Hispanoamérica

Historia de un engaño
Manuel Felipe Sierra



La histórica marcha de hoy, convocada por la sociedad civil y la Coordinadora Democrática para defender las firmas del revocatorio, se ha anotado un triunfo por adelantado al sacar de sus casillas al presidente Chávez. En la cadena de radio y televisión trasmitida ayer el jefe supremo lució desencajado, nervioso y pálido.

La verdad es que todo configuraba un cuadro patético y lastimoso. Con las manos sudorosas, el mandatario pretendió demostrar ante las cámaras lo que sus directivos de confianza en el CNE no han logrado llevar a feliz término: "inventar un fraude". Una mentira de ese tamaño no la pueden sacar de un sombrero como un mago hace aparecer un conejo en un acto de circo. Nadie se puede tragar semejante patraña a estas alturas cuando la gran mayoría de los venezolanos ha manifestado su clara voluntad de cambio. Cualquier resultado en contrario significaría una catástrofe histórica, una estafa política de marca mayor en América Latina.

De modo que la marcha que se llevará a cabo hoy marcará la historia de la Venezuela moderna porque el objetivo planteado no es otro que rescatar el Estado de Derecho, la vigencia de las libertades públicas y el sistema democrático. Sin ello es inútil pensar en el resurgimiento económico que los venezolanos deseamos, así como tampoco en el diseño de un nuevo modelo de sociedad que impida el crecimiento de la pobreza y les ofrezca un futuro mejor a los jóvenes. Quienes van a marchar hoy no lo hacen en obediencia a un mandato circunstancial:
asumen, por lo contrario, un reto que va más allá de los próximos meses. Se trata de volver a flote una democracia que se ha hundido en la locura de poder de Hugo Chávez. Los restos de ese naufragio están ahora en el fondo del pantano de la barbarie, del señorío de la rusticidad y del apogeo de la rapiña.

Al insistir ayer, durante la cadena nacional de radio y televisión, en sus denuncias de fraude en el proceso de recolección de firmas del revocatorio de su mandato, el presidente Chávez no hizo otra cosa que alimentar los ánimos de quienes hoy toman la calle para dar fe de su convicción democrática y su apego a las vías pacíficas para lograr un cambio. Se marchará, pues, con mayor alegría y entusiasmo porque se sabe que también se le quita el sueño al pichón de dictador que tenemos en Miraflores. Convencido de su derrota, el líder de la revolución frustrada advirtió a sus cariacontecidos partidarios que implorará ante el Tribunal Supremo de Justicia para evitar que se cumpla la voluntad popular, si el CNE, en un rapto de coraje, convoca la consulta electoral que los venezolanos exigen.

Chávez ha repetido hasta la saciedad que la oposición consumó un megafraude, con la misma locuacidad de un marido engañado que intenta convencer a sus vecinos de la infidelidad de su esposa. Pero nadie le cree porque en el barrio todos dan fe del comportamiento honesto de esa mujer. De manera que el cornudo queda doblemente en ridículo: es un mentiroso y, a la vez, un idiota objeto de la burla de la vecindad. Desde luego que no falta quien le haga el juego al embustero. Las declaraciones hechas por Jorge Rodríguez, según las cuales le consta que hay "pillos electorales" no ayudan en nada a su jefe político en su campaña de desprestigiar a la oposición y a la sociedad civil, pero sí lo inhabilitan legalmente "para seguir tomando decisiones en lo que concierne al proceso de validación de las firmas", tal como lo establece la opinión de reconocidos abogados en un documento dirigido a la opinión pública.

En efecto, dicen los juristas, el rector Rodríguez "ya se pronunció y emitió opinión sobre un asunto, en el cual, sus funciones de árbitro (imparcial, transparente, no partidizado, respetuoso del principio de la igualdad), no las puede seguir ejerciendo, puesto que éstos principios fueron absolutamente violentados por dichas declaraciones". Si este señor tuviera un resto de dignidad debería responder a estos señalamientos con argumentos sensatos, basados en las leyes y los principios democráticos que dice sostener, pero de los que no ha hecho mucha gala en lo últimos días, empeñado como está en darle su apoyo al sector más extremista del chavismo, en vez de buscar un punto de equilibrio y de razón entre las partes. Ese es su papel histórico y debería cumplirlo aunque sea para rendirle homenaje a la memoria de ese gran luchador que fue su padre, en mala hora asesinado por la policía política. Quienes marchan hoy lo hacen guiados por ideales que cualquier líder democrático del mundo respaldaría, mas no así los tiranos.