidad récord desde que se inició el siglo, que el 37% del territorio español se encuentra en riesgo de desertificación, que cada año tiramos literalmente al mar 6,5 millones de toneladas de basura, parte de la cual se ha “almacenado” en una zona del Pacífico de la que sólo hasta mediados de agosto se habían retirado 40 toneladas, que según la Organización Mundial de Meteorología, ha reaparecido el agujero de ozono de la Antártida y que para finalizar, por no incluir muchos más catástrofes, unos dos mil pingüinos han muerto encharcados en fuel en el litoral del estado brasileño de Santa Catarina.
El periodismo es por su propia naturaleza, catastrofista y por tanto le convierte en un aliado imprescindible para movimientos como el ecologismo, que viven de un permanente estado de alerta real, virtual o inventada. Un ejemplo es, sin ir más lejos, el que ilustra el artículo sobre el agujero de ozono en el que se quede leer en el titular (y quien más quien menos, suele leer simplemente esa parte de la información), que “reaparece el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida”. El que pase a leer el interior descubrirá que este fenómeno ocurre cada año, pero es que además, las perspectivas para esta temporada descubren que el agujero será de tamaño “medio”. A lo mejor, el titular “el agujero de ozono sobre la Antártida será sólo de tamaño medio este año” es poco atractivo para el morbo humano que se pretende despertar.
Por otra parte, existe una tendencia clara y evidente al dramatismo. Por una parte, los glaciares se derretirán a un ritmo no conocido en este siglo, lo cual quiere decir que mucha del agua retenida en forma de hielo se incorporará al caótico sistema meteorológico y climático terrestre. Por otra, España entrará en un proceso de desertización galopante, lo que resulta ciertamente paradójico si comparamos ambas noticias, más agua y más desierto, todo el mismo día. Sin embargo, ambas hablan de tendencias, de datos que el tiempo tiene que confirmar. Yo me pregunto, si estas agencias estatales y no estatales que llevan prediciendo el fin de la especie humana, del medio ambiente, de la las focas y las ballenas, del elefante y del ornitorrinco, basaron su propio fracaso pasado en datos tan científicos. Es evidente que si se predicen miles de catástrofes, alguna se terminará produciendo, lo que no está claro será su alcance real sobre el conjunto del planeta.
Lo que está claro es que para pedir no es necesario que pase nada, y los climatólogos, científicos y otra gente de buen vivir y mejor comer del IPCC ya han pedido medidas a los gobiernos (como se nota que son estos los que coaccionan y no las empresas). Advierte el informe del organismo que:
“Si esta tendencia continúa y los gobiernos no se ponen de acuerdo sobre las nuevas reducciones de gas de efecto invernadero en Copenhague en 2009, es posible que los glaciares desaparezcan de muchas zonas de montaña durante este siglo".
Vamos, que la pasta por delante. De los pingüinos, qué voy a decir. Dios, o Gaia, los tenga en su seno.
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