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Bitácora de Antonio Mascaró Rotger

En las últimas elecciones catalanas, Pujol ya no era el Pujol de toda la vida. Era un político viejo y gastado ¡que dependía del PP para gobernar en Cataluña! Así que se le acabó la mayoría absoluta. Ahora se retira y así no se expone a la humillación de una derrota. Pero el delfín Artur Mas no es Pujol. Muy posiblemente no podrá aspirar ni a una mayoría simple. Perderá muchos votos y escaños.
Pascual Maragall tampoco es ya el alcalde olímpico. Es un político viejo con ideas geográficamente ilocalizables. Incluso su aprendiz Joan Clos ha perdido muchos votos en las autonómicas. Como los convergentes, los socialistas perderán muchos votos y escaños.
El PP catalán no es el de Vidal Quadras. Tampoco es un partido catalanista. ¿Sabe alguien qué es? Hasta que no lo sepa alguien, no le votaran muchos. Otro que perderá muchos votos y escaños.
Los de Iniciativa y los verdes con sus ideas antiglobalización, anticoche y atiloquesea tampoco pueden aspirar a llegar muy lejos. Tal vez podrían formando un frente común, pero cada facción está demasiado en lo cierto para hacer concesiones a sus camaradas rojiverdes. No perderán mucho porque no es que tengan mucho.
Luego...
A menos que todo esto se materialice en una abstención sin precedentes en Cataluña, está muy claro donde irán a parar tantos votos desencantados.
La Esquerra va a independizarse. Emergerá como voto útil. No es un partido nuevo que pueda hundirse quietamente como la coalición CiU, tampoco es un reducto de pirados. Es un partido con raíces en esta tierra que dice lo que los votantes quieren oír: la prensa y los juzgados callan ante la corrupción. A cambio de algo. Los líderes nacionalistas prometen la Tierra Prometida a bombo y platillo pero después en la calle todo sigue igual. A cambio de algo. Durante las elecciones todo son señeras y esteladas pero aquí los problemas son los mismos que en Teruel o Cáceres.
Porque los grandes partidos que cortan el bacalao pasan de todo. A cambio de algo.
Pocas dudas me caben de que en estas elecciones autonómicas o en las siguientes, ERC conseguirá la independencia frente a los demás partidos catalanes para convertirse en un candidato serio a la presidencia de la Generalitat.
La pregunta entonces es: ¿qué diantre hará con esa independencia? ¿Seguirá la moderación con la que habrá atraído votos convergentes y socialistas o, temerosa de convertirse en una CiU II, usará su incipiente independencia política para alcanzar la de Cataluña?