10 de Marzo de 2005
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Bitácora de José Carlos Rodríguez
Economía austríaca y medio ambiente
Hoy la visita diaria a los, precisamente, daily articles del Mises Institute es más obligada que de costumbre. El motivo se llama An Austrian Theory of Environmental Economics y es una referencia inexcusable para el interesado en estos temas.
Tras hacer una exposición de las ventajas analíticas del método austriaco, el artículo entra en materia con la explicación de la posición austriaca sobre los costes externos y la polución. Consiste básicamente en una crítica individualista y subjetivista de la aproximación desde la teoría del coste social. La visión praxeológica de los recursos y su implicación en el proceso productivo ubica el problema de la polución en el ámbito de los acuerdos voluntarios y las consecuencias de las acciones individuales sobre otros individuos. De este modo, los problemas medioambientales, como tales, y en particular la polución, no se da o no tiene relevancia. Dice el autor, Roy Cordato:
La polución no trata, por tanto, del daño que se hace al medio ambiente sino sobre el conflicto humano sobre el uso de recursos físicos. Formulado de manera general un problema medioambiental o de polución aparece cuando un individuo o grupo de individuos A y un individuo o grupo de individuos B están intentando de forma simultáneamente utilizar el recurso X para propósitos distintos, o planean hacerlo.
Y añade, de forma reveladora: Desde la perspectiva austriaca, Robinson Crusoe no puede contaminar.
Hay al menos una respuesta obvia, en apariencia al menos, a esta forma de ver las cosas. ¿Cómo que no contamina el que echa pesticidas al río? Su efecto sobre la naturaleza es real. Su repercusión en la vida de ese río es cierta. ¿En qué sentido se puede afirmar que eso no es polución? ¿Simplemente porque, por ejemplo, el río sea propiedad del que contamina?
La respuesta desde el punto de vista austriaco no es menos obvia. El deseo de que un determinado ámbito o espacio de la naturaleza sufra alteraciones a condición de que no sean causadas por el hombre, o más bien la satisfacción de ver ese deseo cumplido, es un valor. Y como tal tiene la misma consideración dentro del crisol de valores que se entrelazan y coordinan en una sociedad libre. Es decir, que si el grupo de personas A desea producir papel y el grupo de personas B desea que el río no se contamine con los desechos de la fábrica nos encontramos con lo que ha explicado Roy Cordato. Es un conflicto sobre el uso de un mismo recurso. En este caso el río.
De aquí saltamos a una cuestión filosófica interesante. En una exposición en la Universidad de un trabajo sobre la pesca mundial y la tragedia de los comunes, un compañero decía tras mi exposición, escandalizado, que yo era en exceso antropocéntrico. Humanista, se decía antes. La perspectiva austriaca es humanista radical. Toma al hombre, sus valoraciones, sus acciones, como la raíz de los procesos sociales y como objeto de análisis. Este compañero, como típico ejemplo del ecologista, pretendía que hay un valor fuera de nosotros. Una especie de valor objetivo al que en alguna medida nos debemos rendir. La pretensión es perfectamente absurda, porque la expresión de esa idea es la de un valor humano, y no otra cosa. Por lo que quien afirma que hay valores no humanos está cayendo en una contradicción funsamental.
Pero volvamos al conflicto. Cabe preguntarse cuál es el orgen de éste. Cuál es la solución. Y en ambos casos nos encontramos con la misma institución: la propiedad privada. A ella dedica el siguiente epígrafe y gran parte del resto del artículo.
No voy a seguir para dejar al lector las ganas de leer el artículo de cabo a rabo.
Tras hacer una exposición de las ventajas analíticas del método austriaco, el artículo entra en materia con la explicación de la posición austriaca sobre los costes externos y la polución. Consiste básicamente en una crítica individualista y subjetivista de la aproximación desde la teoría del coste social. La visión praxeológica de los recursos y su implicación en el proceso productivo ubica el problema de la polución en el ámbito de los acuerdos voluntarios y las consecuencias de las acciones individuales sobre otros individuos. De este modo, los problemas medioambientales, como tales, y en particular la polución, no se da o no tiene relevancia. Dice el autor, Roy Cordato:
La polución no trata, por tanto, del daño que se hace al medio ambiente sino sobre el conflicto humano sobre el uso de recursos físicos. Formulado de manera general un problema medioambiental o de polución aparece cuando un individuo o grupo de individuos A y un individuo o grupo de individuos B están intentando de forma simultáneamente utilizar el recurso X para propósitos distintos, o planean hacerlo.
Y añade, de forma reveladora: Desde la perspectiva austriaca, Robinson Crusoe no puede contaminar.
Hay al menos una respuesta obvia, en apariencia al menos, a esta forma de ver las cosas. ¿Cómo que no contamina el que echa pesticidas al río? Su efecto sobre la naturaleza es real. Su repercusión en la vida de ese río es cierta. ¿En qué sentido se puede afirmar que eso no es polución? ¿Simplemente porque, por ejemplo, el río sea propiedad del que contamina?
La respuesta desde el punto de vista austriaco no es menos obvia. El deseo de que un determinado ámbito o espacio de la naturaleza sufra alteraciones a condición de que no sean causadas por el hombre, o más bien la satisfacción de ver ese deseo cumplido, es un valor. Y como tal tiene la misma consideración dentro del crisol de valores que se entrelazan y coordinan en una sociedad libre. Es decir, que si el grupo de personas A desea producir papel y el grupo de personas B desea que el río no se contamine con los desechos de la fábrica nos encontramos con lo que ha explicado Roy Cordato. Es un conflicto sobre el uso de un mismo recurso. En este caso el río.
De aquí saltamos a una cuestión filosófica interesante. En una exposición en la Universidad de un trabajo sobre la pesca mundial y la tragedia de los comunes, un compañero decía tras mi exposición, escandalizado, que yo era en exceso antropocéntrico. Humanista, se decía antes. La perspectiva austriaca es humanista radical. Toma al hombre, sus valoraciones, sus acciones, como la raíz de los procesos sociales y como objeto de análisis. Este compañero, como típico ejemplo del ecologista, pretendía que hay un valor fuera de nosotros. Una especie de valor objetivo al que en alguna medida nos debemos rendir. La pretensión es perfectamente absurda, porque la expresión de esa idea es la de un valor humano, y no otra cosa. Por lo que quien afirma que hay valores no humanos está cayendo en una contradicción funsamental.
Pero volvamos al conflicto. Cabe preguntarse cuál es el orgen de éste. Cuál es la solución. Y en ambos casos nos encontramos con la misma institución: la propiedad privada. A ella dedica el siguiente epígrafe y gran parte del resto del artículo.
No voy a seguir para dejar al lector las ganas de leer el artículo de cabo a rabo.
Comentarios
El artículo es muy bueno. Lo publicaron también en el Quarterly Journal of Austrian Economics: http://www.mises.org/journals/qjae/pdf/qjae7_1_1.p... (un formato más bonito para imprimir). A través de él yo llegué a un texto de Rothbard que también es muy recomendable: http://www.mises.org/rothbard/lawproperty.pdf. La verdad es que gente como Cordato o Rothbard te hacen afrontar la discusión sobre estos temas con una perspectiva muy distinta a la habitual, lo cual es muy de agradecer.
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