Hispanoamérica
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...y....II. "Mi Padre, el inmigrante".
Enviado por el día 27 de Diciembre de 2005 a las 23:34
"Mi padre el inmigrante
Con el fin de la II Guerra Mundial y de la Guerra Civil Española numerosos europeos se vieron en la necesidad de abandonar sus hogares en busca de libertad. Unos querían hallar un nuevo horizonte, otros evadir el hambre y muchos buscaban un lugar donde rehacer sus vidas. Y se embarcaron hacia Venezuela. Algunos sin siquiera ubicarla en el mapamundi. La corriente migratoria más importante se produjo en 1947, cuando el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez abrió las fronteras del país, asegura Manuel Rodríguez Campos, director del Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar.
"A pesar de presentar diversas características culturales, estas personas tenían un denominador común: la mayoría contaba con una mínima formación práctica y disciplina para el trabajo", asevera.
Y encontraron una Venezuela tranquila, donde se gestaba un crecimiento planificado, sobre todo en la construcción de grandes infraestructuras, una expansión del mercado interno y la modernización agrícola, lo que la convertía en suelo perfecto para olvidar la guerra y echar raíces. Así fueron llegando italianos, portugueses, españoles, judíos y rusos, entre otras colonias de la desbastada Europa.
De ellas, la de los españoles, italianos y portugueses fueron las más importantes. Las 3 compartían razones similares para abandonar sus naciones: la huida de un régimen dictatorial, las atrocidades de la posguerra y la búsqueda de la tan anhelada estabilidad económica. La mayoría llegó en barco al puerto de La Guaira y famosas fueron las pensiones que sirvieron de primera morada. Muchos fueron llevados a estaciones experimentales de agricultura, como la de El Trompillo. Cada colonia fue dedicándose a una "especialidad" relacionada con las actividades que se desarrollaban en su país de origen. Fue así como los gallegos se dedicaron a producir hortalizas, los canarios al comercio de plátanos y los italianos a la venta de carne y otros alimentos.
"Lejos de llegar con ansias de enriquecerse, venían con deseos de trabajar y de aportarle sus conocimientos a un país con pocas señales de industrialización", señala Franco Castinglone, representante de Venezolanos del Mundo, que agrupa a las distintas comunidades extranjeras en el país.
De hecho, para 1947, Venezuela necesitaba agricultores. Existía un déficit de producción de unas 55 mil toneladas anuales de azúcar y de 50 mil toneladas de arroz, entre otros productos, y se requería cubrir la demanda con producción interna. Además, se iniciaba en la explotación petrolera, por lo que muchos venezolanos abandonaron el campo para dedicarse a la lucrativa actividad minera, y este vacío fue aprovechado por los inmigrantes. Lo mismo ocurrió en la construcción, sector en el que también encontraron un nicho de mercado importante.
Con el fin de la II Guerra Mundial y de la Guerra Civil Española numerosos europeos se vieron en la necesidad de abandonar sus hogares en busca de libertad. Unos querían hallar un nuevo horizonte, otros evadir el hambre y muchos buscaban un lugar donde rehacer sus vidas. Y se embarcaron hacia Venezuela. Algunos sin siquiera ubicarla en el mapamundi. La corriente migratoria más importante se produjo en 1947, cuando el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez abrió las fronteras del país, asegura Manuel Rodríguez Campos, director del Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar.
"A pesar de presentar diversas características culturales, estas personas tenían un denominador común: la mayoría contaba con una mínima formación práctica y disciplina para el trabajo", asevera.
Y encontraron una Venezuela tranquila, donde se gestaba un crecimiento planificado, sobre todo en la construcción de grandes infraestructuras, una expansión del mercado interno y la modernización agrícola, lo que la convertía en suelo perfecto para olvidar la guerra y echar raíces. Así fueron llegando italianos, portugueses, españoles, judíos y rusos, entre otras colonias de la desbastada Europa.
De ellas, la de los españoles, italianos y portugueses fueron las más importantes. Las 3 compartían razones similares para abandonar sus naciones: la huida de un régimen dictatorial, las atrocidades de la posguerra y la búsqueda de la tan anhelada estabilidad económica. La mayoría llegó en barco al puerto de La Guaira y famosas fueron las pensiones que sirvieron de primera morada. Muchos fueron llevados a estaciones experimentales de agricultura, como la de El Trompillo. Cada colonia fue dedicándose a una "especialidad" relacionada con las actividades que se desarrollaban en su país de origen. Fue así como los gallegos se dedicaron a producir hortalizas, los canarios al comercio de plátanos y los italianos a la venta de carne y otros alimentos.
