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Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:17
A continuación voy a transcribir uno de los 5 capítulos que he pensado son necesarios leer, para tener una idea original de la concepción del estado hebreo y su lucha contra el mundo árabe.
La intención es aparte de intentar enseñar a vícitmas de la incultura de los sistemas educativos o de los discuros sectarios zurdos y musulmanes... Desmentir cosas tales como el apoyo de potencias extrangeras en la creación y supervivencia en los dos primeros decenios del estado de Israel.
Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:19
Capítulo I:

Dieciséis horas infernales en el monasterio de San Simón

En la primavera de 1948, la población judía de Jerusalén rondaba los 100.000 habitantes, el doble que la árabe. Pero a pesar de ser mayoría, los judíos vivían en condiciones de inanición. Durante el mando británico, el cordón umbilical de la ciudad era una tortuosa carretera cuyo trazado atravesaba territorios hostiles bajo dominio árabe; parte de esa carretera discurría a través de peligrosos pasos de montaña que obligaban a los diferentes convoyes que por allí pasaban a tener que abrirse camino por una cortina de fuego enemigo.
En el mismo Jerusalén, la mayor parte de los barrios judíos estaban bastantes aislados entre sí y los altos estaban ocupados por zonas árabes. Algunos barrios judíos se encontraban completamente desconectados del centro de la ciudad y sólo los defendía un puñado de jóvenes combatientes equipados con fusiles anticuados y granadas.
La ciudad estaba al borde del hambre. El suministro de agua potable, procedente de estaciones de bombeo localizadas en las colinas –algunas de ellas en poder de los árabes- empezaba a escasear. Como el Ejército Británico estaba ocupado en llevar a cabo la prevista evacuación de Palestina, y de todos modos se hallaba firmemente enclavado en instalaciones parecidas a fortalezas del centro de la ciudad y en campamentos, la situación para la asediada población judía era desesperada.

En la estrecha franja costera la situación no era mucho mejor. Un ejército improvisado, basado en fuerzas antes clandestinas, estaba luchando intensamente por conseguir el control del pequeño territorio que pasaría a ser Israel, una vez que los británicos renunciaran a su dominio y abandonaran la zona. Pero había miles de árabes, voluntarios y soldados regulares, que aguardaban en las fronteras para unirse a los efectivos árabes que ya estaban en guerra con los judíos por cada palmo de una pequeña región.
La Guerra de Independencia de 1948-1949 sería efectivamente una cuestión de vida o muerte para Israel y Jerusalén teniendo en cuenta los condicionantes religiosos, históricos y emotivos, de árabes y judíos que se convertirían en el eje central de la contienda. Para los judíos era impensable perder la ciudad para que el estado que estaba a punto de alumbrarse tuviera algún sentido. Abril de 1948 sería un mes crucial en la lucha por esa ciudad.

El Hagana (el ejército clandestino judío, que un mes más tarde pasaría a llamarse Tsahal, nombre de las fuerzas de defensa de Israel) decidió reunir todos sus efectivos disponibles en las llanuras y abrir la línea vital de comunicación con Jerusalén de una vez por todas. Durante la madrugada del 5 al 6 de abril se llevó a cabo la operación “Nachshon” mediante un eficaz ataque a nivel de batallón contra el cuartel general árabe de la zona de Jerusalén.
Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:20
También fueron capturados varios campamentos del Ejército Británico abandonados y dos pueblos árabes tras librar cruentas batallas; uno de estos pueblos estaba demasiado cerca de la fuerza británica que protegía la jefatura de policía de Latrun (un punto estratégico en la carretera de Jerusalén) y tuvo que ser evacuado ya que los carros blindados británicos amenazaban con abrir fuego contra los atacantes. Al final, pese al éxito inicial (debido en parte a un envío de armas clandestino transportado en avión desde Checoslovaquia hasta un campo de aviación que había pertenecido a la RAF), la carretera que comunicaba con Jerusalén siguió cerrada y en poder de los árabes apostados en los precipicios que la rodean.

La situación en la ciudad asediada empeoraba por días, de modo que, para elevar la moral de sus habitantes, el Hagana decidió emprender otra acción ofensiva utilizando su unidad de elite, el Palmach (soldados de choque). El Palmach nació como fuerza durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el Afrika Korps a las órdenes del general Erwin Rommel estaba ganando terreno rápidamente en Egipto. En aquel tiempo los británicos pensaban evacuar no sólo la estratégica Zona del Canal sino también su zona de suministro de retaguardia en Palestina, lo cual significaba tener que abandonar las posiciones del Imperio Británico en Oriente Próximo. Para la reducida población judía, menos de medio millón en total, esta maniobra equivaldría a la muerte segura ya que los árabes de la zona, cuya población doblaba en número la judía, apoyaban abiertamente las ideas de Hitler sobre el pueblo hebreo, y esperaban con impaciencia a que las fuerzas blindadas de Rommel llegaran a Tierra Santa y reemplazaran a los odiados británicos. Fue entonces cuando, por primera vez, las autoridades británicas dieron el visto bueno a la creación de una fuerza militar judía y autorización a su entrenamiento y que dispusiera de armas ligeras confiando en que los judíos pudiesen llevar a cabo una guerra de guerrillas contra los invasores alemanes; durante éste tiempo, el Ejército Británico se reorganizaría y tal vez regresaría a la zona más tarde.

