Hispanoamérica
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Los perros ladran
Enviado por el día 6 de Enero de 2006 a las 16:19
[b]Cuba casi postcastrista: los perros ladran porque tienen miedo[/b]
Por Eugenio Yáñez
[i]Analista, economista y un especialista en la realidad cubana. Ha publicado varios libros y junto a Juan Benemelis es autor de "Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro" (Benya Publishers, Miami, mayo de 2005)
Colaboración[/i]
Si ya es bastante lamentable para todos los cubanos, de aquí y de allá, haber padecido cuarenta y siete años de férrea dictadura, el colofón más trágico que pudiera traernos el porvenir sería que personajes con criterios como el canciller Felipe Pérez Roque, o la “intelectualidad” de una izquierda internacional anquilosada, fueran los determinantes en el diseño de la sociedad del futuro en nuestra Patria.
Si la enclenque legitimidad del dictador para mantenerse medio siglo en el poder sin tener en cuenta la opinión de la mayoría de la población, nunca expresada en elecciones libres y transparentes, se basa en una autoridad moral que tuvo alguna vez al capitalizar en su persona el emblema de la lucha contra la tiranía, y que perdió desde el momento en que transformó los objetivos de esa lucha popular en una obsesión por el poder absoluto, la autoridad que pudiera emanar de adláteres y amanuenses designados a cargos públicos en función del servilismo y la pusilanimidad, es simplemente inexistente.
Para nadie es un secreto que el dictador no es eterno, y que a pesar del PPG, mariscos y esteroides, ya sus avanzados 79 años de edad y su estado de salud acercan cada día más el momento en que la barca venga a recoger sus restos, que tal vez por algún tiempo quizá estén en mausoleos de gloria hasta su destino final en el estercolero de la historia.
Los planes de sucesión, si los hubiera, son tan confiables y exactos como los de producir diez millones de toneladas de azúcar, o más leche de vaca por unidad de tierra que Estados Unidos, o crear una potencia médica, o ingresar miles de millones de dólares exportando los productos de la biotecnología.
Si el futuro “sucedido” deliró de esa manera, el sucesor designado tiene visiones tan geniales como en 1960 sobre los que abandonaban el país: “que se vayan los cobardes, los que no tienen fe… pidiendo perdón los veremos a las puertas de nuestras embajadas”; y sus delirios pueden ser muy “tremens” tomando en consideración lo que se comenta en Cuba y el exterior sobre su excesiva afición etílica.
(para los interesados, continúa en el link)
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Fuente
Noticias de Ultimo Minuto
http://www.disidenteuniversal.org/08noticias/notic...
Por Eugenio Yáñez
[i]Analista, economista y un especialista en la realidad cubana. Ha publicado varios libros y junto a Juan Benemelis es autor de "Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro" (Benya Publishers, Miami, mayo de 2005)
Colaboración[/i]
Si ya es bastante lamentable para todos los cubanos, de aquí y de allá, haber padecido cuarenta y siete años de férrea dictadura, el colofón más trágico que pudiera traernos el porvenir sería que personajes con criterios como el canciller Felipe Pérez Roque, o la “intelectualidad” de una izquierda internacional anquilosada, fueran los determinantes en el diseño de la sociedad del futuro en nuestra Patria.
Si la enclenque legitimidad del dictador para mantenerse medio siglo en el poder sin tener en cuenta la opinión de la mayoría de la población, nunca expresada en elecciones libres y transparentes, se basa en una autoridad moral que tuvo alguna vez al capitalizar en su persona el emblema de la lucha contra la tiranía, y que perdió desde el momento en que transformó los objetivos de esa lucha popular en una obsesión por el poder absoluto, la autoridad que pudiera emanar de adláteres y amanuenses designados a cargos públicos en función del servilismo y la pusilanimidad, es simplemente inexistente.
Para nadie es un secreto que el dictador no es eterno, y que a pesar del PPG, mariscos y esteroides, ya sus avanzados 79 años de edad y su estado de salud acercan cada día más el momento en que la barca venga a recoger sus restos, que tal vez por algún tiempo quizá estén en mausoleos de gloria hasta su destino final en el estercolero de la historia.
