Teoría política

Mauro, digo que es desamparo primero porque así queda en evidencia la cuestión que Zaratustra pone de relieve: la sacralidad del principio del monopolio de la violencia(aplicación del DºPenal), y segundo porque es que ¡no se ofrece alternativa! ¿Cómo hablar de privatización?.
La situación es la siguiente: "mira, estamos imposibilitados para defenderte, de manera que o lo dejas pasar, o denuncias porque necesitas una constancia formal -y no va a ir más allá, te aviso- o te las avías a tu manera que ya haremos la vista gorda....pero no nos cargues más"

Es ni más ni menos que una más de las estafas del Estado; el que fomenta la delincuencia y la anarquía, la anarquía, el desorden.

Mauro, habría esperanza si se dejara surgir la alternativa, pero en el Dº Penal eso no ocurre todavía. El Estado es muy remiso a ceder en ese enorme poder que le sustenta, que no es otro que el del monopolio de la violencia: la creación y aplicación del DºPenal.
Lo que sí se está poniendo de manifiesto cada vez más es la incapacidad del Estado para la impartición de la justicia. Y ello por una sencilla razón que se halla en un error de raiz: pretender que la justicia se imparte en nombre de "la sociedad","del pueblo".
No existen delitos contra una mal definida "sociedad" y, por consiguiente, nadie debe actuar como "fiscal" que decide si existen cargos contra un presunto delincuente.
Si la idea que primara fuera la de la indemnización a la víctima, la situación sería muy diferente. Se trata de hecho de un principio jurídico muy antiguo que comenzó a extinguirse cuando el Estado amplió y monopolizó la administración de justicia. En la Irlanda medieval, por ejemplo, el Rey no era tanto el jefe del Estado cuanto más bien un asegurador contra el crimen: si alguien cometía un delito, lo primero que acontecía es que el monarca pagaba el "seguro" a la víctimna; a continuación procedía a obnligar al delincuente a pagarle aél(restitución a la compañía aseguradora,directamente derivada de la concepción de que debía indemnizarse a la víctima). En numerosas regiones de la América colonial, demasiado pobres para permitirse eldudoso lujo de la cárcel, los tribunales condenaban a los ladrones a trabajos forzados en beneficio de sus víctimas, hasta que redimían su "deuda". Esto no significa que en una sociedad donde la justicia fuera privada no habría cárceles, sino que experimentarían cambios radicales, dado que su objetivo principAL seríaobligar a los delincuentes a indemnizar a las personas a las que han causado daños.

En definitiva, al hacerse el Estado con el monopolio de las instituciones punitivas, los derechos de las víctimas fueron siendo poco a poco separados de la ley penal. Así que, Mauro, yo albergo muy pocas esperanzas y no veo más que desamparo y horizontes de desastre porque no confío en absoluto en que el Estado ceda ni un ápice de ese valioso instrumento que es el monopoliode la violencia.