Sin embargo, después de que Rommel fuera derrotado en El Alamein, las volátiles relaciones entre los judíos y las autoridades británicas empeoraron y el Palmach fue obligado a pasar a la clandestinidad y a retrasar su intervención. De todos modos, el adiestramiento que recibieron los hombres les permitió convertirse en el núcleo y la piedra angular de las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF).
Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:21
En 1947, un millar aproximadamente de hombres y mujeres habían sido entrenados como fuerza de combate de elite, un cuerpo militar muy motivado que ardía en deseos de luchar por Israel. Motivación y ganas de combatir no les faltaba pero de lo que sí carecían era de suficientes, o adecuadas, armas con las que luchar. Los árabes tenían armas en abundancia que habían pasado de contrabando por las fronteras ante la mirada de las patrullas británicas que no se mantuvieron muy vigilantes frente a dicho tráfico. Los judíos, sin embargo, no lo tenían tan fácil. Había estrictas regulaciones que prohibían portar armas de cualquier tipo, y no digamos ya almacenarlas. Las fuerzas británicas descubrían a menudo alijos clandestinos, ocultos por lo general en “Kibutzim”, mediante registros por sorpresa; una vez hallados, estos alijos eran retirados y los judíos debían empezar de nuevo el minucioso proceso que entrañaba montar un almacén de armas; y los británicos hicieron gala de una pertinaz determinación por encontrarlos. Así, mientras continuaba este juego del gato y el ratón, el arsenal de armas árabes no cesaba de crecer

La última esperanza de poder salvar la Ciudad Santa sobrevino cuando, en abril de 1948, la Brigada Harel del Palmach se enfrentó al infierno que suponía pasar por la tortuosa carretera que conducía hasta Jerusalén. Si el Palmach fracasaba, la ciudad caería en poder de los árabes y con ella todos los sueños de crear algún día el Estado Hebreo independiente. Aunque los jóvenes soldados de la Brigada Harel hubiesen sabido lo que les aguardaba en las próximas semanas, no habrían dudado un momento, conocedores como eran de la causa por la que luchaban.

Al mando de la Brigada Harel estaba un oficial de veintiséis años llamado Yitzhak Rabin, quien, a pesar de su juventud, era uno de los jefes más experimentados del Palmach. Esta unidad militar sólo tenía de brigada el nombre. Los dos batallones que lo componían reunían cada uno de ellos tan sólo unos cientos de hombres y toda la brigada no superaba los mil soldados, entre los cuales había que incluir chicas soldado y no combatientes. Sólo disponía de armas ligeras: metralletas Sten, algunas fabricadas artesanalmente, varios tipos de ametralladoras ligeras, un puñado de fusiles variados y granadas. En reserva había morteros de 81 mm (con escasa munición) que sólo se emplearían si la situación se ponía muy negra.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:22
En cambio, los árabes disponían de un abundante suministro de munición que les llegaba de manera incesante a pesar de la neutralidad británica. Más aún, los árabes, expertos francotiradores, conocedores de sus armas y del terreno en el que estaban, superaban con creces a los judíos en precisión y alcance de disparo, y éstos se veían obligados a cercarlos muy estrechamente si querían infligirles algún daño. Esto suponía que las fuerzas judías debían pagar un altísimo precio en cada enfrentamiento, de modo que el Palmach, durante los feroces combates librados en la carretera de Jerusalén, sufrió un gran número de bajas ya que en ocasiones las unidades perdían la mitad de sus efectivos. Consecuentemente, los jefes del Palmach optaron por luchar por la noche aprovechando la oscuridad como cobertura para superar a los árabes que tenías bastantes dificultades para luchar por la noche.

Gracias a la escuchas de la red de comunicaciones del Ejército Británico, las unidades de inteligencias hebreas averiguaron que los británicos planeaban acelerar la evacuación de Jerusalén que en un principio estaba prevista para mediados de mayo de 1948. Este hecho colocó al Alto Mando hebreo en un grave dilema. Si las informaciones eran ciertas y los británicos iban a evacuar las instalaciones estratégicas antes de que el Hagana pudiera tomarlas, en ese caso el destino de Jerusalén acabaría en manos de los árabes quienes por supuesto, con el consentimiento de los británicos, habían situado a la Legión Ýrabe en las inmediaciones a la espera de poder intervenir y hacerse con el control de la ciudad. Por otro lado, la retirada de los británicos daría una oportunidad a los judíos, aunque fuera incierta, de mejorar la situación en la que se encontraba Jerusalén.

