Hispanoamérica

En el país de las marchas largas
Por Esteban Casañas Lostal.
Diario Noticuba Internacional
Montreal.Canadá, 14 de mayo de 2004

No se si se requiere de resistencia o resignación, pero de verdad que aburren con lo mismo, siempre han sido así, poco creativos. Si existía algo que detestaba en Cuba eran esas payasadas de las marchas, marcha por esto, marcha por lo otro, y toda la vida en eso. Nadie se daba cuenta de los edificios caídos y al caminar, allí se vuela, tampoco se caía dentro de un bache que nos regresara a la realidad, creo que se anda como sonámbulos.

La tuerca está al perder la rosca, los estómagos hace años que fueron reducidos, ¿y las mentes?, sabe Dios el daño que han sufrido. Porque resulta inexplicable la actitud de los cubanos, pensarán muchos, día a día los hunden más y mírenlos como marchan. ¡Oigan lo que expresan en los noticieros! Se llenan las plazas, ¿y luego? Luego la dura, la que se vende como pan caliente, el fogón apagado, la peste a grajo del camello, la mierda rebosando el baño, los mosquitos, el apagón, la chispa de tren, la novela brasileña, el kotecito por la libreta, que no puedo entrar a un hotel, luchando, un vaso de leche hasta los siete años, a templar que se fue la luz, Juana la jinetera, llegó la pipa de cerveza, pero la plaza se llena caballeros. Si alguien pudiera brindar una explicación científica, si fuera posible una filosófica, pero no me hablen de conciencia que yo estuve encima de la bola, esto se vende como pan caliente y le rompe a cualquiera la computadora.

No es fácil ni justo juzgar desde aquí con la panza llena, se los aseguro, aún así, esto no hay quien lo entienda. ¡Yo marché caballeros! Marché como muchos, como millones, pero solo fue en una marcha, y no digo yo si marchaba, tampoco quiero justificar nada. La vieja Gloria se me encarnó, hablo de la chivata de vigilancia, no sé si le caí mal por ser marino, pero cada vez que podía me ponía la mala y ese día no era de juegos. El lío es que cada vez que se le ocurre al loco, suena uno de esos trotes de “confirmación revolucionaria”. ¿Saben qué es eso? Que si no asistes eres gusano, desafecto, contrarrevolucionario, indiferente, escoria, y hoy me imagino que les llamen mercenarios. Nadie quiere señalarse por temor a perder algo, vamos a ver, yo perdía mi trabajo como oficial de la marina, y cuando aquello señores, habían implantado un sistema de salario nuevo, ¿saben cuánto yo ganaba?, más que dos ingenieros juntos y en ese tiempo el dinero aún no era papel sanitario.

¡Pero ésto no es lo más importante! Yo estaba en las microbrigadas en fase de terminación, tal vez para ustedes eso no resulte una justificación válida, pero para mi familia sí. Vivía en un cuartico con mi esposa y dos niños, muebles sobre muebles hasta el techo que no les permitía elevarse hasta el cielo. ¡Pero esto no era tan importante tampoco! Aquel cuarto era de una casa donde vivían en franco hacinamiento 21 personas, ¿se imaginan esto?, tampoco lo creo. Cola para bañarse, para comer, para cagar, para sentarse, para cocinar, para lavar, hasta para tirarse un peo. ¿No marchan?, ¿no quieren escapar de allí?, ¿no quieren un apartamento donde sus hijos vivan con un poco de dignidad?, no se los creo, en esas condiciones marchaba hasta Mas Canosa. ¡Pero yo perdía algo de valor! Eran otros tiempos también y después que logré mudarme colgué los guantes como los boxeadores en retiro, ni una marcha más me dije. ¿Hoy qué pierden? ¡Caballeros, si es que no hay nada que perder! Eso piensan ustedes, siempre se puede perder algo, lo más insignificante es de gran valor allí donde todo es escaso, quizás un bono para comprar un televisor Panda, el derecho a tener un teléfono en la casa, la beca para el hijo (porque el que sea tan ingenuo y no lo crea, allí se paga por carambola), y hasta el trabajo, porque cuando sobran un poquito de gente a los primeros que largan a la calle son a esos, a los que no son nada. No es muy sencillo juzgar cuando no se ha estado en el juego de pelota. Voy a decirles como pensaba yo, vamos a ver si me entienden, muy bien; Yo no participo en la marcha, pierdo el trabajo, el salario y la casa, pero solo soy yo, ¿y los demás?, ¿qué hacen?, ¿no quieren perder nada? Ese debe ser un pensamiento colectivo. Pues miren, después de darle muchas vueltas al trompo agarro y me pongo mis popis y arranco, marcho y no lo hago por la patria, ni la de los de aquí, ni la de los de allá, marcho por la mía que soy yo y mis hijos, en esa estamos.

¿Y los que nacieron hoy, qué han visto? ¡Nada caballeros! Solo esta pachanga repetida en 45 años, marcha pa’quí y marcha pa’lla cada vez que se le antoje al loco. ¿Creen ustedes de verdad, el pueblo no sabe que las causas de sus desgracias son esos arrebatos? Vamos a ver, ¿qué rayos tienen que ver las medidas adoptadas por el régimen cubano, con las propuestas por Bush? Nada, absolutamente nada, todos esos productos que se venden en las diplotiendas, fueron comprados durante decenas de años en la zona libre del Canal de Panamá y en el puerto de Tampico. Es que no existe justificación alguna para subirle los precios y menos para retirar algunos productos de las tiendas. Eso solo tiene como objetivo crear malestar en la población, crear falsos sentimientos nacionalistas, y como expresé anteriormente, volver a identificar a la gente.

Lo mismo hizo cuando el caso de Elián, y luego con la firma sobre el fusilamiento de los tres negritos, él trata de involucrar a todo el pueblo en sus continuas meteduras de pata. Otro detalle, ¿por qué realizó esa marcha en un día laboral?, ¿no es tan revolucionario su pueblo para convocarla un fin de semana?, tal parece que no. Pero esa no es sola la razón, los que vivimos dentro de ese verdadero monstruo sabemos del control que ejercen sobre los trabajadores el sindicato gubernamental y las organizaciones políticas, son precisamente ellos los controladores de todos los bonos antes mencionados.

En fin, existen millones de razones existentes para justificar esa participación en las plazas, no olviden tampoco la pachanga, porque eso es lo que resulta estos eventos para mucha gente, ¿y luego? Luego la dura, la que se vende como pan caliente, el fogón apagado, la peste a grajo del camello, la mierda rebosando el baño, los mosquitos, el apagón, la chispa de tren, la novela brasileña, el kotecito por la libreta, que no puedo entrar a un hotel, luchando, un vaso de leche hasta los siete años, a templar que se fue la luz, Juana la jinetera, llegó la pipa de cerveza, pero la plaza se llena.

Bueno, los dejo con el final de la trova del viejo Rocinante, esperemos dentro de poco un pasaje bíblico, de verdad que tiene la cara de guante.

……..Salve, César, los que van a morir te saludan…….

…….Sólo lamento que no podría siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi patria……..

Apretó el loco.