Economía
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Yanquis go home!!
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 22:44
Argentina es el país con más alto índice de anti-americanismo en Sudamérica, pero esto escribe un argentino liberal...
Yanquis go home
Por Jorge Estrella
Desde que tengo memoria soy testigo de una notable inmovilidad histórica: el sentimiento antinorteamericano. Recuerdo haber deletreado, sin entender aún, el monótomo “yanquis, go home” garabateado en muros, aulas y haberlo leído más tarde en otros muros remotos, especialmente en universidades sudamericanas y europeas. Este sentimiento negativo fue manifiesto el día del ataque a las Torres Gemelas. Muy pocos en los ambientes universitarios escapaban al aire de fiesta, de triunfo justiciero, de jaque al maligno opresor. “Se la venían buscando”, era la frase que resumía un aliviado y antiguo rencor (argumento, nótese, muy semejante al “por algo será” con que muchos argentinos recibían desapariciones y secuestros de la represión militar). Una profesora universitaria, iluminada por la noticia, fue más lejos al decirme: “Hoy comienza el fin del capitalismo”.
¿De dónde proviene este viejo rencor a un país lejano, casi desconocido entre nosotros?
1) La economía norteamericana viene resistiendo la competencia de la comunidad europea, Japón o China sin muestras de desocupación (que sólo alcanza un 4%, mientras a los europeos les cuesta bajar del 10%); su crecimiento anual en los últimos veinte años se eleva al 3,2%, contra el 2,2% de Europa y el 1,1 de Japón; ha sufrido el costo de la Guerra Fría, pero fue su adversario quien quedó diseminado en la confrontación y aspirando a imitar el éxito norteamericano de su economía; la Organización Mundial de la Propiedad Industrial registra cada año un número de patentes: la mitad son norteamericanas y las nóminas de premios Nobel nos traen noticias semejantes; el ingreso de un norteamericano medio es un 30% superior al de un europeo.
Desde hace un cuarto de siglo USA viene produciendo un tercio de la riqueza mundial: su población, en tanto, apenas alcanza al 5% de la total. ¿Es este su pecado original por el que condenamos y queremos en su casa a los yanquis? ¿Son culpables por producir un tercio de la riqueza global cuando sólo son una porción minúscula en el planeta? El mensaje tácito del periodismo cuando examina las cifras globales parece indicar eso justamente: debería redistribuirse entre los países menesterosos esa riqueza acaparada inequitativamente por aquella minoría. Recuerdo haberme informado en la década de los 70 sobre este detalle, aparentemente menor: el promedio de vida de los edificios en USA alcanzaba... sólo 17 años. Una fabela sudamericana es más proclive a la permanencia. ¿Están obligados moralmente los norteamericanos a trasladar los beneficios de ese vértigo constructivo en favor de masas hambreadas e improductivas? Quizás. ¿No podrían reclamar ellos que si esa mayoría quiere beneficios que los produzca? Quizás.
Yanquis go home
Por Jorge Estrella
Desde que tengo memoria soy testigo de una notable inmovilidad histórica: el sentimiento antinorteamericano. Recuerdo haber deletreado, sin entender aún, el monótomo “yanquis, go home” garabateado en muros, aulas y haberlo leído más tarde en otros muros remotos, especialmente en universidades sudamericanas y europeas. Este sentimiento negativo fue manifiesto el día del ataque a las Torres Gemelas. Muy pocos en los ambientes universitarios escapaban al aire de fiesta, de triunfo justiciero, de jaque al maligno opresor. “Se la venían buscando”, era la frase que resumía un aliviado y antiguo rencor (argumento, nótese, muy semejante al “por algo será” con que muchos argentinos recibían desapariciones y secuestros de la represión militar). Una profesora universitaria, iluminada por la noticia, fue más lejos al decirme: “Hoy comienza el fin del capitalismo”.
¿De dónde proviene este viejo rencor a un país lejano, casi desconocido entre nosotros?