De todos modos, en la ciudad no había suficientes fuerzas para afrontar una batalla que fuera decisiva. La única fuerza con la que se podía contar era un batallón de infantería de 500 hombres, el Moria, que carecía prácticamente de todo: armas, municiones e incluso víveres. Había también otro millar de soldados de edad avanzada equipados con obsoletos fusiles y poca munición, al borde de la extenuación por la falta de alimentos, que estaban encargados de vigilar el trazado sinuoso de las fronteras de la ciudad. No era precisamente una fuerza con capacidad para llevar a cabo una ofensiva continuada. Así las cosas, se decidió que esta ardua labor debía realizarla la Brigada Harel.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:23
Se trataba de una operación ambiciosa y arriesgada, que fue bautizada en clave como “Jebussi”, el nombre bíblico de la ciudad de Jerusalén. Dos batallones del Palmach y el batallón del Moria serían los encargados de llevar a cabo una serie de ataques independientes en el área de Jerusalén, con tres objetivos principales bien establecidos. El primer de ellos era abrir la carretera que comunicaba con los barrios judíos del norte de la ciudad atacando una plaza fuerte árabe situada en Nebi Samuel (lugar que recibía ese nombre en honor al profeta que se cree está allí enterrado); el segundo consistía en despejar la carretera que conducía al sitiado monte Scopus mediante la captura del distrito árabe de Sheik Jarrah; y el tercero era conectar con los distritos judíos aislados del sur de la ciudad, en especial Mekor Haim cuyos habitantes, tras sufrir el asedio total durante meses, estaban al borde de la inanición.
Este último objetivo debía de conseguirse tomando Katamon, una de las zonas árabes más hermosas y prestigiosas de la ciudad habitada por las altas esferas del mundo árabe.

Los dos primeros ataques fueron infructuosos. En Nebi Samuel no pudo ponerse en práctica el elemento sorpresa y la compañía de vanguardia cayó en una emboscada perfectamente tendida que abortó el ataque hasta la llegada de los soldados del Palmach. El jefe de la compañía fue uno de los primeros en morir; su segundo asumió el mando pero se desorientó en la oscuridad de la noche y provocó una retirada desorganizada que se saldó con un gran número de bajas (treinta muertos y muchos más heridos). El jefe del batallón estaba demasiado lejos para intervenir y para cuando llegaron los refuerzos procedentes de un Kibutz cercano –llevados a toda prisa al escenario de la batalla en vehículos blindados-, ya era demasiado tarde.

No haber podido capturar Nebi Samuel era en sí un hecho muy negativo. Pero lo peor vino cuando los jóvenes soldados del Palmach dirigidos por Rabin atacaron el barrio de Sheik Jarrah dos días más tarde. Al principio todo fue bien. Consiguieron capturar la mayoría de los objetivos marcados en un breve ataque nocturno y se atrincheraron en un edificio de cuatro plantas que dominaba la carretera que conducía hasta el monte Scopus. Sin embargo, la suerte quiso que esta vez los británicos decidieran intervenir. El general de brigada Jones, el comandante británico de la ciudad, había escogido esta misma carretera para la inminente evacuación de la ciudad y en sus planes no entraba en absoluto contar con la presencia de judíos. Poco después de la medianoche apareció un oficial y ordenó al jefe del Palmach que retirara sus efectivos.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:24
Una muchacha soldado de habla inglesa intentó convencerle de que no lo hiciera, pero el capitán no modificó sus planes y a las seis en punto de la mañana del 27 de abril, una unidad de infantería ligera Highland, apoyada por un pelotón de tanques Comet procedentes del 4º Regimiento Real de Tanques y varios cañones de campaña de veinticinco pulgadas, empezó a tomar posiciones para prepararse a abrir fuego. El grupo de soldados del Palmach decidió que por ese día ya había bastante.

Con objetivo de ver realizada como mínimo parte de la operación Jebussi, los soldados del Palmach partieron el 29 de abril con la determinación de conquistar Katamon. El principal objetivo del barrio que se extendía sobre la ladera de una montaña era el elemento arquitectónico dominante, el monasterio ortodoxo griego de San Simón, que estaba ocupado por una fuerza de voluntarios iraquíes unidos al Ejército de Liberación árabe, unos 300 hombres entrenados y bien armados. La fuerza del Palmach confiaba en que una vez asegurado el control del monasterio y su recinto, el distrito judío del sur estaría a salvo y se abriría una brecha entre la Jerusalén bajo dominio árabe y los pueblos periféricos de la zona oeste. La ruta de acceso más segura y adecuada en dirección al monasterio pasaba por Neve Sanan y un pequeño puesto avanzado judío situado en las montañas de la parte norte. El ascenso por la noche sería dificultoso y los hombres cargados con equipo pesado y cargas de demolición, tendrían que hacer un gran esfuerzo por alcanzar el punto de partida que había pasado inadvertido a los árabes. Aun así, valía la pena intentarlo. Un primer intento fue repelido por un intenso fuego enemigo que obligó a los atacantes a retirarse puesto que sólo pudieron hacerse con el control de una de las casas.

