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Empresarios mercantilistas y pobres capitalistas
Enviado por el día 9 de Marzo de 2005 a las 04:48
Porfirio Cristaldo Ayala*

Asunción (AIPE) En América Latina, los grandes empresarios suelen ser mercantilistas. El proteccionismo les asegura un mercado cautivo y elevadas utilidades con poco esfuerzo y capital. Los privilegiados del gobierno no necesitan invertir, innovar y volverse competitivos para salir a exportar. ¿Por qué respaldarían el libre comercio? Estos empresarios no quieren una economía libre, son tan estatistas como los políticos “progresistas” más fanáticos.
El continente tendría que liberalizar la economía para salir adelante. Pero las esperanzas parecen cada vez más lejanas. Los políticos, funcionarios y grandes empresarios forman un poderoso “triángulo de hierro” en el que cada uno trata de aprovecharse del gobierno para conseguir prebendas, vivir a costas del resto y se oponen tenazmente al cambio.

¿Quiénes traerán el cambio? El motor del cambio en el mundo moderno suelen ser los empresarios y en América Latina, por fortuna, tenemos a muchos verdaderos empresarios: los pobres. Cinco de cada seis personas en el mundo son pobres. Y, a diferencia de lo que supone la izquierda, los pobres no están en contra del capitalismo ni creen en la lucha de clases. Por el contrario, como se ve en las ciudades latinoamericanas, los pobres en su mayoría son pequeños empresarios, tan humildes y desamparados que para subsistir necesitan defender diariamente su libertad de trabajar, comprar y vender. Sobreviven gracias a su dedicación empresarial, aunque no crecen ni prosperan por la falta de derechos de propiedad y por la inmensa cantidad de restricciones y regulaciones que impone el “triángulo de hierro” estatista.

Las calles y los mercados de los países más pobres pululan con microempresarios ansiosos de vender, hacer negocios y prestar servicios a la gente. A lo largo de América Latina, desde México hasta Argentina, los campesinos han migrado a las ciudades para convertirse en empresarios urbanos. No son reconocidos como tales porque viven en las chozas precarias de barriadas periféricas y sus negocios se limitan a la venta de baratijas o la explotación de pequeños comercios, no registrados legalmente. Peor aún, suelen ser rechazados, considerados perniciosos y perseguidos.

En Paraguay, los empresarios pobres manejan más del 60% de la economía en el sector conocido como informal, que da trabajo a tres de cada cuatro trabajadores. En todas partes, el mayor deseo de los pobres es acceder a mercados libres, a la propiedad privada, a la legalidad y al crédito, indispensables para su progreso. El libre acceso a los mercados y al amparo de las leyes es para ellos una cuestión vital, pues bajo la informalidad están expuestos a delincuentes y a funcionarios y policías corruptos.
Re: Empresarios mercantilistas y pobres capitalistas
Enviado por el día 9 de Marzo de 2005 a las 04:50
Estos microempresarios para prosperar e impulsar el desarrollo, como explica Hernando de Soto, sólo precisan de leyes que les reconozcan sus derechos de propiedad, legalicen sus negocios y protejan sus contratos, que les liberen de los parásitos (políticos, inspectores, policías, matones) y les permitan pagar impuestos razonables en lugar de coimas. Los altos costos y largos plazos necesarios para legalizar los negocios y las excesivas regulaciones les impiden crecer y formar empresas que aprovechen la división del trabajo y sean competitivas.

La verdadera esperanza del capitalismo en los países pobres son los empresarios de a pié, individuos de gran ingenio, valor e iniciativa, que sobreviven gracias al mercado. A diferencia de lo que creen los socialistas, estos no buscan la redistribución de riquezas sino la oportunidad de hacer riqueza, de competir, esforzarse y salir adelante. Para ello requieren títulos de propiedad de sus humildes viviendas, la legalización de sus empresas y de leyes que favorezcan el libre comercio.

Los políticos que piensan que defender el mercado tiene un alto costo político, que les haría perder votos, pero están errados. Los empresarios pobres serían una poderosa arma política para forzar la liberalización. Pero en tanto los gobiernos sigan amparando el proteccionismo y la economía de privilegios, los pobres no tendrán otra alternativa que dejar sus pequeñas empresas y negocios y pasar a engrosar las filas de los sin tierras y grupos radicalizados que buscan usurpar la propiedad y destruir el estado de derecho.

___* Corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

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