1) La economía norteamericana viene resistiendo la competencia de la comunidad europea, Japón o China sin muestras de desocupación (que sólo alcanza un 4%, mientras a los europeos les cuesta bajar del 10%); su crecimiento anual en los últimos veinte años se eleva al 3,2%, contra el 2,2% de Europa y el 1,1 de Japón; ha sufrido el costo de la Guerra Fría, pero fue su adversario quien quedó diseminado en la confrontación y aspirando a imitar el éxito norteamericano de su economía; la Organización Mundial de la Propiedad Industrial registra cada año un número de patentes: la mitad son norteamericanas y las nóminas de premios Nobel nos traen noticias semejantes; el ingreso de un norteamericano medio es un 30% superior al de un europeo.
Desde hace un cuarto de siglo USA viene produciendo un tercio de la riqueza mundial: su población, en tanto, apenas alcanza al 5% de la total. ¿Es este su pecado original por el que condenamos y queremos en su casa a los yanquis? ¿Son culpables por producir un tercio de la riqueza global cuando sólo son una porción minúscula en el planeta? El mensaje tácito del periodismo cuando examina las cifras globales parece indicar eso justamente: debería redistribuirse entre los países menesterosos esa riqueza acaparada inequitativamente por aquella minoría. Recuerdo haberme informado en la década de los 70 sobre este detalle, aparentemente menor: el promedio de vida de los edificios en USA alcanzaba... sólo 17 años. Una fabela sudamericana es más proclive a la permanencia. ¿Están obligados moralmente los norteamericanos a trasladar los beneficios de ese vértigo constructivo en favor de masas hambreadas e improductivas? Quizás. ¿No podrían reclamar ellos que si esa mayoría quiere beneficios que los produzca? Quizás.
Yanquis go home!!
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 22:46
Pero lo cierto es que ni los gobiernos latinoamericanos ni los europeos se entusiasman con un modelo económico que no acude en socorro de empresas fracasadas, ni en la protección de los empleos: cada año los norteamericanos destruyen 28 millones de puestos de trabajo, pero los reemplazan con un número igual o mayor de otros nuevos. Como cumpliendo el ritmo despiadado de un organismo, el metabolismo socio-económico de los norteamericanos destruye y vuelve a construir sus componentes en procesos catabólicos y anabólicos que se compensan. Tal vez por eso el economista Schumpeter lo bautizó como un sistema de “destrucción creativa”.
2) ¿O será que nos molesta el racismo norteamericano, del que nosotros, latinoamericanos y europeos -¡Dios nos libre!-, estamos exentos?
Es cierto: en los años 60 los negros todavía eran confinados tras una línea blanca en el transporte público y en escuelas y universidades reservadas sólo para ellos. Pero en 1965 fue suprimida legalmente la segregación y hoy ser negro (o asiático, latino, indioamericano o hawaiano) ha pasado a ser un argumento en favor para el ingreso en universidades o empleos públicos, bajo la consigna de las bondades de la “diversidad cultural”.
Es cierto también que más de la mitad de los dos millones de presos por crímenes en USA son negros. ¿Hay huellas de racismo en ello? La mitad de las víctimas de esos crímenes son también negros y tienen que ver principalmente con la comercialización clandestina de la droga.
No parece fácil atribuir racismo a la Justicia norteamericana si se tiene en cuenta el número creciente de negros policías y jueces.
3) ¿Qué nos hace ser tan espontáneamente antinorteamericanos? ¿Será su desnudo mercantilismo, su materialismo despojado de toda misericordia ante el prójimo, su falta de solidaridad social ante los desposeídos, su concepción del hombre como valor de cambio despojado de toda vinculación a lo sagrado? ¿Será que todo ello ofende nuestra elevada y latinoamericana sensibilidad social y religiosa?
Sin embargo, en Estados Unidos hay una vigorosa red de donativos de caridad (a instituciones religiosas o laicas) fomentadas por las deducciones fiscales que incentivan a los donantes: cada norteamericano aportó en promedio 953 dólares en el año 2002, contra sólo 57 de los europeos. Y esta generosidad (tan vigente como el afán de éxito económico) parece vinculada al sentimiento religioso: el 96% de los norteamericanos manifiesta creer en Dios; un 90% en el Paraíso, un tercio confiesa haber tenido una experiencia personal con Jesús. Y el triunfo contra la segregación fue obtenido no por una sublevación negra sino porque sus dirigentes -pastores cristianos en su mayoría- mostraron a los blancos que la segregación era anticristiana, indigna, pues, de ser practicada por los cristianos blancos.