Los planes de sucesión, si los hubiera, son tan confiables y exactos como los de producir diez millones de toneladas de azúcar, o más leche de vaca por unidad de tierra que Estados Unidos, o crear una potencia médica, o ingresar miles de millones de dólares exportando los productos de la biotecnología.
Si el futuro “sucedido” deliró de esa manera, el sucesor designado tiene visiones tan geniales como en 1960 sobre los que abandonaban el país: “que se vayan los cobardes, los que no tienen fe… pidiendo perdón los veremos a las puertas de nuestras embajadas”; y sus delirios pueden ser muy “tremens” tomando en consideración lo que se comenta en Cuba y el exterior sobre su excesiva afición etílica.
(para los interesados, continúa en el link)
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Noticias de Ultimo Minuto
http://www.disidenteuniversal.org/08noticias/notic...
Re: Los perros ladran
Enviado por el día 6 de Enero de 2006 a las 17:19
Excelente articulo Maribea, lo que si te recomiendo que los postees en Teoría política o Hispanoamerica, ya que los fieles seguidores de Castro no pasan mucho por este foro, les da miedo.
Saludos
Saludos
Re: Re: Los perros ladran
Enviado por el día 6 de Enero de 2006 a las 17:24
La dictadura castrista ha sido sui-géneris, única, irrepetible. Si Castro hubiera necesitado del Vaticano para perpetuarse en el poder hubiera convertido en monaguillos y monjas a todos los cubanos. Como necesitó de los soviéticos quiso convertirlos en comunistas domesticados, lectores de Sholojov y adoradores de Pushkin, como ahora no le preocupó convertirlos en sirvientes de turistas, jineteras y siervos de inversionistas mercachifles.
El totalitarismo castrista tiene el triste honor de ser mucho más sutil y sofisticado que el europeo o asiático. Stalin y Caesescu se apoyaban en la fuerza bruta porque no tenían las dotes personales de liderazgo que caracterizan a Fidel Castro, quien en realidad nunca ha sido un comunista clásico.
A pesar de su solemne auto-proclamación de marxista-leninista y de su leyenda de revolucionario, su sistema de poder combina los modelos totalitarios del comunismo con fuertes dosis de personalidad autoritaria, que recuerdan a Franco o Mussolinni mucho más que a Lenin o Mao. Como el fascista italiano, buscó en guerras africanas victorias que no le eran posibles en su continente, y no logró obtenerlas. Como el caudillo español, creó un movimiento político para ponerlo a su propio servicio, sometió a todo el país bajo su regla y se aferra al trono hasta la muerte natural, pero a diferencia del falangista, y gracias al apoyo soviético en recursos, armamentos y dinero, no quiso ni necesitó sentar las bases de un serio desarrollo económico del país.
Brillante.
El totalitarismo castrista tiene el triste honor de ser mucho más sutil y sofisticado que el europeo o asiático. Stalin y Caesescu se apoyaban en la fuerza bruta porque no tenían las dotes personales de liderazgo que caracterizan a Fidel Castro, quien en realidad nunca ha sido un comunista clásico.
A pesar de su solemne auto-proclamación de marxista-leninista y de su leyenda de revolucionario, su sistema de poder combina los modelos totalitarios del comunismo con fuertes dosis de personalidad autoritaria, que recuerdan a Franco o Mussolinni mucho más que a Lenin o Mao. Como el fascista italiano, buscó en guerras africanas victorias que no le eran posibles en su continente, y no logró obtenerlas. Como el caudillo español, creó un movimiento político para ponerlo a su propio servicio, sometió a todo el país bajo su regla y se aferra al trono hasta la muerte natural, pero a diferencia del falangista, y gracias al apoyo soviético en recursos, armamentos y dinero, no quiso ni necesitó sentar las bases de un serio desarrollo económico del país.
Brillante.