Al día siguiente, el 4º Batallón del Palmach volvió a intentar el ataque. Estaba integrado por dos compañías de infantería, la muy diezmada Compañía B dirigida por Motke Ben-Porat (en ese momento no había oficiales militares; éstos llegaron en mayo, cuando se estableció oficialmente el Tsahal). La otra compañía, comandada por Uri Banner, nacido en Berlín, estaba en mejores condiciones, pero también había sufrido lo suyo en las últimas batallas y estaba cansada y desgastada. Se planeó que el ataque contara con el apoyo de dos solitarios pero cachondos morteros de tres pulgadas, con munición suficiente sólo para lanzar una cortina de fuego apertura de varias descargas antes de que los soldados hebreos iniciaran el ataque.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:26
Un único vehículo blindado, que había sido “requisado” hacía varios días por un grupo de ingeniosos soldados en un garaje del Ejército Británico, apareció para dar apoyo con su cañón de dos libras, pero el pequeño Humber, a pesar de su impresionante presencia, sería un arma muy limitada en un ataque lanzado colina arriba. Además, los soldados del Palmach contaban para luchar con poco más que su valor y determinación.

En el bando árabe, concretamente en Katamon, la situación tenía visos mucho más halagüeños. El barrio estaba defendido por varios cientos de hombres muy motivados, un grupo de los cuales estaba compuesto por partisanos del Grand Muffi que habían sido adiestrados por comandos de la SS durante la Segunda Guerra Mundial. Otro grupo estaba formado por voluntarios de los ejércitos iraquí y sirio que habían sido enviados para ayudar a los árabes de la zona se campaña contra los odiados judíos que se iniciaría tan pronto como los británicos abandonasen Palestina. El jefe local era un antiguo pastor, Ibrahim Abu Dayieh, un luchador valiente y líder natural que estaba firmemente decidido a luchar hasta el final de sus fuerzas. Sus hombres y él buscaban vengarse del severo golpe que su prestigio había recibido a principios de enero de ese mismo año, cuando un comando del Hagana había hecho saltar por los aires su cuartel general en el Hotel Semíramis, en cuyo ataque habían muerto algunos de sus jefes más destacados. Abu Dayieh y sus hombres se encontraban en posiciones fortificadas bajo mando del comandante iraquí. Las villas construidas en sólida piedra que había en esa zona eran perfectas para la defensa y los árabes estaban aprovechándolas con habilidad. Banner y Ben-Porat tenían ante sí un hueso duro de roer.

Justo antes de la medianoche, las dos compañías se reunieron en el edificio de los que fueran tribunales militares británicos en Rehavia, a la espera de recibir la señal de ponerse en marcha. Todos sabían que aquella iba a ser su última tentativa ya que estaban demasiado cansados para intentar otro ataque sobre Jerusalén. Arrebujados en sus desgastados y muy finos uniformes mojados por la lluvia, los hombres, en su gran mayoría muy jóvenes, escuchaban las instrucciones finales de su jefe. Confiaban en él.Un jefe del Palmach no disfrutaba de privilegios especiales; no portaba insignias que denotaran su rango militar y no había un comedor de oficiales donde poder relajarse, sólo tenían la gran responsabilidad de cuidar de sus hombres que confiaban ciegamente en sus jefes y sabían que estarían a su lado cuando la situación empeorase. El índice de pérdidas humanas entre los jefes del Palmach era verdaderamente impresionante.
Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:27
A modo de ejemplo, la compañía de Uri Banner llegó a efectuar no menos de 65 ataques durante los tres meses que duraron los combates por Jerusalén, y cuando finalmente descendieron las colinas, sólo 15 hombres de los 200 que partieron, regresaron sanos y salvos: 85 habían muerto y un centenar tuvo que ser hospitalizado.

De repente, se dio la orden de partida y la larga columna se puso en camino marchando fusil al hombro mientras avanzaban lentamente por el terreno empapado hacia la oscura ladera que les aguardaba enfrente. Al ascender por la elevada y rocosa colina pudieron ver la tenebrosa silueta del enorme monasterio que se alzaba amenazador en la parte más alta. La figura larguirucha de un Uri Banner de veintitrés años marchando al frente del grupo era una visión tranquilizadora para los hombres que le seguían. Banner se detuvo y miró a la oscuridad con sus prismáticos. Todo estaba tranquilo, pero era una calma ficticia. Sabía que los iraquíes estaban alerta escudriñando el terreno pues no se les escapaba que algo estaba ocurriendo, aunque no sabían a ciencia cierta de que se trataba. Banner agitó el brazo para indicar a sus hombres a sus hombres que prosiguieran la marcha y continuó ladera arriba dejando atrás varios árboles doblados por el viento. Algunos hombres tropezaban en la oscuridad con las piedras que había en el camino y eran ayudados a levantarse por sus camaradas. Tal como era tradicional en el Palmach, los jefes de pelotón y de sección portaban la mayor parte de la carga. Estos hombres eran escogidos cuidadosamente por su valor, habilidad y fortaleza física.

El avance aún no había sido detectado por el enemigo cuando la columna de Banner llegó a la muralla de piedra que rodeaba el monasterio. En lo alto de la estilizada torre se veía la cruz que relucía de modo inquietante en la oscuridad de la noche.

El recinto del monasterio se componía de un edificio de piedra de grandes dimensiones rodeado por una muralla también de piedra, con dos edificios situados en el lado sur y una casa con contraventanas verdes de tres plantas en el lado norte, que sabía albergaba una sólida posición árabe armada con ametralladoras pesadas. El complejo estaba rodeado de una espesa y extensa zona de zarzas, árboles y muros de piedra bajos, lo que en conjunto ofrecía excelentes posibilidades de lanzar un contraataque una vez fuera tomado el monasterio. En el interior del monasterio se encontraba un pelotón iraquí encargado de defender el edificio con ametralladoras y armas ligeras. Además, se sabía que en algún lugar de la colina había una reserva de varios vehículos blindados.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:28
Ibrahim Abu Dayieh estaba sentado en su despacho del cuartel general situado en el edificio de la Pensión Claridges, escuchando los informes de su superior en la ciudad. Hasta ese momento podía considerarse un hombre feliz. Justo la noche anterior, había conseguido rechazar un ataque lanzado sobre su distrito sin demasiados esfuerzos y estaba seguro de poder repetir este triunfo si los judíos estaban lo locos como para repetir el intento. Los informes que estaba recibiendo de Emile Ghory, el comandante jefe en Jerusalén, eran tranquilizadores: los judíos habían sufrido una derrota tras otra durante su ambiciosa operación Jebussi. Se les estaba acabando el tiempo ya que pronto la Legión Ýrabe entraría en batalla y Jerusalén acabaría siendo árabe. Entonces llegó un mensajero que jadeante dijo que se habían visto hombres acercándose desde el valle hacia el que estaba orientado el monasterio.

Uri Banner miró su reloj: eran exactamente las dos de la madrugada. Dos explosiones rompieron bruscamente el silencio pastoral y segundos más tardes se oyó a Motke Ben-Porat gritar a su compañía que le siguiera en la carga que había emprendido. Banner seguía con sus prismáticos las evoluciones de la tropa. Dos edificios empezaron a arder e iluminaron la oscura noche. La compañía de Ben-Porat estaba integrada por menos de 80 soldados que se vieron acosados por el terrible fuego procedente de los edificios cercanos y los hombres se desplomaban como muñecos de trapo. Pero la carga continuó con los soldados disparando sus metralletas y arrojando granadas contra las posiciones enemigas. El fuego se intensificó y el número de pérdidas humanas aumentó vertiginosamente; de todos lados surgían gritos desesperados pidiendo ayuda al personal médico. La batalla no se detuvo y algunos de los hombres desaparecieron en los edificios envueltos en llamas.

Entonces Banner dio la orden de dirigirse hacia la verja exterior del monasterio. Consiguieron alcanzarla sin ser atacados (los árabes estaban demasiado ocupados con la otra compañía para reparar en la aproximación llevada a cabo por Banner y sus hombres) y aguardaron agachados a la espera de que el equipo de demolición volara el muro. El fuego producido iluminó el lugar y pudieron ver la verja perfectamente. Poco después, otro grupo encabezado por un oficial avanzó a través del estrecho callejón que había entre el monasterio y las casas ardiendo, pero los árabes lo vieron y lanzaron una terrible lluvia de fuego de ametralladora para impedir su paso. Un oficial fue alcanzado y un soldado que acudió a toda prisa para sacarlo a rastras también recibió el impacto de balas que escupía con furia la ametralladora.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:29
El jefe de la compañía observaba la escena con frustración: su instinto natural le decía que tenía que acudir en ayuda de sus compañeros pero descartó tal posibilidad al recordar que su misión era capturar el monasterio y que no debía de desviarse de ese objetivo. Sus hombres, agachados cerca del muro, casi enloquecieron al ver que durante unos minutos, que parecieron una eternidad, los árabes dispararon sin piedad contra los dos cuerpos que se retorcían y daban pequeños saltos producidos por los impactos de las balas como si todavía tuvieran vida. Al final no soportó por más tiempo tanta crueldad y llegó arrastrándose hasta el cuerpo de su amigo decidido a sacarlo fuera del alcance del fuego árabe. El cuerpo del oficial no pudo ser recuperado, era demasiado arriesgado sacarlo a rastras.