"Lejos de llegar con ansias de enriquecerse, venían con deseos de trabajar y de aportarle sus conocimientos a un país con pocas señales de industrialización", señala Franco Castinglone, representante de Venezolanos del Mundo, que agrupa a las distintas comunidades extranjeras en el país.
De hecho, para 1947, Venezuela necesitaba agricultores. Existía un déficit de producción de unas 55 mil toneladas anuales de azúcar y de 50 mil toneladas de arroz, entre otros productos, y se requería cubrir la demanda con producción interna. Además, se iniciaba en la explotación petrolera, por lo que muchos venezolanos abandonaron el campo para dedicarse a la lucrativa actividad minera, y este vacío fue aprovechado por los inmigrantes. Lo mismo ocurrió en la construcción, sector en el que también encontraron un nicho de mercado importante.
Re: ...y....II.
Enviado por el día 27 de Diciembre de 2005 a las 23:35
Pero el ingreso de este grupo de extranjeros no resultó del todo beneficioso, acota Rodríguez Campos: "El servicio consular venezolano no fue eficiente en la selección, y junto a los perseguidos políticos, a quienes teníamos que recibir para salvarles la vida, se embarcaba cualquier persona. Muchos aseguraban tener determinada profesión y no se comprobaba que la tuviera\". Y todo ocurría a pesar de contar con una ley de inmigración y un organismo llamado Instituto Nacional de Inmigración y Colonización, que luego fue transformado en el Instituto Agrario Nacional (IAN).
Aún así, coinciden analistas y sociólogos en que, a pesar de las aristas negativas, el balance del trabajo del inmigrante en Venezuela fue y sigue siendo positivo.
Los precursores
Varios fueron los extranjeros que llegaron a Venezuela para servir después de promotores para la llegada de sus coterráneos. Uno de ellos fue Filipo Gallardi, uno de los más importantes constructores en la década de los años 50, recuerda el especialista. Un inmigrante que llegó, como todos los demás, sin dinero, sin profesión, sin contactos, pero provisto de una gran habilidad para las relaciones. Tanto, que llegó a ser el gran constructor de la dictadura de Pérez Jiménez.
Gallardi acumuló millones de bolívares de capital y dirigió una colonia italiana tan numerosa que para el plebiscito de 1957 ofreció una gran cantidad de votantes italianos, que eran sus obreros, explica el historiador.
De los españoles, Rodríguez Campos recuerda que \"aportaron grandes intelectuales en la cultura venezolana como Manuel García Pelayo o Pablo Vila, uno de los geógrafos más reconocidos que ha tenido el país\".
Por su parte, a los judíos –expulsados por el terror europeo– se les asocia con la elaboración de artículos de cuero, calzados, textiles, y hoy se han convertido en grandes fabricantes de telas y vestidos.
También resaltaron en las actividades comerciales, financieras y en el manejo de la banca.
Pero no sólo en el aspecto económico se concretan los aportes de los extranjeros.
La mayoría no fue indiferente a los encantos de los venezolanos. \"Arraigados en el país, se han casado con venezolanas y han creado una generación de nuevos venezolanos con capitales importantes\", comenta Rodríguez Campos.
Para Castinglone, los extranjeros introdujeron, entre otros, dos importantes valores a la sociedad venezolana: el ahorro y el amor por la
Aún así, coinciden analistas y sociólogos en que, a pesar de las aristas negativas, el balance del trabajo del inmigrante en Venezuela fue y sigue siendo positivo.
Los precursores
Varios fueron los extranjeros que llegaron a Venezuela para servir después de promotores para la llegada de sus coterráneos. Uno de ellos fue Filipo Gallardi, uno de los más importantes constructores en la década de los años 50, recuerda el especialista. Un inmigrante que llegó, como todos los demás, sin dinero, sin profesión, sin contactos, pero provisto de una gran habilidad para las relaciones. Tanto, que llegó a ser el gran constructor de la dictadura de Pérez Jiménez.
Gallardi acumuló millones de bolívares de capital y dirigió una colonia italiana tan numerosa que para el plebiscito de 1957 ofreció una gran cantidad de votantes italianos, que eran sus obreros, explica el historiador.
