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Diez reglas para formar un dictador
Enviado por el día 30 de Marzo de 2005 a las 15:29
Diez reglas para formar un dictador

Alejandro Tur Valladares, Cubanacán Press

CIENFUEGOS, marzo (www.cubanet.org) - Si usted está aprendiendo para ser dictador, y desea en poco tiempo desarrollar todas sus potencialidades dormidas, deberá seguir las siguientes recomendaciones.

Primera regla: No puede mostrar su verdadero rostro. Recuerde que el totalitarismos tiene la cara fea. Póngase una careta de demócrata y diga, para confundir, frases como éstas: "Yo no soy comunista; mi gobierno es tan verde como las palmas", o "Armas para qué".

Segunda regla: Controle los medios de difusión masiva, especialmente la radio y la televisión. Gracias a ello podrá dar discursos maratónicos que se trasmiten en cadena por todas las frecuencias, y llevar a los receptores pasivos la promesa mesiánica del fascismo. Perdón, quise decir del comunismo. Eso sí, las promesas siempre tienen que proyectarlas hacia el futuro y jamás enmarcarlas dentro de una fecha para su cumplimiento.

Tercera regla: Divida. Esta regla consiste en dividirlo todo: el planeta, la nación, el pueblo, la familia y hasta el propio individuo. Estimule en él la doble moral. De esta manera nadie logrará ponerse de acuerdo para combatirlo, ni siquiera el individuo que está en conflicto consigo mismo.

Cuarta regla: Sea como el camaleón. No importa que usted ayer haya dicho que la hierba es verde. Si hoy esto le perjudica, déjelo. La memoria de los pueblos es bien corta y difícilmente encuentre quien le señale su falta de principios. Además, recuerde que usted tiene la facultad de reinterpretar la historia cada vez que se le antoje. Si por una casualidad alguien con memoria de elefante le reclama, ¿para qué están las porras y los calabozos?

Quinta regla: Rompa con las desigualdades. Esta regla es muy importante. En su gobierno no puede haber ricos y pobres. ¿Qué es eso? Hay que ser justos y convertir a todos en pobres. Usted deberá sacrificarse y quedarse con las riquezas de los acaudalados. Con ellas podrá comprar el favor de los súbditos, malgastar en utopías y complacer los caprichos.

Sexta regla: Reprima. En este punto tiene que poner mucho cuidado. Más de un dictador desaprobó esta materia. No puede actuar como un vulgar rufián. Su represión tiene que poseer un estilo refinado, una tecnología de punta. Atrás quedaron los días en que se sacaban las uñas y los ojos. Eso sí, la técnica que aplique tiene que impactar. Por ejemplo, puede hundir un remolcador y decir que fue un accidente; puede mandar a derribar unas avionetas civiles y decir que eran terroristas, o puede meter en la cárcel a un poeta y plantear que como recibía premios y reconocimientos era mercenario de otro estado.

Diez reglas para formar un dictador
Enviado por el día 30 de Marzo de 2005 a las 15:30
Séptima regla: Búsquese alguien que lo mantenga. Un buen totalitario es como un proxeneta político, utiliza sus encantos para que otro lo mantenga. Eso sí, no se case con uno solo, pues una vez que éste se percate de que le sale más caro que un hijo bobo lo abandonará a su suerte. No intente nunca autofinanciarse. Está demostrado históricamente que los regímenes totalitarios no son rentables ni eficientes.

Octava regla: Dé instrucción, pero no enseñe a pensar. Mientras más capacidades técnicas posean los súbditos, mejores esclavos. Prográmelos como a un ordenador, enséñeles que son máquinas y que las máquinas no se salen de programa. A los estudiantes deberá convencerlos de que en sus materias está contenida toda la verdad, por lo que no es necesario que se cuestionen o indaguen. Además, prohíba pensar.

Novena regla: Desarrolle poderes hipnóticos. Deberá capacitarse en la ciencia del ilusionismo. Así lo que es una derrota lo hará ver como una victoria; donde hay hambre verán abundancia; lo que es amoral lo aceptarán como correcto; al amigo lo verán como enemigo y al enemigo como aliado. Si no puede convencer, al menos confunde.

Décima regla: Búsquese un enemigo, y si no lo tiene invéntelo. Esta es la regla de oro. Tener un enemigo es tan conveniente, que no se concibe un gobierno totalitario que no lo posea. Cada vez que la situación dentro del país se ponga tensa por sus errores e incapacidades, mencione que hay amenaza de invasión, saque los tanques a la calle.

Si la cosecha prometida no se cumplió siquiera a la mitad, no se preocupe, dirá que el enemigo no le quiso vender el abono, que creó una plaga para destruir la cosecha, o que ejerció fuertes chantajes a la naturaleza, de modo que ésta no favoreciera el cultivo. Finalmente háblele a su pueblo de lo catastrófico e infernal que es el sistema enemigo, así podrán comprender lo dichosos que son al tener un país como éste y un líder como usted.

Estas reglas han probado su eficiencia durante décadas. Sígalas al pie de la letra, y no invente, que a los dictadores no les es dado crear.

http://www.cubanet.org/CNews/y05/mar05/30a6.htm