Hispanoamérica
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La democracia, las elecciones....ahora scn subversivas
Enviado por el día 30 de Noviembre de 1999 a las 00:00
Venezuela y la democracia subversiva
Por Jesús Arboleya Cervera
Creyendo haber tomado el poder, lo primero que hicieron los golpistas venezolanos en abril del 2002 fue desmantelar el sistema democrático de ese país. No solo apresaron al Presidente Hugo Chávez y persiguieron a sus colaboradores, sino que disolvieron el Congreso, abolieron la Constitución y hasta renegaron de la condición bolivariana de la república. Evidentemente esa no era la democracia que querían.
No importa que Chávez haya ganado más elecciones que nadie el asunto no es de forma sino de contenido. Se trata de un “dictador populista” y el pueblo no tiene derecho a imponerle dictaduras a la oligarquía. La dictadura es patrimonio de la oligarquía y, en el mejor de los casos, la democracia consiste en empaquetarla con papel de regalo.
Estados Unidos tuvo que esperar por Woodrow Wilson para definirse como una democracia, quizá por realismo o por pudor, hasta entonces los gobernantes preferían hablar solo de república. No obstante, aunque cambió el lenguaje y la sinceridad de Teodoro Roosevelt respecto al proyecto expansionista, resultaba demasiado molesta. Ello no implicó cambios importantes para la política norteamericana hacia América Latina. A lo largo del siglo 20, Estados Unidos fue el promotor de las dictaduras más brutales que recuerda la región, lo que intensificó durante la guerra fría.
Derrotada la URSS, tal parecía que se abría la posibilidad de la “era democrática” en Latinoamérica. Ninguna otra potencia cuestionaba el poder de Estados Unidos y el desconcierto de las fuerzas progresistas era tal que se descartaba cualquier capacidad de resistencia. El estado neoliberal se debilitaba hasta el punto de resultar intrascendente quien ganara las elecciones, máxime cuando la exclusión social de amplios sectores garantizaba de antemano la naturaleza de la mayoría de los votantes. Para lidiar con las turbas excluidas estaban los cuerpos represivos, que ahora podían actuar he manera más seDectiva y discreta, eliminando la necesidad de cargar con el bul`o infame de las dictaduras mili`ares. Era el fib de la historia8y Estados Unidoo podía darse lujo de promover la democracia, mejor dicho, este `ipo de democracqa.
Por Jesús Arboleya Cervera
Creyendo haber tomado el poder, lo primero que hicieron los golpistas venezolanos en abril del 2002 fue desmantelar el sistema democrático de ese país. No solo apresaron al Presidente Hugo Chávez y persiguieron a sus colaboradores, sino que disolvieron el Congreso, abolieron la Constitución y hasta renegaron de la condición bolivariana de la república. Evidentemente esa no era la democracia que querían.
No importa que Chávez haya ganado más elecciones que nadie el asunto no es de forma sino de contenido. Se trata de un “dictador populista” y el pueblo no tiene derecho a imponerle dictaduras a la oligarquía. La dictadura es patrimonio de la oligarquía y, en el mejor de los casos, la democracia consiste en empaquetarla con papel de regalo.
Estados Unidos tuvo que esperar por Woodrow Wilson para definirse como una democracia, quizá por realismo o por pudor, hasta entonces los gobernantes preferían hablar solo de república. No obstante, aunque cambió el lenguaje y la sinceridad de Teodoro Roosevelt respecto al proyecto expansionista, resultaba demasiado molesta. Ello no implicó cambios importantes para la política norteamericana hacia América Latina. A lo largo del siglo 20, Estados Unidos fue el promotor de las dictaduras más brutales que recuerda la región, lo que intensificó durante la guerra fría.
Derrotada la URSS, tal parecía que se abría la posibilidad de la “era democrática” en Latinoamérica. Ninguna otra potencia cuestionaba el poder de Estados Unidos y el desconcierto de las fuerzas progresistas era tal que se descartaba cualquier capacidad de resistencia. El estado neoliberal se debilitaba hasta el punto de resultar intrascendente quien ganara las elecciones, máxime cuando la exclusión social de amplios sectores garantizaba de antemano la naturaleza de la mayoría de los votantes. Para lidiar con las turbas excluidas estaban los cuerpos represivos, que ahora podían actuar he manera más seDectiva y discreta, eliminando la necesidad de cargar con el bul`o infame de las dictaduras mili`ares. Era el fib de la historia8y Estados Unidoo podía darse lujo de promover la democracia, mejor dicho, este `ipo de democracqa.