Pasado un tiempo llegó por fin el momento de que Banner y sus hombres pudieron moverse. Corrieron hacia la verja principal que afortunadamente no era observada por el enemigo. Banner disparó una ráfaga de su metralleta sobre la cerradura y abrió la puerta de un empujón. El grupo de vanguardia entró raudo en el oscuro recinto monacal, atravesó el patio y entró en el edificio. Una vez allí, fueron pasando de una habitación a otra disparando ráfagas cortas y lanzando granadas. Varios soldados iraquíes trataron de repeles el ataque y resultaron muertos o heridos. Una escalera conducía hasta la parte más alta y Banner, seguido por algunos de sus hombres, la subió a toda prisa arrojando granadas en cada rellano. La batalla fue breve pero sangrienta, no se hicieron prisioneros pero algunos de los supervivientes iraquíes huyeron saltando por encima del muro de piedra, los demás murieron. En cuestión de minutos todo había terminado y acto seguido Banner empezó a reorganizar a sus hombres para la defensa completa del recinto. Murieron dos soldados de la compañía y varios resultaron heridos pero, tras recibir atención médica, regresaron a sus puestos.

La compañía de Ben-Porat atravesaba una situación más preocupante. Más de la mitad de su compañía, que ya era pequeña al iniciarse el ataque, había perecido o estaba herida. La compañía de Banner ofreció cobertura para que los heridos fueran trasladados hasta el interior del monasterio, donde los médicos militares se habían instalado en una de las habitaciones desde donde se podía oír el silbido de las balas al chocar con las paredes.

El segundo batallón entró con el último de los heridos y después montó un puesto de mando en una de las habitaciones. No había mucho con lo que ejercer el mando ya que todas las radios (ya en un principio sólo había tres) estaban estropeadas.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:31
Dos habían sido destrozadas por disparos y una no funcionaba. Pasado un rato pudo arreglarse y envió un mensaje a la retaguardia diciendo que se había asegurado el control del monasterio, a pesar de que las pérdidas humanas eran elevadas. En una breve sesión informativa se llegó al acuerdo general de que la batalla sólo podía empezar por la mañana, cuando los árabes contraatacasen.

La defensa, pues, se organizó teniendo en cuenta este hecho. Se envió a un pelotón, dirigido por Rafael Eitan, un granjero de veinte años que ya había combatido junto a Banner en varias ocasiones, para que defendiera los dos edificios que estaban ardiendo. El resto de la fuerza, encabezada por Uri Banner, se encargó de tomar posiciones dentro del recinto del monasterio. Las pocas ametralladoras que había, la mayoría de las cuales acababan de llegar de fábricas checas, eran MG-34 que curiosamente habían pertenecido a la Wehrmacht, se distribuyeron entre todas las posiciones estratégicas. Ésas eran todas las armas con las que contaban para detener un ataque total lanzado por fuerzas superiores equipadas con morteros y ametralladoras pesadas. Eran las 4:50 horas de la madrugada. Los hombres apenas habían tenido tiempo para descansar, y no quedaba comida ya que habían preferido transportar más municiones que víveres, una decisión que lamentarían haber tomado pues el hambre y la sed harían honda mella en su moral.

Abu Dayieh estaba preocupado. Durante la noche había oído que el monasterio y los edificios colindantes habían caído en manos enemigas. En Ammán, el rey Abdulá fue informado por el jefe militar de Jerusalén, el coronel Abdulá Tel, de que Katamon estaba a punto de ser tomado y rogó al monarca que enviara a las unidades blindadas de la Legión Ýrabe para expulsar a los judíos de una posición de tanto valor estratégico. Sin embargo, el rey se mostró dubitativo pues los británicos seguían en la ciudad y no quería arriesgarse a entrar en una guerra a gran escala con los judíos tan pronto. Así las cosas, Tel decidió actuar por su cuenta y envió, sin autorización, tres carros blindados y efectivos de la Legión Ýrabe vestidos de paisano para atender los urgentes llamamientos de ayuda realizados por Abu Dayieh. Durante la noche, sus morteros y ametralladoras habían castigado sin descanso los muros y las ventanas del monasterio mientras él preparaba a sus hombres para el ataque que tendría lugar al amanecer: Líder militar de muchos recursos, había ordenado a sus hombres que cargaran a lomos de mulas cuatro morteros y los llevaran colina arriba y una vez allí los situaran en posición para reforzar las otras armas de menor tamaño dispuestas para ser utilizadas en el ataque de la mañana.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:32
El día empezaba a despuntar cuando Uri Banner escudriñó con la mirada el perímetro exterior en dirección al edificio de contraventanas verdes que había a corta distancia en la zona norte. A pesar de que empezaban a apreciarse las primeras luces del día, era lo bastante de noche para ver cómo las rojas balas trazadoras dibujaban su trayectoria hacia el monasterio; Banner podía incluso localizar con precisión las posiciones de donde salían los disparos, pero no tenía nada con qué contrarrestar semejante ataque. Miró alrededor y vio un desván pequeño en el techo, y enseguida ordenó situar una dotación de ametralladoras.

