Hispanoamérica
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El exorcismo de chavez
Enviado por el día 20 de Julio de 2005 a las 17:21
Mi querido y admirado Rosalio Castillo Lara se ha alzado desde Guiripa, apenas armado con las armas de sobra de su integridad y de un valor a prueba de mediocridades. Se ha alzado para darle al país una clase de dignidad que era necesaria en una Venezuela donde las mujeres y los ancianos parecen ser los últimos reductos de la resistencia contra la barbarie. Con su lenguaje directo, sin decir nada que no fuese la mas descarnada verdad, Rosalio le ha inyectado ánimo a una sociedad aletargada, atemorizada, abrumada bajo la pesada carga de una dictadura inculta.
Y las palabras de Rosalio, sin pretenderlo, han servido como un acto efectivo de exorcismo. Tan pronto Rosalio habló, el íncubo mayor se desató en improperios. Llamó golpista y copeyano a Rosalio, olvidando que el verdadero golpista ha sido él y que su padre, hoy cambiado de camiseta, fué copeyano. El íncubo mayor vomitó odio y resentimiento, sin poder contenerse. Culebras, basiliscos, escorpiones, salieron de su boca mientras creía oir las palabras de Marcos y de Lucas: “in nomine meo daemonia ejicient, linguis loquéntur novis: serpentes tollent…”. En rápida sucesión súcubos como la Varela, nuestra Linda Blair, e íncubos menores como el pobretón de Villegas y alguién llamado Cequea comenzaron a botar un vómito rojiizo y maloliente contra Rosalio, mientras resonaban las solemnes frases del exorcismo: “exorcizo te, immundissime spiritus…. Sátana, mortis adductor, vitae raptor, justitiae declinator, incitator invidiae, …Recéde ergo in nomine Patris…”
Rosalio es un hombre honesto y un demócrata. Lo recordamos del Liceo “San José” en Los Teques, cuando era un jóven sacerdote, bajo la sombra del legendario Isaías Ojeda, un pupilo de Puyula y Simonchelli. Escribió hace algunos años una bellísima biografía de Isaías Ojeda, el maestro que fué el ídolo y el ejemplo de miles de Venezolanos, yo entre ellos. Para mi, sin ser católico, los salesianos fueron los grandes maestros. Siempre me enseñaron el camino correcto a seguir. Ahora, al oir a Rosalio, me alegra saber que seguimos en la misma senda. Pero ya no soy solo un alumno sino un compañero de luchas.
Chávez no puede tocar a Rosalio. No tiene el poder moral que sería necesario para que sus insultos fuesen algo mas que el aullido de una fiera en el desierto. Antes de insultar a Rosalio, Chávez debería reflexionar sobre los niños de la calle, sobre los dineros estafados al Banco Central, sobre la corrupción de los programas sociales, sobre la entrega a Cuba, sobre las violaciones a la Constitución, sobre el incremento de la pobreza…. En fin, sobre el miserable colapso de nuestra sociedad bajo su desastroso régimen. El es el responsable…. Y cuando un Venezolano íntegro se lo recuerda, lo noble, lo grande sería escuchar y reflexionar. Pero lo que ha venido de regreso de Chávez hacia Rosalio es el insulto. De allí que las palabras de Rosalio hayan sido las de un exorcista mas que las de un simple ciudadano.
Y las palabras de Rosalio, sin pretenderlo, han servido como un acto efectivo de exorcismo. Tan pronto Rosalio habló, el íncubo mayor se desató en improperios. Llamó golpista y copeyano a Rosalio, olvidando que el verdadero golpista ha sido él y que su padre, hoy cambiado de camiseta, fué copeyano. El íncubo mayor vomitó odio y resentimiento, sin poder contenerse. Culebras, basiliscos, escorpiones, salieron de su boca mientras creía oir las palabras de Marcos y de Lucas: “in nomine meo daemonia ejicient, linguis loquéntur novis: serpentes tollent…”. En rápida sucesión súcubos como la Varela, nuestra Linda Blair, e íncubos menores como el pobretón de Villegas y alguién llamado Cequea comenzaron a botar un vómito rojiizo y maloliente contra Rosalio, mientras resonaban las solemnes frases del exorcismo: “exorcizo te, immundissime spiritus…. Sátana, mortis adductor, vitae raptor, justitiae declinator, incitator invidiae, …Recéde ergo in nomine Patris…”
Rosalio es un hombre honesto y un demócrata. Lo recordamos del Liceo “San José” en Los Teques, cuando era un jóven sacerdote, bajo la sombra del legendario Isaías Ojeda, un pupilo de Puyula y Simonchelli. Escribió hace algunos años una bellísima biografía de Isaías Ojeda, el maestro que fué el ídolo y el ejemplo de miles de Venezolanos, yo entre ellos. Para mi, sin ser católico, los salesianos fueron los grandes maestros. Siempre me enseñaron el camino correcto a seguir. Ahora, al oir a Rosalio, me alegra saber que seguimos en la misma senda. Pero ya no soy solo un alumno sino un compañero de luchas.
Chávez no puede tocar a Rosalio. No tiene el poder moral que sería necesario para que sus insultos fuesen algo mas que el aullido de una fiera en el desierto. Antes de insultar a Rosalio, Chávez debería reflexionar sobre los niños de la calle, sobre los dineros estafados al Banco Central, sobre la corrupción de los programas sociales, sobre la entrega a Cuba, sobre las violaciones a la Constitución, sobre el incremento de la pobreza…. En fin, sobre el miserable colapso de nuestra sociedad bajo su desastroso régimen. El es el responsable…. Y cuando un Venezolano íntegro se lo recuerda, lo noble, lo grande sería escuchar y reflexionar. Pero lo que ha venido de regreso de Chávez hacia Rosalio es el insulto. De allí que las palabras de Rosalio hayan sido las de un exorcista mas que las de un simple ciudadano.
