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La monarquía y el liberalismo
Enviado por el día 31 de Enero de 2005 a las 21:51
La morarquía no es compatible con un liberalismo puro y auténtico. Es cierto que bajo esta forma de Gobierno se pueden desarrollar instituciones y formas liberales, pero también lo es que una de las máximas liberales mas importantes es la plena igualdad de derechos y deberes de todos los ciudadanos. Qué mayor desigualdad es que la máxima autoridad representativa(aunque carezca de poder real) de la nación estea vedada a un determinado linaje y dinastía con todos los privilegios que esto conlleva. Hay que extender la democracia al puesto de Jefe del Estado.
Un saludo.
Re: La monarquía y el liberalismo
Enviado por el día 2 de Febrero de 2005 a las 19:00
Creo que lo que decís sea probablemente cierto, pero creo tambien que te equivocarías si confundías libertad con igualdad. Es decir: la igualdad de derechos no lleva a la universalidad de la libertad individual (puede llevar a una isonomía basada en la esclavitud de todos por todos). En cambio la universalización de los derechos individuales lleva a la igualdad de derechos de los hombres en tanto hombres.
La desigualdad de derechos es un problema para los derechos individuales cuando unos derechos se ven anulados directamente por los otros. Otorgar el privilegio del derecho de propiedad privada sobre la posesión de armas a ciertos particulares en virtud de sus éxitos en batalla y no al resto, no es -necesariamente aclaro- un perjuicio para los derechos individuales más importantes del resto de los particulares.
Mucho menos tiene por qué serlo la desigualdad de derechos individuales al acceso al poder político si este poder no interviene sobre la autonomía de los individuos (cosa que puede hacer tanto una monarquía estatizante como una democracia estatizante, siendo que no son idénticos los intereses públicos de una colectividad formada y liderada por mayorías y minorías cambiantes, que los de todos los individuos que las forman).
Extender la democracia al ámbito privado (gustos, creencias, opiniones, movimientos, trabajos, estudios, dinero, familia, amistades, parejas, etc.) que, precisamente y por definición, no compete al público (ya que este último no lo ha creado), puede favorecer la igualdad de derechos políticos pero perjudicar la igualdad de los derechos civiles, o bien terminar creando una nueva igualdad basada en la carencia de derechos civiles y el reemplazo de la autodeterminación personal por la autodeterminación colectiva.
Si la democracia no se vuelve coercitiva para con sus miembros en cuanto a posibilidad de secesión (lo cual requiere un mínimo de propiedad privada para poder disponer del propio cuerpo, asegurado constitucionalmente) entonces la participación en cualquier forma de sociedad sigue siendo mayormente voluntaria (y digo maormente porque será una autonomía bastante frágil). Si el margen de acción de los derechos individuales se amplía hasta cubrir todas las acciones voluntarias que no impliquen el inicio de la fuerza sobre las acciones voluntarias de otras personas, entonces la igualdad kantiana no se vuelve contra la libertad lockeana, por decirlo de alguna forma, y ahí sí estamos dentro de una sociedad liberal y por esto mismo esencialmente constitucional. La cosa pública estará limitada a funciones muy pequeñas, y luego esta podrá estar o no en manos democráticos. De cualquiera de las formas de organización social contractual y pluralista (individualismo o colectivismo regional voluntario) el garante de la libertad seguirá siendo el poder de autodefensa personal para garantizar la igualdad constitucional de derechos civiles, y no -necesariamente- la igualdad política del poder democrático.
Saludos.