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la crisis de 1929, hoy y siempre?
Enviado por el día 29 de Abril de 2004 a las 17:00
Sobre la Gran Depresión se han realizado muchos estudios. Llamo la atención sobre un par de ellos, pues ponen de manifiesto cómo, en un análisis económico, las interpretaciones de los hechos dependen de los supuestos que se hagan inicialmente.
Todos los estudios concuerdan en que la magnitud de la contracción monetaria jugó un rol importante en la profundidad de la crisis que se inició el año 1929. El modelo de Friedman-Schwartz asume que la Fed, el equivalente norteamericano de nuestro Banco Central, tenía la capacidad de controlar, aunque de manera imperfecta, la cantidad de dinero, que correspondía en buena medida a billetes de banco supuestamente respaldados por oro y depósitos a la vista. El gran número de quiebras de bancos habría producido una disminución de la cantidad de dinero, y la Fed habría observado pasivamente como la oferta monetaria se contraía. Friedman y Schwartz llegan así a la conclusión de que la Fed sería responsable de la gravedad que tuvo la Gran Depresión, por no haber hecho lo que se suponía que podía hacer.
En cambio el modelo de Rothbard parte de la base de que el dinero es aquel bien que las personas consideran como medio de intercambio de aceptación generalizada. Cuando los individuos entendieron que el oro no alcanzaba para respaldar todos los billetes, abandonaron esta ficción monetaria, dejaron de aceptar billetes y exigieron su oro de vuelta. Ante este escenario, la Fed habría perdido la capacidad de controlar la oferta monetaria. Desde este punto de vista, la responsabilidad de la Fed radicaría en las políticas que mantuvo durante la década del 20, que condujeron a la desconfianza del público en la convertibilidad del papel moneda en oro. Una vez perdida la confianza, la contracción monetaria habría sido inevitable, a menos de que se confiscara todo el oro y se obligara a los ciudadanos a aceptar el papel moneda, lo que finalmente se hizo durante el gobierno de Roosevelt.
Argumentar a favor de una u otra tesis requeriría más líneas de las disponibles. Dejo al lector interesado en este tipo de temas la tarea de indagar y usar su buen criterio para juzgar cuál de ellas, o incluso otras, le parece más correcta. No obstante, hago una observación: la primera explicación es de aceptación generalizada por los economistas; la segunda es prácticamente desconocida. La pregunta importante es, ¿por qué a alguien, que no fuera un historiador económico, le puede interesar saber cuál es la explicación correcta?
En la actualidad, la política monetaria se basa en la creencia de que el Banco Central es capaz de controlar, aunque de manera imperfecta, la tasa de interés a través de la tasa de política monetaria (TPM). Los modelos que utiliza el banco asumen que ante un descenso de esta variable, la inversión responde de manera positiva. Actualmente la TPM está en el nivel más bajo de su historia y sin embargo, en palabras del presidente del Banco Central (de Chile) , “la expansión de la inversión no está siendo la que debería para esta parte del ciclo”, y agrega que “su crecimiento aún muestra un rezago”.
El tiempo dirá si la inversión se pone al día o bien se rezaga aún más. Sin embargo, antes de culpar a don Vittorio Corbo por permitir que esto pase, vale pena considerar por un momento una explicación análoga a la de Rothbard. Tal vez las personas invierten solamente si confían que la TPM corresponde a una tasa de interés con sustento real y no una mera ficción monetaria. Si invirtieran ahora, en el entendido de que la tasa de interés permanecerá en 1,75%, y en el futuro esta cifra sube dramáticamente, no les quedaría más que reconocer que han cometido un grave error y hacer la pérdida correspondiente. Así que una vez que comprenden que la tasa de interés actual está muy alejada de la tasa de interés de largo plazo, la inversión deja de responder a los cambios de la TPM y el Banco Central pierde gran parte de su capacidad de hacer política monetaria.
¿Sería esto un problema? Si las bajas tasas de interés son duraderas, entonces las personas habrán sido demasiado cautas y habrán dejado pasar una buena oportunidad para invertir. En cambio, si la TPM sube en el futuro próximo en respuesta a un alza de la tasa de interés en Estados Unidos o en China, la prudencia al invertir habrá sido el mejor camino que se podría haber seguido, independientemente de las consecuencias que estos cambios en la economía mundial pudieran ocasionar. Dejo nuevamente al lector la tarea de usar su buen criterio para juzgar cuál de los dos escenarios le parece más probable.

"El problema de la inversión: ¿rezago o anticipo?, por Héctor Martinovic, Fecha : 28/4/2004, http://www.eldiario.cl, "opinión"










Héctor Martinovic, Profesor de la Escuela de Negocios
de la Universidad Adolfo Ibañez.






