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Los dos principios de la racionalidad en el intercambio
Enviado por el día 28 de Enero de 2006 a las 17:55
David Bravo, un colega, argumenta así en su blog para justificar la piratería:

"¿Qué harías si no fuera tan fácil conseguir agua? Probablemente comprartela mineral en botella y desde el punto de vista de Fontvella para ellos es como si les robaras cada vez que abres el grifo.

¿Qué harías si no pudieras grabar la película que echan hoy en Telecinco en tu viejo video casero? La verdad, no lo se. Igual la compro. Igual no. Pero no creo que haya que argumentar imaginando mundos que no son en los que vivimos. Hoy en día se puede grabar, la técnica lo ha hecho posible y el negocio de la música se revoluciona con ello.

Cuando apareció el magnetófono los dueños de los teatros donde se exhibía la música en directo podían decir "pero ¿qué harías si el magnetofono no existiera? Probablemente vendrías a escuchar la música a mi teatro en lugar de escucharla desde tu casa". No lo sabemos y lo mejor es olvidarse de las estadísticas de cuantos irían al teatro y cuantos no. Lo que si sabemos con certeza es que el magnetófono existe y sobre esa realidad hay que discutir".

Esto es quedarse con el personal y, aunque sea propio de abogados en su práctica diaria, deontológicamente no es correcto. No puede compararse un intercambio de bienes y/o servicios con una mera apropiación, aunque no se cause un menoscabo real en el patrimonio de algún tercero. Pues en un caso se está canjeando una propiedad o utilidad por otra (el agua corriente, el vídeo y el magnetófono por dinero), que es la función del comercio entendido como cooperación social. Con lo que, si se deja de comprar un producto para pasarse a su equivalente, tal función se mantiene. Ahora bien, en el supuesto de la adquisición sin contrapartidas, uno -el consumidor- se aprovecha y los que han posibilitado de manera imprescindible que este artefacto esté en el tráfico se van, por decirlo así, de vacío. Cabe agregar que aunque sean muchos los beneficiados y sólo unos pocos los explotados por la gorronería, el principio cooperativo se rompe, se niega de raíz. Por la misma razón, aunque todos fuéramos ladrones, seríamos todos antisociales.

Imaginemos por un momento que, por arte de birlibirloque, nos fuese dado prescindir universalmente del principio de la escasez. La posibilidad de copiar, pongamos por caso, coches y de enajenar la copia sin desprendernos del que ya tenemos hundiría irremediablemente la industria del automóvil. También la haría superflua, se dirá. Pero, ¿qué hay del futuro? Al final todos los coches mantendrían los mismos modelos que hace cincuenta años; no se iba a permitir el progreso tecnológico ni, por ende, la mejora de la calidad de vida del consumidor.
Re: Los dos principios de la racionalidad en el intercambio
Enviado por el día 28 de Enero de 2006 a las 17:56
A propósito de todo esto, piénsese que las meras ideas, sin soporte material o virtual, no pueden venderse como producto, ya que no son consumibles y no respetan el principio de la escasez. Sí pueden, en cambio, capitalizarse, como ya se ha explicado. Pero el copyleft rechaza \"a priori\" todas las posibilidades: tanto la venta de la idea transformada en artículo como su capitalización previa, alegando que es un bien no capitalizable, social, de todos (luego, cuando estoy refutando a David Bravo, ¿se refuta David Bravo a sí mismo, ya que compartimos el bien social que acabo de generar en forma de letras?). En resumen: el copyleft propone el invierno de las ideas.


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