2) ¿O será que nos molesta el racismo norteamericano, del que nosotros, latinoamericanos y europeos -¡Dios nos libre!-, estamos exentos?
Es cierto: en los años 60 los negros todavía eran confinados tras una línea blanca en el transporte público y en escuelas y universidades reservadas sólo para ellos. Pero en 1965 fue suprimida legalmente la segregación y hoy ser negro (o asiático, latino, indioamericano o hawaiano) ha pasado a ser un argumento en favor para el ingreso en universidades o empleos públicos, bajo la consigna de las bondades de la “diversidad cultural”.
Es cierto también que más de la mitad de los dos millones de presos por crímenes en USA son negros. ¿Hay huellas de racismo en ello? La mitad de las víctimas de esos crímenes son también negros y tienen que ver principalmente con la comercialización clandestina de la droga.
No parece fácil atribuir racismo a la Justicia norteamericana si se tiene en cuenta el número creciente de negros policías y jueces.
3) ¿Qué nos hace ser tan espontáneamente antinorteamericanos? ¿Será su desnudo mercantilismo, su materialismo despojado de toda misericordia ante el prójimo, su falta de solidaridad social ante los desposeídos, su concepción del hombre como valor de cambio despojado de toda vinculación a lo sagrado? ¿Será que todo ello ofende nuestra elevada y latinoamericana sensibilidad social y religiosa?
Sin embargo, en Estados Unidos hay una vigorosa red de donativos de caridad (a instituciones religiosas o laicas) fomentadas por las deducciones fiscales que incentivan a los donantes: cada norteamericano aportó en promedio 953 dólares en el año 2002, contra sólo 57 de los europeos. Y esta generosidad (tan vigente como el afán de éxito económico) parece vinculada al sentimiento religioso: el 96% de los norteamericanos manifiesta creer en Dios; un 90% en el Paraíso, un tercio confiesa haber tenido una experiencia personal con Jesús. Y el triunfo contra la segregación fue obtenido no por una sublevación negra sino porque sus dirigentes -pastores cristianos en su mayoría- mostraron a los blancos que la segregación era anticristiana, indigna, pues, de ser practicada por los cristianos blancos.
Yanquis go home!!
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 22:48
4) ¿O será más bien la presencia inoportuna de los norteamericanos fuera de su territorio -Panamá, Corea o Vietnam, por ejemplo- lo que cae tan mal a nuestro estrictísimo celo por respetar los asuntos internos de otros países?
¿Qué hacen hoy, digamos, en Corea? 37 mil soldados norteamericanos aguardan la posible invasión de medio millón de militares norcoreanos. ¿Para qué? Para proteger a Corea del Sur de un asalto comunista. Los norteamericanos están allí como fuerza de paz de la ONU. En junio de este año 2005 desembarcaron 50 toneladas de alimentos para paliar la hambruna comunista de Corea del Norte y también para tratar de convencerlos de que no progresen en sus programas nucleares. ¿Cómo percibe Corea del Sur esa protectora presencia norteamericana? Así: “Yanquis, go home”, sin el menor reconocimiento por su desarrollo actual, por su democracia ni por los 33 mil norteamericanos que murieron en la Guerra de Corea. Por lo visto, no es sólo latinoamericana y europea la pasión antiyanqui.
¿Por qué se entrometieron en la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos? Sólo en la batalla de las Ardenas -en Francia- perdieron 70 mil de sus mejores hombres. Y lo notable de este imperialismo norteamericano es su disposición a no conservar los territorios ocupados: el imperialismo soviético no hizo más que establecerse y crecer en el siglo XX, como el francés o el inglés en el siglo anterior. Grenada, Nicaragua, Yugoslavia, Haití, Afganistán o Irak son testimonios de estos fantasiosos entrometidos que buscan implantar la democracia y defender los derechos humanos allí donde sean amenazados.
4) ¿O será más bien la presencia inoportuna de los norteamericanos fuera de su territorio -Panamá, Corea o Vietnam, por ejemplo- lo que cae tan mal a nuestro estrictísimo celo por respetar los asuntos internos de otros países?
¿Qué hacen hoy, digamos, en Corea? 37 mil soldados norteamericanos aguardan la posible invasión de medio millón de militares norcoreanos. ¿Para qué? Para proteger a Corea del Sur de un asalto comunista. Los norteamericanos están allí como fuerza de paz de la ONU. En junio de este año 2005 desembarcaron 50 toneladas de alimentos para paliar la hambruna comunista de Corea del Norte y también para tratar de convencerlos de que no progresen en sus programas nucleares. ¿Cómo percibe Corea del Sur esa protectora presencia norteamericana? Así: “Yanquis, go home”, sin el menor reconocimiento por su desarrollo actual, por su democracia ni por los 33 mil norteamericanos que murieron en la Guerra de Corea. Por lo visto, no es sólo latinoamericana y europea la pasión antiyanqui.
¿Por qué se entrometieron en la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos? Sólo en la batalla de las Ardenas -en Francia- perdieron 70 mil de sus mejores hombres.
¿Qué hacen hoy, digamos, en Corea? 37 mil soldados norteamericanos aguardan la posible invasión de medio millón de militares norcoreanos. ¿Para qué? Para proteger a Corea del Sur de un asalto comunista. Los norteamericanos están allí como fuerza de paz de la ONU. En junio de este año 2005 desembarcaron 50 toneladas de alimentos para paliar la hambruna comunista de Corea del Norte y también para tratar de convencerlos de que no progresen en sus programas nucleares. ¿Cómo percibe Corea del Sur esa protectora presencia norteamericana? Así: “Yanquis, go home”, sin el menor reconocimiento por su desarrollo actual, por su democracia ni por los 33 mil norteamericanos que murieron en la Guerra de Corea. Por lo visto, no es sólo latinoamericana y europea la pasión antiyanqui.
¿Por qué se entrometieron en la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos? Sólo en la batalla de las Ardenas -en Francia- perdieron 70 mil de sus mejores hombres. Y lo notable de este imperialismo norteamericano es su disposición a no conservar los territorios ocupados: el imperialismo soviético no hizo más que establecerse y crecer en el siglo XX, como el francés o el inglés en el siglo anterior. Grenada, Nicaragua, Yugoslavia, Haití, Afganistán o Irak son testimonios de estos fantasiosos entrometidos que buscan implantar la democracia y defender los derechos humanos allí donde sean amenazados.
4) ¿O será más bien la presencia inoportuna de los norteamericanos fuera de su territorio -Panamá, Corea o Vietnam, por ejemplo- lo que cae tan mal a nuestro estrictísimo celo por respetar los asuntos internos de otros países?
¿Qué hacen hoy, digamos, en Corea? 37 mil soldados norteamericanos aguardan la posible invasión de medio millón de militares norcoreanos. ¿Para qué? Para proteger a Corea del Sur de un asalto comunista. Los norteamericanos están allí como fuerza de paz de la ONU. En junio de este año 2005 desembarcaron 50 toneladas de alimentos para paliar la hambruna comunista de Corea del Norte y también para tratar de convencerlos de que no progresen en sus programas nucleares. ¿Cómo percibe Corea del Sur esa protectora presencia norteamericana? Así: “Yanquis, go home”, sin el menor reconocimiento por su desarrollo actual, por su democracia ni por los 33 mil norteamericanos que murieron en la Guerra de Corea. Por lo visto, no es sólo latinoamericana y europea la pasión antiyanqui.
¿Por qué se entrometieron en la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos? Sólo en la batalla de las Ardenas -en Francia- perdieron 70 mil de sus mejores hombres.
Yanquis go home!!
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 22:49
Y lo notable de este imperialismo norteamericano es su disposición a no conservar los territorios ocupados: el imperialismo soviético no hizo más que establecerse y crecer en el siglo XX, como el francés o el inglés en el siglo anterior. Grenada, Nicaragua, Yugoslavia, Haití, Afganistán o Irak son testimonios de estos fantasiosos entrometidos que buscan implantar la democracia y defender los derechos humanos allí donde sean amenazados.
5) En los años 80 leí en la pizarra de un aula en la Facultad de Ingeniería en Tucumán el consabido “Yanquis, go home”. Pero tenía un agregado jocoso que me puso en la pista de otra interpretación sobre el asunto. Decía a continuación: “Pero antes llévennos con ustedes”. Antinorteamericanos furibundos entre nosotros se llenan de orgullo si su hija logró abrir una muestra de sus pinturas en USA, o si su muchacho sacó allá un doctorado.¿Por qué, si no, Ginóbili, el basquetbolista de Bahía Blanca, se ha convertido en una especie de Maradona de exportación por sus éxitos en la NBA? ¿Es hipócrita y resentida, entonces, esta pasión antinorteamericana que nos domina? No forzosamente: hay más de 40 millones de hispanoamericanos en USA; en un año (2003-2004) ingresaron 1 millón y medio de ellos al país; del paraíso cubano se fugaron casi un millón desde 1959; un aluvión imparable arriesga sus vidas para cruzar la frontera: por año mueren ahogados, congelados o de hambre entre 300 y 400 mexicanos que procuran cumplir el sueño americano y ganar 12 dólares la hora en vez de esa misma suma por un día de trabajo en su suelo de origen. Y, cosa notable, una vez instalados en USA no forman guetos, quieren ser americanos, exigen escuelas en inglés y no bilingües (como sus protectores demócratas les ofrecían), esperan el ascenso social y la asimilación completa en dos generaciones. La economía de California (donde la mitad de la población es de origen mexicano) depende de ellos.
El “go home” se ha convertido aquí en un esperanzado “vamos a casa”.
6) ¿Cómo concilian hoy los norteamericanos su convicción visceral en las libertades individuales con el fichaje policíaco desatado después del ataque a las Torres? El “Yanquis, go home” ha dejado de ser sólo expresión de un odio: inició en 1983 su traducción terrorista con el bombazo en Beirut (contra un cuartel de marines), continuó en Kenya y en Tanzania (con atentados a las embajadas estadounidenses, en 1998) y en Yemen (contra una nave de guerra en 2000). Pero ingresó al propio suelo norteamericano en 1993 con el primer ataque al World Trade Center, que finalmente cayó en 2001. En Oriente el “go home” no ha sufrido una torsión hacia la esperanza sino hacia la violencia extrema.
Ante esta tercera guerra mundial contra el terrorismo internacional, ¿qué harán los norteamericanos? ¿Renunciarán a su libertad o a su seguridad, ya que ambas parecen inconciliables? ¿Libres o vigilados?
5) En los años 80 leí en la pizarra de un aula en la Facultad de Ingeniería en Tucumán el consabido “Yanquis, go home”. Pero tenía un agregado jocoso que me puso en la pista de otra interpretación sobre el asunto. Decía a continuación: “Pero antes llévennos con ustedes”. Antinorteamericanos furibundos entre nosotros se llenan de orgullo si su hija logró abrir una muestra de sus pinturas en USA, o si su muchacho sacó allá un doctorado.¿Por qué, si no, Ginóbili, el basquetbolista de Bahía Blanca, se ha convertido en una especie de Maradona de exportación por sus éxitos en la NBA? ¿Es hipócrita y resentida, entonces, esta pasión antinorteamericana que nos domina? No forzosamente: hay más de 40 millones de hispanoamericanos en USA; en un año (2003-2004) ingresaron 1 millón y medio de ellos al país; del paraíso cubano se fugaron casi un millón desde 1959; un aluvión imparable arriesga sus vidas para cruzar la frontera: por año mueren ahogados, congelados o de hambre entre 300 y 400 mexicanos que procuran cumplir el sueño americano y ganar 12 dólares la hora en vez de esa misma suma por un día de trabajo en su suelo de origen. Y, cosa notable, una vez instalados en USA no forman guetos, quieren ser americanos, exigen escuelas en inglés y no bilingües (como sus protectores demócratas les ofrecían), esperan el ascenso social y la asimilación completa en dos generaciones. La economía de California (donde la mitad de la población es de origen mexicano) depende de ellos.
El “go home” se ha convertido aquí en un esperanzado “vamos a casa”.