Parece que para siempre,la eterna discusion
Enviado por el día 1 de Mayo de 2004 a las 16:41
Alberto Benegas Lynch (h)*

Junio 2002

Buenos Aires (AIPE)- Chávez en Venezuela, Lula en Brasil y hace un tiempo Tabaré Vázquez en Uruguay mencionan a Franklin Delano Roosevelt como el salvador de los Estados Unidos de la crisis del 30. Nada más lejano a la verdad.
Los acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 abandonaron el patrón oro clásico para implantar un sistema que, en definitiva, se basaba en el dólar sin atadura con el oro, aunque nominalmente se estableció una relación con aquel metal. Dicha vinculación sólo podía concretarla la banca central extranjera, pero con un acuerdo tácito de no pedir el oro a Fort Knox. Esta maquinación permitió que en los Estados Unidos se imprimieran alegremente billetes verdes que condujeron al auge de los años 20 y, finalmente, a la gran depresión de los años 30. A esto se agregó el aumento del gasto público y el déficit fiscal de la época del presidente Herbert Hoover. Entonces, el primer punto que debe precisarse es que la crisis se produjo como consecuencia del desorden monetario y fiscal que se apartó radicalmente de los postulados de disciplina que establece la visión liberal.

Durante su campaña electoral y hasta que asumió la presidencia en 1933, Roosevelt prometió ordenar el presupuesto y reducir en una cuarta parte los gastos estatales. Sin embargo, en el ínterin se reunía con intelectuales socialistas como Raymond Moley, Rexford Tagwell, Adolph Berle, Felix Frankfurter y James Landis quienes sostenían que el modelo a seguir era el de Bismarck en Alemania y de Beveridge y los fabianos en Inglaterra. Así, cuando asumió la presidencia revirtió todo lo prometido en campaña. Como explica Milton Friedman, hasta 1929 el gasto público en los Estados Unidos era el 12% del PBN. Durante los primeros años de Roosevelt este guarismo se duplicó y luego se acercó al 32%. Durante la era Roosevelt, bautizada como “New Deal”, se crearon catorce entidades para la intervención gubernamental en la economía: en el comercio, la industria, los bancos, la agricultura y las relaciones laborales. Se implantó un sistema estatal denominado de “seguridad social” y, en plena caída de las tasas de capitalización por las crisis, se decretaron salarios mínimos que condenaron a 13 millones de personas al desempleo. Se encararon masivas obras públicas que reasignaron los escasos recursos desde las áreas productivas a las estatales lo cual hizo que, solamente en el primer año fiscal, se duplicara el gasto total. Se estableció la empresa estatal eléctrica Tennessee Valley Authority que, a partir de entonces, produjo grandes problemas ecológicos, energía cara y un abultado déficit operativo.

Roosevelt destrozó lo que quedaba del patrón oro, convirtió en ilegal la tenencia de ese metal por parte de particulares y prohibió contratos con cláusula oro al tiempo que estableció, ya en 1934, las tasas fiscales más elevadas del orbe.

Muchas de las iniciativas de Roosevelt fueron rechazadas por la Corte Suprema de Justicia por inconstitucionales, lo que hizo que aquel llevara a cabo todas las medidas que estuvieron a su alcance con la intención de aumentar el número de los miembros de la Corte, lo cual estuvo a punto de lograr. La segunda Guerra Mundial opacó en algo los efectos negativos del “New Deal”, absorbió una parte sustancial de la mano de obra y permitió ocultar algunas de sus consecuencias más espinosas a través de la emergencia de la guerra. Como ha escrito el célebre profesor de UCLA Benjamin M. Anderson, “Wilson se vio forzado a tomar medidas durante la Primera Guerra mientras que Roosevelt apuntaba al agrandamiento del aparato estatal, la Segunda Guerra era un pretexto”.

Principalmente debido a su asesor en el Departamento de Estado –Alger Hiss– y a la influencia de izquierda en esa área gubernamental es que, finalmente, en Yalta, se entregaron las tres cuartas de Europa a la Unión Soviética.

John Flynn, Paul Poirot, Hans Sennholz, Ludwig von Mises, F. A. Hayek, Leonard E. Read, Murray Rothbard, Robert Higgs, Henry Hazlitt, Frank Chodorov y tantos otros han dejado testimonio en sus obras de cómo Estados Unidos se apartó completamente de la visión de los Padres Fundadores a partir de Roosevelt. Incluso, como apunta Higgs, hasta simpatizantes de Roosevelt como Alan Brinkley dejaron consignado que el gobierno de Roosevelt “tomó la planificación gubernamental con una veneración religiosa”.

___* Vicepresidente – Investigador Senior de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina.