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Microgolpes de estado.
Enviado por el día 2 de Junio de 2005 a las 03:22
Me parecio interesante este articulo a ver que opinion tienen de el.

Microgolpes de Estado

Por: Gabriel Zaid


30 de mayo de 2005
Según el mito del contrato social, las leyes nacen cando los ciudadanos se reúnen, debaten y deciden cómo se regirán. Sin embargo, históricamente la Ley nació de la arbitrariedad.
De los usos y costumbres, se pasó a la Ley impuesta por una personalidad fundadora, que atribuyó las normas a Dios, la Tradición, el Pueblo, la Razón o su propia autoridad. Los primeros grandes códigos de la cultura occidental fueron impuestos por el rey Hammurabi (siglo XVIII a.C.), el profeta Moisés (siglo XIII a.C.), los legisladores Solón y Clístenes (VI a. C.). Aunque estos últimos abren el camino de la democracia, sus leyes no fueron instituidas por la democracia, sino al revés.
Ya que existe la Ley, el fenómeno se repite. Una personalidad autoritaria se arroga el derecho de suspenderla, en nombre de Dios, la Tradición, el Pueblo, la Razón, la Revolución o su propia autoridad soberana. Si tiene éxito, impone leyes nuevas y restablece la paradoja: la Ley impersonal nace de la arbitrariedad personal.
La Ley es un avance y un retroceso porque es una formulación general, no una persona que le diga a otra lo que tiene que hacer. Es un avance que la autoridad se autolimite, que Hammurabi renuncia a la arbitrariedad (después de esta última arbitrariedad) y se atenga a su propia Ley. Lo cual también es práctico: el rey se ahorra decidir caso por caso, tomar en cuenta a las personas, seguir la inspiración del momento, arrepentirse luego de sus ocurrencias. Además, puede valerse de ayudantes, gracias a la Ley. Sigue siendo el legislador, juez y ejecutivo, pero delega sus funciones intereses y se concentra en el mundo exterior ( la guerra, la expansión de sus dominios). Gana, aunque pierde, al autolimitarse. Los súbditos también ganan y pierden. Ganan, en cuanto ya no están sujetos al arbitrio de una persona, sino a la Ley impersonal, igual para todos. Pero pierden el trato y las consideraciones personales. Como si fueran simples casos numerables, quedan sujetos a una máquina legal y burocrática a menos que corrompan a las autoridades intermedias para que hagan una excepción personal.
La excepción a la Ley puede ser justa, si la Ley es injusta, estuvo mal pensada o redactada, no previó este caso o simplemente, es Ley; por el mero hecho de ser general. Ningún ser humano puede ser tratado con justicia ignorando quién es: una persona, no un caso general. Pero la excepción es arbitraria y hace retroceder la convivencia al mundo sin Ley.

Sigue mas abajo....

Microgolpes de estado.
Enviado por el día 2 de Junio de 2005 a las 03:25
Continua.

A diferencia de los golpes que toman el Estado, hay microgolpes que lo suspenden ilimitadamente. No imponen el Estado de excepción, sino la excepción a la Ley en algún caso. Pueden darse arriba o abajo, pero tienen que ser descarados, porque las excepciones disimuladas son simplemente corrupción o delitos: rupturas de la Ley, sin la pretensión de manifestarse abiertamente como actos soberanos, por encima de la Ley. Los que ostentosamente cierran vías públicas para presionar o ahí celebran misas, a sabiendas que están prohibidas, dan microgolpes de Estado. Las autoridades que hacen como que no se dan cuenta, cometen un delito. Pero si una autoridad declara cínicamente que lo permitió, haciendo una excepción y que (total, pago la multa), no solamente prevarica: da un microgolpe de Estado.
Los microgolpes (desde arriba o desde abajo) pueden vivirse como una exaltación, como la libertado soberana que vuelve a sus orígenes omnímodos, antes de la Ley y lo inaugura todo, en un estado de inspiración. Pero el estado de inspiración no es un Estado de Derecho. Lo práctico es legislar, no improvisar a todas horas, haciendo excepciones sobre la marcha y a la medida de las situaciones personales. La Ley nos ignora personalmente y eso es difícil de personar, pero también nos libera de la arbitrariedad.
La democracia en México ha tenido un efecto estrafalario: la democratización del golpe de Estado. Todo parece posible para todos. Sería maravilloso que esto desembocara en la autoinstitución legal de la sociedad en hacer bueno el mito del contrato social. Pero nada hace esperar este milagro. Cuando se retrocede al mundo sin Ley, la arbitrariedad grande se come a la chica. Legitimar la arbitrariedad de los justos legitima la de los injustos. Por eso, las sociedades maduras desconfían de la exaltación soberana que impone su arbitrio, arriba o abajo. Han aprendido en la práctica que la arbitrariedad, aunque sea justa, desemboca en la tiranía o en la guerra de todos contra todos.