6) ¿Cómo concilian hoy los norteamericanos su convicción visceral en las libertades individuales con el fichaje policíaco desatado después del ataque a las Torres? El “Yanquis, go home” ha dejado de ser sólo expresión de un odio: inició en 1983 su traducción terrorista con el bombazo en Beirut (contra un cuartel de marines), continuó en Kenya y en Tanzania (con atentados a las embajadas estadounidenses, en 1998) y en Yemen (contra una nave de guerra en 2000). Pero ingresó al propio suelo norteamericano en 1993 con el primer ataque al World Trade Center, que finalmente cayó en 2001. En Oriente el “go home” no ha sufrido una torsión hacia la esperanza sino hacia la violencia extrema.
Ante esta tercera guerra mundial contra el terrorismo internacional, ¿qué harán los norteamericanos? ¿Renunciarán a su libertad o a su seguridad, ya que ambas parecen inconciliables? ¿Libres o vigilados?
Yanquis go home!!
Enviado por el día 31 de Julio de 2005 a las 22:50
En un libro notable (Made in USA - Cómo entender a los Estados Unidos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005) Guy Sorman recoge y hace suya una interpretación de David Brin, autor de ciencia ficción. Se trataría de una respuesta típicamente norteamericana: propone “abolir todo monopolio en relación con el control”, y ya que “es indispensable supervisar a las organizaciones peligrosas, mafiosas o terroristas ¡que todo el mundo controle a todo el mundo! Si todos tuvieran acceso a toda la información recogida (ver, por ejemplo, lo que miran agentes de migraciones y aduanas en la pantalla, qué leen sobre nosotros y los demás) surgiría una “sociedad transparente”. En ella “cada uno renunciaría a su intimidad, pero todos ganarían en seguridad, ya que ninguna transgresión pasaría inadvertida, porque todo el mundo observaría a todo el mundo, como en un pueblo de antes, pero electrónico y global”. Este nuevo Big Brother -a diferencia del comunista, el nazi o el fascista- es espiado por aquellos a quienes espía. “La civilización norteamericana -concluye Sorman- se orienta a lograr que cada uno se convierta en un Tío Sam antes que ser observado por una única autoridad que nadie podría controlar” (p. 258).
¿Será ese finalmente el hogar del “go home” donde se atrincherarán los Estados Unidos y, acaso, tras ellos Occidente? No lo creo.
http://www.hacer.org/current/ARG128.php
¿Será ese finalmente el hogar del “go home” donde se atrincherarán los Estados Unidos y, acaso, tras ellos Occidente? No lo creo.
http://www.hacer.org/current/ARG128.php
Re: Yanquis go home!!
Enviado por el día 1 de Agosto de 2005 a las 19:53
Muy buen tema dante este mal del victimismo nos ha dejado una ceguera que impide reconocer nuestros problemas y darles arreglo.
Vivimos en un cacho del continente Americano que desde el rio Bravo a la patagonia esta muy dotada de recursos minerales, forestales, hidraulicos, energeticos. maritimos (Tenemos a nuestros costados los 2 oceanos mas importantes del mundo) y agricolas lastima que en cambio carecemos de la voluntadad para enfrentar la realidad y actuar en consecuencia ese recurso es el mas valiosos y sin el por eso nos va como nos va.
Pero siempre es mal facil culpar de todos nuetros males a EUA si nos caemos de la cama mientras dormimos ya sabemos a quien culpar.
Buscando y señalando culpables se nos va la vida y se nos fue el mundo.
Vivimos en un cacho del continente Americano que desde el rio Bravo a la patagonia esta muy dotada de recursos minerales, forestales, hidraulicos, energeticos. maritimos (Tenemos a nuestros costados los 2 oceanos mas importantes del mundo) y agricolas lastima que en cambio carecemos de la voluntadad para enfrentar la realidad y actuar en consecuencia ese recurso es el mas valiosos y sin el por eso nos va como nos va.
Pero siempre es mal facil culpar de todos nuetros males a EUA si nos caemos de la cama mientras dormimos ya sabemos a quien culpar.
Buscando y señalando culpables se nos va la vida y se nos fue el mundo.