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"La clave ideológica del futuro" por Laureano Luna (Parte I)
Enviado por el día 1 de Marzo de 2006 a las 15:49
LA CLAVE IDEOLÓGICA DEL FUTURO

La Modernidad desde Descartes concibe al ser como substancia. La substancia es lo que en un ser permanece idéntico a sí mismo por debajo de todos los cambios que ese ser pueda sufrir sin que lo destruyan. La substancia es distinta de todas sus determinaciones, puesto que ningún cambio en ninguna de ellas altera su identidad. La substancia es, por tanto, la indeterminación pura.

La substancia del mundo físico es la masa abstracta. La reducción del ser del mundo natural a masa abstracta da lugar a la moderna física matemática, en la que la materia puerde todas sus cualidades sensibles y se convierte en una mera cantidad. Este cambio en la concepción de la Naturaleza tiene lugar en el siglo XVII por obra de Galileo, Descartes, Newton, Laplace y otros.

La substancia del ser humano en cuanto ser consciente es su yo. El yo, en cuanto substancia, es distinto de todos sus accidentes. Es decir, es un yo puro. Este cambio en la concepción de la naturaleza del ser humano se realiza en el siglo XVIII y es obra de la Ilustración.

Un yo puro no tiene ninguna determinación empírica o sensible, ni de origen biológico (raza, sexo, edad…) ni de origen social o cultural (clase, nacionalidad, religión…). Un yo puro tiene sólo dos atributos: pensamiento y voluntad, el yo pienso de Descartes más el yo quiero de Kant.

Los yoes puros son todos iguales, puesto que carecen de determinaciones que pudieran diferenciarlo. Además forman un sistema cerrado, puesto que, al carecer de cualidades finitas o naturales que puedan hacerles formar parte de cualquier otro sistema, no forman parte de la Naturaleza ni de ninguna otra esfera del ser.

Sobre la base de esta concepción del hombre, la Modernidad entiende que la ética no tiene más misión que que realizar la igualdad o la simetría entre esos yoes puros.

La primera formulación técnica de esta ética es probablemente el formalismo ético de Kant, articulado sobre el famoso imperativo categórico, que en su primera versión reza:

actúa de acuerdo con una norma tal que puedas desear que todos los demás actúen siguiendo esa misma regla

Es evidente que esta regla se limita a instaurar la perfecta simetría entre los agentes morales, de tal manera que todos encajen en una estructura coherente. Es decir, se limita a buscar la coherencia en la pura simetría. No tiene más contenido. Es importante darse cuenta de que el imperativo kantiano no implica él mismo una ética de la pura simetría. Lo que implica tal cosa es el contexto en el que Kant lo coloca, a saber, la pretensión de que ese imperativo es completo, esto es, dice todo lo que hay que decir sobre ética.

En ese contexto el imperativo categórico kantiano equivale a la máxima:

(1) La libertad de cada uno sólo está limitada por la libertad idéntica de todos los demás.