De los españoles, Rodríguez Campos recuerda que \"aportaron grandes intelectuales en la cultura venezolana como Manuel García Pelayo o Pablo Vila, uno de los geógrafos más reconocidos que ha tenido el país\".
Por su parte, a los judíos –expulsados por el terror europeo– se les asocia con la elaboración de artículos de cuero, calzados, textiles, y hoy se han convertido en grandes fabricantes de telas y vestidos.
También resaltaron en las actividades comerciales, financieras y en el manejo de la banca.
Pero no sólo en el aspecto económico se concretan los aportes de los extranjeros.
La mayoría no fue indiferente a los encantos de los venezolanos. \"Arraigados en el país, se han casado con venezolanas y han creado una generación de nuevos venezolanos con capitales importantes\", comenta Rodríguez Campos.
Para Castinglone, los extranjeros introdujeron, entre otros, dos importantes valores a la sociedad venezolana: el ahorro y el amor por la
Re: Re: ...y....II.
Enviado por el día 27 de Diciembre de 2005 a las 23:37
familia.
"Las comunidades europeas tuvieron que aprender, casi a la fuerza, a economizar, por lo que traían muy internalizado el concepto del ahorro, con la idea de que el futuro se debe consolidar con el sacrificio de hoy".
Por otra parte, el amor a la familia era exaltado por quienes tuvieron que dejar parte de sus seres queridos en sus países de origen mientras venían a trabajar para brindarles estabilidad.
De obrero a patrón
Con el tiempo, las colonias de inmigrantes prosperaron, principalmente por su gran capacidad de trabajo y ahorro. Como explica Castinglone, "fueron pasando de obrero a patrón, reduciendo al máximo sus gastos y aglutinando la mayor cantidad posible de dinero". Fueron sumando capitales a sus comercios y los transformaron en grandes empresas.
Existen muestras de ello en las áreas de metalmecánica, productoras de carrocerías, abastos, casas de comercios, tiendas por departamento e incluso imprentas. Muchos son hoy grandes cadenas de supermercado, empresas de consumo masivo, frigoríficos para el comercio de la carne, empresas de acopio agrícola y hasta emporios empresariales.
Se han forjado nuevas generaciones, más venezolanas que europeas, que conservan los valores que trajeron sus antepasados, pero que han introducido tendencias novedosas para la administración y gerencia de sus negocios, mientras desarrollan un verdadero sentido de ciudadanía.
Son muchos los ejemplos del traspaso del manejo de empresas de padres a hijos y de hijos a nietos, y son muchos los casos que se han convertido en participantes activos de la economía venezolana.
Revista Producto online.
http://www.producto.com.ve/247/notas/portada.html
"Las comunidades europeas tuvieron que aprender, casi a la fuerza, a economizar, por lo que traían muy internalizado el concepto del ahorro, con la idea de que el futuro se debe consolidar con el sacrificio de hoy".
Por otra parte, el amor a la familia era exaltado por quienes tuvieron que dejar parte de sus seres queridos en sus países de origen mientras venían a trabajar para brindarles estabilidad.
De obrero a patrón
Con el tiempo, las colonias de inmigrantes prosperaron, principalmente por su gran capacidad de trabajo y ahorro. Como explica Castinglone, "fueron pasando de obrero a patrón, reduciendo al máximo sus gastos y aglutinando la mayor cantidad posible de dinero". Fueron sumando capitales a sus comercios y los transformaron en grandes empresas.
Existen muestras de ello en las áreas de metalmecánica, productoras de carrocerías, abastos, casas de comercios, tiendas por departamento e incluso imprentas. Muchos son hoy grandes cadenas de supermercado, empresas de consumo masivo, frigoríficos para el comercio de la carne, empresas de acopio agrícola y hasta emporios empresariales.
Se han forjado nuevas generaciones, más venezolanas que europeas, que conservan los valores que trajeron sus antepasados, pero que han introducido tendencias novedosas para la administración y gerencia de sus negocios, mientras desarrollan un verdadero sentido de ciudadanía.
Son muchos los ejemplos del traspaso del manejo de empresas de padres a hijos y de hijos a nietos, y son muchos los casos que se han convertido en participantes activos de la economía venezolana.
Revista Producto online.
http://www.producto.com.ve/247/notas/portada.html
