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6 de Febrero de 2006

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

TAR vs TDR X Principio 6: La sustitución de un recurso por otro

De nuevo toma una de mis ideas por obvia. Nos dice:

Otra consecuencia, obvia, del incremento de precios de un recurso es la búsqueda de sustitutos que puedan cumplir la misma función –o cubrir las mismas necesidades– que el recurso al que sustituirían, en condiciones económicas mejores que las del recurso sustituido.

El problema, nos informa Marcel, es que no es razonable suponer la existencia de sustitutos viables. Y se refiere a un artículo suyo anterior en el que da razones por las que no aparece en el horizonte ninguna alternativa real a corto o medio plazo para el petróleo en el transporte, a lo que suma:

Y puesto que los combustibles derivados del petróleo son los que mueven hoy el 90% de todas las mercancías y personas que hacen funcionar nuestro sistema económico, de ahí la trascendencia social y económica que le asigno al pico de producción petrolera de marras.

Entonces hace un somero repaso a los principales motivos por las que (a corto-medio plazo, nos insiste) no es razonable suponer que ninguna de ellas tiene posibilidades de convertirse en un sustituto creíble a corto-medio plazo. Las razones concretas para cada energía las colgaré en los comentarios, para no interrumpir aquí mi razonamiento.

Repito sus palabras. no aparece (para Marcel) en el horizonte ninguna alternativa real a corto o medio plazo. No voy a discutir sus razones, pero como él mismo dice no aparece ninguna alternativa a corto o medio plazo. Esto, a 6 de febrero de 2006. Porque no sabemos cuándo o cómo se podrá dar con una alternativa real. No se puede afirmar de antemano que no la encontraremos, porque supone negar un conocimiento que ni siquiera se ha creado (La crítica popperiana que Marcel no ha respondido, porque no puede). Es mucho más ilusorio negar que ese conocimiento tendrá lugar, especialmente si millones de mentes en el mercado colaboran de forma dispersa pero coordinada para encontrarlo, que confiar en que éste aparecerá. No se puede actuar en contra de las leyes de la naturaleza. Pero sí se puede confiar en que el hombre se aprovechará de ellas para conseguir sus fines, en la medida de sus posibilidades. No se podría confiar en la fusión fría si fuera físicamente inviable. Pero si no fuera el caso, no se puede descartar de antemano que se logrará.

El petróleo es el rey en la creación de energía por el hombre y al servicio del hombre (porque si tenemos en cuenta solo la energía al servicio del hombre, seguramente el sol es la fuente que más contribuye). Pero hay alternativas, y Marcel repasa algunas de ellas:

El carbón, el gas natural, las arenas bituminosas, el hidrógeno, la electricidad de origen nuclear, el metano u otros.

Me conformaré con citar una vez más a Marcel Coderch para quien sus razones no quieren decir

Que el problema energético no tenga solución, sólo que no parece tenerla dentro de los parámetros de crecimiento de consumo y de costes a los que estamos habituados, y en los plazos en que previsiblemente se nos presenten los problemas.

Luego, como ya he dicho anteriormente, el problema a que nos enfrentamos según el adversario ideológico no es que no pueda darse con una solución, sino que no llegaremos a tiempo.

Esto es más importante de lo que parece, para su propio argumento, por las razones que, espero, serán claras.

1)      No está negando que pueda haber una solución futura. No puede hacerlo y no es tan imprudente como para negarla de antemano. Se limita a decir (no es poco) que el problema al que nos enfrentamos por haber alcanzado el pico de la producción o estar a punto de hacerlo es muy serio y es, a efectos de los negocios humanos, inminente. Y que, en consecuencia, nos enfrentamos a un problema que atenaza a la sociedad, ciega ante lo que se avecina, y al cual no va a saber responder por falta de tiempo y de medios. Su miedo es que estamos construyendo una estructura productiva que se va a quedar sin su alma: la energía que le mueve. Lo que no ve Marcel Coderch es que el alma de la sociedad libre es el beneficio empresarial, que en un mercado abierto está asociado a la atención a los deseos y necesidades sociales. La energía no es sino que un medio más, complementario de muchos otros; un instrumento al servicio de la razón humana, que se hace más potente y creativa cuando se desenvuelve en un entorno de libertad y llega a colaborar con millones de otras mentes movidas por su propio interés, gracias a ese maravilloso proceso con que nos hemos tropezado, que es el mercado. Pero volviendo a la cuestión, Marcel no niega que se pueda alcanzar una solución sino que afirma que no podrá llegar a tiempo.

2)      Mas, curiosamente, si el problema no es tanto una cuestión esencial como de oportunidad o de tempo, los argumentos que Marcel consideraba superfluos, paralelos, inanes, vanos, fútiles, extraños a lo que él consideraba esencial, resulta que tienen toda la importancia. Los vamos a recordar.

A)    La elasticidad del consumo de los recursos energéticos. Para ilustrar lo que así llamó Marcel, partí de un supuesto mucho más fuerte que un mero pico de la producción de tres al cuarto. Llegué a suponer que, simplemente, nos quedábamos sin petróleo, al ritmo de consumo actual, en un período X de años. Y explicaba que debido al alza de precios después de habernos dado cuenta de que se acabó lo que se daba, los usos del petróleo se limitaban ahora a los más urgentes, por lo que el nuevo período de consumo sería, por ejemplo, 2X. Lo mismo cabe decir si, simplemente, en lugar de enfrentarnos al final del recurso, lo que nos encontramos es con que nos hemos percatado de que hemos dejado atrás el famoso pico. Subirían los precios, se restringiría el consumo y se alargaría el período de consumo del petróleo que queda. Marcel dice que no tenemos (hoy, insisto, no sabemos lo que ocurrirá más adelante, especialmente si nos damos cuenta de que necesitamos alternativas) una alternativa a corto o medio plazo y que ese es el problema. Pero ahora nuestro tiempo de reacción se ha ampliado por la elasticidad del consumo de los recursos energéticos. Y me permito recordar que el de Crisis Energética reconoció que mi argumento era obvio y que resultaba de la mera aplicación de la ley de oferta y demanda. Pero añadía que era irrelevante, cuando acabamos de mostrar que, precisamente, tiene toda la relevancia.

B)    Los estímulos a los nuevos descubrimientos de pozos de petróleo, así como al uso más intensivo de los ya existentes. En este caso también dijo que lo único que se deriva de tu exposición es que, como tú mismo dices en este apartado, ‘de nuevo el horizonte de agotamiento se hace más lejano’. Te parecerá poco, Marcel. Es muy importante si lo que tu temes no es que en algún momento alcancemos el susodicho pico, sino que nos vamos a tropezar con él en un período de tiempo que nos va a dejar sin capacidad de reacción. Insisto en que no niegas (no podrías) que en algún momento se pueda operar una transición energética a otro recurso o fuente de energía. Solo alertas de un peligro inminente. En consecuencia, si la explotación de nuevos yacimientos retrasa la llegada de tu Godot, esta parte de mi argumento tiene toda la relevancia, en contra de lo que afirmas. Y de nuevo no quiero terminar este párrafo sin recordar a los sufridos lectores que reconociste que de nuevo no podría estar más de acuerdo contigo ya que seguimos con la ley de la oferta y la demanda: un aumento de márgenes en un producto hacer que aumente la oferta del mismo. La otra crítica a ese argumento ya la traté en su correspondiente anotación.

C)    El ahorro energético. Efectivamente, decía que con el aumento de los precios ocurrirían también varios procesos que redundarían en un ahorro en el consumo del petróleo. Por un lado se buscaría un comportamiento que acabara en un menor derroche. También se invertiría en infraestructuras que minimizaran las pérdidas debidas al transporte o por otras causas. Y se invertiría en maquinaria más eficiente en el uso de este bien. Todo ello tendría como resultado, como en los dos anteriores epígrafes, una ampliación del período de consumo del recurso. Aún a riesgo de cabrear al lector, me permito repetir que el temor de nuestro adversario dialéctico es que no llegaremos a tiempo. Por ese motivo nos decía al respecto del argumento del ahorro que este era innecesario. En este momento ya sabemos porqué no lo es. Por último también recordaré que de nuevo en este caso tomaba mi argumento como obvio y pura ley de oferta y demanda en su vertiente más elemental. Y añadía esta premisa coincide en la práctica con la del Principio 2, ya que un menor consumo en respuesta a un aumento de precios puede darse por razones varias. Precisamente eso es lo que defiendo, en este caso con el expreso reconocimiento de Marcel Coderch.

D)   La sustitución de un recurso por otro. No voy a discutirlo de nuevo, pero es evidente que tal sustitución, que considera inviable (hoy y con los conocimientos de hoy) a corto-medio plazo, no se puede negar a largo plazo. Tampoco se puede descartar que demos más pronto de lo esperado con una vía de sustituir al petróleo. El peligro seguro e inmediato a efectos humanos de que habla, es inseguro y no tiene plazo.


Anotaciones anteriores:

TAR vs TDR IX Principio 5: Los rendimientos crecientes

TAR vs TDR VIII Principio 4: El ahorro energético

TAR vs TDR VII Principio 3: Los estímulos a los nuevos descubrimientos

TAR vs TDR VI Principio 2: La elasticidad del consumo de los recursos energéticos

TAR vs TDR V Principio 1: La economía como subdivisión de la praxeología

TAR vs TDR IV El esquema de TAR de Marcel Coderch

TAR vs TDR III Sobre la relevancia de mis argumentos

TAR vs TDR II Falsabilidad

TAR vs TDR I Presentación del debate


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