Hispanoamérica

La República creada por Bolívar y Sucre sigue gimiendo… Y uno, desde el Norte, desde la Venezuela convulsa de Bolívar y Sucre, quisiera tener la suerte de un boliviano abriendo nuestra página aceptando que estamos pendientes, que hoy más que nunca estamos siguiendo lo que pasa allá porque es un momento de rabia y confusión, de dolor y decepción profunda. Porque nosotros tambien hemos reaccionado con los mismos sentimientos por el deterioro de los partidos, la indiferencia de los gobiernos y las debilidades de nuestra Democracia.

Pero cometimos el error de creer en un cambio ofrecido por un golpista fracasado con el mismo verbo y el mismo odio de Evo Morales. Y hoy tenemos un País dividido, invadido, encarcelado, mendigando y odiándose entre sí. Ese mismo mensaje que le escuchamos esta noche… la oligarquia y los ricos seran siempre la justificación para traicionar y el Poder estará en manos de un hombre enloquecido de amargura, rodeado de lacayos incapaces.

No hay nada más peligroso que una multitud conducida por el odio, destruyendo almas, convirtiendo el suelo en un campo de batalla donde sólo queda un cementerio de hombres vivos que finalmente son prisioneros en una cárcel sin rejas… Los bolivianos que hoy abarrotan las calles empedradas por donde una vez Sucre y Bolívar caminaban a firmar su Constitución que le daría vida, aplaudían a Carlos Mesa hace poco…

En la multitud nadie es culpable … si uno tira una flor o una bala nadie lo ve. Es el momento terrible de los pueblos… La suerte, cómplice del Destino, es ciega. Y escoge muchas veces al mediocre, al hombre equivocado. Y se dilata más y más el sueño. Se llora más y más. En momentos así, el que más grita es el que se oye. Hoy una mayoría inmensa de venezolanos miran las imágenes inquietantes de Bolivia, escuchan gritar a Evo Morales y cierra los ojos pidiendo en solidario silencio: “¡que no se equivoquen, por Dios!”