Alrededor de los dos edificios convertidos en cenizas se estaban desarrollando acciones no menos dramáticas. Rafael (conocido como Raful) Eitan estaba rechazando el ataque de un reducido grupo de árabes que intentaban acercarse a su posición. Con un puñado de hombres avanzó unos metros abriendo fuego con su metralleta Sten. Cerca había un ametrallador con una MG que había sido alcanzado en una mano por las balas disparadas y Raful corrió hacia él para hacerse con la posición, pero un árabe que estaba apuntando su rifle directamente hacia él le hizo pararse en seco. Transcurridos unos minutos que parecieron una eternidad, los dos hombres se dispararon simultáneamente. Raful fue alcanzado en la cabeza. Luego uno de sus hombres mató al árabe con una corta ráfaga de metralleta y después llevó a rastras a su jefe hasta un lugar seguro. Raful tuvo suerte pues la herida parecía ser más grave de lo que en realidad era y poco después, con la cabeza vendada, volvía a estar en acción. Se sentó en un taburete junto a una mesa que había en el interior del monasterio y desde allí se puso a disparar a los árabes que intentaban acercarse.

En la azotea, Uri Banner también esperaba a que aparecieran los árabes mientras la ametralladora MG situada en el desván no cesaba de disparar. Pero en ese momento en la azotea empezaron a explotar granadas de mortero y todo el edificio se llenó de piedras y astillas. El número de heridos no cesaba de aumentar pero aun así los combates no se detenían. Los heridos que podían caminar fueron vendados y regresaron a sus posiciones. Varios soldados árabes corrieron hacia la verja y Uri Banner, que se encontraba apostado detrás del muro de piedra, les lanzó varias granadas. Ninguno de ellos logró sobrevivir a su efecto.

El primer ataque de la mañana había sido repelido y los árabes se habían retirado. Pero no por mucho tiempo. Banner aprovechó para evaluar la situación que pensó no era muy alentadora. En la posición de la azotea, la más peligrosa de todo el edificio, dos hombres habían resultado muertos, pero otros dos les habían sustituido. Todo lo que podían hacer era aguardar el próximo ataque. Y éste no se hizo esperar.
Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:33
Una hora después, unos doscientos árabes, conducidos por su jeque de veintiún años, volvieron a la carga. Se situaron entre los cipreses y las zarzas que rodeaban el monasterio y allí permanecieron sin moverse.

Los numerosos turbantes de color azul, rojo y blanco que se podían ver entre la vegetación daban muestras del alto precio que los hombres de Banner estaban exigiendo para conquistar el monasterio. Dentro de éste no había ninguna zona segura. Debido a que las ventanas estaban muy altas, los defensores tuvieron que amontonar junto a las paredes mesas y otros muebles sobre los que se subieron para disparar desde los alféizares. Los francotiradores árabes eran muy precisos y tan pronto como veían que un arma aparecía por un alféizar; disparaban a quemarropa sin ninguna contemplación. A medida que iba avanzando la mañana, el número de muertos aumentaba hasta que las bajas representaron cerca del 70% de los efectivos. El hedor que había en las abarrotadas habitaciones era insoportable. Los hombres estaban echados en el suelo, mezclados heridos con muertos. Algunos de los heridos de menor consideración intentaron unirse a la fuerza cada vez más reducida que al llegar el mediodía estaba al borde de la extenuación. No podían recibir fuerzas de reserva pues estaban combatiendo en otro lugar.

Y cuando parecía que las cosas no podían empeorar más, aparecieron los vehículos blindados árabes. Uri Banner, que acababa de hacer frente a otro ataque, cedió su puesto a uno de los suboficiales y se dirigió a toda prisa hacia donde se encontraba el pelotón asediado en las casas quemadas que había al otro lado del callejón. Al darse cuenta de que gran parte del fuego enemigo provenía de un carro blindado cercano, ordenó que lanzaran granadas de humo delante del tanque y, cubierto por la cortina de humo, se arrastró hasta llegar a la entrada de una de las casas. Él y el jefe del pelotón que había sustituido a Raful decidieron que era necesario destruir el vehículo blindado; fue un valiente grupo de demolición el que con gran valor se arrastró hasta situarse debajo para colocar las cargas que más tarde lo hicieron saltar por los aires.

La situación en el monasterio era desesperada. Se tenía que tomar una decisión para iniciar la retirada o para luchar hasta el final, y los jefes se dieron cuenta de que sería imposible evacuar a tantos heridos bajo el fuego enemigo porque simplemente no quedaban hombres suficientes para desplazarlos mientras se batían en retirada.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:34
Mientras discutían las opciones que tenían, un observador gritó desde la azotea que otro ataque estaba a punto de iniciarse desde la casa con las contraventanas verdes. Banner salió corriendo y ordenó a uno de los pocos jefes de pelotón que quedaba con vida que se dirigiera con algunos hombres a un muro que había fuera de la valla y que desde allí tendiera una emboscada para atrapar a los atacantes desde el flanco. Banner regresó a su posición en la azotea para cubrir a sus hombres. David Elazar, un joven nacido en Yugoslavia, condujo a sus hombres hasta el muro e hizo la señal a Banner indicando que estaba en oposición.

Minutos más tarde avanzó la primera oleada árabe. Se dirigieron directamente hacia el edificio profiriendo gritos salvajes, sin saber lo que les esperaba desde el flanco. Al ponerse a tiro, Elazar y sus hombres abrieron fuego desde corta distancia y los árabes cayeron en tropel, algunos extendidos completamente contra el mismo muro detrás del cual se ocultaban los hombres de Elazar. Los demás se retiraron presos del pánico. Los que llegaron a la verja fueron aniquilados por las granadas de Banner. La segunda carga había sido repelida también.

Llegados a este punto, hasta el valiente Abu Dayieh había agotado todos sus recursos. Había perdido cientos de hombres y lo gritos de los heridos pidiendo ayuda que habían quedado atrapados entre los cipreses resonaban desgarradores, pero nadie se atrevía a ir a sacarlos, ni siquiera a atenderlos. Cogió el teléfono y entre sollozos le dijo a su superior que no podía resistir por más tiempo. Con sólo unos cuantos hombres que todavía no estaban heridos, dio por perdida la batalla por el control de Katamon. Emile Ghory, quien tenía a su lado al coronel Tel, intentó calmarle diciéndole que enviaría varios carros de combate en su ayuda. Sin embargo, el pequeño pastor estaba cansado de escuchar promesas. Hasta ese momento había aguantado sin ninguna ayuda y ya había hecho más de lo que humanamente se podía hacer. Desde el amanecer, sus hombres habían llevado a cabo no menos de seis ataques contra el monasterio. Ya no podía hacer más.

En el interior del monasterio la moral y las esperanzas empezaban a resquebrajarse. La radio se había vuelto a estropear y se había perdido el contacto con el mundo exterior y los jefes se resignaron a morir junto a sus hombres. Bajo ningún concepto dejarían atrás a los heridos a merced de los árabes. Sabían que éstos tenían por costumbre no hacer prisioneros. El grupo de demolición recibió la orden de colocar las cargas que restaban alrededor de la habitación donde se encontraban los heridos. Todos los hombres que todavía eran capaces de moverse pidieron, y les fue entregada, una granada para hacerla explotar si el monasterio era tomado.

Re: Historia de Israel (I)
Enviado por el día 16 de Noviembre de 2006 a las 16:37
Entonces, en el último momento, la radio volvió a funcionar. El suboficial escuchó el mensaje que se recibía y lo transmitió en voz alta: ¡los árabes se estaban retirando! La información había sido obtenida por una radioescucha del servicio de inteligencia que había interceptado la desesperada conversación mantenida entre Abu Dayieh y Emile Ghory, y se vio confirmada por un vigía apostado en el depósito de agua de Mekor Haim que había visto árabes descendiendo por las laderas. Era la primera buena noticia que los asediados defensores del monasterio de San Simón recibían en dieciséis terribles horas.

Conforme el día tocaba a su fin, empezaron a llegar los primeros refuerzos, seguidos más tarde por un convoy de vehículos blindados que avanzaron pesadamente colina arriba. Poco después eran evacuados los primeros heridos. De los 150 que habían defendido el monasterio, incluidas dos chicas, no había más de treinta que pudieran sostenerse en pie cuando aquella noche iniciaron el descenso de la colina. Pese a ello, la pesadilla vivida había acabado y ahora estaban a salvo, al menos por el momento. De todos modos, la tranquilidad les duraría bien poco pues a muchos de ellos el futuro les reservaba más meses de continuos combates y sólo unos poco vivirían para ver el final de la guerra.

Para Jerusalén la captura de Katamon fue un acontecimiento festivo. Los barrios sitiados estaban libres y la ciudad volvía a estar unida. Pero con la evacuación de los británicos en mayo de ese mismo año y la entrada de dos brigadas de soldados jordanos de la Legión Ýrabe completamente equipados, la ciudad quedó dividida de nuevo, y hasta 1967, cuando los paracaidistas de la Fuerza de Defensa Israelí (IDF) al mando del coronel Motta Gur capturaron la Ciudad Antigua, Jerusalén no quedo unida una vez más.

Varios supervivientes de la batalla de San Simón alcanzaron rangos superiores en la IDF, Raful Eitan y David Elazar llegaron a ser jefes del estado mayor, mientras que Uri Banner se convirtió con el tiempo en general de brigada y dirigió brigadas blindadas en dos guerras, en la de 1956 para la toma de la zona central del Sinaí con la 7º Brigada Blindada, y en 1967 en una brigada blindada de reserva. La casualidad quiso que esta brigada fuera la sucesora de la Brigada Harel del Palmach con la que además de capturar la célebre posición de Radar, colaboró también en la toma de Jerusalén desde el norte ayudando a los paracaidistas dirigidos por Gur en la colina “Munición”. Pero esa es otra historia…

Biografía: "Héroes"; 23 historias en la línea de fuego. General David Eshel, SALVAT/2001